Friday, October 24, 2014

Lilith, La Sombra de Eva

Lilith, La Sombra de Eva


Lilith , aquella que surgió al mismo tiempo que Adán de las manos del Creador es, según el mito, una criatura espontánea y libre, de fascinante belleza, que posteriormente se convirtió en un ente maléfico, en un ser de la oscuridad pero que, en todo caso, guarda en sí, como símbolo, un sentido que la emparenta con la Gran Madre de las civilizaciones antiguas, sobre todo en su aspecto tenebroso.

Lilith no se ajustó como compañía para Adán. Había poco en lo que Adán podía convenir en su intento de aparearse con Lilith, Adán pidió estar arriba, pero Lilith se negó "Fuimos creados iguales, y entonces debemos hacerlo en posiciones iguales.

Se le considera la primera esposa de Adán anterior a Eva quien abandono el Edén por iniciativa propia vivió junto al Mar rojo y se unió con Asmodeo , un demonio. Posteriormente se convirtió en demonesa".

INTRODUCCIÓN

No sabemos casi nada de Lilith; salvo una brevísima mención en el libro de Isaías, La Biblia cristiana no dice nada más sobre la mítica primera dama de la historia de la Humanidad y a la que, por tanto, le cupo el honor de ser también la primera pareja de Adán, antes que Eva se oficializara para la posteridad recogiendo para sí tal papel. No existen apenas datos originales de esta figura que ha llegado hasta nosotros procedente, sobre todo, de la vieja tradición talmúdica; aunque no es exclusivamente oriunda de tal contexto, ya que, comparaciones, equivalencias y similitudes aparte, nos encontramos claramente identificada a nuestra protagonista en la vieja simbología sumeria y babilónica integrando, incluso, ciertas versiones del ciclo de Gilgamesh. Con lo cual, nuestra dama goza de una antigüedad considerable.

Parece que, siguiendo con su propio mito, que nos la muestra como una guapa fémina muy enigmática y bastante siniestra, fatídica y perversa, indómita e impetuosa, celosa de su independencia, rotundamente atrayente, de ardientes deseos y de contundente seguridad en sí misma, que se rebela contra el rol asignado para las de su sexo, capaz de plantarle cara al mismísimo Creador si es preciso (como así hace) y de marcharse incluso del Paraíso para refugiarse finalmente en los abismos más profundos y sentar allí sus reales, también se ha ocultado para nosotros en el fondo de los siglos portando con ella su secreto.

Mas no por ello ha dejado de ser popular, pues a Lilith se han referido, entre otros interesados, feministas de pro entre las que algunas no han dudado en declararla su heroína favorita, sagaces psicoanalistas tal vez fascinados por su catálogo de cualidades y, cómo no, todo tipo de estudiosos de la Mitología y de la Simbología.


LILITH EN LA SIMBOLOGÍA Y MITOLOGÍA

Lilith pertenece a la tradición judaica aunque, según algunos, haya sido "tomada prestada" de la mesopotámica, dentro de la cual es posible hallarla morando entre las ramas de un árbol que la mismísima Inanna plantó en un jardín sagrado de la ciudad de Uruk después de haberlo rescatado de las aguas del Éufrates, para hacerse de él un trono y un lecho, una vez crecido.

Se han hecho muchas traducciones, equivalencias y comparaciones del término "Lilith", y ninguna de ellas demasiado agradable, pues se la conoce como Ave de noche (ahora sin especificar), ser monstruoso, ente espectral, fantasma nocturno, diablesa, etc.; se la ha llegado a emparentar con las tentadoras, sensuales y libidinosas súcubos, tan famosas en el Medioevo, erigiéndose nada menos que en Reina de las mismas.

Ha sido vinculada también con unos seres parecidos a los demonios del mediodía griegos (esta vez diurnos), ninfas de los campos de tersos cuerpos etéreos relucientes de sol; criaturas indomables, inocentes, ardientes y salvajes, que fascinan y enloquecen a los campesinos enamorándolos sin remisión. Algunas tradiciones cuentan, a este respecto, que entre el cabello de Lilith se encuentran, enredados, los corazones de los jóvenes que sucumbieron a su hechizo.

