Thursday, July 21, 2016

El Arrianismo


EL ARRIANISMO

El arrianismo debe su nombre al obispo Arrío (256-336), quién se formó en Antioquía, fue sacerdote de Alejandría y después obispo libio, y desde   aproximadamente el 318 d. C. difundió   la creencia de que no hay tres personas en Dios, sino una sola persona, el Padre.

Afirmaba que Jesucristo no era Divino, sino alguien que fue creado por Dios para apoyarlo en su Plan. Al ser creado por Dios, hubo un tiempo en el que no existía, deduciéndose de esto que el Verbo no es eterno, o sea no es Divino. En poco tiempo, con estas ideas, consigue formar un gran grupo de seguidores en Alejandría. La ortodoxia reveló siempre que Cristo era Dios encarnado en un hombre, no era un hombre influido ni creado por Dios, era Dios, y jamás retrocedió de esta afirmación. Sin embargo, al ser esto considerado como un misterio, es comprensible que no fuera aceptado por muchísima gente que, como los seguidores de Arrio, se inclinaban por pensamientos más racionales, por lo tanto, más inteligibles.

En 320 d. C. Alejandro, obispo de Alejandría, convoca un sínodo de más de cien obispos de Egipto y Libia que excomulga a Arrio por sus ideas heréticas. El arrianismo, sin embargo, se extiende por todo el oriente rápidamente, sobre todo en las grandes masas de gente humilde, campesinos, siervos y soldados.

En 325 d. C. Constantino convoca el concilio de Nicea, que condena al   arrianismo a instancias del diácono de Alejandría y jefe del partido anti-arriano, San Atanasio, que consigue crear una definición de la fe ortodoxa:

"Creemos en un solo Dios Padre omnipotente... y en un solo Señor Jesucristo Hijo de Dios, nacido unigénito del Padre, es decir, de la sustancia del Padre, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no hecho, consustancial al Padre..."

Arrio fue condenado al destierro, al igual que Eusebio de Nicomedia y otros muchos partidarios.

A pesar de las duras conclusiones del concilio de Nicea, Constantino, al que probablemente le preocupara más el apoyo que podía lograr del cristianismo que la doctrina en sí, fue convencido por su entorno para perdonar a Eusebio, y poco a poco a todos los demás, incluso a Arrio, pero este muere en 336 d. C. antes de poder regresar.

A la muerte de Constantino, su hijo Constancio (337-361) apoyó al arrianismo, que terminó introduciéndose en casi todo el ejército y en los numerosos bárbaros que vivían en el Imperio y que lo llevarían luego a occidente.

En un concilio celebrado en Antioquía en 341d. C., Eusebio de Nicomedia logró hacer aceptar varias fórmulas de la doctrina arriana sobre la naturaleza de Cristo, pero tuvo tal oposición que los emperadores, Constancio en oriente y Constante en occidente llamaron a un concilio en Sárdica (Sofía) que eliminó todas las herejías del concilio de Antioquía y depuso a varios obispos arrianos, reponiendo a muchos ortodoxos, entre ellos Atanasio, anteriormente proscrito.

A la muerte de Constancio en 361d. C., el arrianismo se quedó sin su protector, y poco a poco fue prohibido en todo el Imperio, bajo la guerra declarada de los Padres de la Iglesia, los capadocios San Basilio y San Gregorio Nacianceno.

La muerte oficial del arrianismo se produjo en el Concilio de Constantinopla de 381 d. C., aunque siguió vivo por muchísimos años, pero con muy pocos seguidores.



