Friday, September 13, 2019

El Aprendiz y sus Misterios 1º Grado Capítulo I Una Verdad que Hiere El Dr. Jorge Elías Adoum Mago Jefa

El Aprendiz y sus Misterios
1º Grado

Capítulo I

Una Verdad que Hiere

El Dr. Jorge Elías Adoum
Mago Jefa



1. Lector: Si tienes el ardiente deseo de ingresar en la Augusta Institución Masónica y de convertirte en uno de sus miembros militantes, debes preguntarte a ti mismo: ¿Entró la Masonería en mí para que yo pueda entrar en la Masonería?. La respuesta a esta pregunta será una luz que puede esclarecerte y conducirte por la senda a la Verdad. Porque, si no posees, ante todo, el Espíritu Masónico, de nada te servirá tu ingreso en sus filas.

2. La Masonería era, en tiempos pasados, una Institución Hermética en el verdadero sentido de la palabra, pero hoy la Masonería es revelada a todo el mundo. En cualquier librería se encuentran folletos, revistas y libros que hablan de los ritos y ceremonias de la Orden y los interpretan y comentan. Todo el mundo cree que sabe de Masonería como sus propios adeptos y hay también algunos masones superficiales, inconscientes o perjuros que han divulgado al público los llamados secretos masónicos, de modo que, según los profanos y los iniciados, ya no puede haber misterios en la Masonería.

¡A esos necios vamos a desengañar!.

3. El catolicismo romano se impone a la multitud por un secreto que ningún Papa siquiera ha manifestado. Es el secreto de los Sacramentos. Cuando los Gnósticos, o sea los Conocedores del Secreto, los Esotéricos, quisieron divulgar o descubrir el secreto, lanzaron perlas a los cerdos y estos se volvieron contra ellos y los aniquilaron, pues la vulgarización de un misterio lo convierte en doctrina irrisoria. Pero, desgraciadamente, cuando los cerdos condenaron a los gnósticos condenaron también la Puerta de la Sabiduría Oculta y perdieron sus Llaves. Los Templarios buscaron las Llaves perdidas y fueron quemados vivos.

4. Cierta vez un sabio mahometano me dijo: “Jamás perteneceré a una religión cuyos fíeles comen a su Dios”. Pude entender por qué él razonaba así. El mahometano no me llamó la atención con sus palabras, porque él nunca podrá comprender el significado del misterio; mas lo que admira es la ignorancia de los propios masones respecto de las bases fundamentales de la Masonería.

5. La Masonería es poderosa y prevalecerá en el mundo por su terrible SECRETO, tan prodigiosamente guardado que hasta sus más altos iniciados lo ignoran.

6. Una vez, en una Logia, dijo un adepto: “Somos masones, pero no brillamos”. Los hermanos le pidieron que explicara aquella frase, pero él sonrió y dijo: “Si en nosotros la Luz es tiniebla, ¿Cómo serán las propias tinieblas?”. Y, al decirlo, se tocó la frente. Todos los presentes se miraron y tal vez por educación no lo llamaron loco.

7. Nadie tiene derecho a llamarse “Masón”, porque ser masón es ser Superhombre iluminado, que sigue el camino de la Verdad y de la Virtud, haciendo de ellas carne de su carne, sangre de su sangre, vida de su vida.

8. Lo que más entristece es el deseo de pasar rápidamente de un grado a otro, como si el afán de perfeccionarse estuviese sujeto a ciertos grados limitados y otorgados por los
hombres. Nadie quiere recordar que los tres años de “Aprendiz” son el símbolo del triple periodo que marcará las etapas de los estudios, del silencio y del progreso, como veremos
después.

9. El gran objetivo de la Masonería es despertar el poder latente en cada ser y convertir al hombre en Dios consciente de su divinidad sin limitaciones ni dudas. El masón debe trabajar inteligentemente para el bien de los demás. Su esfuerzo debe dedicarse al progreso universal. Debe ayudar al Gran Arquitecto del Universo, en su Obra. El masón debe construir y aprender por experiencia propia, sin apoyarse en los demás. Debe siempre dar sin esperar recompensa.

10. El Aprendiz tiene al Maestro externo por guía en la Senda hasta encontrar a su propio Maestro Interno y ver su propia luz en su mundo interior.

Conocer la Verdad y practicarla es el camino del masón y de todos los hombres.




