Sunday, December 30, 2018

Discurso Iniciático (A todos los hombres de buena voluntad)


DISCURSO INICIÁTICO
(A todos los hombres de buena voluntad)

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Hombre de Deseo, hermano desconocido, tú que caminas hacia Tebas, en cualquier región de nuestras tierras en donde te encuentres, es en ti que pienso y es a ti que me dirijo. Es en ti que pienso y es a ti a quien le hablo; porque en los desiertos preparatorios has aprendido nuestro idioma materno y los verbos primitivos de los Antiguos son para ti, como para nosotros, luminosas antorchas, oh viajero desconocido que amo como a un hermano. Mañana serás el maestro poderoso de los reinos terrestres; aún ayer ¿no eras el esclavo de la última de las razas y no servías a los reptiles de la tierra? Hoy, discípulo de un Maestro, incierto en el porvenir, tímido todavía, te espantas en las puertas de la Luz.
Quizá repasando en tu memoria las etapas recorridas para llegar hasta ahí, encontrarás alguna nueva seguridad, alguna enseñanza para el presente. Cuando viniste, saliendo del mundo entre nosotros, eras solo un recuerdo del hombre cuyo nombre llevabas. Pero todas tus facultades, todas tus virtudes, todas tus promesas a tus antepasados estaban sumergidas en el olvido voluntario en donde las habías dejado dormirse. Pertenecías a esta masa humana concebida en el pecado y por el pecado, visto las inconscientes iniquidades de los que te engendraron.
¡Qué cuadro tan lúgubre el de esta vida humana a la cual pertenecías totalmente hasta entonces! El hombre, portador en el seno materno de defectos hereditarios y cargado ante la vía de un destino ya doloroso, aparece un día aplastado bajo el peso de esas “tenebrosas pasividades”. Nace, va a recibir interiormente la leche maculada de esas mismas manchas, y exteriormente miles de tratamientos torpes que van a deformar su cuerpo antes de que esté formado.
Concepciones pervertidas, lenguas falsas y corrompidas van a asaltar todas sus facultades y expiarlas en el curso de su desarrollo para luego infectarlas. Viciado en su cuerpo y en su espíritu antes de poder usarlo, va a entrar en la triste administración de los que lo rodearán en su primer año, quienes sembrarán al azahar en esta tierra gérmenes desordenados y malos. La juventud, la edad viril será solo un desarrollo sucesivo de todos estos gérmenes. Un régimen físico casi siempre contrario a la naturaleza va a seguir presionando en contrasentido del principio de su vida.
Desviado cada vez más de su línea, y codicioso de ciencias externas, lleva hacia afuera y desparrama todas las facultades de su espíritu en lugar de llevarlas hacia su interior, el que le hubiera enseñado todo y dado todos los tesoros. Se olvida en ocasiones fútiles e ilusorias que aparecen ante sus ojos como la realidad, y que borran para él hasta la pasividad del tiempo. Y así es como en medio de una tempestad perpetua, llega al término de su vida, atormentado por los procedimientos de una medicina ignorante, de una filosofía mundana todavía más dolorosa a su espíritu, a la que hasta entonces escapaba.
Este es el pueblo de donde salías, viajero perdido, cuando una voz te llamó por tu nombre; un nombre quemaba tu corazón y viniste a engrosar las filas de los HOMBRES DEL DESEO, a pesar de los temores, a pesar de los sufrimientos previstos. Pero ¿cuál fue tu gran virtud? ¿Cuál método, cuales ciencias te enseñaron para sublimar tu ser? A los que habías llamado, a los que amabas como hermanos, como amigos reencontrados, y a quienes pedías que dirigieran tus pasos hacia las ciudades luminosas, te mostraron el desierto atrás de ti. Te hicieron entender que toda la obra debía estar en ti, que necesitabas 40 días y 40 noches de meditación para aprender a conocerte y a reconocer a tus amigos de tus enemigos y a las jerarquías de sus fuerzas.
En ti mismo y en tu alma descubriste todos tus principios, y así debía de ser porque no hubieras sido renovado en todas tus sustancias si no hubieras aprendido tantas grandes verdades sino por la Tradición, y si no hubieras tenido el conocimiento íntimo de los nombres por experiencia y por sentimiento. Silenciosamente esperabas en algún retiro que madurara en ti el deseo y que tu espíritu se aclarara. Y así fue en efecto, porque lentamente se hizo el progreso y entendiste la palabra de Dios, y que tu real ser, tu verdadera individualidad, solo podían estar en El.
Uno de los signos más vivos de tu progreso en este camino fue el día que sentiste que las cosas de este mundo no son reales; entonces, un solo asentimiento de la vida cambió todos tus ídolos y te revelaron la diferencia que separa el mundo espiritual de éste ensamble de fantasmas polimorfos huyentes e inconstantes, que integran la región natural a la que estamos ligados por nuestro cuerpo.
Eso fue TU ILUMINACIÓN.
Todo lo que llamamos hoy ha desaparecido y todo volvió a tomar el nombre universal del Anciano de los Días. En el Norte y en el Sur, en Oriente y en Poniente penetraste el espíritu universal; pero desde hace 4 días como Lázaro, resucitas en tus 4 grandes facultades primitivas. Nada de descanso, nada de tregua hasta que despertó en ti esa impetuosidad vital, tu esencia, por lo cual debías rechazar de ti a todos los mercaderes, quienes querían establecer la sede de su negocio en tu Templo.
