Friday, March 6, 2020

De Stanislas de Guaita a los SS::: II:::


De Stanislas de Guaita a los SS::: II:::


Querido Hermano:

Ya has sido revestido sucesivamente con los tres grados jerárquicos de nuestra Orden; te saludamos como S::: I:::, y cuando hayas transcrito y meditado nuestros cuadernos, serás a su debido tiempo, un Iniciador. A tus leales manos se les confiará una importante misión: te incumbirá su carga, pero también el honor de formar un grupo del que serás, ante tu conciencia y ante la Divina Humanidad, el Padre intelectual y también el Tutor moral.
No se trata de imponerte unas convicciones dogmáticas. Que te creas materialista o espiritualista o idealista, que profeses el cristianismo o el budismo, que te proclames libre-pensador o que incluso remedes el escepticismo absoluto, poco nos importa al fin y al cabo; no heriremos tu corazón molestando tu espíritu con problemas que no debes resolver más que frente a frente con tu conciencia y en el silencio solemne de tus pasiones aplacadas.
Siempre lleno de un amor verdadero hacia los hermanos humanos, nunca trates de disolver los lazos de solidaridad que te unen estrechamente al Reino Hominal considerado en su síntesis. Tú perteneces a una religión suprema y realmente universal, pues es ella la que se manifiesta e impone (multiforme, cierto, pero esencialmente idéntica a sí misma) bajo los velos de todos los cultos esotéricos, tanto de Occidente como de Oriente.
Como Psicólogo, expresa ese sentimiento con el nombre que quieras: Amor, Solidaridad, Altruismo, Fraternidad, Caridad; como economista o filósofo, llámalo si quieres tendencia al Socialismo, al Colectivismo, o al Comunismo ¡Poco importan las palabras!
Como místico, hónralo bajo los nombres de Madre divina o Espíritu Santo.
Seas lo que seas, no olvides jamás que en todas las religiones verdaderamente ciertas y profundas (o sea, las que están fundadas en el Esoterismo) la puesta en marcha de ese sentimiento es la Enseñanza primaria, capital, y esencial de ese mismo Esoterismo.
Búsqueda sincera y desinteresada de la Verdad; he aquí lo que tu Espíritu se debe a sí mismo.
Fraternal mansedumbre respecto a los hombres; esto es lo que tu Corazón le debe al prójimo.
Exceptuando estos dos deberes, nuestra Orden no pretende darte otros, al menos de forma imperativa.
Ningún dogma religioso o filosófico se impone a tu fe. Respecto a la doctrina cuyos principios esenciales hemos resumido para ti, sólo te rogamos que la medites a placer y no tomes partido. Es solamente por la persuasión que la Verdad tradicional quiere conquistarte a su causa.
Hemos abierto a tus ojos los sellos del Libro M, pero eres tú quien primero debe deletrear la letra, y después penetrar al Espíritu de los misterios que este libro encierra.
Te hemos iniciado; el papel de tus Iniciadores ha de limitarse solo a esto. Si por ti mismo comprendes la inteligencia de los Arcanos, merecerás el título de Adepto, pero no olvides esto: es en vano que los más sabios Maestros quieran revelarte las fórmulas supremas de la ciencia y el poder mágico; la Verdad oculta no puede transmitirse en un discurso, puesto que cada cual debe evocarla, crearla y desarrollarla en su interior.
Desde ahora eres “Iniciatus”, al que otros han puesto en la vía; esfuérzate por llegar a ser Adepto, el que ha conquistado la Ciencia por sí mismo. En una palabra: el hijo de sus obras.
Nuestra Orden, como te he dicho, limita sus pretensiones a la esperanza de fecundar el buen terreno, sembrando por doquier el buen grano; las enseñanzas de los S::: I::: son precisas, pero solo son elementales.
Tanto si este programa secundario basta para satisfacer tu ambición, como si tu destino te impulsa un día al umbral del templo misterioso donde irradia, desde hace siglos, el luminoso tesoro del Esoterismo Oriental, escucha las últimas palabras de tus Incógnitos hermanos, y ojalá ellas puedan germinar en tu espíritu y fructificar en tu alma.
Yo te aseguro que en ellas el criterio infalible del Ocultismo y la clave de la bóveda de la síntesis esotérica están allí, y no en otra parte. ¿Pero a qué insistir si tú puedes comprender y creer? Y en caso contrario, ¿para qué insistir?
Eres libre de creer, pues lo que me resta por decir es una alegoría mística o una fábula literaria sin valor alguno, o incluso una audaz impostura.
Eres libre, pero ESCUCHA, ¡que germine o se pudra el grano que voy a sembrar!

