Thursday, October 25, 2018

Simbolismo y Leyenda del Intendente de los Edificios o Maestro de Israel. Grado 8º del REAA


Simbolismo y Leyenda del Intendente de los Edificios o Maestro de Israel. Grado 8º del
Rito Escocés Antiguo y Aceptado


José Antonio Quintero Ortiz



Introducción

Además del cumplimiento del requisito esencial para la continuidad del camino Masónico, el objetivo del presente trabajo está dirigido a vislumbrar las concepciones de orden iniciáticas que se encuentran expresadas en la Leyenda del Grado 8vo del REAA.·., denominado INTENDENTE DE LOS EDIFICIOS o MAESTRO DE ISRAEL, tomando en consideración detalles esenciales del mismo en conjunción con los grados anteriores hasta el último gado principal adquirido.

En tal sentido, se procura expresar el asombro producido por el hecho de que este grado sea el último de los intermedios que están comprendidos entre el último grado principal adquirido (grado 5° DE MAESTRO PERFECTO) y el grado 9° que también es calificado de principal. Así pues, el grado 8° viene a ser el eslabón que pone fin a un primer ciclo de los grados denominados GRADOS DE PERFECCIÓN.

Intentamos en el presente trabajo dar cumplimiento al artículo 13 del Reglamento para la elaboración de las tesis y conformación de los expedientes decretado por el Supremo Consejo el 11 de octubre de 2008. Por tal razón, se hace alusión en el mismo a contenidos simbólicos inherentes al último grado principal y a los intermedios que se ostentan.

Para finalizar con esta corta introducción, el objetivo es encontrar elementos esenciales y principios fundamentales de la vía iniciática, que además de ser de utilidad práctica en nuestro devenir nos permitan poder ejecutarlos en la integralidad de nuestra intimidad.
Logia del 8º grado

Desarrollo

En atención al grado denominado MAESTRO DE ISRAEL o INTENDENTE DE LOS EDIFICIOS la introducción de la liturgia nos indica que el mismo tiene por emblema la TABLA PITAGÓRICA pero que no se da de ella ninguna explicación filosófica. A este respecto dicha tabla utilizada en la modernidad para aprender a multiplicar y que va del 1 al 10, está conectada íntimamente con la TETRAKTYS PITAGÓRICA consistente en 10 puntos, ubicados de manera que constituyan un gran triángulo equilátero, que a primera vista, tiene dentro de sí 3 triángulos equiláteros invertidos, conectados con el punto central que a su vez es el 5to punto o número 5, cuyas correspondencias alfabéticas en las lenguas sagradas es esencial. En el mismo tenor si agudizamos nuestra vista en el símbolo, podremos observar 6 triángulos equiláteros adicionales pero con sus vértices principales hacia arriba. En conjunto, todos los triángulos suman 9 figuras de tres lados cuyo resultado es 27. La leyenda de la venganza y expiación del asesinato de Hiram nos menciona que Salomón envió a 27 maestros en búsqueda de los compañeros criminales. 

La Tetraktys pitagórica y su estructura interna


Curiosamente esta cámara está iluminada por 27 Luces distribuidas en el orden señalado en la liturgia y la edad del que ostenta este grado es 3 veces 9 años. Explorar el simbolismo de los candelabros que portaban en números distintos e impares las luces referidas nos llevaría mucho tiempo y espacio, por tal razón nos detendremos un poco en el primero de los candelabros, a saber el de 5 luces ubicado en el puesto del Segundo Vigilante o Adonhiram hijo de Abda quien curiosamente es el Maestro de Ceremonias de este grado, denominado en el ritual como "I
ntroductor".

Mandil, cordón y joya del Intendente de los Edificios, o Maestro de Israel

La batería de este grado es en número de 5 que tiene además diversas correspondencias, se dice en el ritual que la ceremonia de recepción está basada en el nombramiento hecho por Salomón de 5 discípulos de Hiram para que reemplazaran a éste en la dirección de las obras e igualmente se menciona que en este grado se dan a conocer los 5 puntos de perfección. 

En páginas subsiguientes en referencia a la cuadratura del círculo se hablará del punto central como elemento que corresponde tanto al círculo como al cuadrado, así pues luego de esta equivalencia el 5 está vinculado con la 8va esfera, es el 5to viaje del compañero emprendido en sentido inverso, en búsqueda del SÍ MISMO donde no hay herramienta que valga más allá de la punta de una espada flamígera en el corazón que tendrá la posibilidad de ser embalsamado, es la dirección que va desde la periferia al centro, en dirección contraria a la emprendida por la conciencia empírica ordinaria.

Es menester observar el origen griego del término “embalsamar”, el cual proviene del Semita “Baal Shemen” que significa “Aceite del Señor”, llama la atención sobre la segunda palabra semita referida: “SHEMEN”, la misma pareciera tener una conexión fonética con “SEMEN” cuyo origen latino “Seminis” significa Semilla.

A tenor de lo anterior, el Il.·. Y P.·. H.·. José Manuel Briceño Guerrero en su obra “El Tesaracto y la Tetractis” dice lo siguiente:

“Uno más dos, más tres, más cuatro, igual a diez… la tetractis fue importante para los pitagóricos. No sé bien por qué. Nuestro sistema métrico es decimal, he ahí una razón. Puestos los cuatro primeros números en forma triangular 1+2+3+4=10, producen una figura que ha estado presente hasta hoy en construcciones religiosas y pararreligiosas. El ojo es la consciencia, el número 5. He ahí otra razón, pero enigmática: ¿por qué el cinco es la consciencia? ¿Qué significan los demás números y sus operaciones aritméticas? Me han dicho que el siete y el diez representan los opuestos y que debe imaginarse un péndulo colgado del uno y oscilando todo el tiempo entre el siete y el diez, entre el bien y el mal, entre la aceptación y el rechazo, entre el placer y el dolor, entre la mesa y la náusea. Me han dicho que así vive el hombre, en ese continuo oscilar y que debe subir su consciencia hasta el uno, para desde allí entender los opuestos. Pero en tal caso, ¿por qué el ojo de la consciencia está en el cinco y no en el uno? Porque el cinco es la iniciación, me dicen, y solo mediante la recepción de los misterios menores se llega a la unidad. Tengo preguntas sobre las otras relaciones numéricas; éstas me han sorprendido y he creído ver en ese triángulo una especie de cartilla de una enseñanza secreta. ¿Cuál enseñanza? ¿Por qué secreta? También dicen que El Jardín de las Delicias de Jerónimo Bosch es cartilla de una enseñanza secreta. Hasta donde se puede ver, enseña muchas desnudeces, no secretas, ¿metafóricas?”.