Thursday, July 14, 2016

La Última Hora De Vida


La Última Hora De Vida

 G. I. Gurdjieff

Imagina, que sólo tienes unos pocos minutos, tal vez una hora para vivir; de alguna manera has descubierto exactamente cuándo morirás. ¿Qué harías con esta preciosa hora de estadía en la Tierra? ¿Serías capaz de completar todas tus cosas en esta última hora, tienes una idea consciente sobre cómo hacerlo?
Y soltando tu último aliento ¿Sentirías satisfacción al saber que has hecho todo lo posible en esta vida, para darte cuenta que estás presente constantemente, siempre vibrando, siempre esperando, como un hijo esperando a su padre marinero? En el mundo manifestado todo tiene su principio y su final. En el Mundo Real, todo está siempre presente y un hermoso día se te permitirá olvidar todo y dejar el mundo “para siempre”.
La libertad vale un millón de veces más que la liberación. El hombre libre, aunque esté en esclavitud, sigue siendo un maestro de sí mismo. Por ejemplo, si te doy algo, digamos un coche, el cual no tiene combustible, el coche no se puede mover. Tu coche necesita un combustible especial, pero solamente tú puedes definir qué tipo de combustible se necesita y dónde conseguirlo.
Tienes que definirte a ti mismo, como digerir mis ideas para hacerlas tuyas, para que te pertenezcan sólo a ti. Tu coche no puede trabajar con el mismo combustible con el que trabaja el mío. Te sugiero sólo el material principal. Tienes que sacar de éste lo que puedas usar. Entonces, más valerosamente, siéntate al volante.
La vida orgánica es muy frágil. El cuerpo planetario puede morir en cualquier momento. Siempre está a un paso de la muerte. Y si te las arreglas para vivir un día más, es sólo una oportunidad accidental dada por la naturaleza. Si pudieras vivir una hora más, puedes considerarte una persona afortunada. Desde el momento de la concepción estamos viviendo tiempo prestado.
Viviendo en este mundo tienes que sentir la muerte cada segundo, así que resuelve todos tus asuntos pendientes, incluso en tu última hora, ¿Pero cómo puede alguien saber exactamente cuál es su última hora? Para sentirte seguro reconcíliate con la naturaleza y contigo mismo en cada hora que se te dé, entonces nunca se te encontrará desprevenido. Al hombre se le tiene que enseñar esto empezando desde la escuela: como respirar, comer, moverse y morir mejor. Esto tiene que convertirse en una parte de un programa educacional. En este programa es necesario incluir la enseñanza sobre cómo darse cuenta de la presencia del “Yo” y también cómo establecer conciencia.
Pregunta: ¿Cómo actuar si no sientes que hay algo sin acabar?
Gurdjieff contestó después de una pausa. Respiró profundamente y respondió:
Pregúntate quien estará en dificultades si mueres como un perro. En el momento de la muerte tienes que estar totalmente consciente de ti mismo y sentir que has hecho todo lo posible para usar todo, dentro de tus capacidades, en esta vida que te fue dada.
Ahora no sabes mucho sobre ti mismo. Pero con cada día que excaves más y más profundamente dentro de este montón de huesos empezarás a saber más y más detalles. Día a día encontraras lo que deberías haber hecho y lo que tienes que rehacer dentro de las cosas que has hecho. Un hombre de verdad, es aquel que pudo tomar de la vida todo lo que era valioso de esta, y decir: “Y ahora puedo morir”. Debemos tratar de vivir nuestras vidas de manera que podamos decir cualquier día: “Hoy me puedo morir sin arrepentirme de nada”.
Nunca gastes infructuosamente tu última hora de vida, porque se puede volver la hora más importante para ti. Si la usas incorrectamente, puedes arrepentirte después. Esta sincera emoción que sientes ahora, puede convertirse para ti en una poderosa fuente de la fuerza que te puede preparar para una muerte perfecta. Sabiendo que la próxima hora se puede volver la última para ti, absorbe las impresiones que te convertirán en un verdadero gourmet. Cuando la dama de la muerte te llame, prepárate, siempre. El maestro sabe cómo tomar de cada deliciosa pieza el último trozo de lo más valioso. Aprende a ser el maestro de tu vida.
Cuando era joven, aprendí a preparar fragancias. Aprendí a extraer la esencia de la vida, sus cualidades más sutiles. Busca en todo lo más valioso, aprende a separar lo fino de lo grosero. El que ha aprendido como extraer la esencia, lo más importante de cada momento de la vida, ha alcanzado un sentido de calidad.
Es capaz de hacer con el mundo algo que no puede hacer un aborigen.
Puede ser que en los últimos momentos de tu vida no tengas la opción de donde y con quien estar, pero tendrás la opción de decidir qué tan completamente los vivirás. La habilidad de tomar lo valioso de la vida – es la misma que la de tomar lo más valioso de la comida, del aire y de las impresiones, las substancias necesarias para desarrollar tus cuerpos superiores. Si quieres tomar de tu vida lo más valioso para ti mismo, tiene que ser por el bien de lo superior; es suficiente dejar sólo un poco para ti mismo. Trabajar en ti mismo por el bien de otros es una manera inteligente de recibir lo mejor de la vida para ti. Si no estás satisfecho con la última hora de tu vida, puede que tampoco lo estés con tu vida entera. Morir, significa pasar a través de algo que es imposible repetir de nuevo. Gastar tu precioso tiempo en nada, significa privarte de la oportunidad de extraer lo más valioso de la vida.
En este mundo, vivir la vida, de principio a fin, significa otro aspecto de lo Absoluto. Todos los más grandes filósofos, se prepararon cuidadosamente para la última hora de su vida. Y ahora te daré el ejercicio para prepararte para tu última hora en la Tierra. Trata de no malinterpretar ninguna palabra del ejercicio dado.