*****

En principio, en la raíz del Ser, está lo Absoluto.
Lo Absoluto, que las religiones llaman Dios, no se puede concebir y quien pretenda definirlo desnaturaliza su idea, asignándole unos límites: Un Dios definido es un Dios finito.
Pero en ese insondable Absoluto, emana eternamente la Diada andrógina, formada por dos principios unidos indisolublemente: el Espíritu Vivificador y el Alma viviente Universal.
El misterio de su unión constituye el Gran Arcano del Verbo. Y el Verbo es el Hombre colectivo considerado en su síntesis divina antes de su desintegración. Es el Adán Celeste antes de su caída, antes de que ese Ser Universal se haya modalizado, pasando de la Unidad al Número, de lo Absoluto a lo Relativo, de la Colectividad al Individualismo, del Infinito al Espacio y dela Eternidad al Tiempo.
He aquí unas ideas de la enseñanza tradicional sobre la caída de Adán: Incitados por un móvil interior cuya naturaleza esencial es mejor callar, móvil que Moisés llamó NAHASH, y que nosotros (si te parece) definiremos como la sed egoísta de la existencia individual, un gran número de Verbos fragmentarios de conciencias potenciales vagamente despertadas a modo de emanación en el seno del Verbo Absoluto, se separaron de ese Verbo que los contenía.
Se separaron, como ínfimos submúltiplos dela Unidad-madre que los había engendrado. Simples rayos de ese Sol oculto se dispararon hacia lo infinito de las tinieblas en su naciente individualidad, que ellos anhelaban con independencia de todo principio anterior, o sea con autonomía.
Pero como el rayo luminoso sólo proviene de una existencia relativa en relación con el fuego que lo ha producido, esos Verbos igualmente relativos, desprovistos de principio auto divino y de luz propia, se oscurecieron a medida que se alejaban del Verbo absoluto.
Cayeron en la materia, mentira de la sustancia en delirio de objetividad; en la materia que es al No-Ser lo que el Espíritu es al Ser, descendieron hasta la existencia elemental, luego a la animalidad, después a lo vegetal, hasta lo mineral Así nació la materia, que al momento fue elaborada por el Espíritu, y el Universo concreto tomó una vida ascendente, que se remonta desde la piedra, apta para la cristalización, hasta el hombre, susceptible de pensar, de rogar, de asistir a lo inteligible y de sacrificarse por el prójimo.
Esta repercusión sensible del Espíritu cautivo, sublimando las formas progresivas de la Materia y la Vida, tratando de salir de su prisión. La Ciencia contemporánea lo constata y lo estudia con el nombre de Evolución. La evolución es la universal Redención del Espíritu. Al evolucionar, el Espíritu se remonta. Pero antes de remontar, el Espíritu había descendido, y es a esto a lo que llamamos Involución.
¿Cómo el submúltiplo verbal se detuvo en un punto dado de su caída? ¿Qué Fuerza le permitió retroceder? ¿Cómo al fin despertó en él la conciencia de su divinidad colectiva bajo la forma aún imperfecta dela Sociabilidad? Estos son unos misterios profundos que no podemos abordar aquí y de los que tú sabrás adquirirla Inteligencia, si te acompaña la Providencia.
Yo callo. Te hemos conducido bastante adelante de la vía; ahora estás provisto de una brújula oculta que no te permitirá extraviarte jamás, o al menos hallar siempre el buen camino.
Esos datos son necesarios sobre el “gran asunto" del destino humano; tú eres quien debe decidir el resto y hallar la solución al problema.
Más debes comprender, Hermano mío, y te lo pido por tercera y última vez, debes comprender que el Altruismo es la vía que conduce al objetivo único y final; me refiero a la reintegración de los submúltiplos en la Unidad Divina; la única doctrina que da los medios, que es la destrucción de los obstáculos materiales para la ascensión a través de las jerarquías superiores, hacia el astro central de la regeneración y la paz.
No olvides que el Adán Universal es un Todo homogéneo, un Ser vivo, del que nosotros somos los átomos orgánicos y las células constitutivas. Todos vivimos unos en los otros, los unos para los otros; y si nos fusionásemos individualmente salvados (hablando en lenguaje cristiano), no cesaríamos de sufrir y luchar hasta que los demás hermanos estuviesen salvados como nosotros.
El Egoísmo inteligente concluye, pues, como ha concluido la Ciencia tradicional: la fraternidad universal no es un engaño, sino una realidad de facto.
Quien trabaja para otro trabaja para sí; quien mata o hiere al prójimo se mata o hiere así mismo; quien ultraja, se insulta a sí mismo.
No obstante, no dejes que estos términos místicos te asalten; la doctrina elevada no tiene nada de arbitraria; nosotros somos los matemáticos de la ontología, los algebristas de la metafísica.
Recuerda, hijo dela Tierra, que la gran ambición debe ser reconquistar el Edén zodiacal del que no habrías debido descender nunca, y entrar por fin en la inefable Unidad, FUERA DELA CUAL NO ERES NADA, y en cuyo seno hallarás, tras muchos trabajos y tormentos, la paz celeste, ese sueño consciente que los indios conocen con el nombre de NIRVANA: que es la beatitud suprema de la Omnisciencia en Dios.