Lo anterior nos evidencia que la indicación del número cinco es una introducción hacia una consciencia que no es precisamente la ordinaria o empírica con la cual consideramos por costumbre nuestro mundo con todas las relaciones conceptuales o discursivas que le atribuimos, se trata de otra consciencia que es trascendental, es por ello que el 2do Vigilante de esta cámara portador del candelabro de 5 luces es Adonhiram hijo de Abda, Maestro de Ceremonias o igualmente hijo de Hermes en su faceta de Psicopompo quien nos da el paso a esa dimensión más allá del continuo oscilar al que hace referencia el Il.·. Y P.·. H.·. antes citado.
Gesto ritual del grado

Finalmente el color rojo característico de este grado nos indica que se está poniendo fin a un ciclo de realización. Recordemos que en la Tradición alquímica las tres fases son: el nigredo, el albedo y el rubedo. Nuestras logias simbólicas expresan estos elementos en varios símbolos, desde la cámara de reflexiones hasta la recepción de la luz en nuestra iniciación en clara alusión a las dos primeras etapas y luego con el ascenso al oriente de color rojo una vez que somos exaltados al grado de M.·.M.·. En este sentido, en este 8vo grado también estamos culminando un primer ciclo inherente a los grados de perfección. Aun así, nuestra liturgia nos sugiere elementos simbólicos importantes vinculados con el número 9. En primer lugar la estrella de 9 puntas con un símbolo en su centro que pareciera una rama de acacia de 3 ramificaciones cuyo parecido con la letra hebrea SHIN es manifiesto.

Por su parte las dos columnas con la denominación de TRABAJO y PROPIEDAD como generadoras de 9 virtudes que son la verdadera propiedad y riqueza del que trabaja a cal y canto.

El punto de partida de la presente tesis radica en el símbolo central del 5º grado referido a la cuadratura del círculo. Antes de contemplarlo en conjunto es necesario hacer una clara distinción entre círculo y circunferencia ya que obedecen a nociones diferentes. La circunferencia es la línea externa o periferia cuya mayor distancia del centro depende de la apertura del compás con el cual es trazada. Por su parte, el círculo es el espacio o área que va desde el centro hasta la circunferencia. Así pues, el círculo es un ámbito o dimensión intermedia entre la periferia y el centro. Esa dimensión es una transición entre dos estados, el primero representado por la periferia y el segundo estado representado por el centro que sería: 

“el ámbito del SER, del sí mismo, de la consciencia trascendental o nombre impronunciable de Dios (expresado en la vocalización latina JEHOVA)”

La dignidad pero también tragedia de nuestra condición radica en el hecho de encontrarnos en ese ámbito intermedio. No somos el CENTRO pero tampoco la PERIFERIA. Sin embargo, nos encontramos mirando constantemente hacia ésta última en movimiento centrífugo. El ritual nos dice (pág. 14) que:

el círculo es el emblema del Universo, la sucesión eterna de los seres alimentada por la vida y por la muerte

El último grado principal nos señala que debe CUADRARSE esa dimensión intermedia (ese círculo) para poder CONSUMAR y proclamar el adjetivo “PERFECTO” identificado en la liturgia. Ahora bien, ¿qué significa cuadrar el círculo?

La cuadratura del círculo es uno de los grandes arcanos de la iniciación. Desde el tiempo de la escuela Pitagórica subsiste este elemento. Nuestros templos están construidos en base a su paradigma y para la geometría siempre ha sido un problema matemático irresoluble debido a la imposibilidad de encerrar en un cuadrado el área del círculo. En el griego antiguo la palabra referida al cuadrado era τετράγωνον (tetrágoonon) conformado a su vez por τέσσαρες (téssares,"cuatro") y γωνία (gōnía, "ángulo"). Curiosamente dicha palabra tiene tres raíces indoeuropeas que evocan las ideas de: kwetwer- ("cuatro"), ang-/ank- ("doblar") y g(e)neu- ("rodilla"). Los elementos lingüísticos anteriores nos sugieren la relación de la esencia del cuadrado en primer lugar con la noción del verbo “doblar” y la vinculación que éste pudiese tener con la “reflexión” que anatómicamente se expresa con gran claridad en la rodilla como la articulación que nos permite el ascenso y el descenso, soportando a su vez un peso determinado. Es como si los 4 ángulos del cuadrado fuesen en realidad 4 rodillas en flexión de 90 grados. 4 puntos donde se expresa la reflexión o donde ocurre una bifurcación determinada. En segundo lugar el término gonía” que a su vez tiene que ver con la noción de ángulo pareciera estar fonéticamente conectado con ἀγών (agón - lucha)en especial esa que despliega una persona que está al borde de la muerte. Curiosamente esta palabra pareciera contener también la noción de gónada que proviene a su vez del griego γονη (gonédenacimiento, germen y acción de engendrar.

Ahora bien, si precisamos el hecho que se nos hace patente con la leyenda del grado de Maestro Masón nos daremos cuenta de que desde el momento de haber nacido nos encontramos al borde de la muerte, y seamos conscientes o no, todos nosotros estamos en esa agonía inherente a la noción de ángulo. Visto lo anterior, cabe preguntarse: ¿Qué serán esas 4 agonías implícitas en la geometría del cuadrado? 

