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Thursday, June 18, 2020

Las Profecías de Juan de Jerusalén - Veo y Conozco


Hermano, ya llegaste a la Puerta del Templo

LAS PROFECÍAS
DE JUAN DE JERUSALÉN
VEO Y CONOZCO



Mis ojos descubren en el cielo lo que será, y atravieso el tiempo de un solo paso. Una mano me guía hacia lo que ni veis ni conocéis. Mil años habrán pasado y Jerusalén ya no será la ciudad de los cruzados de Cristo. La arena habrá enterrado bajo sus granos todas las murallas de nuestros castillos, todas nuestras armaduras y todos nuestros huesos. Habrá sofocado nuestras voces y nuestras plegarias.
Los cristianos venidos de lejos en peregrinación, allí donde estaban sus derechos y su ley, no osarán acercarse al sepulcro y a las reliquias si no es escoltado por los caballeros judíos, que tendrán aquí, como si Cristo no hubiera sufrido en la cruz, su Reino y su Templo. Los infieles serán una multitud innumerable que se extenderá por todas partes y su fe resonará como un tambor de un confín al otro de la tierra.
Veo la inmensidad de la tierra. Continentes que Herodoto no nombró sino en sueños se añadirán más allá de los grandes bosques de los que habla Tácito y en el lejano final de mares ilimitados que empiezan después de las columnas de Hércules.
Mil años habrán pasado desde el tiempo en que vivimos, y los fondos de todo el mundo se habrán convertido en grandes reinos y vastos imperios. Guerras tan numerosas como las mallas de la cota que llevan los caballeros de la orden se entrelazaran, desharán los reinos y los imperios y tejerán otros. Y los siervos, los villanos, los pobres sin hogar se sublevaran mil veces, harán arder las cosechas, los castillos y las villas, hasta que se les queme vivos y se obligue a los supervivientes a volver a sus cubiles. Se habrán creído reyes.
Mil años habrán pasado y el hombre habrá conquistado el fondo de los mares y de los cielos, y será como una estrella en el firmamento. Habrá adquirido el poder del sol y se creerá dios, construyendo sobre la inmensidad de la tierra mil torres de babel. Habrá edificado muros sobre las ruinas de los que levantaron los emperadores de Roma y éstos separarán una vez más las legiones de las tribus bárbaras.
Más allá de los grandes bosques habrá un imperio. Cuando caigan los muros, el imperio no será más que agua cenagosa. Las gentes se mezclarán una vez más. Entonces empezará el año mil que sigue al año mil.