Se le ha comparado con las terribles lamias de la tradición grecorromana (recordemos a la reina Lamia que por su crueldad fue transformada en fiera y que devoró luego a sus hijos) y con las lamias de las creencias medievales, tanto seres de rostro de mujer y cuerpo de dragón como maléficas féminas que se alimentan de niños, que conviven con dragones acumuladores de tesoros en cuevas, y que tienen como distintivo un peine de oro, estando muchas veces provistas de unas patas (en lugar de pies) que terminan en pezuña hendida; guardan cierto parecido con algunas representaciones de las regentes y protectoras de fuentes y manantiales gallegas y cántabras, herederas de la tradición celta, y con algunos personajes femeninos de cuentos y leyendas que, a veces, aparecen con uno de sus pies correspondiendo al de un macho cabrío o al de una oca, siempre aludiendo a la presencia de un componente animal todavía activo, algo arcaico aún no del todo eliminado de ellas.

Se le ha encontrado cierta semejanza a Lilith con las Xanas (Janas: Dianas) astures y las lamias del folklore vasco, aquellos seres similares a las hadas, a las ninfas y a criaturas de la Naturaleza semejantes, servidoras y a veces representantes de la propia Diosa Mari (la Gran Madre y también la Madre Tierra), que castigan y premian a los humanos (uno de sus regalos favoritos es la posibilidad de transmutar el carbón o paja de sus favorecidos en oro); que habitan en montañas, cavernas, cuevas y oquedades diversas, así como en manantiales y fuentes; y que a menudo aparecen hilando o alisando su largo cabello con unos peines de oro que semejan la media luna, o recorren los cielos, aureolada su cabeza con el blanco resplandor de la luna llena, o bien cruzan el firmamento portando una hoz de oro mientras arrastran consigo las tempestades y se envuelven en unas lenguas de fuego que desdibujan y afilan sus miembros inferiores.

Además, se ha equiparado a Lilith con seres semejantes a las ondinas o a las nereidas, imaginándosela entonces con la parte inferior de su cuerpo correspondiendo a un animal acuático, tanto un pez como una serpiente marina.
Se la ha asociado, aun, con serpentinas figuras infernales de torso humano similares a la Equidna griega o a otras habitantes del mundo inferior (la mansión de los muertos, el inframundo y también el inconsciente) como Hécate, por ejemplo, provocadoras de pesadillas, portadoras de terrores nocturnos, generadoras de espanto y relacionadas con los vínculos que se ansían pero que aprisionan, con la fuente del deseo, con la fuerza de las pulsiones, con la intensidad de los motivos humanos íntimos que instan a su satisfacción y que pueden llegar a ser destructivos. (Resaltemos aquí el hecho de que, entre su mucha descendencia monstruosa, como el Can Cerbero, guardián del Hades, Equidna fue la madre del buitre que ha de devorar por toda la eternidad las entrañas de Prometeo encadenado al Cáucaso).

Hay que señalar que Lilith en algunos aspectos está vinculada con todas las Diosas Madres que conllevan un matiz de oscuridad, que reinan sobre los elementos (riquezas includas) del mundo subterráneo y que se relacionan con el aspecto vida y muerte de las cosas. Son cuna y sepulcro, principio y fin.

Por último, no olvidemos que Lilith es representada popularmente como una seductora mujer, sin más vestido que su propia piel, provista de abundante pelo rizado (rojo por más señas) que se extiende como un manto a su alrededor; y que tiene por costumbre sentarse sobre la concavidad de la media luna.

Se trata de la luna oscura, que aparece visible al tercer día de la luna nueva en el horizonte oeste, mostrando una breve franja de luz arqueada, permitiéndonos contemplar las sombras que envuelven al resto de la esfera.

El Talmud la describe como una bella y encantadora fémina de opulenta figura y espectacular cabellera ondulada y la cree madre de gigantes y monstruos. Algunas versiones de este texto nos la emparentan con un animal de pelo muy abundante perteneciente a una antigua especie no precisada, ya extinta y probablemente desconocida en la actualidad.

En la demonología cabalística se la designa como uno de los siete demonios tradicionales, en concreto el adversario del genio de Venus, siendo ambos regentes del viernes. En tal versión, Lilith tiene faz humana, lleva el busto desnudo y su cuerpo termina en una larga cola de serpiente.