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La Logia Lautaro

La Logia Lautaro


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La Gran Reunión Americana, también conocida como Logia de los Caballeros Racionales fue fundada por Francisco de Miranda en el año 1797 en Londres. El objetivo de esta logia era lograr la independencia de América de los españoles, estableciendo un sistema republicano unitario y un gobierno unipersonal. En 1807, Miranda fundó en Cádiz y Madrid filiales de los Caballeros Racionales.

La primer filial de la Logia se fundó en Cádiz (España) en el año 1811, con el nombre de Logia Lautaro, en honor al caudillo mapuche llamado Lautaro, que llamó a su pueblo a sublevarse contra los conquistadores españoles de Chile en el siglo XVI. Estaba inspirada en su organización en las logias masónicas, y en su inicio fue dirigida por José de Gurruchaga. Entre los miembros principales que participaron en esta sociedad caben destacarse:

  1. Francisco de Miranda,
  2. Santiago Mariño,
  3. Andrés Bello,
  4. Luís López Méndez
  5. Simón Bolívar
  6. José María Caro
  7. Bernardo O'Higgins,
  8. José Miguel Carrera
  9. Juan Pablo Fretes
  10. José de San Martín
  11. Tomás Guido
  12. José Cortes de Madariaga
  13. Francisco Isnardi

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Logia Lautaro de Buenos Aires

Fue la primera filial establecida en América. Esta sociedad secreta fue creada en Buenos Aires, en 1812, por José de San Martín, Alvear y Zapiola. Tenía como objetivo principal luchar para lograr la independencia continental, triunfando en el plano militar, y haciendo que la política siguiera ese objetivo básico. Se unió a la Sociedad Patriótica que fuera creada por Mariano Moreno.

José de San Martín participó en Londres en las reuniones del grupo que se desarrollaron en las casas de Andrés Bello y Luís López Méndez, fundando luego esta logia en Buenos Aires. Mantenían reuniones en las casas de alguno de sus miembros o en un local ubicado en lo que actualmente es la calle Balcarce, frente al Convento de Santo Domingo.

Miembros

Entre sus miembros o "hermanos" estaban:

  1. José de San Martín
  2. Carlos María de Alvear
  3. José Matías Zapiola
  4. Ramón Eduardo de Anchoris
  5. Bernardo de Monteagudo
  6. Juan Martín de Pueyrredón
  7. Antonio Álvarez Jonte
  8. Nicolás Rodríguez Peña
  9. Julián Álvarez

Finalmente la Logia Lautaro fue disuelta en el año 1820.

La influencia de la Logia se extendió de a poco entre otros países sudamericanos, fundándose varias filiales.

Logia Lautaro de Santiago de Chile o Logia Lautarina

La principal misión de la Logia Lautarina era establecer gobiernos independientes en América Latina. Dado su carácter de organización secreta ayudó a coordinar y establecer contactos entre muchos de los líderes de la independencia de Chile y Argentina. Asociados destacados de la logia fueron Bernardo O'Higgins y José de San Martín. O'Higgins fue el autor de la Constitución Matriz de la Logia Lautaro establecida en Chile.

La Logia Lautaro de Santiago es instalada el 12 de marzo de 1817, después del triunfo de los patriotas en la Batalla de Chacabuco. Tuvo filiales en el Perú, Bolivia y Uruguay.

Miembros

  1. Bernardo O'Higgins
  2. José de San Martín
  3. Tomás Guido
  4. José Antonio Balcarce
  5. José Ignacio Zenteno
  6. Juan Gregorio Las Heras
  7. Ramón Freire
  8. Miguel Zañartu
  9. Ramón Arriagada

Otras logias

  1. Logia de Lima
  2. Logia de Bogotá
  3. Logia Argentina de Tucumán
  4. Logia del Ejército de los Andes o Logia Lautaro de Mendoza
  5. Gran Oriente de Brasil (fundado el 17 de junio de 1822)



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Tuesday, September 10, 2019

Complot en el Templo - Arturo Rivera del Pielago


DOMINGO, SEPTIEMBRE 16, 2018    



Por el M.·. R.·. H.·. Arturo Rivera del Pielago
Past Gran Maestro de la GLP
1986-1988
         