Vale decir que al ejecutar la marcha de este grado las mismas son trazadas por nosotros. Nuestro ritual nos dice que:

el cuadrado o cuadratura tiene que ver con los principios que destruyen o regeneran y especialmente a nuestro ser”.

El texto litúrgico nos sugiere vías para transitar dicho símbolo. El círculo que como dijimos es “nuestra condición humana actual” debe ser abierto y esto ocurre a la 1 en punto. Vale decir entonces que solo desde el centro ocurre esta apertura ya que ese “uno” es el punto central de donde parten las dos figuras geométricas; es por ello que el círculo y su circunferencia, así  como el cuadrado, tienen el mismo centro.  

Romper el círculo implica pues alcanzar lo que se denomina en la página 20 del ritual: “inmortalidad del alma”, de la que se dice que fue el secreto recibido por Moisés de los Faraones y que no se atrevió a descubrir al pueblo israelita; secreto éste que a su vez Salomón quiso indicar pero no estableció, que Sócrates proclamó bebiendo la cicuta, que se comunicaba a los Maestros Perfectos en los templos de Samotracia, Eleusis y Menfis, que el Nazareno no vaciló en predicar y enseñar. Ahora bien, es importante observar que esta inmortalidad del alma radica en potencia más no en acto en nuestro Ser; es pues una posibilidad el poder consumarla y depende de nuestro trabajo lograrlo. El mismo ritual nos señala en varias oportunidades esto: basta con prestar atención a la manera en que se habla de dicha inmortalidad del alma, y se dice que es un secreto recibido, guardado y sugerido por los maestros de la antigüedad; mal pudiera consistir un secreto en simple información sobre algo que puede ser de una o de otra manera. Todos esos hombres superiores llegaron a un nivel que estuvo más allá de la condición ordinaria que nos embarga, ya que estando dentro del círculo, mediante su trabajo operativo-reflexivo trazaron el cuadrado con todo su sentido etimológico y geométrico accediendo al centro; se ubicaron “a la 1 en punto” y abrieron el círculo.

Dicho lo anterior, la posibilidad representada en la conquista de la inmortalidad del alma a la que estamos llamados se evidencia de la página 25 y 26 del ritual que establece que la apoteosis de Hiram representa al 

"hombre que se eleva a la idealidad de su naturaleza y toma posesión de su propia divinidad". 

indicando que a pesar de que la religión nos promete la inmortalidad luego de la muerte, la masonería por su parte en vez de halagar a los hombres con esta esperanza, los confronta con el hecho de que han de hacerse dueños, conquistar, merecer y disfrutar ese bien conociéndose a sí mismos. Aquí cabe preguntarse: ¿Qué es el SÍ MISMO?

Formulada la pregunta anterior y dirigiéndonos al centro nos encontramos con la tumba piramidal de mármol blanco y negro. Aquí nuevamente vislumbramos el NIGREDO y el ALBEDO previos al RUBEDO del grado 8vo. Esta tumba es nuestra condición humana donde se encuentra sepultado el Maestro, la misma tiene 3 caras con las consonantes H, Z y J.
Las tres fases de la Obra alquímica

La primera consonante o letra H es el monograma de “Hiram o Maestro Virtuoso” quien dirigía la ejecución de las obras, representa los TOQUES; en otras palabras, los actos que acometemos en la vida y que en nuestro estado actual están desligados del centro, por lo general son simples actos reflejos, convenientes y conformes a las circunstancias del momento; por ende contingentes, de allí que Hiram esté muerto y sepultado. La segunda consonante o letra Z es la inicial de “Zerval o Maestro Secreto”, que es la Conciencia que nunca engaña, representa las PALABRAS; en otros términos, nuestras emanaciones vibratorias que casi nunca son congruentes con el referido centro, pues al igual que los actos, son reflejas e impulsivas y obedecen a tensiones de nuestro sistema nervioso que no encuentran albergue en el acto reflexivo propiciado por el silencio. Finalmente la tercera consonante o letra J es –según nuestro ritual- el “perfecto Maestro JEHOVAH” que representa los SIGNOS y obedece -más allá de la figura literaria- al nombre impronunciable de la tradición Judaica, el TETRAGRAMMA.
Este último nos retorna al cuadrado nuevamente, pues son cuatro las consonantes hebreas de dicho nombre, que tradicionalmente no contaba con vocalización alguna. Observando este último elemento y recordando que la tumba piramidal es nuestra condición actual, cabe hacerse dos preguntas: la primera, ¿Cómo es posible la existencia de un nombre que no puede ser pronunciado?, y la segunda, ¿Cuál es el correlato de esa inefabilidad en nuestra condición humana? 

Si el llamado es a CONOCER EL SÍ MISMO, ese correlato ha sido definido por los grandes buscadores bajo distintas figuras: ALMA, CONSCIENCIA, SUJETO ÚLTIMO, YO TRASCENDENTAL, LA UNIDAD, EL CENTRO DEL CÍRCULO, entre otros. Nuevas preguntas surgen: ¿Cómo conocer el sí mismo si nuestra atención está siempre huyendo hacia la periferia? En palabras de la filosofía occidental es necesario abandonar la INTENCIÓN RECTA y buscar la dirección de la INTENCIÓN OBLICUA para retornar al sujeto sin convertirlo en objeto. Inmensa aporía, trágica e irresoluble para nuestra consciencia empírica.

En conjunción con lo anterior recordando el grado de MAESTRO POR CURIOSIDAD, en el mismo se señaló que era importante RECORDAR LA CURIOSIDAD DE EVA ANTE EL FRUTO OFRECIDO POR LA SERPIENTE; LA DE PSIQUE ANTE LA APARIENCIA LUMINOSA DE EROS, QUIEN SOLO SE HACÍA PRESENTE BAJO LA TENEBRA DE LA NOCHE; LA DEL MARIDO DE MELUSINA AL CONTEMPLARLA EN SU ESTADO DE “MUJER SERPIENTE” EN LAS LEYENDAS ARTÚRICAS. 