También en la Cábala se la llama la reflexión femenina de Samael o Samael-Lilith. Satanás es el adversario por excelencia y una de las versiones de Samael, y Lilith asumiría características de "doble opuesto" y "doble contrario". Desde aquí se la entiende de nuevo como un ente maligno semianimal o medio humano.

En el Zohar se la conoce como Hayo Bischat: "la Bestia", y también la "Mala Bestia", y se afirma que de ella descienden nuestros actuales monos.

Tenemos que Lilith se nos aparece como seductora mujer, bello animal, ambiguo ser a medio camino entre el humano y la bestia, ente monstruoso, diablesa, fascinante demonio hembra y espectral habitante de las sombras, generadora de seres aberrantes. Pero siempre se muestra impulsada por la pasión y rodeada por un magnético halo de misterio, de transgresión, de oposición, malignidad, peligro, desacato, rebeldía, tentación y deseo.

Y por el contrario, también de frescura, espontaneidad, independencia, libertad y tal vez autenticidad; pues todo simbolismo es ambivalente y polivalente, como ya se ha señalado, cosa que los pocos elementos concretos y muy modificados de su mito a los que podemos acceder nos confirman.

Mas no por dejar de pertenecer al plano físico se privó Lilith de las delicias de la fecundidad, ya que según nos muestra la tradición engendró seres en tales correrías nocturnas. Y lo hizo, para más precisión, durante los 138 años que -dice la Cábala- tardó Adán en engendrar a Seth después de que hubieran nacido Caín y Abel, cifra que nos da una idea de la longevidad (mítica) de nuestro antepasado y de la espaciada capacidad generativa de ambos progenitores.

Es extraño que en vista de los anteriores avatares Lilith no sea nada grata en la tradición hebrea. Está feo, desde este contexto, tener la osadía de querer asemejarse al varón reclamando paridad con el mismo, discutir el rol a tomar respecto a éste, desobedecer las órdenes del Hacedor con tanto atrevimiento, abandonar el Paraíso… Pero lo más terrible de todo es el hecho de invocar el Nombre de Dios, innombrable en toda la tradición judía, por considerar que el Nombre verdadero de cualquier ser contiene las características de lo nombrado, y por lo tanto es posible conocer su esencia y adquirir poder sobre ello. Pronunciar el nombre de Dios se convierte, pues, en una osadía suprema, un acto de soberbia mucho mayor que el de hacer directamente oídos sordos ante sus mandatos; algo, en fin, demasiado grave.

Un primer análisis del mito nos muestra que Lilith ha abierto las puertas de lo prohibido. Lilith ha roto con lo estipulado por el Creador para la raza humana. Ha quebrantado lo establecido, se ha querellado contra el orden natural de las cosas, ha abandonado el lugar propio de la Humanidad, ha transgredido los límites impuestos a los seres humanos (algo que también hará Eva en su momento) y por ello se ha colocado fuera del mundo de los hombres y se ha convertido a sí misma en apátrida, en exilada, en extraña…

Es por su actitud frente a las normas por lo que se considera a Lilith enemiga del matrimonio, adversaria de los nacimientos, contraria a los hijos, instigadora del deseo proscrito y fomentadora del desacato, en general, frente a las reglas sociales establecidas. Por todo ello, en definitiva, en el contexto judaico se la tiene por un ser nefasto y un ente maligno en general; de ahí su asociación con lo diabólico y su vinculación con la tentación y la transgresión, a evitar, por supuesto, si se pretende mantener un orden sociocultural determinado.