El Ejercicio
Recuerda la hora que ha pasado, como si fuera tu última hora en la Tierra, y que justo acabas de darte cuenta de que has muerto. Pregúntate, ¿Estabas satisfecho en esa hora?
Y ahora reanímate a ti mismo de nuevo y establece el objetivo para ti mismo. En la próxima hora (si eres afortunado para vivir una más) trata de extraer de la vida un poco más de lo que hiciste en la ultima hora. Define, donde y cuando deberías haber estado más consciente, y en donde deberías haber puesto más fuego interno.
Y ahora abre más tus ojos, y con esto me refiero a abrirte más posibilidades, sé un poco más valiente de lo que fuiste en la hora anterior. Ya que sabes que esta es tú ultima hora y que no tienes nada que perder, intenta ganar más valentía, por lo menos ahora. Desde luego, no tienes que hacer tonterías.
Llega a conocerte mejor, mira a tu máquina como si la vieras desde afuera. Ahora, cuando estás muriendo, no tiene sentido mantener tu reputación y prestigio.
De ahora en adelante, hasta la verdadera última hora, aspira con persistencia para recibir lo más valioso que puedas de la vida, desarrolla tu intuición. Toma sólo unos pocos momentos cada hora para mirar a la hora que ha pasado, sin juicios, y después sintonízate para extraer más de la siguiente hora.
Si consideramos cada hora como una unidad de vida independiente, intenta hacer lo máximo que puedas para usar cada unidad completamente. Esfuérzate y encuentra la manera de hacer en la siguiente hora mucho más que en la anterior, pero también se consciente de que te has encargado de las deudas que has acumulado hasta ahora. Aumenta la auto-exploración y el auto-conocimiento, y también aumenta la habilidad de dominarte a ti mismo, esto cambiara el trabajo de tu máquina, que siempre está fuera de control. Y estas habilidades se pueden convertir en el indicio de los verdaderos cambios. Y es absolutamente intrascendente lo que la máquina piense sobre esto.
Vivir el resto de tu vida ensayando tu muerte cada hora, no es nada patológico. Nadie recibe más de la vida que el paciente con cáncer, que sabe aproximadamente cuando morirá. Y desde que él ya reconoció como desea pasar el resto de su vida, no tendrá que hacer el cambio total en ésta, pero podrá ir a algún lugar, a donde siempre deseó ir, que no lo haría en otras circunstancias.
El hombre que sabe que morirá pronto, tratará de usar al máximo cada hora del resto de su vida. Esto es exactamente a lo que Cristo se refería cuando dijo que los últimos días vendrán pronto, los días anteriores al Juicio Final. Todos estamos parados frente al Juez, pero no son los otros los que nos juzgan, sino nosotros mismos los que hacemos la última estimación de nuestra vida. No tenemos que fallar el examen más importante, en donde el juez más serio somos nosotros mismos.
Cada momento; por sí solo, representa la partícula de la Creación eterna. Por lo tanto, a cada momento al que podemos extraer las sustancias más sutiles, a eso podemos llamarle “la esencia de la vida”.
Imagina la sustancia “aire” o la sustancia “impresiones”. Finalmente, dibuja en tu cabeza la sustancia “momento”. Si, hasta los momentos del tiempo son sustancias.
Si pudiéramos extraer las sustancias más finas de las más groseras, tarde o temprano tendríamos que pagar por esto. Esta ley es llamada La Ley del Equilibrio. Por esto aprenderemos a pagar inmediatamente por aquello que recibimos de la vida. Sólo entonces, no tendremos ninguna deuda. Pagar inmediatamente – a esto se le llama “obra real”. “Hacer” – es pensar, sentir, actuar, pero “obra real,” es pagar inmediatamente.