La masonería está compuesta por sujetos que tienen como objetivo el mejoramiento de la persona como ser individual sin importar las diferencias políticas o religiosas de cada uno profese. No es común que lleguen candidatos completamente virtuosos a nuestros templos, entonces, la masonería trata de mejorar a cada individuo con las lecciones y sugerencias que nuestra Augusta Orden  proclama. La mejor representación de este proceso es la figura de piedra que representa al ser humano perfeccionándose así mismo. 
Ese simbolismo sugiere que es en la intimidad de nuestra conciencia donde separamos las aristas y deformaciones que la vida nos da. Y es a golpe de mazo y cincel como cada quien extirpa de sí mismo los defectos como la vanidad, la ignorancia, el oportunismo, la mentira el fanatismo y la hipocresía, entre otras muchas peligrosas aristas.
Estos defectos vienen ocultos dentro de uno mismo y no es común que se revelen o acepten ante los demás, por tanto, el proceso de eliminación es lento, íntimo y constante. Por eso, simbólicamente, se establece en tres años la edad o tiempo que un aprendiz requiere para esta delicada tarea.
¿Por qué apresurar entonces la formación de un aprendiz? La advertencia a estas prisas está en el mismo significado de la piedra tosca. Cuando el Ap.·.  concluye su auto trabajo, su piedra tiene ahora  una forma cubica y esta simbólicamente lista para ofrecerla como solido elemento de construcción del templo que A.·. L.·.G.·.D.·.G.·.A.·.U.·. intentamos elevar.
Nuestra garantía del buen uso de la piedra cubica se sustenta en la experiencia y conocimientos que nuestros CC.·. emplean para conseguir nuestras metas y que consiguieron gracias al estudio de las 5 artes liberales, estudios que garantizan la perfección de la obra diseñada por sus MM.·.
¿Qué pasaría si en las prisas usamos una piedra mal trabajada? En algún momento la inestabilidad de esa piedra propiciaría el desmoronamiento de nuestro templo. ¿Valdría la pena tamaño peligro por solo la prisa de terminar una obra?
La realidad es que no importa cual grandes y bellos sean los templos simbólicos o físicos que podamos construir. Si no hay solidez en su estructura, tarde o temprano se convertirá en escombros y está sucediendo justo ahora HH.·. míos. Con mucho dolor vemos como nuestras cadenas se rompen con una facilidad alarmante, con estupor descubrimos que algunos de nuestros templos son dirigidos por cúpulas siniestras que convierten nuestras logias en guarida de malhechores. Somos testigos incluso de la manera en que ciertas altas autoridades confabularon por años para transformar la masonería en sus armas de poder y abuso como la otrora famosa P-2.
Esas inescrupulosas confabulaciones las hicieron, claro está, bajo la excusa de defender la “moral” de la institución, pero una vez en el poder, establecieron mafias amparadas en el prestigio de más Antigua y honrada asociación de hombres libres y de buenas costumbres.
Ahora sabemos que todo fue parte de un siniestro plan para extender sus tentáculos de corrupción ante la indolencia de muchos miembros quienes solo se encogieron de hombros.
La masonería nos advirtió siempre sobre estos peligros a través de la leyenda del Maestro Hiram, quien fue víctima de  la ambición de malos HH.·. quienes lo asesinaron al intentar arrancarle por la fuerza el secreto del Arte Real. El Maestro no se negaba a revelarlo, al responder: “No puedo” intentaba decirles que lo que buscaban estaba dentro de cada quien y que para descubrirlo era necesario despejar los obstáculos y defectos que uno guarda dentro de sí mismo. No lo entendieron, fue entonces que descargaron su ira sobre el Maestro causándole la muerte.
El Maestro tenía toda la razón, solo quien llega a conocerse a sí mismo pueden, con el poder de su propia luz, iluminar su camino para llegar al punto donde la sobriedad, la sencillez y la humildad, le permitan recibir la sabiduría que todos buscan.
En tanto eso no suceda, será lamentablemente común seguir descubriendo profanaciones que bajo muchas excusas lastimaran el prestigio de nuestra Augusta  Orden, tantas veces atacadas por otros intereses y conveniencias como las que avergüenzan a algunas GG.·.LL.·.