Vemos entonces varios aspectos a considerar en el análisis del mito de Lilith.

a) Antropológico
 
Su situación de primera mujer antes del nacimiento de Eva la presenta como un ser previo a la adquisición de la conciencia humana, como un representante de una "humanidad previa"; por decirlo así, un grupo de seres anteriores a la humanidad que todos conocemos y de la cual todos participamos en la actualidad.

b) Religioso
 
Ciertas particularidades de las personificaciones de Lilith podrían emparentarla con características, atributos y potencias relacionadas con la Magna Dea, la Diosa en su aspecto oscuro en la plena acepción del término, como por ejemplo su capacidad generativa, su relación con la sabiduría profunda, su vinculación con la vida y la muerte, su asociación con lo abisal, etc.

c) Psicológico 
 
Lilith contiene en sí elementos suficientes que, sin hacer una valoración moral, sí nos permiten en cambio pensar en un patrón típico de lo femenino caracterizado por rasgos como la independencia, la autonomía, la auto pertenencia, la confianza en el propio criterio, el sentido crítico, la vinculación con el propio ser y el propio deseo que desde nuestra mentalidad la hacen conceptualizar como individuo libre. El mismo hecho de su "ocultamiento" en las profundidades nos mostraría que el factor Lilith puede estar en determinadas mujeres reprimidas, ocultas en su propio interior, mas permanece latente y actúa desde las propias profundidades.

d) Social 
 
Lilith nos remonta a la tan mitificada, por otra parte, etapa matriarcal de la Humanidad, cuyos restos casi podemos exhumar si hacemos arqueología cultural y, aún ahora, contemplamos implícitos en algunos textos de la Literatura clásica y en el simbolismo de las Diosas lunares.

El simbolismo de Lilith, por tanto, apuntaría a un momento previo al actual orden social patricéntrico que ha prefijado determinadas pautas de relación entre hombres y mujeres. Y por "actual" entendemos vigente, en el sentido de que corresponde a unos códigos todavía en uso en los patrones culturales judeo-cristianos y en las sociedades a ellos adscritas; códigos que se remontan a los orígenes mismos de esta tradición. No hay más que ver cómo ha "desaparecido" Lilith, cómo aparece Eva en el Génesis, la interpretación y la divulgación tan particular que durante siglos se ha hecho de los actos de nuestra primera madre como portadora del mal y fuente del pecado para la Humanidad, además de las consecuencias sociales e individuales provocadas con tales transmisiones.

EL MITO LILITH

"Adán, mientras tanto, halló que él lamentaba la partida de Lilith. Fue con Yahveh y expuso su caso pidiendo el retorno de Lilith. Yahveh concordó que una criatura del Edén no debería partir tan fácil del reino, y dispuso tres ángeles para recobrarla. Estos tres, Senoy, Sansenoy, y Semangelof, pronto encontraron a Lilith en su cueva y le exigieron su retorno con Adán por órdenes de Yahveh. Si se rehusaba, le informaron, matarían a un ciento de sus hijos demonios cada día hasta que decidiera regresar.

Lilith exclamó que incluso esta suerte era mejor que regresar al Edén y a la sumisión a Adán. Tan pronto como los Ángeles cumplieron su amenaza, Lilith también hizo una terrible proclamación. En respuesta por el dolor infringido, mataría a los hijos de Adán. Juró atacar a los niños, e incluso a sus madres, durante el nacimiento. Juró también que los recién nacidos estaban en peligro de ser objeto de su ira, las niñas por veinte días y los niños por ocho. No solo esto, sino que también atacaría a los hombres en su sueño, robándoles su semen para dar nacimiento a más niños demonio, que reemplazarían a esos asesinados cada día".

LILITH Y LA ASTROLOGÍA

Lilith no es un planeta, sino un punto sensible que se puede identificar mediante determinados cálculos. Para fijar su posición en el horóscopo se contempla la órbita elíptica de la Luna alrededor de la Tierra y el eje que forman los dos puntos más lejanos de la Tierra en esa elipse. Lilith se encuentra en el eje en aquel punto que está a la misma distancia de la Tierra y del centro de la elipse. Lilith tarda unos 9 años para dar una vuelta completa a los doce signos.

Lilith recibe también el nombre de Luna Negra (coincidiendo con el símbolo empleado para representarla), una denominación que da alguna idea de su significado en el horóscopo. Se refiere al lado oscuro y desconocido de la naturaleza femenina. No es sólo fuente de la vida, sino también de la muerte, el dolor y la desgracia.

En la astrología babilónica y asiria, Lilith jugó un papel importante, el cual fue redescubierto en los años sesenta y setenta.