Así pues, las curiosidades patentes en esos mitos –independientemente de sus consecuencias- evidencian el hecho de la atención del sujeto capturada por un fenómeno, poniendo en vilo su vida. El grado 5to nos enseñó que la condición humana ubicada en el área de la figura geométrica denominada “círculo”, entre la periferia y el centro, se caracteriza por la fragilidad de esa vida. Desde que nacemos, nuestra vida, su duración y estabilidad es realmente incierta; la tragedia es que vivimos sin tener consciencia de eso. La vida del hombre es en todo momento una agonía pues se debate sin saberlo entre la vida y la muerte. El hombre resulta así un Rey ciego que no termina de tomar posesión de su más alta potencia y llega al final de sus días aniquilándola en pro de intereses mezquinos. Por su parte, los hombres superiores señalados para ejemplificar la figura de la “APOTEOSIS DE HIRAM”, a saber, MOISÉS, SÓCRATES, LOS MAESTROS DE LOS TEMPLOS ANTIGUOS y EL NAZARENO, tomaron consciencia de ese hecho e hicieron posible en SÍ MISMOS la inmortalidad del alma (que en nosotros es solo una posibilidad) pues ubicándose en el centro abrieron el círculo.

Retornando a Johaben, el "hijo de Dios”, en la leyenda del grado, su curiosidad lo lleva a contemplar un conflicto entre dos monarcas, de dos fuerzas que se debatían por el resultado de la suspensión de los trabajos con ocasión a los preparativos por la muerte de Hiram. Una de esas fuerzas está evocada en “la Cólera o la Ira” de Hiram II Rey de Tiro y la otra en la receptividad y consideración de Salomón o Sapientísimo Maestro. En este orden, los guardias encargados de cuidar a Salomón se encontraban inmersos en diversiones y apenas se percataron de la llegada del Rey de Tiro, no impidieron su paso, luego de ver cómo era recibido. La leyenda no dice en ningún momento que estos Guardias hayan observado o impedido la presencia de Johaben, resultando éste un sujeto que observaba sin ser visto por los guardianes; solo la Cólera del Rey de Tiro pudo detectar al curioso y de allí en adelante este se convierte en el PROTAGONISTA de un nuevo conflicto donde el Monarca iracundo desea darle muerte atravesando su corazón, pero luego es reivindicado por Salomón.

Es importante observar que las leyendas de estos grados están fundadas en tres (3) sujetos o figuras míticas que participan en torno a un evento determinado; asombroso esto, por su relación con la división ternaria del hombre que la Tradición nos ha legado. Inclusive algunas doctrinas esotéricas nos identifican como seres "Tricéntricos".

La trinidad anterior nos conduce nuevamente a los 3 compañeros asesinos del Maestro Hiram, quienes huyeron para escapar de todo castigo. A razón de esa impunidad temporal de los criminales, entonces el grado 7mo de PREBOSTE Y JUEZ nos introduce en las nociones inherentes a las ideas de venganza y de expiación.

Es por ello que TITO el Jefe de los 7 Prebostes pertenecía a una 8va esfera, que estaba más allá del 7 y se vincula con la edad del Maestro Simbólico.

Ahora bien, para comprender la correspondencia de esos tres números en el contexto que relatamos, es necesario identificar a la entidad humana con el número 3 debido a su división tripartita (la edad del aprendiz); por su parte este sujeto ejecutante es quien traza el cuadrado en su marcha, identificado con el número 4 por la cantidad de lados que tiene. La suma de estos elementos nos da el número 7, que es el hombre que literalmente circunscribe su cuadrado. Para este es menester llegar al centro de las dos figuras geométricas como ya se dijo y poder generar una apertura. Ese punto es el número 8 u octava esfera. Es el ámbito o dimensión más allá de la forma. Tito, es el nombre que le da la leyenda y tiene a su cargo la llave de oro que abre la caja de ébano.

Se decía en un trabajo anterior que el ébano es una madera cuya densidad, superior a la del agua, le permite sumergirse en ella y que posee uno de los colores negros más intensos que se conocen en la naturaleza. La naturaleza de esa madera, sin dejar a un lado su vinculación con Capricornio evidencian en primer lugar la capacidad de penetrar lo que “el mundo del agua” representa simbólicamente en nuestros augustos misterios, y en segundo lugar, su color es análogo a la obscuridad de la noche donde precisamente radica la segunda naturaleza que está más allá del 7.

En conexión con el simbolismo axial referido, uno de los títulos del grado 7mo es el de MAESTRO IRLANDÉS. Se indica en el ritual que un monarca identificado en la leyenda con la figura de CARLOMAGNO, cuya relación con el TRES VECES ILUSTRE MAESTRO de la cámara es evidente; en búsqueda de Sabios conocedores de ciencia y artes, partió desde Oriente hacia una isla denominada “IRLANDA, ESMERALDA DE LOS MARES” que no se hallaba ni en oriente ni en occidente con clara referencia a un centro donde se habría de acudir a los fines de poder acabar con la ignorancia.

La esmeralda en medio de los mares nos recuerda al mineral precioso desprendido de la frente de Lucifer en su caída, empleada para tallar el SANTO GRIAL, que se constituyó en el receptáculo de la sangre y agua del costado del Maestro en el momento de su apoteosis.

La vinculación de la copa con el simbolismo de lo femenino es patente en la Tradición y el hecho de que esta copa en particular sea una esmeralda tallada, nos recuerda al verde intenso de la naturaleza que alcanza su mayor expresión en el símbolo de la Diosa Venus. Aunado a lo anterior, el ritual hace referencia a dicha isla como ESMERALDA DE LOS MARES, recordemos entonces uno de los nacimientos de VENUS, precisamente en su faceta URANIA que tuvo lugar por la efervescencia de la espuma del mar en contacto con la sangre desprendida del miembro viril de URANOS.
Emblemática masónica. Símbolos del Intendente de los Edificios 

Conclusión

El presente grado en conjunto con los anteriores nos invita al ejercicio reflexivo y operativo de la soberanía representada por aquellas propiedades representadas en las 9 virtudes que solo el Trabajo interior puede conferir. Existe un claro llamamiento a un centro de consciencia que no es ordinario y que no corresponde a la razón que nos es común por naturaleza.