Hacer – sólo puede significar una cosa: extraer la esencia de cada momento de la vida; y al mismo tiempo, pagar todas las deudas a la naturaleza y a ti mismo. Pero solamente cuando tienes “Yo,” puedes pagar inmediatamente.
La vida real no es un cambio de actividad, sino un cambio en la calidad de la actividad. El destino, es el destino. Cada uno de nosotros tiene que encontrarse a sí mismo en el orden total de las cosas. No es tarde para empezar a hacerlo ahora, aunque has pasado la mayor parte de tu vida dormido. Empezando desde hoy puedes comenzar a prepararte para la muerte; y al mismo tiempo, aumentar tu calidad de vida. Pero no pospongas el comienzo, tal vez de verdad sólo tienes una hora más de vida.
Pregunta: ¿Podemos compartir esto con otros? Pienso que es muy importante lo que escuchamos sobre esto esta tarde.
Puedes volver a contarlo palabra por palabra, pero hasta que no lo hagas por ti mismo, no significara nada para otros. La existencia, es el medio o el instrumento para la acción. Piensa en esto, y encontraras el por qué.
Pregunta: Por lo tanto, ¿No podemos pagar las deudas si no existimos, o si nuestro “Yo” está ausente?
¿Por qué tienes tanta necesidad de pagar? ¿Pagar para qué? Si la vida es sólo una coincidencia, entonces no hay necesidad de continuar. Esto no significa que tienes que terminar tu vida con un suicidio. Lo opuesto, tienes que poner todo tu esfuerzo en “vivir”. El hombre ordinario siempre vive, solamente yendo con la corriente. No sólo está dormido, está absolutamente muerto. Para vivir realmente, es necesario apoyar los esfuerzos de la naturaleza, para tomar activamente de la vida, y no actuar pasivamente, a donde sea que fluya.
Para extraer lo más valioso de la vida, tienes que poder manejar tus emociones. Mira que tan justamente puedes estimarte. Mírate atentamente, y encontraras varias extraordinarias maneras de ser justo. Cada vez, date cuenta de los diferentes momentos en que el deseo aparece. Actúa como antes, pero siempre estás consciente de su presencia. Transporta al mundo la parte de tu sangre, pero la de nivel superior.
Al final de cada hora; después que hayas estimado su utilidad, imagina que despertaste en lo absolutamente desconocido en comparación a la anterior que pasó. Es importante notar que la aparente continuidad de la última hora, realmente está cambiando con cada hora, aunque las cosas y personas parecen las mismas de antes. Con el tiempo, aprenderás a verte a ti mismo como un espíritu de una sustancia especial, que viene de un mundo a otro, como un huésped sin invitación de la naturaleza.
Mirando desde este punto de vista, evalúa todo lo que hagas en tu vida. Mira los resultados de todos tus esfuerzos del pasado y piensa qué sentido tienen ahora, en tu última hora de vida. Aquellos que están involucrados en el Trabajo están muertos a este mundo; y al mismo tiempo, están más vivos en este mundo que nadie más. Trabajo; algo extraño e impredecible, pero para muchos es imposible vivir sin él.
El modo ordinario de entender la vida es vanidad de vanidades. Por más grande que sea el resultado es de acuerdo a las medidas terrestres, tarde o temprano fallará. Hasta la arena está siendo hecha polvo por el tiempo. Hasta las personas más relevantes de la historia, han sido olvidadas. Para entender las posibilidades reales de este mundo, es necesario encontrar lo que podemos alcanzar en este mundo; que será bastante útil, en el Mundo Real.