LA LILITH ASTRONÓMICA

La Luna describe una trayectoria elíptica alrededor de la Tierra. Una elipse tiene dos puntos focales, y el otro punto focal no ocupado por la Tierra ha sido llamado Luna Oscura, Luna Negra o Lilith. Esta es una definición un tanto simplificada, puesto que, realmente, la Luna y la Tierra se mueven ambas alrededor de su centro común de gravedad, y la trayectoria de la Luna no es una elipse exacta sino más bien irregular. Es necesario distinguir entre la órbita media de la Luna, que es una lenta elipse alargada, y la órbita real, que oscila alrededor de la órbita media, debido a interferencias de distintas clases. Así como hay un Nodo Lunar "medio" y "real", así también hay una elipse "media" y "real" y una Lilith "media" y "real". Escribo "real" entre comillas porque el Nodo de la Luna sólo es "real" unas dos veces al mes, cuando la Luna se encuentra realmente en él, pues el resto del tiempo es tan "irreal" como el Nodo medio.

De hecho, cuando se trabaja con un punto tan cercano a la Tierra, uno también debería tener en cuenta el gran paralaje, o sea, considerar desde qué punto de la Tierra uno observa realmente un punto dado del cielo. La Astrología observa los planetas geocéntricamente, como si fuera desde el centro de la Tierra, y no topo-céntricamente, desde el punto de vista real del observador.

La Luna Oscura ha sido definida también como el apogeo de la órbita Lunar, o el punto de la órbita más alejado de la Tierra. Ambos puntos, el apogeo y el segundo punto focal, están en el eje mayor de la elipse orbital, la línea de ápside. Vistos desde la Tierra están en la misma dirección, y por lo tanto ocupan el mismo lugar en el Zodíaco. El segundo punto focal se encuentra a una distancia de unos 36.000 km de la Tierra, y el apogeo a unos 400.000 km. Aparte de esto, ambas definiciones pueden considerarse como equivalentes. Como la órbita de la Luna se mueve hacia delante continuamente en el espacio, la Luna Oscura se mueve a lo largo del Zodíaco a unos 40º por año. Una revolución completa tarda ocho años y diez meses.

Temas consultado:
  1. Biblia, Isaías 34:14
  2. Escrito de Paloma de Miguel. Psicóloga
  3. Costas Antola, Adela; Cubiló, María: El mito de Lilith. La curiosidad, su fuga y expulsión. Publicación interna de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires. 1989
  4. Wikipedia

La Amistad - Manly Palmer Hall



LA AMISTAD


 Manly Palmer Hall


¿Qué lazo más noble que el de amigo?

¿Qué algo más noble puede conceder un hombre que su amistad?

Las relaciones que comporta la vida común y corriente se rompen fácilmente, pero hay un vínculo que persiste a través de la eternidad, y es el de la confraternidad, la unión de los átomos, la amistad del polvo estelar en su camino por los espacios infinitos, la hermandad de los soles y los mundos, de los dioses y los hombres.

Las manos enlazadas por la amistad se unen con un lazo eterno: la camaradería del espíritu. Nadie más desolado que el que no tiene amigos. Y nadie más honrado que aquel a quien sus virtudes le han dado una amistad.

Tener un amigos es bueno, pero ser amigo es mejor.

El titulo más noble que se le diera a un hombre, el distintivo más elevado que hayan discernido los dioses, fue aquel que saliera de los labios de Jove al contemplar a Prometeo: “¡He ahí un amigo del hombre!”

Quien sirve a los hombres, sirve a Dios.

Éste es el signo de la fraternidad de nuestra Orden, porque las manos entrelazadas por la amistad sostienen y vivifican el plan divino. Los lazos del parentesco pueden disolverse, mientras que la amistad subsiste.

Servid a Dios mediante la amistad: como amigo del alma de todo lo humano, sirve a sus necesidades, ilumina sus pasos y allana su camino.

Que el mundo, en acorde unísono, pueda decir del Masón: “He ahí un amigo de todo el mundo”.

Que también diga al referirse a la Logia: “Es sin duda un círculo de amigos, camaradas en espíritu y en verdad”.


Thursday, October 2, 2014

Los 7 Pecados Capitales de un Masón - Ángel R. Medina

Los 7 Pecados Capitales de un Masón


Ángel R. Medina
Logia Leonardo Da Vinci N° 244
Oriente de Maracay, Aragua, Venezuela.