VEO Y CONOZCO LO QUE SERÁ
SOY EL ESCRIBA

Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, el hombre estará frente a la entrada sombría de un laberinto oscuro. Y al fondo de esa noche en la que va a internarse, veo los ojos del Minotauro. Guárdate de su furor cruel, tú que vivirás en el año mil que sigue al año mil.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, el oro estará en la sangre. El que contemple el cielo contará denarios; el que entre en el templo encontrará mercaderes; los mandatarios serán cambistas y usureros; La espada defenderá la serpiente. Pero el fuego será latente, todas las ciudades serán Sodoma y Gomorra y los hijos de los hijos se convertirán en la nube ardiente; ellos alcanzarán los viejos estandartes.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, el hombre habrá poblado los cielos y la tierra y los mares con sus criaturas; mandará, pretenderá los poderes de Dios, no conocerá límite. Pero todas las cosas se sublevarán; titubeará como un rey borracho; galopará como un caballero ciego y a golpes de espuela internará a su montura en el bosque; al final del camino estará el abismo.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, se erigirán torres de Babel en todos los puntos de la tierra, en Roma y en Bizancio; los campos se vaciarán; no habrá más ley que mirar por uno mismo y por los propios. Pero los bárbaros estarán en la ciudad; ya no habrá pan para todos y los juegos no serán suficientes; entonces, las gentes sin futuro provocarán grandes incendios.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, el hambre oprimirá el vientre de tantos hombres y el frío aterirá tantas manos, que estos querrán ver otro mundo y vendrán mercaderes de ilusiones que ofrecerán el veneno. Pero éste destruirá los cuerpos y pudrirá las almas; y aquellos que hayan mezclado el veneno con su sangre serán como bestias salvajes cogidas en una trampa, y matarán y violarán y despojarán y robarán, y la vida será un Apocalipsis cotidiano.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, todos intentarán disfrutar tanto como puedan; el hombre repudiará a su esposa tantas veces como se case y la mujer irá por los caminos umbríos tomando al que le plazca, dando a luz sin poner el nombre del padre. Pero ningún maestro guiará al niño y cada uno estará solo entre los demás; la tradición se perderá; la ley será olvidada como si no se hubiera anunciado y el hombre volverá a ser salvaje.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, el padre buscará el placer en su hija, el hombre en el hombre, la mujer en la mujer, el viejo en el niño impúber, y eso será a los ojos de todos. Pero la sangre se hará impura; el mal se extenderá de lecho en lecho; el cuerpo acogerá todas las podredumbres de la tierra, los rostros serán consumidos, los miembros, descarnados; el amor será una peligrosa amenaza para aquellos que se conozcan sólo por la carne.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, aquel que hable de promesas y de ley no será oído; el que predique la fe de Cristo perderá su voz en el desierto. Pero por todas partes se extenderán las aguas poderosas de las religiones infieles; falsos mesías reunirán a los hombres ciegos. Y el infiel armado será como nunca había sido; hablará de justicia y de derecho y su fe será de sangre y fuego; se vengará de la cruzada.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, el fragor de la muerte provocada avanzará como la tormenta sobre la tierra; los bárbaros se mezclarán con los soldados de las últimas legiones; los infieles vivirán en el corazón de las ciudades santas; todos serán, por turnos, bárbaros, infieles y salvajes. No habrá órdenes ni normas; el odio se extenderá como la llama en el bosque seco; los bárbaros masacrarán a los soldados; los infieles degollarán a los creyentes; el salvajismo será cosa de cada uno y de todos, y las ciudades morirán.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, los hombres se juzgarán entre ellos según sean su sangre y su fe; nadie escuchará el corazón sufriente de los niños; se les echará del nido como los pájaros a sus crías; y nadie podrá protegerlos de la mano armada con guantelete. El odio inundará las tierras que se creían pacificadas. Y nadie se librará, ni los viejos ni los heridos; las casas serán destruidas o robadas; los unos se apoderarán del lugar de los otros; todos cerrarán los ojos para no ver a las mujeres violadas.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, todos sabrán lo que ocurre en todos los lugares de la tierra: se verá al niño cuyos huesos están marcados en la piel y al que tiene los ojos cubiertos de moscas, Y al que se da caza como a las ratas. Pero el hombre que lo vea volverá la cabeza, pues no se preocupará sino de sí mismo; dará un puñado de granos como limosna, mientras que el dormirá sobre sacos llenos. Y lo que dé con una mano recogerá con la otra.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, el hombre comerciará con todo; todas las cosas tendrán precio, el árbol, el agua y el animal; nada más será realmente dado y todo será vendido. Pero el hombre entonces no valdrá más que su peso en carne; se comerciará con su cuerpo como los canales de ganado; tomarán su ojo y su corazón; nada será sagrado, ni su vida ni su alma, se disputarán sus despojos y su sangre como si se tratara de una carroña.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, el hombre habrá cambiado la faz de la tierra; se proclamará el señor y el soberano de los bosques y de las manadas; habrá surcado el sol y el cielo y trazará caminos en los ríos y en los mares. Pero la tierra estará desnuda y será estéril, el aire quemará y el agua será fétida; la vida se marchitará porque el hombre agotará las riquezas del mundo. Y el hombre estará solo como un lobo en el odio de sí mismo.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, los niños también serán vendidos; algunos se servirán de ellos como de muñecos para disfrutar de su piel joven; otros los tratarán como a animales serviles. Se olvidará la debilidad sagrada del niño y su ministerio; será como un potro que se doma, como un cordero que se sangra, que se sacrifica. Y el hombre no será más que barbarie.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, la mirada y el espíritu de los hombres serán prisioneros; estarán ebrios y no lo sabrán; tomarán las imágenes y los reflejos por la verdad del mundo; se hará con ellos lo que se hace con un cordero. Entonces vendrán los carniceros; los rapaces los agruparán en rebaños para guiarlos hacia el abismo y levantar a los unos contra los otros; se les matará para tomar su lana y su piel y el hombre que sobreviva será despojado de su alma.