Fraternalmente:

STANISLAS DE GUAITA
(S::: I:::)

Portal Martinista del Guajiro


HERMANO, YA LLEGASTE A LA PUERTA DEL TEMPLO

Tuesday, March 3, 2020

Breve historia de los Templarios


Breve historia de los Templarios


 Los Templarios surgieron como un grupo de caballeros que velaba por la seguridad de los peregrinos a Jerusalén, pero se convirtieron en una de las órdenes más poderosas del mundo e incluso en la principal potencia económica de Europa.



Los Templarios surgieron en el año 1095 bajo el papado de Urbano II. ¿Quiénes fueron realmente los caballeros del Temple? Para hacer una breve historia de los Templarios, debemos conocer su origen y cómo se inicia todo a comienzos del I milenio.

ORIGEN DE LOS TEMPLARIOS
En el año 1095, el Papa Urbano II decide intervenir directamente en Tierra Santa, convocando una cruzada con el objetivo de garantizar la seguridad de los peregrinos al sitio, seguridad que estaba resultando muy dudosa por el descontento musulmán.
En una maniobra que parece más política que religiosa, se auxiliaba al Imperio Bizantino, que había solicitado apoyo debido al constante asedio turco, mientras a la vez se ponía fin a muchas luchas internas en distintos lugares de Europa y unía a cristianos bajo una misma bandera: la Cruz.
Tras varias batallas, en 1099 la Primera Cruzada finalizó tomando Jerusalén, dominada por Balduino I.
Años después, nueve caballeros cristianos al mando de Hugo de Payens comenzaron a velar por la seguridad de los peregrinos que viajaban a Tierra Santa.



Hugo de Payens

Inicialmente lo hicieron solos, pero luego fueron apoyados y sustentados por el rey que no disponía de muchos recursos para proteger los caminos. Este es el inicio de la historia de los Templarios.

CREACIÓN DE LA ORDEN Y SU CRECIMIENTO
Se les concedió un lugar donde establecerse cerca del antiguo templo de Salomón y algún tiempo después acabarían disponiendo de todo el complejo como sede que daría nombre a la orden.
Tras muchos y largos trámites eclesiásticos, la orden fue aprobada formalmente por la Iglesia en 1129, momento en el que se escribieron sus normas y reglas, tras lo cual experimentó progresivamente un importante aumento, tanto de bienes y propiedades como de efectivos en sus filas.
Este desmesurado crecimiento material se debía a varias razones. Una norma aprobada en 1039 les excluía de la jurisprudencia, tanto civil como eclesiástica y únicamente el Papa tenía autoridad sobre ellos.
Además de los testamentos y donativos que recibían, también estaban las grandes fortunas de los nobles que entraban a formar parte de la orden. El excedente de las propiedades como granjas y enmiendas era también un fuerte sustento económico.
Alrededor de 1220 ya era la fuerza económica más importante de Europa y también contaban con unos 30.000 caballeros, sin contar con el resto de personal de la orden.
El éxito de los Templarios a nivel moral se encuentra muy vinculado a las gestas que realizaron durante el resto de Cruzadas, lo que les dio fama mundial.
La pérdida de Tierra Santa fue el principio del fin de la historia de los Templarios, añadido a los recelos que causaban entre las altas esferas debido a su poder y secretismo.

EL FINAL DE LOS TEMPLARIOS
Felipe IV de Francia, que estaba muy endeudado con la Orden, comenzó una campaña de desprestigio con el objetivo de adquirir las posesiones templarias, de modo que empezó a presionar al Papa Clemente V.
En 1307, un gran número de templarios fueron arrestados, torturados y posteriormente quemados en la hoguera. Antes de ejecutarlos se les obligó a confesar falsos crímenes y herejías y de ese modo manchar la imagen de toda la orden.
En 1312 el Papa disolvió la Orden oficialmente.
La mayoría de las pertenencias de los templarios fueron a parar a las coronas interesadas en su desaparición. La mayoría de expertos coinciden en que fue la codicia de algunos gobernantes de la época lo que propició la destrucción la orden, y no los supuestos actos de herejía.