La continuidad del esfuerzo, la lucha cotidiana y la tensión permanente del alma: he aquí las condiciones indispensables para la iluminación espiritual. Porque cuando más grandes fueron tus progresos, más grandes se levantaron los obstáculos en tu camino. Interrogantes, escépticos y estériles interlocutores se levantaron en ti mismo para confundir tu mente, y los milagros que te pidieron, cumplidos o rechazados, te dejaron más débil ante ellos. Sufriste las tentaciones y las amenazas antes de salir de tu desierto, pero fue una firme y alegre batalla porque conocías LA LEY. Solo es al precio de los grandes sufrimientos como se hace la REGENERACIÓN.
Todos los símbolos y todas las Tradiciones así nos lo enseñan. El Sol pasa en el meridiano inferior antes de aparecer, glorioso, en el Oriente; antes de que la vida penetre, es necesario que el sufrimiento absoluto, el desamparo y la devastación se hayan congelado en nuestras venas y que destruyan en nosotros todo lo que hacía su presencia imposible.
Esta vía de muerte es la que debe atravesar cada hombre, y los que se elevan y se apuran lo hacen más rápidamente y por consecuencia más dolorosamente. Esta es la vía que siguieron nuestros Maestros: la del verdadero Filósofo. Con la prueba terminada dejarás victorioso el desierto y estarás lleno de claridad intelectual y de ese íntimo ardor, fruto de tus trabajos, que es el camino nuevo hacia las ciudades de los hombres. Pero desconociste los símbolos materiales; ya no tienes nada en común con ellos y ya no sueñas con ese sueño pesado.
Portador de armas demasiado fuertes y demasiado protegido contra los ataques ilusorios de tus enemigos, ya no sabes actuar en el mundo de las pasividades; te entra el egoísmo o la duda y las crisis terribles de la incertidumbre te paralizan y te prosternan. Y entonces el que estaba tan orgulloso de su elevación, se rebaja, vuelve a bajar en busca de un apoyo, y suplica en la noche por un Hermano Mayor, más cultivado por la posesión de los poderes, para que un Adepto aparezca y le hable. Si tantas son tus angustias, con tu espíritu hermanado a mi espíritu, y con tu corazón unido a mi corazón, escuchemos juntos lo que han revelado los Maestros, los cuatro Maestros que regresaron vivos del Jardín de las Granadas. A cuatro voces cantaron el cántico de la alegría, esa alegría desbordante, alegría sobrehumana, violenta y fecundante.
Dijeron: “¡Vosotros que desean aprender, aprendan! No basta con que sepan que EL HOMBRE ES UN PENSAMIENTO DE DIOS, y aquí se detenga nuestra ciencia; falta también QUE SEA UNA PALABRA.
Solo así será regenerado en su naturaleza original. Del maravilloso Jardín de donde regresamos nadie se absorbe en inmóviles contemplaciones, porque la Luz perpetua es una activa y continua creación. El pensamiento no se puede afirmar sin crear alrededor la serie de seres que fueron sus operaciones y que se vuelven sus facultades activas. La muerte y las palabras de destrucción y de aniquilamiento, ahí son desconocidas porque la vida chorrea y desborda las paredes del Jardín en flores. Desgracia para los profetas que enseñan las doctrinas de terror, de odio y de destrucción.
Huyan los que desprecian la carne y la sangre y el alma en la plenitud de sus formas porque todas las promesas se mantendrán y la regeneración es una obra viva”.
AMA, HABLA, ACTÚA”.
“Alrededor de ti y por todos lados nacen guerreros para apoyar tus esfuerzos; hoy tus hermanos los poetas están en la calle, hablan en las plazas, vienen con gestos como de palmas y con verbos como espadas”.
Sea o no tu destino ser de los felices testigos, siembren alrededor de ustedes las potencias regeneradas, ustedes quienes son los depositarios y no los propietarios. Sean los terapeutas de los materiales y de los instintos, y los guías de los anímicos.
Envuélvanse para descender.
Recuerden las palabras de que “no es el alba de la luz que debía advertir a tu alma de tales deberes cotidianos y de la hora cuando el incienso debe ser quemado sobre tus hogares; es tu voz misma la que debía llamar el alba de la luz y hacerla lucir sobre tu obra, a fin de que luego puedas desde lo alto de este Oriente, vaciarla sobre las naciones dormidas en su inacción y sacarlos de sus tinieblas".
Ese es tu papel y tu deber, HOMBRE REGENERADO, porque eres un intermediario entre lo Eterno y lo Temporal, entre el Presente y el Futuro.
Con las palabras del Maestro entenderás dónde se acaban tus poderes y dónde comienza la obra providencial. Porque instruido por ellos, atravesarás los 3 grados de la Iniciación Teosófica. Así es como los sabios Kabalistas daban a sus discípulos nombres diferentes en su nacimiento al misterio, en su mayoría simbólicos al adeptado tradicional.
Así es como el que leía en las estrellas las voluntades de Dios antes de que fueran ejecutadas en la tierra le llamaban TEKOA, el hombre de los sufrimientos, el hijo de JOCHAI; y cuando regresó enseñando, sus discípulos lo llamaron como lo llamamos siempre desde entonces:
RASCHBI, el HOMBRE NUEVO.Fraternalmente:
DR.
MARC HAVEN
(Emmanuel Lalande, yerno del Maestro Philippe).



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