Mira atentamente a las vidas de todas las personas más grandes, aquellos que dirigieron ejércitos, que tuvieron poder sobre otros. ¿Cuál es el beneficio para ellos de todas sus grandes acciones ahora, cuando están muertos? Incluso; cuando estaban vivos, todas estas grandes acciones no fueron más que sueños vacíos. No estamos aquí para elogiarnos a nosotros mismos o para probarnos a nosotros mismos. Lo más repugnante en el hombre ordinario, es la habilidad de satisfacer rápidamente a su carne.
La mayoría de las personas encuentran muchas excusas para no trabajar en sí mismos. Están en una completa prisión de sus debilidades. Pero justo ahora no hablamos sobre ellos, sino sobre ti.
Entiéndeme bien, no necesito seguidores, estoy más interesado en encontrar a los buenos organizadores, los verdaderos guerreros del nuevo mundo. Comprendo las debilidades de la organización, porque justo hora no hablamos sobre la organización habitual que consiste de iniciados.
Te recuerdo una vez más, aprende a vivir cada una de tus horas con un beneficio más grande. Crea un detallado plan de tu última hora de vida. Para entender cómo debería morir uno, deberías de hacer crecer raíces más profundas en la vida, sólo entonces podrás morir como un ser humano, no como un perro. Aunque, esto no es dado a todo el mundo – morir. Puedes convertirte en abono para nuestro planeta, pero realmente no significa morir. Morir a este mundo para siempre, es un honor que tienes que pagar con Trabajo Consciente y Sufrimiento Intencionado. Tienes que ganártelo.
Trata de imaginarte a ti mismo – relativamente – claramente en tu última hora sobre la Tierra. Escribe un tipo de guión de esta última hora, como si estuvieras escribiendo el guión para una película. Pregúntate: “¿Así es como quiero disponer de mi vida?” Si no estás satisfecho con la respuesta, rescribe el guión hasta que te guste.
Mira a la vida como un negocio. El tiempo es tu dinero para la vida. Cuando vienes a este mundo, se te dio una cantidad definitiva de dinero y no puedes excederla. El tiempo es la única moneda con la cual pagas por tu vida. Ahora mira como usaste la mayor parte de éste de una manera estúpida. Ni siquiera has alcanzado el objetivo principal de la vida, tener descanso. Fallaste como hombre de negocios, y como usuario de vida, te engañaste a ti mismo. Toda tu vida pensaste que todo se te ha dado gratis, y ahora de repente descubriste que no es gratis. Pagas por usar el tiempo, éste es por qué cada momento de tu estadía aquí, cuesta algo.
¿Entonces cómo podría ser posible para ti rembolsar por lo menos estas pérdidas? Comprueba, ¿si el déficit de tu cuenta bancaria es sólo temporal, o es quizá constante? ¿Perdiste el tiempo o pudiste invertirlo con éxito? Si has gastado todo tu dinero en vacaciones; entonces, no hay nada que hacer más que arrepentirte por el pasado.
Durante muchos años, has estado gastando tu vida como si tus padres te hubieran dado una cuenta bancaria con crédito ilimitado. Pero ahora, la cantidad se terminó y te das cuenta que estas solo por completo y no hay nadie a quien recurrir. No hay más tiempo en tu cuenta bancaria. Ahora te ves forzado a ganar cada hora de tu vida. Toda tu vida te comportaste como un niño; y gastaste el tiempo, tal como lo hace una pareja de recién casados en su luna de miel.
Nuestro principal enemigo, que nos impide aplicar los esfuerzos necesarios, es la desesperanza. Sé que tienes muchas excusas para no prepararte para tu última hora de vida. El hábito es una gran fuerza, pero empezando una vez, puedes aprender a hacerlo cada vez más y más.
No te enredes todo el día, esfuérzate al menos una hora al día para hacer un esfuerzo; de lo contrario, perderás todo. Piensa sobre el ensayo de tu última hora como si fueran ejercicios de ballet, tienes que hacerlo toda tu vida.