Sunday, February 23, 2020

El Poder del Perdón - Carmelo Ríos


El Poder del Perdón
Por Carmelo Ríos

Tal vez el perdón sea el acto más sabio, más profundo y más liberador que un ser humano pueda realizar en esta vida, y a la vez el que más le acerca a Dios, que es perdón absoluto, absolución eterna y eternidad liberadora.
Al candidato en el umbral de la Iniciación se le pide que haga tabla rasa con su pasado, que perdone, que olvide, para abrirse a una nueva posibilidad de vida en esta misma existencia que se ofrece ahora, a cambio de la capitulación del yo mismo, de la rendición incondicional ante una fuerza o luz infinitamente más poderosa que el ego.
Acaso el perdón sea el único gesto soberano que el ser humano puede hacer antes de morir y renacer en vida por el proceso mismo de la alquimia del espíritu. Perdonar es un acto de sacrificio, pues renunciamos a la venganza, al desquite, a la justa o injusta compensación.
Hay varias formas de perdón. Primeramente está el valeroso acto de pedir perdón, no solamente a los seres humanos, sino a la Naturaleza y al Universo visible o invisible. Elevar nuestra mirada y nuestras manos hacia la noche estrellada y pedir perdón al Infinito por nuestra mediocridad, por nuestra ingratitud, por nuestra ignorancia y nuestra falta de amor.
Pero, cuan a menudo nuestro orgullo, que es el adversario por excelencia del amor y de la luz, nos ha impedido pedir perdón, no como un gesto de cortesía o de superflua e hipócrita norma social, sino desde una profunda contrición, desde una sincera humildad, desde la urgente necesidad de reconciliarse, de redimir, de establecer la paz, la tregua o el armisticio de las situaciones más imperdonables aun en medio del campo de batalla de las difíciles relaciones humanas, y decir desde los más hondo de nuestro sentir: lo siento, lo siento mucho, te pido perdón.
Acaso pedir perdón, con valor, con humildad, con absoluta entrega y desde el corazón roto sea otro acto soberano que caracteriza al verdadero buscador espiritual, al peregrino del Amor, al genuino capitán, al auténtico líder de los hombres, pues nuestra capacidad de perdonar y de pedir perdón es sinónima de nuestra grandeza de alma.
Martin Luther King dijo que aquel que es incapaz de perdonar es incapaz de amar. El perdón renueva nuestra vida y pone fin a los asuntos pendientes, nos da otra oportunidad, nos ofrece la posibilidad de redimir lo pasado, nos saca del infierno en vida del rencor, del resentimiento, de la cólera, de la idea de venganza, e incluso de justicia, y nos permite la entrada libre en el Reino de los Cielos, que no es un lugar allende de las estrellas, sino un estado de la mente y del corazón compasivo, expandido y redimido.
Los Maestros de todas las tradiciones espirituales nos recuerdan constantemente que pidamos perdón y que perdonemos antes de que sea demasiado tarde, pues el perdón es un acto primordial de inteligencia espiritual y de compasión hacia nosotros mismos, y acaso sea la compasión la lección que todos los seres venimos aprender a esta tierra. Perdonar es también un acto de profunda sabiduría, pues como dijo León Tolstoi: “comprenderlo todo es perdonarlo todo".
Perdonar es olvidar. Solo alguien muy oscuro o ignorante puede decir "perdono pero no olvido". Precisamente la ciencia ha descubierto que una de las funciones principales de la memoria es su capacidad de olvidar. ¿Y cuantas veces deberemos olvidar las ofensas, perdonar a nuestro hermano, a nuestro prójimo como a nosotros mismos? El Maestro del Amor nos dice categóricamente: ¡setenta veces siete!
¿Pero existe aún algo más difícil, más salutífero y más redentor que perdonar o pedir perdón? Si, perdonarse a uno mismo. Un viejo axioma de Confucio dice: "Perdonárselo todo a aquel que es incapaz de perdonarse a sí mismo".
¡Perdonarme a mí mismo¡ Eso es algo para lo cual uno no se siente nunca suficientemente preparado, ni entrenado, ni incluso "autorizado". Preferimos vivir en el purgatorio moral del desaliento, de la mortificación, de la auto-culpa, no perdonarnos y como consecuencia, no perdonar, alimentando con la memoria el hedor lúgubre de la pena, del remordimiento y la tristeza, que marchitan nuestras vidas y nos arrebatan el precioso don de la alegría, tal vez esperando que algo o alguien, quizás un sacerdote, un santo, un ángel o una fuerza sobre-natural haga por nosotros lo que nadie puede hacer por nosotros.