¿Todavía siguen vigentes los siete pecados capitales? Hoy, en este mundo globalizado, se habla con muy poca frecuencia sobre este tema. Quizás, ello se deba a que estos fueron el origen de los vicios y porque según la concepción cristiana «alejaban al hombre de Dios». Los «siete pecados capitales» fueron estudiados por Santo Tomás de Aquino en su obra Suma Teológica escrita en el siglo xxi y posteriormente recopilados y clasificados por San Gregorio Magno (540-604 d.C.), a quien también se le conoció como Gregorio I, el sexagésimo cuarto Papa de la Iglesia Católica. La pregunta es: ¿Siguen vigentes los siete pecados capitales?

El filósofo Fernando Savater, en su obra Los siete pecados capitales, [1] dice que los pecados tradicionales —soberbia, pereza, gula, envidia, ira, avaricia y lujuria— están presentes en nuestra vida diaria, algunos devaluados y otros con ciertas transformaciones. Savater, considera que cuando relacionamos estos pecados con los tiempos que vivimos, nos encontramos con una «infinidad de caminos», que al decir del pensador español se mezclan con las cuestiones religiosas, históricas, económicas, sociales, artísticas y muchos otros factores que tienen que ver con el mundo actual.

Los clásicos siete pecados conocidos, suponen la existencia de virtudes que pueden derrotarlos. Ellos son: soberbia-humildad, avaricia-generosidad, lujuria-castidad, ira-paciencia, gula-templanza, envidia-caridad y pereza-diligencia. Sin embargo, Savater considera que la soberbia es «la madre de todos los vicios». También Mahatma Gandhi, desde su óptica del hinduismo y tomando como base la perspectiva de la vida actual, suponía que podría ser válido para cualquier religión y por ello esbozaba así los pecados capitales: política sin principios, negocio sin moralidad, bienestar sin trabajo, educación sin carácter, ciencia sin humanidad, goce sin conciencia y culto sin sacrificio.

La Iglesia se actualiza


Ha pasado mucha agua por los ríos desde Santo Tomás de Aquino y de Gregorio I, sobretodo, si tomamos en cuenta las delimitaciones que se esgrimían durante la Edad Media respecto a lo que era o no correcto. Con la idea de actualizarse, en año 2008, la iglesia católica presentó un nuevo listado de pecados capitales que fue publicado por L’Ossevatore Romano, diario oficial del Vaticano, que especificaba que éstos (los siete pecados) estaban «obsoletos por la globalización y las nuevas tendencias». Al tratar de «modernizar» dichos pecados, el Vaticano los denominó los «Siete Pecados Sociales» y ellos son: violaciones bioéticas, experimentos moralmente dudosos, drogadicción, contaminar el Medio Ambiente, contribuir ampliar la brecha entre los ricos y los pobres, a riqueza excesiva y generar pobreza. Cualquier pagano, ateo o pecador penitente puede considerar esto como ridículo y como diría Savater: «Hay actitudes que pueden considerarse como nuevas formas de pecar. Son las que se basan en la desconsideración por parte del otro […] Hay virtudes y vicios que dependen del papel que tengas en la sociedad». [2] El filósofo español, por consiguiente, cree que en estos tiempos de violencia e irracionalidad, muchos de los pecados «son instrumentos que se convierten en fines en sí mismos», porque lo fundamental para el ser humano es «luchar contra el aburrimiento».

Los siete pecados capitales pueden perfectamente aplicarse a la masonería, pero esencialmente ello compete a nosotros los masones, porque la Orden no incurre en ellos, no así quienes pertenecemos a ella por los fallos que pudiésemos cometer. Estos fallos o eso de caer en la «tentación del pecado» obedecen a los errores que incurrimos como humanos y a la vulnerabilidad de nuestros instintos. Sería un craso error etiquetarle a nuestra institución masónica las malas praxis que realizamos como masones o pretender atribuirle a la Orden un supuesto mal funcionamiento, cuando en realidad somos nosotros quienes estamos fallando.

