DEL
CONOCIMIENTO DE DIOS
De
la Unidad de la Trinidad de la cuatriple esencia Divina de los cuatro números
co-Eternos Divinos
co-Eternos Divinos
DE
DIOS CONSIDERADO EN SU UNIDAD Y EN LA TRINIDAD DE SUS POTENCIAS CREADORAS
Jean-Baptiste
Willermoz
1. Dios es puro
Espíritu, incorporal, sin ninguna forma ni figura, Eterno e Infinito, sin
comienzo y sin fin. Es el Ser de los seres. Existiendo por él mismo por toda la
eternidad, es el principio único y absoluto de todo lo que existe. Es un hogar
inmenso de Luz, de Gloria, de Beatitud, y un abismo infinito de Grandeza, de
Sabiduría, de Poder y de todas las Perfecciones. Conteniendo en él mismo en su
propia inmensidad todo lo que existe o puede existir; es el germen fecundo, la
fuente inagotable de todas las Producciones y Emanaciones divinas, y nada de lo
que existe ha podido existir fuera de él salvo por él. Siendo el principio de
la vida y la vida misma, todo ser emanado inmediatamente de él es participante
de su propia naturaleza, inmortal, indestructible, y no puede jamás dejar de
ser, porque la vida no puede engendrar la muerte.
2. Dios es uno e
indivisible en su Naturaleza esencial. Es esta unidad absoluta, concentrada en
ella misma, que no puede ser ni conocida, ni comprendida por ninguna
inteligencia creada; es ella la que es incomprensible a todo otro que a ella
misma, en tanto que solo se manifiesta fuera de ella por sus producciones, a la
que adoramos como siendo el Padre, el Principio eterno y el Soberano Creador de
toda cosa.
3. Pero en esta unidad
inefable existe una Trinidad de acciones distintas y creadoras, y una
Cuaternidad de Potencia. Es decir, una Triple y cuatriple esencia divina, de
las cuales la última nos muestra especialmente su unidad. Decimos una triple
esencia de la unidad, y no tres esencias aisladas e independientes de la
unidad, porque ellas no son tres Dioses. Las tres potencias creadoras de la
unidad forman en la inmensidad de lo increado el Eterno Triángulo Divino, del
cual ella es el principio y el centro. Son de tal manera inherente a la naturaleza
esencial de la unidad, y de tal manera idénticas con ella, que aunque siempre
distintas por su acción particular, forman junto con la unidad un solo Dios. Es
por la acción y el concurso de sus tres potencias creadoras que la unidad se
manifiesta fuera de ella misma en todas sus producciones divinas, y en todas
las emanaciones que hace sin cesar de los Seres espirituales que contiene en sí
misma por toda la eternidad; pero, no obstante, sin ninguna distinción ni
individualidad, hasta el momento en el que le place darles fuera de su seno una
existencia desde entonces eternamente distinta e individual, con el fin de que
puedan darle en su inmensidad el culto y el homenaje que le deben. Es también
por la existencia distinta de estos seres que estaban antes contenidos en
potencia en Dios, que se manifiesta la cuatriple esencia divina, que completa
el cuaternario divino.
4. La inmensidad
divina, lugar increado, infinito y sin límites, que se incrementa sin cesar, y
se incrementará sin fin para la multitud de los seres emanados, destinados a
habitar allí, es la estancia de la unidad eterna que la llena con su Esplendor
y con su divina Luz, que es su Centro, la Circunferencia y el todo. Es desde
este Centro incomprensible que Dios lo ve todo, lo conoce todo, lo prevé todo,
lo abraza todo, dirige y gobierna todas las cosas por su Voluntad, por su
Sabiduría, por su Providencia, y manda soberanamente por su Verbo todopoderoso.
5. Las potencias
activas por las cuales la unidad divina se manifiesta y opera todas las cosas,
son sus propias facultades creadoras de Pensamiento o de intención, de Voluntad
y de Acción divina operante, que personificamos y adoramos bajo los Nombres de
Padre, de Hijo y de Espíritu Santo; forman el sagrado Ternario de estas
potencias creadoras que nombramos como la Muy Santa Trinidad: misterio inefable
del cual el hombre degradado no puede sondear toda su profundidad, pero cuyo
conocimiento es tan importante para él que, con el fin de que no lo pierda y
que pueda concebir este gran misterio, Dios lo ha grabado en caracteres
indelebles en su ser, como en la Naturaleza entera, y lo vuelve de alguna
manera sensible a su inteligencia imprimiendo en el hombre mismo, que a pesar
su degradación permanece siempre como su imagen, una trinidad de facultades
activas e inteligentes de Pensamiento, de Voluntad y de Acción, en similitud a
la Trinidad divina, por las cuales puede, así como hace Dios, producir
resultados análogos a su propia naturaleza, y sin las cuales estaría respecto a
todos los seres que le rodean como nulo y no existente.