¿Alguna vez nos hemos atrevido a decirnos frente al espejo, pronunciando nuestro nombre?: ¡Te perdono! Te perdono de corazón, total y absolutamente, y te dejo libre, como se lo diríamos a nuestro único hijo adolescente que se hallara apesadumbrado por las consecuencias de una decisión errónea o de un acto equivocado
Y aun en la distancia, podemos pedir perdón y perdonar, pues la energía sigue al pensamiento y estas imágenes, clichés y vibraciones sutiles de perdón y de anhelo de reconciliación, viajarán por el éter en busca de la unidad con el otro y de la Divina Armonía que ponen fin al dolor y al sufrimiento, a veces de muchas vidas pasadas.
Pero, nos preguntaremos, ¿y si el otro -si es que existe un "otro" que no sea yo mismo fuera de mi- no desea la paz, no busca la reconciliación, la curación de lo incurable? El Maestro Philippe de Lyon nos dice que hablemos entonces con nuestro Ángel de la Guarda para que hable con el Ángel Guardián nuestro "adversario" y que ambos lleguen a un acuerdo.
El Maestro Philippe daba una importancia extraordinaria al perdón. En muchas de sus enseñanzas hacía referencia a la necesidad absoluta de perdonar y de pedir perdón:
- "En la vida progresamos sin cesar, y en la medida en que progresamos, cambiamos de guía. De ahí la necesidad de hacer la paz INMEDIATAMENTE con los enemigos, pues, ofendiendo a los enemigos, ofendemos a su guía, y la paz solo puede ser hecha entre los mismos interesados. Sino, habrá que esperar a que en una serie de reencarnaciones el mismo periodo se produzca y que el perdón sea acordado. Es necesario, incluso, que el ofendido rece por el ofensor".
Que redención, que alegría, que júbilo el perdonar y pedir perdón, ¡pero que gloria aun mayor es perdonarse a sí mismo¡ Si no me perdono, si no me olvido, si me juzgo, si me condeno y no me exculpo, me aferro al dolor, a la necesidad de sufrir, a la culpa, y consecuentemente, espero el castigo o el mal karma. ¿Y qué puedo crear, en que puedo creer, como puedo crecer si me aferro al dolor, a la culpa y al sufrimiento que conllevan los supuestos errores cometidos en un pasado sobre el cual ya no tengo ningún imperio? ¿Qué ha ocurrido en la historia de la humanidad cuando los hombres han erigido ideologías, religiones y filosofías basadas en el dolor, el miedo y la culpa?
Se cuenta que en una ocasión, un prisionero de un campo de concentración le preguntó a otro: ¿has perdonado a los nazis? Y este le contestó: ¡nunca! El otro le respondió: ¡entonces, aun te tienen prisionero!
Los sufíes dicen: "El enemigo está agotado de ti". Y busca también su redención, su absolución, su perdón. Pues el perdón libera al que es perdonado y con frecuencia también al que perdona. Los Evangelios dicen que el propio Jesús el Cristo perdonó a sus verdugos, pues como la mayoría de los hombres, en todas las épocas, reinos y dimensiones de consciencia, no sabían lo que hacían.
¡Qué fuerza tan extraordinaria, que alquimia sublime del Amor glorificado y expandido, y que belleza del corazón secreto se encuentran en el perdón! El perdón permite que nuestro corazón se rompa por todos los corazones que rompió, y la redención que surge de ese acto de compasión dinámica lo reconstruye despacio, fragmento a fragmento, para resucitarlo a la verdadera vida como el cuerpo desmembrado de Osiris, de Orfeo o de Mitra.
El poeta inglés William Blake dijo: "Es más fácil perdonar a un enemigo que a un amigo", pues del amigo solo esperamos comprensión, apoyo, y afecto, y del enemigo aguardamos solo lo peor, la traición, el oprobio o el ataque. Así que el desafío del discípulo, del verdadero buscador espiritual es perdonar también a su amigo, a su hermano, indultarle de las ofensas, de los actos y aún de los pensamientos, antes incluso de que los realice.
El perdón del corazón es una suerte de presagio del Cielo en la Tierra que no puede ser provocado, pues llega a veces como el deletéreo vuelo de una Presencia angelical que nos acerca al misterio insondable de la Gracia. Como consecuencia de la llegada de esa bendición sutil, es perdonado lo imperdonable, es olvidado lo inolvidable, es amado lo poco amable y es redimido lo irremediable.
Sueño con el día en que el ángel dormido que soy yo, tenga el valor de erigirse ante la Presencia de Dios, y pedir perdón en nombre de todos los seres sensibles, por los millones de años de separación de la Luz y del Amor.
Así, concluyo que el Cielo en la Tierra ha de edificarse sobre la misericordia, la compasión y el perdón, y que todo, absolutamente todo, ha de ser perdonado.
Siddharta el Buda nos aconsejó: "Sed como el sándalo que perfuma la hoja que le infiere corte". Y el escritor Mark Twain dice en uno de sus poemas:

"El perdón es el perfume
Que la violeta deja
en el pie que la pisa"



Bibliografía:

1) Le Maître Philippe de Lyon, Thaumaturgue et Homme de Dieu", por Philippe Encause. Ediciones Tradicionales, Paris, 1985.
2) "El Maestro Philippe", de Alfred Hael. Ediciones Escuelas de Misterios. Barcelona.
3) "Un año de Vida" de Stephen Levine. Ediciones Libros del Comienzo.
4) "La Sabiduría del Perdón". S.S. Dalai Lama. Ediciones Oniro.



Saturday, February 22, 2020

La búsqueda del legado de Don Martínez de Pasqually - Serie Rosacruz VI


La búsqueda del legado de Don Martínez de Pasqually - Serie Rosacruz VI


En el siglo XVIII Martínez de Pasqually, un personaje tan misterioso como Saint Germain o el propio Cagliostro, crea una nueva orden para conservar la supuesta herencia de la tradición sacerdotal de los antiguos levitas, que habría logrado sobrevivir a la destrucción del Templo de Salomón. La monumental obra queda trunca por la inesperada desaparición de su Gran Maestre. Se dice que  sus discípulos, luego de cerrar la orden, incorporaron una parte importante de estas enseñanzas en las escuelas que fundaron. ¿Los antiguos secretos que poseía Martínez de Pasqually se han perdido para siempre o son todavía atesorados por ocultos guardianes?
Este parece ser el argumento de una novela esotérica al estilo del "El péndulo de Foucault". Sin embargo, es una de las mayores incógnitas en la historia de las tradiciones iniciáticas de Occidente. Si bien nada es definitivo, en el presente artículo acercamos algunos datos poco difundidos sobre las causas, el contexto histórico y el desenlace dramático de los enigmáticos Elus Cohens, los Sacerdotes del Universo.
Resulta muy engorroso comprender en qué consiste y como llegó hasta nuestros días la herencia iniciática de Don Martínez de Pasqually. Sobre todo, porque sus enseñanzas se propagaron gracias a ciertos procesos históricos acaecidos entre los siglos XVIII y XIX. El desarrollo de estos acontecimientos marcó la transición entre las antiguas formas tradicionales de la Edad Media y las modernas organizaciones iniciáticas. Estos profundos cambios socioculturales culminarían dando a luz, entre otras cosas, a la Ilustración europea, corriente que influenciaría la educación aún en nuestra época y conformaría un modo de pensar que se extendería desde Occidente hasta Oriente.
En ese momento histórico crucial, fue cuando Saint-Martin instó a la humanidad a la búsqueda del Conocimiento Verdadero, que es aquél que imperiosamente necesita. No escatimó recursos en su obra para recordar el origen y el papel central que juega esta Ciencia espiritual del hombre en el desenlace del drama cosmogónico del Alma Humana. De esta forma, Saint-Martin presentó el antiguo Problema Pansófico, como un tema urgente e imperioso, dentro del contexto histórico del nacimiento de la ciencia moderna, de la creciente división de la religión cristiana y de una ascendente filosofía que buscaba restringir la metafísica. Es evidente que Saint-Martin tenía en claro que la ciencia moderna y el ateísmo, conducirían a alejar a la humanidad de la búsqueda del conocimiento de lo Superior. Al mismo tiempo, que veía al dogmatismo religioso fracasar en sus esfuerzos por  reunificar la totalidad de las Ciencias sagradas y profanas.
El Problema Pansófico, que fuera anticipado por Llull y por la corriente posteriormente conocida como rosacrucismo, alcanzó en la época de Saint-Martin la dimensión de crisis. La escolástica había conducido a la separación definitiva entre la razón y la religión, luego de haber dotado a la primera de métodos y herramientas que contribuyeron a su evolución. A partir de aquí, razón y dogma constituirían dos territorios excluyentes y enfrentados. Durante el siglo XVIII, los postulados racionalistas comenzaron a ganar más terreno que la fe, y los herederos de la corriente rosacruz sintieron la necesidad de asegurar la continuidad del Conocimiento Universal que poseían. Los adeptos de las diferentes líneas asumieron la enorme responsabilidad de adaptar lo que habían recibido a un nuevo sistema simbólico o a una nueva tabla de la verdad (1), que estaba en formación junto con la ciencia moderna.