Sunday, September 8, 2019

El Martinismo de Papus

EL MARTINISMO DE PAPUS







No vamos a hacer aquí una nueva y completa biografía de Papus. Para ello, podemos dirigirnos simplemente a las obras editadas sobre este extraordinario personaje, por ejemplo, la introducción del libro: «A.B.C. ilustrado del ocultismo» de Papus, de Ediciones Dangles, donde el hijo de Papus, Philippe Encausse, traza las grandes líneas de la vida de su padre. De una forma más completa podéis dirigiros al libro de Philippe Encausse que está consagrado únicamente a Papus.
Indicamos sencillamente que nació en 1865 en la Coruña (España). De padre francés y de madre originaria de Valladolid, Gerard Encausse pasa su infancia en París. Estudiando medicina se interesa por las ciencias herméticas y sus extraordinarias capacidades le condujeron rápidamente al primer rango de los movimientos ocultistas de su época. Médico, mago y místico, él se avoca enteramente a su misión terrestre hasta su muerte, el 25 de octubre de 1916.
Ante la personalidad de Papus, las opiniones son divergentes y opuestas. Para todos los ocultistas o estudiantes de estas ciencias, es evidente que este hombre fue un genio que estudió, practicó y laboró en el mundo escribiendo una suma considerable de obras que aún son autoridad en la materia. Muy pocos se han sacrificado como él por la obra que había emprendido y su carisma atrajo hacia él investigadores y místicos extraordinarios.
Papus vive en la edad de oro del ocultismo; es el hombre que pretende otorgar carta de nobleza a las ciencias llamadas ocultas. Es el que ha querido hacer de los Martinistas obreros serios y apreciados. Era hombre de acción y de plegaria y que sintetizó y organizó una miríada de corrientes hasta entonces dispersas.
Es, en cierto sentido, el héroe de este periodo de la historia oculta, el hombre  al que un gran número de sociedades y de estudiantes deben mucho. Pero si él es el fundador, el héroe –decimos nosotros-, engendró indirectamente todos los defectos. Ciertamente, los hermanos que le rodeaban en aquella época, formaban con él un sólido grupo, coherente y activo.
Nada le impedía poner manos a la obra para «levantar montañas».  «El trabajo estaba por hacer y ellos ayudaron a su Maestro y amigo». El despacho de sus casas siempre estaba activo con muchos asuntos por tratar. Aplicaban en sus vidas las ideas y la conducta que eran resultados de sus estudios y de su diligencia. Los ritos, los catecismos, estaban por establecer, ellos lo hicieron; pero para ellos no se trataba de un trabajo, una pesada labor. Era, al contrario, la natural consecuencia de su vida de hombres de deseo. Se trataba de trabajar, de buscar la iluminación, para poder guiar a sus hermanos.
Papus, el mejor de ellos, era el guía, el Maestro, el amigo y el hermano. Tales esfuerzos aparecen a menudo hoy en día como inútiles o anticuados. Ciertamente, es más fácil criticar lo que ellos hicieron que hacerse a sí mismo.
Papus va siendo relegado, poco a poco, al rango de las antigüedades, en este periodo de ensueño, en el que un estudio personal y sintético es aún posible.
Antes de aproximarnos un poco más a la creación y aporte de Papus, veamos qué es lo que él pedía a sus miembros en el apéndice del «Ritual de la Orden Martinista», publicado en 1913.
Para el Martinista es inútil entretenerse con divagaciones sobre los estudios psíquicos, mientras que los hombres de ciencia, o espíritus «positivos», que  se inician en el estudio del ocultismo, pasan la mayor parte de su tiempo especulando sobre si los hechos del magnetismo y de la mediumnidad son exactos.
En cambio, el Martinismo los considera como adquiridos. Deja, entonces a los demás las discusiones infantiles sobre la buena fe de los mediums y sobre el trance  de tales sujetos; se ocupa de problemas más elevados.
Lo que les falta a los Martinistas es tener una idea general del ocultismo, en sus dos tradiciones principales de Occidente o Kabalística y de Oriente o sánscrito, originarios los dos del antiguo Egipto.
Les falta a los Martinistas unas herramientas positivas de investigación de las ciencias antiguas para poder verificar los nombres propios y las palabras sagradas empleadas.
Estas herramientas son las lenguas sagradas de la antigüedad, o, sobre todo, sus primeros elementos, de forma que se pueda verificar cada término en un diccionario. El Martinista deberá, entonces, estudiar tres alfabetos:

Ø 1º El alfabeto Hebreo;
Ø 2º El alfabeto Sánscrito y
Ø 3º El alfabeto Egipcio.