Los pecados tienen su origen en el cristianismo y consistía en identificar todo aquello que no deberíamos hacer, pero las religiones inventaron el infierno, el diablo y Satanás. Como escribe Savater, «el Diablo es un extraordinario gerente de marketing, que ha logrado vender cada vicio como una virtud». Los pecados —escribe Savater— eran una advertencia respecto de cómo administrar la propia conducta. «Se trató de un listado de advertencias sobre los peligros que puede acarrear la desmesura frente a lo deseable. Hoy existe una versión más simplonas de esas advertencias, que son los libros de autoayuda, donde encuentras unas fórmulas para no engordar y otras para ser feliz en tres lecciones». [3] O como decía Bossy: «la suerte de estos pecados terminó en la época moderna, cuando la penitencia dejó de ser la forma de resolución de los conflictos sociales para transformarse en algo psicológico a la conciencia de cada individuo».

Dante: La Divina Comedia


Entre 1307 y 1361, Dante Aligheri escribió La divina comedia, obra de un gran contenido poético que relata un viaje imaginario a través del infierno, el purgatorio y el paraíso. En él, el poeta se va encontrando con personajes mitológicos, reales, de su época e históricos, de la esfera política y religiosa. Cada uno de ellos representa un defecto o una virtud.

La Divina Comedia —escriben Adriana Quiroga, Hernán Guerrero y Ulises Márquez en el prólogo y traducción del libro— es un poema donde se mezcla la vida real con la sobrenatural, muestra la lucha entre la nada y la inmortalidad, una lucha donde se superponen tres reinos, tres mundos, logrando una suma de múltiples visuales que nunca se contradicen o se anulan. Explican que los tres mundos infierno, purgatorio y paraíso reflejan tres modos de ser de la humanidad, en ellos se reflejan el vicio, el pasaje del vicio a la virtud y la condición de los hombres perfectos. «Es entonces a través de los viciosos, penitentes y buenos que se revela la vida en todas sus formas, sus miserias y hazañas, pero también se muestra la vida que no es, la muerte, que tiene su propia vida, todo como una mezcla agraciada planteada por Dante, que se vuelve arquitecto de lo universal y de lo sublime».[4]

Los siete pecados capitales pueden ser perfectamente aplicables a la masonería con la diferencia de que la Orden nunca se verá afectada, porque quienes incurrimos en estos desmanes somos los masones y no la institución. Los masones debemos combatir a dos enemigos en común: el fanatismo y la superstición. Convenimos animarnos QQ\ HH\ para identificar qué tipo de comportamientos corresponden a cada uno de estos pecados capitales. Os persuadimos, pues, a evitar estos siete pecados capitales de un masón.

Primer pecado: la doble ignorancia


Si duda este uno de los pecados más graves para el masón. Es el prototipo del masón que se vuelve obtuso y cree que todo le viene por gracia divina o por favores recibidos. Nunca tiene un mensaje convincente —además de ser excesivamente negativo— y, por el contrario, vive en las nebulosas al considerarse un «masón exquisito y dueño de la verdad y la palabra» porque alguna vez se leyó el Ritual y como no logró asimilarlo, recurre a las trampas del rumor y de la mala voluntad hacia sus Hermanos. Cree que porque sabe cómo caminar en Logia y alguna vez se enteró dónde compraba las sandalias el Maestro Hiram, se le debe rendir pleitesía por sus «conocimientos».


Segundo pecado: el individualismo


Al igual que la ignorancia y la superstición, el individualismo es otro de los males que aquejan al masón. Un masón individualista, suele ser valorado negativamente por sus Hermanos del Taller, ya que se cree que piensa sólo en sí mismo y no le interesa qué pasa en su entorno o, en otras instancias, en su Logia o en la institución masónica. No le gusta trabajar en grupo y llega a los extremos de ser un abanderado del egocentrismo, porque él «se las sabe todas». Cuando lee algo lo asimila sólo para su consumo interno, filtra los conocimientos que adquirió de Internet y se agarra de la mórbida frase: «bajo, copio y pego, luego existo».