Se trata de un esfuerzo, de un salto que debe ser ejercido en búsqueda del centro inefable desde el cual opera la totalidad.

Las riquezas y doctrinas materiales señaladas a lo largo de las distintas interrogantes del grado de MAESTRO DE ISRAEL conforman un metalenguaje vinculado con las verdaderas propiedades que todo hombre que transita el sendero de la iniciación busca y anhela en el centro de su ser. Se trata de aquellas que los compañeros criminales buscan robar en todo momento prescindiendo del trabajo verdadero. 


Bibliografía Consultada

1.      Reglamentos y Rituales del Supremo Consejo de Venezuela.
2.      Jonuel Brigue: El Tesaracto y la Tetraktys. Oscar Todtmann Editores.
3.      René Guenón: "El Sagrado Corazón y la Leyenda del Santo Graal", cap. III de Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada. Eudeba, Bs. As. 1976.

Thursday, August 30, 2018

Discurso Iniciático para la Recepción en Tercer Grado Martinista - Stanislao de Guaita


Discurso Iniciático para la Recepción en
Tercer Grado Martinista


Stanislao de Guaita

Reproducción in extenso del texto publicado en la edición de 1890 de "Au Seuil du Mystére"


Habéis sido revestido sucesivamente con los tres grados jerárquicos de nuestra Orden.

Os saludamos S I (superior incógnito) Cuando hayáis trascrito y meditado nuestros Cuadernos, a vuestro turno llegaréis a ser Iniciador. Será confiada a vuestras manos fieles una importante misión: os incumbirá la obligación, pero también el honor de formar un grupo del cual serás, ante vuestra consciencia y ante la humanidad divina, el padre espiritual y en ciertas ocasiones, el tutor moral. No se trata aquí de imponerse convicciones dogmáticas. Ya sea que os consideréis materialista, espiritualista o idealista; que hagáis profesión de cristianismo o de budismo; que os proclaméis libre pensador o que seáis un escéptico total. Ello poco nos importa y no constreñiremos vuestro corazón, planteando a vuestro espíritu problemas que sólo debéis resolver frente a frente con vuestra consciencia y en el silencio solemne de vuestras pasiones apaciguadas.

Suponiéndoos abrazado por un verdadero amor por vuestros hermanos humanos, no busquéis jamás cortar los lazos de la solidaridad que os ligan estrechamente al reino hominal considerado en su síntesis. Pertenecéis a una religión suprema y verdaderamente Universal, puesta que es ella la que se manifiesta y se impone multiforme, es cierto, pero esencialmente idéntica a sí misma bajo los velos de todos los cultos esotéricos, tanto de Occidente como de Oriente.

Psicólogo, dad a este sentimiento el nombre que deseéis: amor, solidaridad, altruismo, fraternidad, caridad... Economista o filósofo, llamadle socialismo o si queréis colectivismo, comunismo... ¡Las palabras no son nada! El místico le honra con los nombres de "Madre Divina" o "Espíritu Santo".

Pero, seas lo que fuereis, no olvidéis jamás que en todas las religiones realmente verdaderas y profundas, es decir, fundamentadas en el esoterismo, la expresión de este sentimiento constituye la enseñanza primera, capital, esencial de este esoterismo mismo. La búsqueda sincera y desinteresada de lo verdadero, ¡he aquí lo que vuestro espíritu se debe a sí mismo! Fraternal mansedumbre a la vista de los otros hombres, es lo que vuestro corazón debe al prójimo. Con excepción de estos dos deberes, nuestra Orden no pretende prescribiros otros, a lo menos de manera imperativa. Ningún dogma filosófico o religioso es impuesto a vuestra fe.

En cuanto a la doctrina, con respecto a la cual os hemos resumido los principios esenciales, os rogamos solamente que meditéis en ella. Es únicamente por medio de la persuasión que la verdad tradicional desea conquistaros a su causa. Hemos abierto frente a vuestros ojos los sellos del libro; pero es a vos a quien corresponde asimilar, primero la letra, y después penetrar en el espíritu de los misterios que este libro encierra. Os hemos endilgado. El rol de vuestros Iniciadores debe limitarse a esto. Si llegáis por vos mismo a la inteligencia de los arcanos, mereceréis el título de Adepto; pero tened muy presente lo que sigue: sería en vano que los magos más sabios de la tierra quisieran revelaros las fórmulas supremas de la ciencia y del poder mágico; la verdad oculta no puede ser transmitida en un discurso; Cada uno debe evocarla, crearla y desarrollarla en sí mismo.

Sois un Iniciado:

Aquel que otros han puesto sobre la vía; esforzaos por llegar a ser un Adepto: aquel que ha conquistado la ciencia por sus propios esfuerzos, en otras palabras, el hijo de sus obras. Nuestra Orden, ya os lo he dicho, limita sus pretensiones a la esperanza de sembrar en un buen terreno, sembrando por todas partes la buena semilla.

Las enseñanzas de los S I son elementales, pero precisas.

Ya sea que este programa particular satisfaga vuestra ambición, ya sea que vuestro destino os conduzca un día hasta el umbral del Templo misterioso, desde donde irradia, a través de los siglos, el luminoso tesoro del esoterismo occidental, escuchad las últimas palabras de vuestros Hermanos Incógnitos; ojala germinen en vuestro espíritu y fructifiquen en vuestra alma. Os insisto que podéis encontrar allí en el criterio infalible del ocultismo y que la clave de la bóveda de la síntesis esotérica está allí, no en otro lugar. Pero, ¿para qué insistir si podéis comprender y creer?