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, reinarán los soberanos sin fe; mandarán sobre multitudes humanas inocentes y pasivas; esconderán sus rostros y guardarán en secreto su nombre y sus fortalezas estarán perdidas en los bosques. Pero ellos decidirán la suerte de todo y de todos; nadie participará en las asambleas de su orden; todos serán siervos pero se creerán hombres libres y caballeros; sólo se levantarán los de las ciudades salvajes y las creencias heréticas, pero también serán vencidos y quemados vivos.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, los hombres serán tan numerosos sobre la tierra que parecerán un hormiguero en el que alguien clavara un bastón; se moverán inquietos y la muerte los aplastará con el talón como a insectos enloquecidos. Grandes movimientos los enfrentarán unos contra otros; las pieles oscuras se mezclarán con las pieles blancas; la fe de Cristo con la del infiel; algunos predicarán la paz concertada pero por todo el mundo habrá guerras de tribus enemigas.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, los hombres querrán franquear las murallas; la madre tendrá el pelo gris de una vieja; el camino de la naturaleza será abandonado y las familias serán como granos separados que nada puede unir. Será, pues, otro mundo; todos errarán sin vínculos, como los caballos desbocados corriendo en todas direcciones sin guía; desgraciado del caballero que cabalgue esa montura; carecerá de estribos y se precipitará en la zanja.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, los hombres no confiarán en la ley de Dios, sino que querrán guiar su vida como a una montura; querrán elegir a sus hijos en el vientre de sus mujeres y matarán a aquellos que no deseen. Pero ¿qué será de estos hombres, que se creen Dios? Los poderosos se apropiarán de las mejores tierras y las mujeres más bellas; los pobres y los débiles serán ganado; los poblachos se convertirán en plazas fuertes; el miedo invadirá los corazones como un veneno.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, habrá surgido un orden negro y secreto; su ley será el odio y su arma, el veneno; deseará siempre más oro y se extenderá su reino por toda la tierra, y sus servidores estarán unidos entre ellos por un beso de sangre. Los hombres justos y los débiles acatarán su regla. Los poderosos se pondrán a sus servicios. La única ley será la que dicte en las sombras; venderá el veneno aun dentro de las iglesias. Y el mundo avanzará con ese escorpión bajo el pie.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, muchos hombres permanecerán sentados con los brazos cruzados, se irán sin saber adónde, con los ojos vacíos, pues no tendrán forja en la que batir el metal, ni campo que cultivar. Serán como la simiente que no puede echar raíces. Errantes y empobrecidos; los más jóvenes y los más viejos, a menudo sin hogar. Su única salvación será la guerra y combatirán entre ellos, y odiarán su vida.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, las enfermedades del agua, del cielo y de la tierra atacarán al hombre y le amenazarán; querrá hacer nacer lo que ha destruido y proteger su entorno; tendrá miedo de los días futuros. Pero será demasiado tarde; el desierto devorará la tierra y el agua será cada vez más profunda, y algunos días se desbordará, llevándose todo por delante como un diluvio, y al día siguiente la tierra carecerá de ella y el aire consumirá los cuerpos más débiles.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, la tierra temblará en muchos lugares y las ciudades se hundirán; todo lo que se haya construido sin escuchar a los sabios será amenazado y destruido; el lodo hundirá los pueblos y el suelo se abrirá bajo los palacios. El hombre se obstinará porque el orgullo es su locura; no escuchará las advertencias repetidas de la tierra, pero el incendio destruirá las nuevas Romas y, entre los escombros acumulados, los pobres y los bárbaros, a pesar de las legiones, saquearán las riquezas abandonadas.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, el sol quemará la tierra; el aire ya no será velo que protege del fuego. No será más que una cortina agujereada y la luz ardiente consumirá las pieles y los ojos. El mar se alzará como agua enfurecida; las ciudades y las riberas quedarán inundadas y continentes enteros desaparecerán; los hombres se refugiarán en las alturas y olvidando lo ocurrido, iniciarán la reconstrucción.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, los hombres sabrán hacer realidad los espejismos; los sentidos serán engañados y creerán tocar lo que no existe; seguirán caminos que solo los ojos verán y el sueño podrá hacerse realidad. Pero el hombre ya no sabrá distinguir entre lo que es y lo que no es. Se perderá en falsos laberintos; los que consigan dar vida a los espejismos se burlarán del hombre pueril, engañándole. Y muchos hombres se convertirán en perros rastreros.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, los animales que Noé embarcó en su arca no serán, entre las manos del hombre, más que bestias transformadas según su voluntad; y, ¿quién se preocupará de su sufrimiento vital? El hombre habrá hecho de cada animal lo que habrá querido. Y habrá destruido numerosas especies. ¿En qué se habrá convertido el hombre que haya cambiado las leyes de la vida, que haya hecho del animal vivo pella de arcilla? ¿Será el igual de Dios o el hijo del diablo?
