La Hermandad
para toda la Humanidad
LA
MASONERÍA INGLESA
LA
GRAN LOGIA UNIDA DE INGLATERRA
Por Robert
Gallatín Mackey
De su
Enciclopedia de la Masonería
«Intentaremos
volcar en esta página, un eficiente resumen de la historia de la Francmasonería
en Inglaterra, de acuerdo con lo que se ha escrito hasta no hace mucho tiempo y
que se presume es como generalmente se acepta por la nuestra fraternidad.
No
sería justo decir que las modernas y con-temporáneas investigaciones pusieran
dudas sobre la autenticidad de muchas de las exposiciones: por ejemplo que
fi...la leyenda del Príncipe Edwin ha sido dudada; que el esta-blecimiento de
la Gran Logia de York a principios del siglo XVIII ha sido negada; o que la
existencia de lo que no es sino la Masonería activa antes del año 1717, haya
sido refutada.
Estas
cuestiones aun constituyen disputa; pero las tareas de los estudiosos
Masónicos, por medio de los cuales los registros y constituciones de la
antigüedad fueron exhumadas del Museo Británico y Bibliotecas de las Logias,
proporcionan eventualmente los elementos que parecen determinar qué es verdad y
qué no lo es. Si tomásemos en cuenta a Anderson y Preston, sabríamos que el
primer título concedido como cuerpo en Inglaterra a los Masones, lo fue conferido
por el Rey Athelstan, en el 926, y a so-licitud de su hermano el Príncipe
Edwin. «De conformidad,» dice la leyenda mencionada primero por Anderson,
«...el Príncipe Edwin citó a todos los Masones del reino a congregarse ante él
en York, el cual concurrió y formó la Logia General, de la cual era Gran
Maestro; y habiendo traído consigo todos los escritos y registros existentes,
algunos en Griego, algunos en Latín, otros en Francés y en otros idiomas, de
sus contenidos formuló la Asamblea, la Constitución y Preceptos de la Logia
Inglesa. La Masonería en Inglaterra data de esta asamblea en York; pues por los
estatutos decretados allí provienen las Constituciones Masónicas Inglesas; y
del lugar de la junta, el ritual de las Logias Inglesas se designó como el
«Rito de York Antiguo.»
Cabe
mencionar que por un largo período, la Asamblea de York ejercitó el mando de la
ju-risdicción Masónica en toda Inglaterra; pero en 1567, los Masones de la
parte Sur de la isla eligieron a Sir Thomas Greshato, dedicado al comercio,
como su Gran Maestro. Este fue sucedido por el ilustre arquitecto Iñigo Jones.
Por entonces, existieron dos Grandes Maestros en Inglaterra que asumían títulos
distintos; el Gran Maestro del Norte se llamaba Gran Maestro de toda
Inglaterra, mientras que el que presidía en el Sur se llamaba Gran Maestro de
Inglaterra.
A
comienzos del siglo XVIII, la Masonería en el Sur de Inglaterra cayó en
decadencia. Los disturbios de la revolución que colocó a Guillermo III en el
trono, y la efervescencia política que con posterioridad agitó los dos partidos
del estado[1],
infligieron una herida fatal a la sociedad pacífica, cosa que impedía su éxito.
Sir
Christopher Wren, Gran Maestro durante el reinado de la Reina Ana, anciana y
enferma, se tornó inactivo. Las asambleas generales de la Gran Logia, cesaron
de verificarse desde entonces. En el año 1715, existían en Inglaterra solamente
cuatro Logias en el Sur, todas activas y en la ciudad de Londres. Estas cuatro
Logias, ansiosas de revivir la prosperidad de la Orden, decidieron unirse ellas
misma bajo la dirección del Gran Maestro Sir Christopher Wren, quien poco
después falleciera.
No
teniendo, hasta ese momento a quien nombrar en su lugar, se resolvió
«...reunirse en la Taberna del Manzano, nombrando para presidir al Maestro
Masón más antiguo, (siendo Maestro de la Logia.) Se constituyeron formando la
Gran Logia, pro tempore, en debida forma, reviviendo desde ese momento la comunicación
trimestral de los oficiales de las Logias, (llamada la Gran Logia) resolvieron
continuar la asamblea anual y el festín, y entonces eligieron Gran Maestro de
entre ellos mismos, mientras tanto no tenían el honor de disfrutar lecciones de
un noble hermano como su superior.»
Sucedió
que el día de San Juan Bautista del 1717, se llevó a cabo la Asamblea Anual y
el Festín, y el Sr. Antonio Sayer se propuso debidamente y fue elegido Gran
Maestro. La Gran Logia adoptó, entre sus reglamentos, el siguiente: «...que el
privilegio de reunirse como Masones, el cual había sido hasta entonces ilimitado,
debía revestirse de cierta autoridad ante las Logias o asambleas de Masones convocadas
en ciertos lugares; y que cada Logia convocada en lo sucesivo, excepto las
cuatro Logias antiguas que existían entonces, debían ser legalmente autorizadas
para obrar con el poder del Gran Maestro, en cuyo tiempo, concebían a ciertos
individuos por petición, con el consentimiento y aprobación de la Gran Logia en
comunicación, y que, sin dicho poder, ninguna Logia en lo sucesivo debía considerarse
como regular o constitucional.»