En caso contrario, ¿de que servirá insistir?

Sois libre de considerar lo que me resta por deciros, como una alegoría mística o como una fábula literaria sin importancia, o bien hasta como una audaz impostura. Sois libre de así hacerlo, pero escuchad; ¡sembremos donde puede germinar la semilla! ¡Vamos, sembrad!

En el principio, en la raíz del ser, está lo absoluto.

Lo absoluto, que las religiones denominan Dios, no puede ser concebido y quien pretenda definirlo, desnaturaliza dicha noción al limitarla.

Un Dios definido es un Dios finito (Eliphas Levi).

Pero de este absoluto insondable emana eternamente la díada andrógina, formada de dos principios indisolublemente unidos:

El espíritu vivificador y el Alma Universal.
El misterio de esta unión constituye el Gran Arcano del Verbo.
El Verbo es el hombre colectivo, considerado en su síntesis divina, antes de su desintegración.
Es el Adán Celeste antes de su Caída; antes que este ser universal se moralizará, pasando de la Unidad a la Diversidad; de lo absoluto a lo relativo; de lo colectivo a lo individual; de lo infinito al espacio; y de la eternidad al tiempo.

He aquí algunas nociones de la enseñanza tradicional acerca de la Caída Adánica.

Incitados por un móvil interior, cuya naturaleza esencial debemos callar en esta oportunidad, móvil que Moisés llama "Nahash" y que podemos definir, si queréis, como la sed egoísta de existencia individualizada, un gran número de verbos fragmentarios, consciencias potenciales vagamente animadas a la manera de una emanación en el seno del verbo absoluto, se separaron de ese verbo que les contenía.

Se apartaron ínfimos submúltiplos de la Unidad Madre que les había engendrado. Simples rayos de este sol oculto, hirieron al infinito en las tinieblas de su naciente individualidad, pues deseaban independizarse de todo principio anterior, en una palabra: deseaban autonomía.

Pero, así como el rayo luminoso no tiene sino una existencia relativa, en relación con la fuente que lo ha producido, estos verbos, igualmente relativos, desprovistos de principio auto divino y de luz propia, se fueron obscureciendo a medida que se alejaban del verbo absoluto. Cayeron en la materia, embuste de la sustancia en delirio de objetividad, en la materia que es al no-ser lo que el espíritu es al ser.

Wednesday, August 29, 2018

Las Claves Perdidas de la Francmasonería - Manly Palmer Hall


LAS CLAVES PERDIDAS
DE LA FRANCMASONERÍA


Capítulo I
La Eterna Búsqueda

MASONES, ¡DESPERTAD!

Vuestro credo y la Orden reclaman lo mejor de vosotros;
exigen la santificación de vuestra vida,  la regeneración del cuerpo,
la purificación del alma y la ordenación de vuestro espíritu.
Vuestra es la gloriosa oportunidad;
vuestra la trascendental responsabilidad.

Aceptad la tarea y seguid los pasos de los Maestros
Masones que en el pasado, con el flamígero espíritu de la
Orden, han iluminado el mundo.

Tenéis un gran privilegio,
el privilegio de la obra iluminada.

Conocéis los objetivos para los cuales trabajáis,
mientras muchos otros,  los más,
luchan todavía en las tinieblas.
Vuestros trabajos no deben confinarse únicamente a la Logia,
porque el Masón debe irradiar las cualidades de la Orden.

Su luz debe brillar en el hogar y los negocios,
glorificando así su asociación con sus semejantes.

En la Logia y fuera de ella,
el Masón debe representar la más
elevada fructificación del esfuerzo sincero y ser modelo
de fe y constancia en toda labor que emprenda.