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, se deberá temer por hijo del hombre; el veneno y la desesperación le acecharán; no se le habrá deseado más que por uno mismo, no por él o por el mundo; será acosado por el placer y a veces venderá su cuerpo. Pero incluso el que sea protegido por los suyos estará en peligro de tener el espíritu muerto; vivirá en el juego y en el espejismo. ¿Quién le guiará cuando no tenga maestros? Nadie le habrá enseñado a esperar y a actuar.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, el hombre se creerá Dios, aunque no habrá progresado nada desde su nacimiento. Atacará vencido por la ira y por los celos. Y su brazo estará armado con el poder del que se habrá adueñado; Prometeo cegado podrá destruirlo todo a su alrededor. Será un enano de alma y tendrá la fuerza de un gigante; avanzará a pasos inmensos pero no sabrá qué camino tomar. Su cabeza estará cargada de saber pero ya no sabrá porque vive o porque muere será, como siempre, el loco que gesticula o el niño que gime.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, regiones enteras serán botines de guerra. Más allá de los límites romanos e incluso en el antigua territorio del imperio; los hombres de las mismas ciudades se degollarán; aquí habrá guerra entre tribus y allá, entre creyentes. Los judíos y los hijos de Alá no dejarán de enfrentarse y la tierra de Cristo será su campo de batalla; pero los fieles querrán defender en todo el mundo la pureza de su fe y ante ellos no habrá más que duda y poder; entonces la muerte avanzará por todo el mundo como estandarte de los tiempos nuevos.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, multitudes de hombres serán excluidos de la vida humana; no tendrán derechos, ni techo, ni pan; estarán desnudos y no tendrán más que su cuerpo para vender; se le expulsará lejos de la torre de Babel de la opulencia. Se agitarán como un remordimiento o una amenaza; ocuparán regiones enteras y proliferarán: escucharán las prédicas de la venganza y se lanzarán al asalto de las torres orgullosas; habrá llegado el tiempo de las invasiones bárbaras.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, El hombre habrá entrado en el laberinto oscuro; tendrá miedo y cerrará los ojos, pues ya no sabrá ver; desconfiará de todo y temerá a cada paso, pero será empujado hacia delante y no le será permitido detenerse. La voz de Casandra será, sin embargo, potente y clara. Pero él no la oirá pues querrá poseer más cada día y su cabeza se habrá perdido en las fantasías; los que serán sus maestros le engañarán y no tendrá más que malos consejeros.
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil, los hombres por fin habrán abierto sus ojos; ya no estarán encerrados en sus cabezas o en sus ciudades; se verán y se oirán de un lado a otro de la tierra; sabrán que lo que golpea a uno hiere al otro. Los hombres formarán un cuerpo único del que cada uno será una parte ínfima, y juntos construirán el corazón, y habrá una lengua que será hablada por todos y nacerá así, por fin, el gran humano.
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil, el hombre habrá conquistado el cielo; creará estrellas en el gran mar azul sombrío y navegará en esa nave brillante, nuevo Ulises, compañero del sol, hacia la odisea celeste. Pero también será el soberano del agua; habrá construido grandes ciudades náuticas, que se nutrirán de las cosechas del mar; vivirá así en todos los rincones del gran dominio y nada le será prohibido.
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil, los hombres podrán penetrar en las profundidades de las aguas; su cuerpo será nuevo y ellos serán peces, y algunos volarán más altos que los pájaros como si la piedra no cayera. Se comunicarán entre ellos pues su espíritu estará tan abierto que recogerá todos los mensajes, y los sueños serán compartidos y vivirán tanto tiempo como el más viejo de los hombres, aquel del que hablan los libros sagrados.
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil, el hombre conocerá el espíritu de todas las cosas, la piedra o el agua, el cuerpo del animal o la mirada del otro; habrá penetrado los secretos que los dioses antiguos poseían y empujará una puerta tras otra en el laberinto de la vida nueva. Creará con la fuerza con que brota una fuente; enseñara es saber a la multitud de los hombres, y los niños conocerán la tierra y el cielo mejor que nadie antes que ellos. Y el cuerpo del hombre será más grande y más hábil. Y su espíritu habrá abarcado todas las cosas y las habrá poseído.
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil, el hombre ya no será el único soberano, pues la mujer empuñará el cetro; será la gran maestra de los tiempos futuros y lo que piense lo impondrá a los hombres; será la madre de ese año mil que sigue al año mil. Difundirá la dulzura tierna de la madre tras los días del diablo; será la belleza después de la fealdad de los tiempos bárbaros; el año mil que viene después del año mil cambiará en poco tiempo; se amará y se compartirá, se soñará y se dará vida a los sueños.
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil, el hombre conocerá un segundo nacimiento; el espíritu se apoderará de las gentes, que comulgarán en fraternidad; entonces se anunciará el fin de los tiempos bárbaros. Será el tiempo de un nuevo vigor de la fe; después de los días negros del inicio del año mil que viene después del año mil, empezarán los días felices; el hombre reconocerá el camino de los hombres y la tierra será ordenada.
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil, los caminos irán de una punta de la tierra y del cielo a la otra; los bosques serán de nuevo frondosos y los desiertos habrán sido irrigados; las aguas habrán vuelto a ser puras. La tierra será un jardín; el hombre velará sobre todo lo que vive; purificará lo que ha contaminado; así sentirá que toda esta tierra es su hogar, y será sabio y pensará en el mañana.
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil, todos serán como movimientos ordenados, se sabrá todo del mundo y del propio cuerpo; se soñará con la enfermedad antes de que aparezca; todos se curarán así mismos y a los demás. Se habrá entendido que es necesario ayudar para mantenerse, y el hombre, después de los tiempos de cerrazón y de avaricia, abrirá su corazón y su bolsa a los más desposeídos; se sentirá caballero de la orden humana y así por fin un tiempo nuevo empezará.
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil, el hombre habrá aprendido a dar y compartir; los días amargos de la soledad habrán pasado; creerá de nuevo en el espíritu; y los bárbaros habrán adquirido el derecho de ciudadanía. Pero eso vendrá después de las guerras y los incendios; eso surgirá de los escombros ennegrecidos de las torres de Babel. Y habrá sido necesario el puño de hierro para que se ordene el desorden. Y para que el hombre encuentre el buen camino.
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil, el hombre sabrá que todos los seres vivos son portadores de luz y que son criaturas que deben ser respetadas; habrá construido las ciudades nuevas en el cielo, sobre la tierra y sobre el mar. Conservará en la memoria lo que fue y sabrá leer lo que será; ya no tendrá miedo de su propia muerte, pues en su vida habrá vivido muchas vidas y sabrá que la luz nunca se apagará.