Un caso notable de transformación a los nuevos sistemas simbólicos es, indudablemente, el de Don Martínez de Pasqually. Hallándose en posesión de una antigua tradición teúrgica, durante sus últimos años de  vida, buscó desesperadamente crear y adaptar un nuevo soporte para trasmitirla y asegurar la continuidad de su vía. Pensó primero en apoyarse en la, por entonces, reciente y prometedora masonería especulativa. Sin embargo, tuvo que reconocer con tristeza que no era del todo adecuada para los fines que perseguía. Entonces, debió construir su propia estructura masónica desde cero. No sólo encontró problemas con los grados y las instrucciones, también descubrió -decepcionado- que la mayoría de los iniciados que frecuentaban la masonería especulativa de la época, no estaban preparadas para transitar su método. Los complejos rituales, las exigentes operaciones y los estrictos regímenes que él había practicado no les serían de utilidad a las futuras generaciones de iniciados. Incluso sus más brillantes discípulos, como el propio Saint-Martin, cuestionaban estos intrincados métodos. Pasqually fue el último eslabón de una cadena que poseía un conocimiento pleno de aquella praxis, pero no llegó jamás a trasmitirla completamente. La empresa de Don Martínez quedó trunca tras su partida a Santo Domingo y su posterior muerte. Poco tiempo después de desaparecido el mítico fundador, la orden de los Elus Cohens llegó a su fin. La monumental obra había quedado inconclusa y sus discípulos se declararon incapaces de finalizarla. Verse obligados a abandonar el proyecto de su maestro, siendo que muchos habían obtenido resultados y conocimientos notables,  sólo se explica si los más necesarios y profundos secretos de la vía se habían perdido con la desaparición de Pasqually, o la forma de trabajo se había vuelto impracticable, probablemente por los peligros que implicaba continuar sin la guía y la experiencia del difunto Gran Maestre. Hay fuertes indicios en la correspondencia de sus discípulos para dar crédito a que, en realidad, ocurrieron ambas cosas. Es claro, entonces, que la orden original jamás alcanzó una forma definitiva en su estructura y mucho menos en sus praxis.
Dos de sus discípulos continuarían la labor de trasmitir, bajo otras formas, parte del conocimiento que habían adquirido con Pasqually. Willermoz rechazaría las prácticas teúrgicas, con las que jamás tuvo afinidad, pero incluiría algo de la doctrina de los Elus Cohens en un proyecto masónico en formación. Reformando la Estricta Observancia Templaria, fundó lo que hoy conocemos como Caballeros Bienhechores de la Ciudad Santa (C.B.C.S.) y el Rito Escocés Rectificado (R.E.R.). Sin embargo, no existió nunca un aval formal que justificara la introducción de la doctrina Cohen en esta línea. En los hechos, la Orden de los Elus Cohens legó su fondo documental a los Filaletes, y Willermoz terminó renunciando a la supuesta trasmisión Templaria de Von Hund. Luego del lamentable episodio del “agente desconocido”, la mayoría de los Cohens (incluido Saint-Martin) le dieron la espalda al incipiente R.E.R., tanto por su falta de seriedad, como por haber aceptado reformas apócrifas en la doctrina de Pasqually, sugeridas por este falso agente desconocido que en realidad respondía al catolicismo. Willermoz, abatido por esta desafortunada aventura, sólo obtuvo legitimación para su proyecto con la aceptación del R.E.R. por parte del Gran Oriente de Francia (G.O.F.), que es considerada la masonería continental más antigua de Europa.
El R.E.R. fue abandonado con el tiempo. Sin embargo, se intentó despertarlo en varias oportunidades, pero siempre corriendo la misma suerte. Actualmente, continúa vigente un proyecto de despertar el rito, que ya tiene algunos años, cuyo destino es más bien incierto. Sucede que en la actualidad, el G.O.F. es el referente mundial de la masonería liberal y adogmática, siendo su corriente filosófica central el racionalismo. Esta cuestión ha producido numerosos conflictos con el R.E.R., que se declara a sí mismo como una masonería cristiana y que no acepta miembros que no hayan sido bautizados por la iglesia católica. Debido a estas disputas, el R.E.R. ha decidido independizarse unilateralmente. Es decir, sin el consentimiento ni el aval del G.O.F. Así, ha perdido la única fuente que lo conecta materialmente con su origen y ha dejado a su legitimidad masónica en una situación comprometida.