ASÍ SEA

Capítulo I
La Eterna Búsqueda

El común de los Francmasones, así como los modernos estudiosos de los ideales francmasónicos, se dan escasa cuenta de las obligaciones cósmicas que toman a su cargo, desde el momento en que empiezan a investigar las sacras verdades de la naturaleza, tal como constan en los antiguo: y modernos rituales. Pero si miran tan superficialmente sus tareas, y no tienen sobre sí años y años de experiencias, acabarán por considerar a la Francmasonería tan sólo como un organismo social de una antigüedad de pocos años. Deben, pues, darse cuenta de que las antiguas enseñanzas místicas, que se han perpetuado a través de los ritos modernos, son sagradas, y que hay invisibles y desconocidos poderes que moldean los destinos de aquellos que, conscientemente y por su propia iniciativa, toman sobre sí las obligaciones de la Fraternidad.
La Francmasonería no es una cosa material; es una ciencia del alma. No es un credo o una doctrina, sino una expresión universal de sapiente trascendencia (El término está usado aquí como sinónimo de una secretísima y sagrada filosofía que existió siempre, y fue la inspiración de los grandes místicos y sabios de todas las edades, la perfecta sabiduría de Dios que se revela a través de una jerarquía secreta de inteligencias iluminadas). La posterior acción conjunta de los gremios medievales o, inclusive, la construcción del templo de Salomón, como hoy se lo entiende, tiene poco, si es que tiene algo, que ver con el verdadero origen de la Francmasonería, puesto que ella no depende de las personalidades. En su más alto sentido no es ni historia ni arqueología, sino un trascendente lenguaje simbólico que perpetúa, bajo ciertos símbolos concretos, los sagrados misterios de los antiguos. Sólo aquellos que ven en ello un estudio cósmico, el trabajo de una vida, una inspiración divina para pensar mejor, sentir mejor y vivir mejor, con el propósito de obtener la luz espiritual y considerar la vida diaria del verdadero Francmasón como un medio para lograrlo, han conseguido apenas una superficial visión interna de los verdaderos misterios de los antiguos ritos.
La antigüedad de la esencia masónica no puede ser calculada por siglos ni milenios, porque en realidad su origen se limita al mundo de las formas. El mundo, tal como lo vemos, es tan sólo un laboratorio experimental, en el cual el hombre se encuentra tratando de edificar y expresar medios cada vez mayores y más perfectos. Dentro de este laboratorio se filtran miríadas de rayos, que descienden de otras jerarquías cósmicas (Grupo de inteligencias superiores que rigen el proceso creador del cosmos). Tales enormes globos y orbes que concentran sus energías sobre la humanidad y moldean sus destinos, hacen esto dentro del mayor orden, cada cual por su lado y a su modo; el edificio masónico puede constituir el núcleo de acción en que dichas jerarquías puedan manifestarse, puesto que una verdadera logia es la plasmación minimizada del universo, no sólo material sino simbólicamente, y de su labor siempre consagrada a la gloria de su Gran Arquitecto. Libre de limitaciones de credo y secta, el Francmasón debe erguirse como amo de toda fe; el que emprenda el estudio de la Francmasonería sin darse cuenta de la hondura, la belleza y el poderío espiritual de su filosofía, no podrá jamás sacar nada permanente como fruto de sus estudios. La antigüedad de las Escuelas Esotéricas puede ser localizada por el estudiante, muy atrás, en la aurora de los tiempos, edades y periodos que datan de cuando apenas se estaba levantando el templo del Hombre Solar. Aquél fue el primer Templo del Rey, dentro del cual se daban y conservaban los verdaderos misterios de la antigua morada, y fueron los dioses de la creación y el espíritu de la aurora los primeros en techar la logia del Maestro.
El hermano iniciado comprueba que sus llamados símbolos y rituales son meras fórmulas elaboradas por la sabiduría a fin de perpetuar ideas incomprensibles para el hombre medio. También se da cuenta de que sólo algunos Francmasones de hoy saben o aprecian el místico significado que se encierra en los rituales. Con fe religiosa, quizá perpetuamos la forma, adorándola en lugar de la vida, pero aquellos que no han reconocido la verdad en la rigidez del ritual, que no han podido reconocer la esencia a través de su envoltura en palabras bien rimadas, no son Francmasones, a pesar de sus grados ostensibles y de sus honores externos.
En el trabajo que estamos emprendiendo, no tenemos intención de tratar del moderno concepto de la Orden, sino considerar a la Francmasonería como realmente es para aquellos que lo intuyen: un gran organismo cósmico, cuyos verdaderos componentes e hijos se encuentran atados no por medio de promesas verbales, sino por vivencias tan reales que los ponen en condiciones de captar un más allá y laborar a niveles tan sutiles que el materialismo no permite siquiera imaginar. Cuando esta apertura se realiza, y los misterios del universo se extienden ante el aspirante candidato, sólo entonces, en verdad, se descubre, lo que la Francmasonería es realmente. Ya no le interesan más sus aspectos secundarios, porque ha conseguido penetrar en la Escuela de Misterio, a la cual es capaz de reconocer sólo cuando él mismo, espiritualmente, forma parte integral de ella.
Todos los que han examinado y estudiado la antigua sabiduría, no tienen la menor duda de que la Francmasonería, como el universo mismo, que es la más grande de las escuelas, trata de la revelación de un principio triple, porque todo el universo se encuentra bajo el gobierno de los mismos tres poderes, a quienes se suele llamar los constructores del templo masónico. No se trata aquí de personalidades, sino de principios, de energías grandemente inteligentes y de fuerzas que en Dios, el hombre y el universo tienen sobre sí la responsabilidad de moldear la sustancia cósmica dentro de la morada del rey vivo; el templo edificado en las primeras edades de esfuerzo inconsciente, y luego consciente, de cada individuo, el cual expresa en su vida los principios creadores de estas tres potencias. El verdadero afiliado del antiguo Gremio se daba cuenta de que la estructura del templo que se ocupaba en erigir al Rey del Universo, era un deber o, mejor, un privilegio que debía a su Dios, a su hermano y a sí mismo. Se percató de que se deben dar ciertos pasos, y de que su templo debe ser construido de acuerdo con un plan. Hoy día parece, sin embargo, que ese plan se hubiera perdido, pues en la mayoría de los casos, la Francmasonería no es ya un arte operante, sino meramente una idea especulativa, hasta que cada hermano, al leer los misterios de su simbología y percatarse de las hermosas alegorías ocultas en su ritual, viene a caer en la cuenta de que sólo él mismo tiene en sí, las claves y los planos por tan largo tiempo perdidos para su Gremio, y que si pretende enterarse de lo que es el arte real de la construcción simbólica, sólo lo logrará utilizando con pureza los elementos esenciales de su propio ser.