Tuesday, March 3, 2020

Breve historia de los Templarios


Breve historia de los Templarios


 Los Templarios surgieron como un grupo de caballeros que velaba por la seguridad de los peregrinos a Jerusalén, pero se convirtieron en una de las órdenes más poderosas del mundo e incluso en la principal potencia económica de Europa.



Los Templarios surgieron en el año 1095 bajo el papado de Urbano II. ¿Quiénes fueron realmente los caballeros del Temple? Para hacer una breve historia de los Templarios, debemos conocer su origen y cómo se inicia todo a comienzos del I milenio.

ORIGEN DE LOS TEMPLARIOS
En el año 1095, el Papa Urbano II decide intervenir directamente en Tierra Santa, convocando una cruzada con el objetivo de garantizar la seguridad de los peregrinos al sitio, seguridad que estaba resultando muy dudosa por el descontento musulmán.
En una maniobra que parece más política que religiosa, se auxiliaba al Imperio Bizantino, que había solicitado apoyo debido al constante asedio turco, mientras a la vez se ponía fin a muchas luchas internas en distintos lugares de Europa y unía a cristianos bajo una misma bandera: la Cruz.
Tras varias batallas, en 1099 la Primera Cruzada finalizó tomando Jerusalén, dominada por Balduino I.
Años después, nueve caballeros cristianos al mando de Hugo de Payens comenzaron a velar por la seguridad de los peregrinos que viajaban a Tierra Santa.



Hugo de Payens

Inicialmente lo hicieron solos, pero luego fueron apoyados y sustentados por el rey que no disponía de muchos recursos para proteger los caminos. Este es el inicio de la historia de los Templarios.

CREACIÓN DE LA ORDEN Y SU CRECIMIENTO
Se les concedió un lugar donde establecerse cerca del antiguo templo de Salomón y algún tiempo después acabarían disponiendo de todo el complejo como sede que daría nombre a la orden.
Tras muchos y largos trámites eclesiásticos, la orden fue aprobada formalmente por la Iglesia en 1129, momento en el que se escribieron sus normas y reglas, tras lo cual experimentó progresivamente un importante aumento, tanto de bienes y propiedades como de efectivos en sus filas.
Este desmesurado crecimiento material se debía a varias razones. Una norma aprobada en 1039 les excluía de la jurisprudencia, tanto civil como eclesiástica y únicamente el Papa tenía autoridad sobre ellos.
Además de los testamentos y donativos que recibían, también estaban las grandes fortunas de los nobles que entraban a formar parte de la orden. El excedente de las propiedades como granjas y enmiendas era también un fuerte sustento económico.
Alrededor de 1220 ya era la fuerza económica más importante de Europa y también contaban con unos 30.000 caballeros, sin contar con el resto de personal de la orden.
El éxito de los Templarios a nivel moral se encuentra muy vinculado a las gestas que realizaron durante el resto de Cruzadas, lo que les dio fama mundial.
La pérdida de Tierra Santa fue el principio del fin de la historia de los Templarios, añadido a los recelos que causaban entre las altas esferas debido a su poder y secretismo.