Yo dedico cuatro horas al día a este ejercicio; pero cuando era joven, le dedicaba el doble.


Tuesday, July 12, 2016

Manual Del Caballero Rosacruz

Hermano, ya llegaste a la Puerta del Templo


MANUAL DEL CABALLERO ROSACRUZ
Aldo Lavagnini “Magister”

LA HORA MÍSTICA
El conjunto de circunstancias simbólicas que acabamos de describir, señala al mismo tiempo la hora histórica en que se reabren o se reasumen los trabajos de la mística Fraternidad del Espíritu en el mundo, y aquel particular momento, en la vida individual, en el cual una crisis espiritual particularmente profunda, intensamente vivida y sentida, siendo el fruto de una anterior maduración, prepara un renacimiento interior, comparable con aquél que transforma físicamente el gusano en mariposa, por medio de la crisis de su crisálida.
Dicha hora viene históricamente, para el mundo todo, o bien para una determinada ecuménica, o para un organismo social, precisamente cuando los valores espirituales que anteriormente lo animaban y le sostenían, envejecen, decaen y desaparecen como tales por efecto de la general incomprensión de las nuevas generaciones, que cesan de vivirlos y sentirlos, y no llegan a ser más sino escombros y supersticiones. Entonces es cuando los templos del pasado no son en realidad más que ruinas, aunque todavía puedan conservarse sus edificios, como la momia o el cadáver de ser viviente; la verdadera luz que es el Sol del mundo exterior y la estrella del mundo interior, sigue todavía brillando en las tinieblas dado que de por sí es inextinguible pero, éstas no comprenden y, por lo tanto, trabaja para manifestarse en una forma más adecuada y adaptada para el nuevo espíritu del tiempo.
Este trabajo de la luz, parangonadle a los dolores de la mujer preñada que está para parir, al que cooperan todas las Fuerzas Espirituales que guían y dirigen a la humanidad en una senda de progreso constante e ininterrumpido -a pesar de los aparentes movimientos retrógrados, en todo semejantes a los de los planetas, según aparecen desde la tierra- es la realidad histórica simbolizada por la hora en que se resumen los trabajos de los CC.·. RR.·.
La hora individual, en la cual el discípulo pone resueltamente el pie en el Recto Sendero Vertical que simboliza la línea mayor de la Cruz, para finalmente abrirse con su propia conciencia, como la rosa mística, descansando en una más plena realización espiritual, es semejante a la hora histórica descrita.
Siempre viene un momento para cada cual, cuando los valores espirituales que hasta entonces han sostenido, animado e impulsado la existencia, parecen desfallecer y caer, y esa comparativa impotencia puede causar la más honda desesperación.
Realmente las columnas se han roto y los instrumentos que hasta el momento nos habían servido perfectamente para resolver satisfactoriamente nuestros problemas y dificultades, caen en pedazos de nuestras manos y se hacen impotentes delante de la crisis actual.
Hemos perdido la palabra, el Logos animador de nuestras mejores esperas: la luz del ideal se ha apagado en nosotros, y estamos ahora en las tinieblas. ¿Qué hay que hacer? Proceder a la búsqueda de nuevas columnas, y nuevos instrumentos, de una nueva palabra, y de una nueva luz ideal. Proceder al reconocimiento de nuevos valores espirituales, o sea, ingresar en una nueva, más elevada y más profunda percepción, visión y conciencia de la Realidad. Subir, elevamos de un paso, sobre nuestra personalidad ilusoria -sobre el actual reflejo de nuestro yo- en una mejor realización operativa de nuestro Ser verdadero, utilizando la piedra, en que hemos tropezado, como una grada para ascender más arriba.
Recogemos en silencio, sobre la pequeña vislumbre de la fe, en nosotros mismos, en la vida y sobre todo en el principio y realidad de ésta, buscando con esa luz una nueva esperanza y un nuevo amor, un nuevo interés que pueda sostenemos y hacemos progresar, de manera que esa aparente ruina y ese decaimiento, esa misma desesperación, nos conduzcan a renacer, y renovar de esta manera la vida interior como la exterior.