La verdadera Francmasonería es esotérica; no es una cosa de este mundo concreto. Todo cuanto aquí tenemos es sólo un vínculo, medio de manifestación, introducción a través de la cual puede el estudiante pasar hacia lo desconocido. La Francmasonería no tiene mucho que ver con las cosas materiales excepto comprobar que la forma está moldeada por la vida, y manifestar lo que la vida contiene. Consecuentemente, el estudiante trata de moldear su vida de modo que la forma, glorifique a la divinidad cuyo templo está él levantando lentamente en la medida que logre despertar, uno por uno, a los valores que lleva dentro de sí y los dirija para laborar conscientemente en el plan que el destino le ha deparado.
Hasta donde es posible averiguar, la antigua Francmasonería y las hermosas alegorías cósmicas que ella enseña, perpetuándose a través de centenares de logias y antiguos misterios, constituyen la más vieja de las Escuelas iniciáticas de los Misterios (Este es un término usado desde la antigüedad para designar el aspecto esotérico de los ceremoniales religiosos. Al pasar el candidato a través de estos misterios o pruebas, era iniciado en los misterios de la Naturaleza y el aspecto arcánico de la ley natural); y el haber subsistido a través de las edades no ha dependido de sí misma, como un organismo exotérico de individuos parcialmente evolucionados, sino de la hermandad oculta, del lado esotérico de la Francmasonería. Todas las grandes Escuelas de Misterios tienen jerarquías según los planos espirituales de la Naturaleza, los cuales se expresan por sí mismos, en este mundo, mediante credos y organizaciones. Cuando el verdadero estudiante trata de surgir por sí mismo del cuerpo exotérico hacia lo espiritual, al par que trata de juntarse al grupo esotérico, que, aunque carente de morada (o logia) en el plano físico de la Naturaleza, es muchísimo más grande que todas las logias juntas, para las que se convierte en el fuego central. Los instructores espirituales de la humanidad deben trabajar en un mundo concreto, con motivos comprensibles a la inteligencia humana y así es como el hombre empieza a entender el significado de las alegorías y los símbolos que circundan su tarea exotérica tan pronto como se encuentra preparado para recibirlos. El verdadero Francmasón se da cuenta de que el Trabajo que en el mundo realizan las Escuelas de Misterio es de índole más bien inclusiva que exclusiva, y que la única logia suficientemente amplia para expresar sus ideales es aquella cuya cúpula son los cielos, cuyas columnas los límites de la creación, cuyo cuadriculado piso se halla compuesto por las entrecruzadas corrientes de las emociones humanas y cuyo altar reside en el humano corazón. Los credos no pueden atar al verdadero buscador de la verdad. Al percatarse de la unidad de ésta, el Francmasón comprueba también que las jerarquías con las que él colabora le han transmitido, en diferentes grados, los místicos rituales espirituales de todas las Escuelas del pasado, y que si se arriesga a ocupar un puesto en el plan, no debe entrar a este sagrado estudio teniendo en vista lo que pueda sacar de él, sino en lo que puede ser útil en la expansión de esta trascendental labor.
En la Francmasonería yace oculto el misterio de la evolución, igual que la solución al problema de la existencia y la ruta que el estudiante debe seguir con el objeto de unirse conscientemente a aquello que realmente constituye los poderes latentes tras de los procesos nacionales e internacionales. El verdadero estudiante comprueba, sobre todo, que la obtención de grados no convierte al hombre en un Francmasón. Un Francmasón no es el producto de un nombramiento; es un evolucionado, y debe darse cuenta de que el lugar que ocupa en la logia exotérica no significa nada en comparación con su puesto en la logia espiritual de la existencia. Debe descartar, para siempre, la idea de que puede ser instruido en los Misterios sagrados (o que le pueden ser comunicados oralmente); o que el ser miembro de una organización basta para mejorarlo en todo aspecto. Debe comprender que su deber consiste en construir y desarrollar las trascendentales enseñanzas en su propio ser: que nada, salvo su propio ser purificado, puede abrirle la puerta de los impenetrables arcanos de la conciencia humana, y que sus ritos masónicos deben ser eternamente especulativos hasta que los haga operantes, viviendo la vida del Francmasón místico. Sus responsabilidades kármicas aumentan con sus oportunidades. Los que se hallan rodeados de sabiduría y oportunidad para progresar por sí mismos y no aprovechan tales oportunidades, son obreros perezosos que, espiritual, si no físicamente, serán arrojados del templo del Señor.
La Orden Masónica no es una mera organización social, sino que está compuesta por todos cuantos se han comprometido ante sí mismos y ante sus hermanos a aprender y practicar juntos los principios de misticismos y de los ritos ocultos, no por antiguos menos eternos. Son (o deberían ser) filósofos, sabios, individuos de mente equilibrada, dedicados a la Francmasonería, y comprometidos en aquello que más quieren: trabajar para que el mundo sea mejor, más sabio y más feliz, porque ellos lo vivieron. Los que penetran el valor de estos ritos y pasan entre columnas buscando prestigio o ventajas de índole material, son blasfemos, y aunque en este mundo podamos considerarlos como gente de éxito, en realidad los fracasos cualitativos les han cerrado las puertas del verdadero rito, cuya clave es el desinterés y cuyos obreros han renunciado a los bienes tangibles del momento.
En épocas pretéritas se requerían muchos años de preparación para que el neófito lograra la oportunidad de ingresar al templo de los Misterios. De este modo, el frívolo, el curioso, el débil de corazón, y los incapaces de resistir las tentaciones de la vida, eran automáticamente eliminados por su incompetencia para llenar los requisitos de admisión. El candidato triunfante a su paso entre columnas, ingresaba al templo dándose cuenta perfecta de su sublime oportunidad, de su trascendente obligación, y del místico privilegio ganado por sí mismo en el curso de años de ardua preparación. Sólo son verdaderamente Francmasones los que ingresan al templo reverentemente, los que no buscan ni loas efímeras, ni cosas de la vida, sino los tesoros eternos, y cuyo único deseo es conocer el verdadero misterio de la Orden en donde pueden reunirse como honestos obreros con los que vivirán como constructores del Templo Universal en el futuro.
El Ritual masónico no es una ceremonia, sino una vida que vivir. Sólo son verdaderamente Francmasones aquellos que, habiendo dedicado sus vidas y fortunas al altar de la llama eterna, emprenden la construcción de un edificio universal del cual son conscientes, y su Dios, el arquitecto viviente. Cuando tengamos Francmasones así, la Orden volverá a ser operante, el flamígero triángulo brillará con redoblado esplendor, el difunto hacedor se levantará de su tumba y la Palabra perdida, tanto tiempo oculta al profano, se revelará otra vez, con el poder que renueva todas las cosas.  En las páginas que siguen aparece alguna cantidad de pensamientos para estudio y meditación de los hermanos, los constructores de su templo interior. Son claves que, sólo leídas y no profundizadas dejarán al estudiante todavía en estado de ignorancia; pero que, de ser vividas, lograrán transformar a la Francmasonería predominantemente especulativa de hoy en la Francmasonería operante del mañana, en que cada Masón, dándose cuenta de su propio puesto, verá cosas que nunca viera antes, no porque ellas no estuvieran presentes, sino porque era él quien estaba ciego. Y no hay más ciego que el que no quiere ver.


Manly Palmer Hall