Tercer pecado: la ceguera iniciática


Este pecado recae sobre el masón que no ve nada más allá de lo que asimila cuando se indigesta con ciertos libros de autoayuda, de un «esoterismo» fanático y ramplón que, al final, echa por la borda los principios y el código moral masónico. Es el típico personaje que se trasmuta con el humo de las varillas de incienso y se cree un santurrón cuando lo observa alguno de sus Hermanos o evidencia la presencia de ellos. La «ceguera iniciática» es esa mezcla de seudo esoterismo —falso conocimiento interior— con cuestiones de brujería y de un «conocimiento» esotérico aprendido de los libros llamados «ocultos» y de los best sellers de autoayuda.


Cuarto pecado: el miedo ficticio


El síndrome del «miedo ficticio» —como decía E. Chartier Alain— hace referencia al «hombre que tiene miedo sin peligro, e inventa el peligro para justificar su miedo». Es el «Juan sin Miedo» del Taller en el léxico masónico que circula por los «pasos perdidos» prediciendo amenazas y frases agoreras, como aquello de que el mundo se va a extinguir, que nos vigilan los Jinetes del Apocalipsis, que nos abruma un mundo sombrío y pare de contar. El miedo ficticio es incompatible con el trabajo en el Taller masónico. Bajo esas condiciones, obviamente, jamás elevaremos templos a la virtud y calabozos para los vicios, porque tiene un doble efecto: uno, vemos cosas que no existen y que dispersan el trabajo en las Logias y, dos, esparcen una carga de negatividad en los Talleres. Como decía alguien por allí, el miedo es un sentimiento, la valentía es un comportamiento, y entre el sentimiento y el compartimiento, estamos nosotros los masones.


Quinto pecado: la superficialidad


Este pecado alude a quien presume alcanzar objetivos, pero que jamás son justos o equilibrados. Cuando habla en Logia, abusa de su sarcasmo y no escucha la opinión de los demás. Siempre está de brazos cruzados y no hace nada para glorificar su templo interior. Este pecado es parecido a la Pereza. El masón perturbado por este pecado no admite sus errores y se siente satisfecho al no avanzar en los grados masónicos. Vive aferrado al pasado o cuando ocupó determinados cargos en el Taller. No se adapta a los cambios. Cuando presenta una Plancha al Taller y ve que nadie se considera «satisfecho» arranca en ira y se jacta de que está rodeado de mentes insulsas. Lamentablemente, este Hermano no conoce los niveles de la Tolerancia.


Sexto pecado: la prepotencia


La prepotencia es aliada de la arrogancia, la imprudencia y la soberbia. Este pecado, hace que la persona o masón que incurra en ella, y quien además de indeciso, es indisciplinado y pierde el tiempo en banalidades. Hace caso omiso al estudio y la investigación. Se jacta de ser un superdotado. Puede tener cierta instrucción pero no es culto y allí viene el desliz que declina su balanza. Cuando puede emite un comentario irónico, sobre todo cuando un Hermano de su Taller alude cierto tema que él no comparte. Tampoco comparte su conocimiento para sentirse más importante, pero «nadie vale más que otro sino hace más que otro».


Séptimo pecado: la negatividad


«Yo te dije que eso no iba a funcionar». Así controla sus emociones una persona negativa. Un artista genial como Groucho Marx decía: «es mejor permanecer callado y parecer tonto que hablar y despejar las dudas definitivamente». Desde el punto de vista filosófico, una persona negativa es un ser humano que no puede controlar sus sentidos. Una persona negativa es un ser lleno de prejuicios, donde predomina la estupidez antes que su lado racional. La negatividad tiene algo de la Envidia. Que nos libre el GADU de un Hermano negativo que suela llegar hasta el extremo de la soberbia. Consumantun est.



Notas
  1. Savater, Fernando, Los siete pecados capitales, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2005, p. 9.
  2. Ibíd., p. 151.
  3. Ibíd., p. 15.
  4. Véase Alighieri, Dante, La divina comedia, Madrid, Editorial Cátedra, 2007.

Bibliografía
  • Alighieri, Dante, La divina comedia, Madrid, Editorial Cátedra, 2007.
  • Aquino, de Santo Tomás, Suma teológica I, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2010.
  • Biblia de Jerusalén, Bilbao, Editorial Desclée De Brouwer, 1999.
  • Savater, Fernando, Los siete pecados capitales, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2005.