Una vez en posesión de tales herramientas, será preciso aplicarlas al  estudio de la Cábala y del Hermetismo, para estudiar su simbolismo y el de la francmasonería en sus diversos ritos.
Es entonces cuando el Martinista será capaz de aplicar sus conocimientos para actuar sobre el plan invisible. El misticismo, la teúrgia y la psicología deberán atraer especialmente su atención.
Los libros no son más que instrumentos destinados a guiar la meditación cerebral y a preparar la digestión o asimilación intelectual. Ofrecemos seguidamente un modelo de ciclos de estudio, modelo que podrá ser modificado por cada estudiante y que servirá de guía general.
Cada ciclo puede abarcar un mes, si bien todos los estudios pueden ser hechos en 18 meses. Es evidente que cada ciclo puede ser prolongado o disminuido por el estudiante, según la velocidad de comprensión o por sus estudios anteriores.

I
Historias de las razas humanas, tradición, etc.
Teoría general y filosofía (Saint-Martín, Saint Yves, etc.)
Una lengua sagrada: el Hebreo.
Psicurgia (primeros elementos prácticos)
II
Historia y simbolismo (sociedades secretas y Masonería);
La Cábala;
Una lengua sagrada: el Sánscrito;
La magia y las adaptaciones (hipnosis, magnetismo, etc.)

III
Historia de la alquimia y de la Rosa-Cruz (Martinismo);
Las religiones de Oriente: Budismo, Brahmanismo y Taoísmo;
Une lengua sagrada: el Egipcio;

IV
El espiritismo: su transformación desde la Antigüedad; su adaptación.
Los cultos y su esoterismo en todas las religiones;
La antigua iniciación en Egipto, la Pirámide y el Templo;
El hermetismo; la alquimia; la astrología; el arqueómetro;
La masonería práctica: constitución de un rito; adaptaciones sociales diversas.