El otro discípulo, Louis-Claude de Saint-Martin, se mostraría sumamente prudente y reticente de continuar las operaciones de Pasqually, ya que veía en ellas grandes peligros para sus contemporáneos y para sí. Incluso, cuando todavía dispensaba iniciaciones Cohen, les pedía a sus discípulos que no abrazaran la práctica teúrgica, y en cambio, que se entregaran a la sencillez de la oración. El Filósofo Desconocido decidió continuar la investigación de la tradición que había recibido de su maestro en otras líneas afines, pero atendiendo por sobre todo, a la urgencia del Problema Pansófico. Es decir, de cómo habría que trasmitir este conocimiento universal a un hombre que sería cada vez más escéptico, cada vez más materialista, y que su educación giraría en torno a la razón y a la ciencia profana.  Saint-Martin, con el correr de los viajes y de los años, desarrolló una vía particular: la Vía Íntima o Cardíaca. Vía que perfeccionó gracias a sus estudios sobre Jacob Böehme, quien poseía las claves que Pasqually no había llegado a trasmitir. Además, el Teósofo Teutón era partidario de la frugalidad en las operaciones, cuestión de la que Saint-Martin se había convencido cuando operaba con el propio Pasqually. En consecuencia, la Vía Íntima resultante está desprovista de todo elemento ornamental y se centra en la meditación y en la plegaría. Y a pesar de ser sumamente mística e íntima, es completamente accesible para quienes han recibido una educación científica y racional. No debemos permitir que su sencillez de medios nos engañe, ya que sus componentes doctrinarios son de una riqueza y de una profundidad tal, que ha tenido gran éxito en conservar la Sabiduría que atesoraban siglos atrás los antiguos misterios. Tal como escribe el propio Filósofo Desconocido en el capítulo XI de la Tabla Natural:
"El hombre, su origen, su fin, la ley que debe conducirle a su término y las causas que le mantienen apartado, en fin, la Ciencia del hombre, inseparablemente ligada al Primero de todos los Principios, he aquí los objetos que los Autores de las Tradiciones primitivas han querido retratar; he aquí lo que puede ennoblecer y justificar sus símbolos, he aquí el único arquetipo digno de sus emblemas; porque aquí el arquetipo es superior a la alegoría, aunque la alegoría se adapte perfectamente al arquetipo."
Esta vía de realización es la que ha llegado a nosotros a través del Martinismo moderno. Su transmisión, ha sido cuestionada en diversas ocasiones, dado que al tratarse de una iniciación de maestro a discípulo, no hay una institución que las certifique. Sin embargo, las investigaciones más prestigiosas, como las de Robert Amadou, se han expedido a favor de la autenticidad de estas transmisiones. Podemos decir que la primera estructura de orden Martinista en Occidente aparece con Papús y Chaboseau. Mientras, en Oriente, pareciera que algunas líneas rusas anteriores a 1917 pueden resultar algo más antiguas. En la actualidad, dentro o fuera de una estructura organizativa, el Martinismo conserva todavía la transmisión de maestro a discípulo como esencial y constituye una síntesis capaz de conducir al hombre contemporáneo hacia la Regeneración.
Atanasio

(1) Saint-Martin sostiene que el hombre, imagina las mismas verdades mediante imágenes diferentes que constituyen un conjunto de signos sensibles, con relaciones variadas. Estas numerosas versiones de los conjuntos de signos es lo que denominó les tableaux de la vérité, es decir las tablas de la verdad, que explican cómo vincular los diferentes signos entre sí. Para evitar confundir al lector inexperto con esta compleja noción, en la mayoría de nuestros escritos hemos denominado a estas "tablas de la verdad" como "sistemas simbólicos". La razón, es que éste término trasmite fácilmente la idea de un conjunto de símbolos ordenados que se vinculan entre sí, de tal manera que constituyen una unidad simbólica compleja capaz de representar la Verdadera Ciencia del hombre. Ampliaremos estos conceptos, en esta misma serie, en un futuro artículo dedicado a esclarecer ciertas cuestiones de la famosa obra titulada Tableau naturel des rapports qui existent entre Dieu, l'Homme et l'Univers.