LA AMISTAD
Manly Palmer Hall
¿Qué
lazo más noble que el de amigo?
¿Qué
algo más noble puede conceder un hombre que su amistad?
Las
relaciones que comporta la vida común y corriente se rompen fácilmente, pero
hay un vínculo que persiste a través de la eternidad, y es el de la confraternidad,
la unión de los átomos, la amistad del polvo estelar en su camino por los
espacios infinitos, la hermandad de los soles y los mundos, de los dioses y los
hombres.
Las manos
enlazadas por la amistad se unen con un lazo eterno: la camaradería del
espíritu. Nadie más desolado que el que no tiene amigos. Y nadie más honrado
que aquel a quien sus virtudes le han dado una amistad.
Tener
un amigos es bueno, pero ser amigo es mejor.
El titulo
más noble que se le diera a un hombre, el distintivo más elevado que hayan
discernido los dioses, fue aquel que saliera de los labios de Jove al
contemplar a Prometeo: “¡He ahí un amigo del hombre!”
Quien
sirve a los hombres, sirve a Dios.
Éste
es el signo de la fraternidad de nuestra Orden, porque las manos entrelazadas
por la amistad sostienen y vivifican el plan divino. Los lazos del parentesco
pueden disolverse, mientras que la amistad subsiste.
Servid
a Dios mediante la amistad: como amigo del alma de todo lo humano, sirve a sus
necesidades, ilumina sus pasos y allana su camino.
Que
el mundo, en acorde unísono, pueda decir del Masón: “He ahí un amigo de todo el
mundo”.
Que también
diga al referirse a la Logia: “Es sin duda un círculo de amigos, camaradas en
espíritu y en verdad”.
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