EL FINAL DE LOS TEMPLARIOS
Felipe IV de Francia, que estaba muy endeudado con la Orden, comenzó una campaña de desprestigio con el objetivo de adquirir las posesiones templarias, de modo que empezó a presionar al Papa Clemente V.
En 1307, un gran número de templarios fueron arrestados, torturados y posteriormente quemados en la hoguera. Antes de ejecutarlos se les obligó a confesar falsos crímenes y herejías y de ese modo manchar la imagen de toda la orden.
En 1312 el Papa disolvió la Orden oficialmente.
La mayoría de las pertenencias de los templarios fueron a parar a las coronas interesadas en su desaparición. La mayoría de expertos coinciden en que fue la codicia de algunos gobernantes de la época lo que propició la destrucción la orden, y no los supuestos actos de herejía.

Tuesday, October 8, 2019

La maldición de Jacques de Molay, último Gran Maestre de los Templarios


JACQUES DE MOLAY – LA MALDICION

La maldición de Jacques de Molay, último Gran Maestre de los Templarios

Esta vez Alberto nos traslada hasta los últimos días de la Orden de los Templarios y del nacimiento de la superstición referida a la mala suerte de los viernes 13. ¿Viste? Era viernes y no martes 13.

Ahora, si tenés mucho dinero, te cae encima la DGI; en aquellos tiempos era la Inquisición la que te torturaba hasta que confesaras cualquier cosa para luego incinerarte en la hoguera.

“Jacques Bernard de Molay, vigésimo tercer Gran Maestre de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y el Templo de Salomón, conocidos como templarios. Has sido juzgado y hallado culpable por tu propia confesión de los delitos de herejía, idolatría, simonía y blasfemia contra la Santa Cruz. Por ello has sido condenado a morir en la hoguera”. En 2019 se cumplen 705 años de la  muerte de Jaques de Molay, acontecimiento que  marca la decadencia del neo-templarismo masón y la vuelta a su origen cristiano.

¡La mala suerte de los viernes 13!

En esa terrible madrugada de 1307 se originó la superstición de que el viernes 13 trae mala suerte, algo que, al menos para Molay y otros miles de Templarios, se convirtió en realidad. Jacques fue encarcelado en la Torre del Temple,

Jacques de Molay nació en 1245 en Molay, una localidad del noreste de Francia, que en la Edad Media pertenecía a la región de Borgoña. Hijo de nobles de segunda categoría, desde chico evidenció que estaba para grandes cosas: era hijo de Juan de Longwy y estaba emparentado a través de su madre con la distinguida familia Rohan. “Tomó el nombre de Molay por una propiedad en la diócesis de Besançon”, se especifica en esta obra.


Así debió ser / Así lo represento / E. Segura

En tiempos de las Cruzadas, comenzó a soñar, vestir el manto blanco con la cruz negra, que era el uniforme de Los Pobres Caballeros de Cristo, conocidos como “Los Caballeros Templarios”. Con apenas 20 años, en 1265, se le abrieron las puertas de esta sagrada orden, en la ciudad de Beaune. “Fue admitido por dos altos oficiales: Humberto de Pairayd, maestre de Inglaterra, y Amaury de La Roche, maestre en Francia”

El comienzo de las cruzadas

Controladas las invasiones musulmanas y vikingas, bien por vía militar, bien por asentamiento, en la Europa occidental comenzó una etapa de crecimiento  Aumentó la produccion agraria, en paralelo al crecimiento de la población de las ciudades. En aquel  belicoso mundo medieval  crecían las Ideas como la paz de Dios o la tregua de Dios, que dirigían el ideal de caballería hacia la defensa de los débiles, aunque no rechazaba el uso de la fuerza para defender a la Iglesia. «Ya el pontífice Juan VIII, a finales del siglo IX, había declarado que aquellos que murieran en el campo de batalla luchando contra el infiel verían sus pecados perdonados. Es más, se equipararían a los mártires por la fe».