En
cumplimiento de lo cual a las cuatro Logias antiguas les fueron reservados
particularmente, los privilegios que habían poseído siempre bajo la
organización antigua. Además, se decretó que «...ninguna ley, regla, o
reglamento, que se expidiese desde ese momento o pasase ante la Logia, podría
privarlos de tales privilegios, o usurpar cualquiera señal que se hubiese
establecido en esa época como reglamentaria del gobierno Masónico.» Las Grandes
Logias de York y de Londres conservaron una relación amistosa, e inter-cambio
mutuo de reconocimiento, hasta que este último cuerpo, en 1725, concedió poder
de constitución a algunos Masones que habían separándose de la primera.
Este
acto anti-Masónico fue reprobado severamente por la Gran Logia de York, y
produjo la primera interrupción de la armonía que por largo tiempo había
subsistido entre ellos. Además de esto, algunos años más tarde, su-cedió otro
acto injustificable de intromisión.
En
1735, el Conde de Crawford, Gran Maestro de Inglaterra, constituyó dos Logias
dentro de la jurisdicción de la Gran Logia de York, y con-cedió, sin su
consentimiento, diputaciones para Lancashire, Durham y Northumberland. «Esta
circunstancia,» dice Preston, (lllust. p. 184) «Dejó a la Gran Logia de York
altamente re-sentida, observó desde entonces los procedimientos de los hermanos
en el Sur con ojo desconfiado. Toda relación amistosa cesó, y dichos Masones,
desde ese momento, consideraron sus intereses distintos de los Masones que se
encontraban bajo la Gran Logia de Londres.»
Tres
años después, en 1738, varios hermanos descontentos con la conducta de la Gran
Logia de Inglaterra, se desunieron de ella, y celebraron sin autorización
ninguna asamblea, con el propósito de la iniciación. Aprovechándose de la
desavenencia entre las Grandes Logias de York y las de Londres, asumieron el
carácter de Masones de York. Y al determinar la Gran Logia la ejecución
estricta de sus leyes contra tales disidentes, no obstante esto, se separaron
de su jurisdicción, y asumieron el apelativo de «Masones Antiguos de York.»
Anunciaron que las señales antiguas sólo ellos las conservaban; y, declararon
que las Logias regulares habían adoptado nuevos planes, y sancionado
innovaciones, designándolas con el nombre de «Masones Modernos.»
En
1739, establecieron una nueva Gran Logia en Londres, bajo el nombre de «Gran
Logia de los Masones Antiguos de York,» y perseveran-do en las medidas que
habían adoptado, celebraron comunicaciones y establecieron fies-tas anuales.
Pronto fueron reconocidos por los Masones de Escocia e Irlanda, fueron estimulados
y protegidos por muchos de la nobleza. Las dos grandes Logias continuaron
existiendo, y obrando en oposición una de otra, ex-tendieron sus planes y
cismas en otros países, especialmente en América, hasta el año 1813, cuando,
bajo la Gran Dominación del Duque de Sussex, fueron unidas bajo el título de
Gran Logia Unida de Inglaterra.
Tal
es la historia de la Francmasonería en Inglaterra sin interrupción, como la
creían todos los Masones y escritores Masónicos durante más de siglo y medio.
Las investigaciones recientes han hecho surgir grandes dudas sobre su
exactitud. Hasta el año 1717, los detalles son tradicionales, o sostenidos únicamente
por manuscritos cuya autenticidad aún no ha sido probada satisfactoriamente.
Mucha
de la historia es incierta; algo de ella, especialmente al referirse a York, se
estima apócrifo por Hughan y otros escritores laboriosos. Sin embargo como
tradición hereditaria de la Orden, no puede desecharse del todo sin cometer una
injusticia; pero sí debía de aceptarse con muchas reservas, hasta que las
investigaciones profundas de los anticuarios Masónicos, que prosiguen
activamente en Inglaterra sus labores actuales, deben conducirnos hacia una
terminación satisfactoria.
Las
investigaciones de este asunto importan-te debían de conducirse con imparcial
criterio, y con ardiente deseo de encontrar la verdad, y no sostener una
teoría.
«La
leyenda» puede no ser verdad; pero si ha sido aceptada durante largo tiempo y
venera-da como una verdad, no debería ser rehusada hasta que exista evidencia
incontestable de su falsedad.
En
censuras de esta naturaleza, deberíamos recordar la advertencia de un
metafísico eminente que dice «la mano que no puede construir una choza, puede
destruir un palacio.»
Pues
hasta hoy, las investigaciones de estos interrogatorios acerca de la historia
primitiva de la Francmasonería Inglesa, de las cuales el Hermano Hughan, o
Cronwell puede con justicia considerarse como el jefe supremo (sic), han sido
conducidas generalmente, con la sinceridad más limpia y el conocimiento más
laborioso.
Robert
Gallatín Mackey, 33º
[1] Observamos
con mucha atención que Robert Gallatín Mackey ignora en ese párrafo a Oliverio
Cromwell y la República Inglesa.
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