Así, en un año, el Martinista es capaz de buscar el significado de las palabras hebreas, sánscritas o egipcias, es iniciado en la historia de la alquimia, de la Francmasonería y de la Rosa+Cruz, así como en las religiones de Oriente y de Occidente.
Como Papus precisa: « Es evidente que estos ciclos pueden ser alargados o disminuidos por el estudiante según la velocidad de su comprensión o por sus estudios anteriores. » Hoy en día, la amplitud de semejante estudio haría rendirse a la mayoría de los susodichos iniciados. Aunque el programa de estudio puede ser revisado según ciertos desarrollos modernos de las investigaciones, tal esfuerzo es relegado al pasado y a menudo designado como inútil. Veremos más adelante el resultado de tal desinterés, pero digamos de momento que esto ha conducido en nuestros días a una ridiculización de las ciencias ocultas, cuyos susodichos iniciados a menudo no han sido capaces de mantener una conversación coherente e inteligente sobre tales cuestiones.
Esa es una manera de desacreditar, por su pasividad e incompetencia, los años de esfuerzos y de estudios de sus predecesores. Algunos opinan que no es necesario estudiar para obrar, para ser bueno, generoso y caritativo, en una palabra: en dejar hablar al corazón. «La vía Martinista no es una vía de eruditos y sus programas de estudio no son de ninguna utilidad». Nosotros respetamos plenamente esto y nuestras críticas respecto a los esfuerzos para el estudio solo pretenden subrayar la inactividad subyacente. Papus, quién nos ha demostrado la importancia de la vía del estudio, escribió: «Un Martinista no es obligatoriamente un erudito o un sabio entregado al estudio de las fuerzas, de las ciencias o de las artes ocultas. Puede (...) ser un activo puro, un sembrador de verdades, un modesto y humilde en la ciencia profana, pero cuyo corazón ha iluminado el cerebro con la práctica de la devoción y de la caridad.»
No es, entonces, erudición lo que pide Papus, sino actividad, resultado del hombre de deseo.
Habiendo de este modo aclarado el parecer de Papus, vamos ahora a hablar sobre su aportación al Martinismo.
Como habíamos afirmado, la historia muestra que él no recibió más que una menuda herencia Martinista. Es a partir de su encuentro con Chaboseau que nace la voluntad de reunir a algunos iniciados Martinistas en una estructura, permitiendo de esta manera, suplir el desorden existente hasta entonces. Con el talento que se le reconocía, Papus atrae a su alrededor brillantes personalidades que formaran el primer consejo de la Orden. Las iniciaciones comenzarán inmediatamente y los cuadernos iniciáticos, los catecismos y las bases de estudio vieron la luz. Saint- Martín había desaparecido. Se trataba de que Papus colocara un fundamento que siempre le había faltado al Martinismo. Era conveniente orientar los esfuerzos individuales, canalizarlos, formar un marco alrededor del corazón de la doctrina Martinista. Como Papus era francmasón, él concibió una estructura de tipo masónico para el Martinismo. Otra razón, aun de mayor fuerza, era que el fundador e iniciador de Saint-Martin, Martínez, había comenzado a estructurar su orden según el sistema masónico. Los Martinistas anti-masones de nuestra época (si aún existen) deberían reconocer que Papus dio al corazón del Martinismo un apoyo que dos siglos de estabilidad han demostrado como el más seguro.
También aparecieron las condecoraciones, ritos y catecismos del Martinismo que se les calificará «de Papus». Fueron, a nuestro entender, las mayores aportaciones y fundamentales que conoció el Martinismo. Es gracias a esta estructura que esta tradición pudo echar a volar, manteniéndose intacta hasta nuestros días. No creemos, sin embargo, que Papus hubiera colocado las bases de un nuevo sistema masónico. Él no hizo más que tomar lo que era bueno de este sistema y adaptarlo a la doctrina Martinista. Es necesario, antes de conocer el aporte que hizo, algunos detalles respecto a tales estructuras.
El Martinismo organizado por Papus no es una escuela o una clase superior dirigida por los Maestros. Gerard Encausse escribe al respecto: «Hay estudiantes, pero todos son iguales frente a la divinidad.» Sembrar, enseñar y cultivar, decía Papus, pero para sembrar es  preciso  haber  encontrado  la semilla y es sobre ella  que va a colocar el acento como aquello que es el corazón del Martinismo.
Sin embargo, sin la aparición de un nuevo personaje nosotros tendríamos, ciertamente, hoy en día, una masonería Martinista o Martinezista como única
corriente, pero no ha sido así. Papus conoce al Maestro Philippe de Lyon. Su encuentro fue fundamental, transformando su espíritu e influenciando de una manera duradera su cristianismo, es decir su Martinismo.
Papus escribía al respecto: «Aquél que nuestro corazón añora siempre por las vivas palabras que nos enseña se llamaba el más antiguo espíritu de la tierra; tenía poder especialmente sobre el rayo, que obedecía sus requerimientos, y dominaba también sobre el aire y el agua (...). Tenía una noción completa de la vida presente en todos sus detalles, de todos los seres terrestres con los cuales se encontraba en relación...».
«Me ha enseñado a intentar ser bueno, me ha enseñado la tolerancia hacia todos y sobre los defectos de los demás; la necesidad de no maldecir, la absoluta confianza en el Padre, la piedad por el dolor ajeno, en fin nos ha demostrado que no se puede evolucionar más que participando en los sufrimientos de los demás y no encerrándose en una torre de marfil por temor a perder la pureza y la sabiduría. He aquí porqué intento cambiar un poco la humanidad, de difundir alrededor de mí algunas ideas que no provienen de mi cerebro y propagar las dos grandes virtudes que nos vienen del Cielo: la Bondad y la Tolerancia.»
«Es sobre esta tierra donde los seres excepcionales vienen aquí como el salvador y descienden a los infiernos, es decir libre y sin nada que pagar; ellos son los enviados. Durante el curso de nuestra existencia terrestre hemos tenido la suerte de conocer algunos de tales seres y de haberlos tenido como amigos. Todos aquellos que los han conocido se han sorprendido de la irradiación maravillosa que emanaba de ellos (...). Serían necesarias páginas y páginas para decir todo aquello que hace un enviado del Padre sobre la tierra. Es un poco de sol sobre la piedra, es un rayo de luz en el egoísmo y la crueldad que nos rodea y ello nos conduce a amar la vida.» (Extractos citados por S. Hutin).
Se puede decir que la doctrina Martinista nació de Martínez, se volvió cristiana e interior con Saint-Martín, tomó forma ritual con Papus e inició su obra exterior e invisible gracias a la influencia del Maestro Philippe. El cristianismo Martinista fue, entonces, más acentuado y definido. Devino pues, verdaderamente, una caballería cristiana. La Orden, convertida en sólida y viva emergió sobre la herencia del Filósofo Desconocido como «una escuela de caballería moral esforzándose en desarrollar la espiritualidad de sus miembros, tanto por el estudio de un mundo aún desconocido (...) como por el ejercicio de la devoción (...) y por la creación en cada espíritu de una sólida fe.» «El Martinismo de Papus consistía así en una caballería del altruismo opuesto a la línea egoísta de los apetitos materiales.»