¡Duraron 200 años!

Las Cruzadas son uno de los acontecimientos más representativos de la Edad Media, una de las etapas más oscuras de la historia de Europa. Se originaron  a finales del siglo XI, cuando el emperador bizantino Alejo I pidió ayuda al Papa Urbano II para proteger a los pueblos cristianos de oriente ante la dominación musulmana. El punto central  de las Cruzadas duró unos 200 años (entre 1099 y 1291), aunque en algunos países como España o en Europa del este se prolongaron incluso hasta el siglo XV.

¡Deus lo vult ! “Dios lo quiere”

Estas cruzadas fueron promulgadas durante el Concilio de Clermont. Tras la predicación de las Cruzadas el pueblo cristiano asintió en masa y las aprobó al grito de Deus lo vult («Dios lo quiere»). Los ejércitos de cruzados atravesaron Europa luchando en nombre del Papa y del cristianismo y buscando recuperar la Tierra Santa, dejando a su paso miles de muertes


Batalla de Dirraquio (1081) huida de Alejo. (1.081-1.118) / Urbano II, idem mosaico miniatura


Las Cruzadas



A veces es considerada como parte de la Octava. El príncipe Eduardo de Inglaterra, después Eduardo I, se unió a la cruzada de Luis IX de Francia contra Túnez, pero llegó al campamento francés tras la muerte del rey. Tras pasar el invierno en Sicilia, decidió continuar con la cruzada y comandó sus seguidores (entre 1000 y 2000), hasta Acre, a donde llegó 9 de mayo de 1271. También le acompañaban un pequeño destacamento de Bretones y otro de flamencos, liderados por el obispo de Lieja, quien abandonaría la campaña en invierno ante la noticia de su elección como nuevo papa, Gregorio X.

Eduardo y su ejército se limitaron a ser una guerrilla que luego de un año acabó con la firma de una tregua el 22 de mayo de 1272 en Cesárea. No obstante, era conocida por todos la intención de Eduardo de volver en el futuro al frente de una cruzada mayor y más organizada, por lo cual enviaron un agente Hashshashin (secta) que apuñaló al príncipe con una daga envenenada el 16 de junio de 1272. La herida no fue mortal pero Eduardo estuvo enfermo varios meses, hasta que su salud le permitió partir de vuelta a Inglaterra el 22 de septiembre de 1272.


El intento de asesinato del príncipe Eduardo de Inglaterra /Sello de la IX cruzada


Jacques de Molay (Longwy)

Con apenas 20 años, en 1265, se le abrieron las puertas de esta sagrada orden, en la ciudad de Beaune. “Fue admitido por dos altos oficiales: Humberto de Pairayd, maestre de Inglaterra, y Amaury de La Roche, maestre en Francia”  Jacques navegó mares desconocidos, combatió a los que él llamaba “infieles”, vivió en grandes fortalezas, marchó orgulloso por ciudades tomadas y escaló uno a uno los distintos escalones jerárquicos de la Orden del Temple. E 1293, a sus 48 años, sus hermanos lo eligieron para desempeñar la suprema función de gran maestre de Francia y de Ultramar.


Ordenación de Jacques de Molay como caballero templario en 1265

Bajo su dirección, los Templarios conservaron su poder, amasaron fortunas y se convirtieron prácticamente en amos y señores de Francia y gran parte de Europa. Entre 1293 y 1305, Molay impulsó múltiples expediciones contra los musulmanes y logró entrar en Jerusalén en 1298, derrotando al Sultán de Egipto, Malej Nacer.

Felipe IV les pide dinero a los templarios

El rey de Francia Felipe IV decidió pedir dinero prestado a la Orden, pensando que tendría crédito casi ilimitado. Los templarios eran muy buenos administradores y cuando realizaban un préstamo esperaban recibir su reembolso algún día.


Felipe IV el Hermoso /  El papa Clemente V

Este fue el principio del fin para los templarios: Felipe IV de Francia no tenía intención de devolver la cuantiosa deuda que había contraído con la orden. En lugar de reembolsar el dinero que les debía a los templarios, decidió aprovecharse de la situación. Pidió ayuda al papa Clemente V, y en 1307, numerosos miembros de la orden templaría fueron detenidos en Francia. Dio comienzo entonces la pesadilla de las torturas destinadas a obtener falsas confesiones que “probaran” que los templarios adoraban al Diablo. De Molay fue también depuesto de su cargo por orden del papa Clemente V en 1307.