6. Pero en Dios, estas
tres facultades poderosas son iguales en todo, y operan por toda la eternidad
su acción particular simultáneamente, aunque en un orden distinto, para todos
los actos de Emanación, de Producción, y de Creación divina, a las cuales
concurren las tres igual y distintamente, pero siempre en unidad de acción,
porque Dios, siendo el Ser de sabiduría y de perfección infinita, la Voluntad
divina quiere siempre lo que el Pensamiento divino ha concebido, y la acción
divina opera siempre lo que el Pensamiento ha concebido y lo que la Voluntad ha
determinado. Porque es cierto que Dios piensa, quiere y actúa, y que estas tres
facultades de la unidad divina producen necesariamente resultados de Vida
espiritual análogos a su propia naturaleza. Así, no se puede concebir43 tres en
Dios, sin reconocer ahí al mismo tiempo cuatro: a saber: las tres potencias
creadoras operantes, y los seres espirituales emanados cuya existencia, fuera
del seno de la unidad, es operada por ellas.
7. Es, por lo tanto,
con razón que la religión presenta sin cesar al hombre las tres potencias
divinas creadoras como siendo el objeto constante de su culto y de su
adoración; porque el Pensamiento divino es verdaderamente Dios, en44 Dios y de
Dios. La Voluntad divina y su Acción operante son también cada una
verdaderamente Dios, en Dios y de Dios, estas tres poderosas facultades innatas
en Dios son de tal manera idénticas con su naturaleza esencial que sin ellas
Dios no sería Dios; como también sin ellas, o mejor dicho, sin su similitud, el
hombre, imagen de Dios, no sería hombre.
8. Todo, tanto en la
naturaleza divina como en la naturaleza espiritual, lleva consigo un Número
característico, que en la primera designa el rango en el cual cada una de las
potencias divinas opera su acción particular, un Nombre que caracteriza también
la naturaleza de45 la acción de cada una de las potencias, y un atributo
distintivo especialmente propio a cada una de ellas.
9. El Número 1
pertenece esencialmente a la primera potencia creadora, el Pensamiento o la
intención divina, que es el primer agente de la unidad; esta potencia, siendo
el principio único, el eterno generador de todo lo que es concebido por ella,
será necesariamente realizada por los dos que le suceden. La llamamos el Padre
creador de todas las cosas y le atribuimos especialmente el ser todopoderoso.
10. El Número 2
pertenece esencialmente a la segunda, que es la Voluntad divina, segundo agente
de la unidad. Es el Verbo y la expresión de la intención divina, y como
engendrado por ella, porque no puede ejercer su acción segunda sino sobre el
sujeto que le es presentado y transmitido por la primera. Es por esto que la
llamamos el Hijo, el hijo único del Padre creador de todas las cosas, y le
atribuimos especialmente la Sabiduría que conoce, dirige y determina todo,
conforme a la intención del Padre.
11. El Número 3
pertenece esencialmente a la tercera, que es la Palabra, o la acción directa y
operante, divina, tercer agente de la unidad. Como no opera salvo lo que el
Pensamiento divino del Padre ha concebido, y lo que la Voluntad del Hijo ha
determinado, procede muy realmente del uno y del otro. Le46 llamamos Espíritu
Santo, que es la acción directa, operante del Padre y del Hijo, y le atribuimos
especialmente el amor divino creador y conservador de todas las producciones
divinas, y la dispensación de todos los dones que le son necesarios.
12. El Número 4 que
sigue inmediatamente a los tres números precedentes, no entra en la clase de
las potencias creadoras; manifiesta solamente la Potencia innata en Dios de
operación divina, es decir, de las cosas operadas por sus tres potencias
creadoras y existentes fuera de él; es por esto que este número 4, por el cual
se manifiesta la cuatriple esencia divina, caracteriza esencialmente a todos
los seres espirituales, tanto de las clases angélicas, como de las inteligencias
humanas, emanadas del seno de Dios, y anteriormente contenidas en potencia e
indistintamente en él. Este número, característico de su origen, es y
permanecerá eternamente grabado en cada uno de ellos; tanto sobre los que han
permanecido fieles, como sobre los que han prevaricado, e incluso sobre los más
culpables, porque es el sello eterno e indeleble de la pureza de su origen
divino, sello48 que será para siempre, para los culpables obstinados, la prueba
irrecusable de su crimen y el objeto siempre presente de su desesperación.
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