Templarios en la hoguera

La ejecución de los Templarios

A sus 60 años, Jacques de Molay estaba realizado. Se había convertido en el gran reformador de la Orden del Temple, había acumulado un poder solo superado por el del rey o el Papa, y tenía asegurado un lugar en la historia grande de las Cruzadas. Estaba tocando el Cielo con las manos. Pero… siempre hay “un pincelazo” que lo arruina todo.

En la madrugada del viernes 13 de octubre de 1307, el rey Felipe IV de Francia, conocido como Felipe el Hermoso, mediante una gigantesca operación largamente preparada, hizo detener a todos los templarios de Francia. Los acusaba de herejía, en nombre de la Santa Inquisición. Un tal Guillermo de Nogaret, en persona, fue el encargado de apresar a Jacques en la propia sede de la Orden.


Jacques de Molay sentenciado a la hoguera en 1314, Crónica de Francia o de St. Denis

El proceso de interrogatorio y juzgamiento duró siete años, en los que Jacques fue torturado y obligado a confesar lo que sus acusadores querían: herejía, sodomía, sacrilegio a la cruz y adoración a ídolos paganos. En Los Templarios se cuenta que, según los fiscales capetianos, la Orden del Temple, se entregaba a la adoración y al servicio del Diablo. A cada nuevo recluta, en su iniciación, “se le ordenaba negar a Cristo y escupir, pisotear una imagen de Cristo en la cruz u orinar en ella”.

Al final, el propio Felipe IV, en confabulación con el Papa Clemente V, condenó a Molay a morir quemado en la hoguera. Así, el 18 de marzo de 1314, el último gran maestre se extinguió entre las llamas frente a la catedral de Notre Dame. Ciento trece caballeros templarios habían sido ya asesinados en la hoguera por los hombres de Felipe. Aquel era el último que quedaba en Francia.

18 de marzo de 1314

Jacques de Molay y Geoffroy de Charnay son ejecutados la misma tarde en una pira levantada en la pequeña isla de los judíos,  unida a la isla de la ciudad durante la creación del Pont Neuf a fines del siglo XVI. Hoy, es la parte sur del actual Square Vert-Galant, cerca de la estatua de Enrique IV, que se encuentra en la plataforma del puente, una docena de metros más arriba. En la plaza, una simple placa conmemorativa recuerda los eventos que tuvieron lugar el 18 de marzo de 1314.

“¡Papa Clemente! ¡Caballero Guillermo! ¡Rey Felipe! Antes de un año yo os emplazo para que comparezcáis ante el Tribunal de Dios, para recibir su justo castigo. ¡Malditos, malditos! Malditos hasta la decimotercera generación de vuestro linaje”.

¿Se cumplió la maldición?

En el plazo de un año, dicha supuesta maldición se cumplió; primero con la muerte de Clemente V, quien falleció el 20 de abril de 1314, luego con el fallecimiento de Felipe IV (que según Maurice Druon murió a causa de un accidente durante una partida de caza el 29 de noviembre de 1314) y finalmente con la muerte de Guillermo de Nogaret, quien fue envenenado ese mismo año. No solo eso. Los tres hijos varones del rey también fueron muriendo y se extinguió así la dinastía de los Capetos, que había gobernado Francia por 300 años. El resto de la maldición también se fue cumpliendo, tal como quedó narrado en los siete volúmenes de Los reyes malditos.


El final de los Templarios

¿Fue real la maldición de Jacques De Molay? ¿O cumplieron sus caballeros la venganza del Gran Maestre? La historia del último Gran Maestre y su terrible maldición causó conmoción en las cortes reales europeas. Del mismo modo, provocó la ruina política en Francia, ya que algunos de sus dirigentes temían colaborar con una familia real que parecía estar maldita.

En septiembre del 2001, Barbara Frale, paleógrafa italiana que trabaja en los Archivos Secretos del Vaticano, descubrió un documento conocido como el Pergamino de Chinon. En él se afirma que en 1308 el papa Clemente V absolvió a Jacques de Molay y al resto de la cúpula de los caballeros templarios de los cargos de que les acusaba la Inquisición. Seis años más tarde, el Vaticano publicó el documento como edición limitada de 800 copias. En junio del 2011, el papa Benedicto XVI pidió perdón por la muerte de Jacques de Molay y reconoció que el Gran Maestre templario había sido víctima de falsas acusaciones. Siglos después de que la tragedia tuviera lugar, el Vaticano admitía que el Papa había prestado apoyo a unos asesinos, a sabiendas de que los templarios eran inocentes

Por Alberto Moroy