Monday, July 4, 2016

Carta a los Verdaderos Discípulos de Hermes



CARTA A LOS VERDADEROS
DISCÍPULOS DE HERMES

CONTIENE LAS SEIS LLAVES PRINCIPALES
EN LAS QUE SE DIVIDE LA FILOSOFÍA DE HERMES

      Si esta carta la hubiese redactado para convencer de la verdad de nuestra Filosofía a aquellos que se imaginan que no es más que una idea vana y una vulgar Paradoja, seguiría el ejemplo de varios maestros de este gran arte; trataría de convencer de sus errores a estos espíritus, demostrándoles la solidez de los principios de nuestra ciencia, apoyados en las leyes y en las operaciones de la naturaleza, y sólo hablaría ligeramente de lo concerniente a su práctica. Pero tengo un propósito muy diferente y sólo escribo para vosotros, sabios discípulos de Hermes y verdaderos hijos del Arte, de manera que mi único fin es serviros de guía en un camino tan difícil de andar sin perderse. Nuestra práctica es en efecto un camino en la arena, donde hay que orientarse por la estrella del Norte, más que por las huellas que pueden verse impresas en él. La confusión de los rastros, que un número casi infinito de personas dejaron en él, es tan grande y se encuentran tantos senderos diferentes, que llevan casi todos a horribles desiertos, que es casi imposible no desviarse del verdadero camino, que sólo los sabios favorecidos por el Cielo supieron felizmente descubrir y reconocer.
     Esta confusión detiene en seco a los hijos del arte, a unos desde el principio, a otros en la mitad de este camino Filosófico, y a algunos incluso cuando se acercan al término de este penoso viaje y empiezan a descubrir el final feliz de su empresa, pero que no se dan cuenta de que el poco camino que les falta por hacer es el más difícil. Ignoran que los envidiosos de su dicha excavaron fosos y precipicios en medio del camino y que, si no conocen los rodeos secretos, con los que los sabios evitan estas peligrosas trampas, pierden lamentablemente toda la ventaja que habían conseguido, al mismo tiempo que se imaginan haber superado todas las dificultades.
     Os confieso sinceramente, que la práctica de nuestro arte es la cosa más fácil del mundo, no en lo que respecta a sus operaciones, sino por las dificultades que hay para aprenderlo distintamente en los libros de los Filósofos: pues si de una parte es llamada con razón juego de niños, de otra requiere que los que buscan la verdad por su trabajo y su estudio, tengan un conocimiento profundo de los Principios y de las operaciones de la naturaleza en los tres géneros; pero particularmente en el género mineral y metálico. Es un punto muy grande encontrar la verdadera materia que es el sujeto de nuestra obra; para ello hay que perforar mil velos oscuros en los que está envuelta; hay que distinguirla por su propio nombre entre un millón de nombres extraordinarios, con que la han designado diversamente los Filósofos; hay que comprender todas sus propiedades y juzgar todos los grados de perfección que el arte es capaz de darle; hay que conocer el fuego secreto de los sabios que es el único agente que puede abrir, sublimar, purificar y disponer la materia para ser reducida a agua; para esto hay que penetrar hasta la fuente divina del agua celeste que opera la solución, la animación y purificación de la piedra; hay que saber convertir nuestra agua metálica en aceite incombustible por la entera solución del cuerpo al que debe su origen, y para este efecto hay que hacer la conversión de los elementos, la separación y la reunión de los tres principios; hay que aprender cómo debe hacerse un Mercurio blanco y un Mercurio citrino; hay que fijar este Mercurio, alimentarlo con su propia sangre, a fin de que se convierta en azufre fijo de los Filósofos. Éstos son los puntos fundamentales de nuestro arte; el resto de la obra se encuentra enseñada con bastante claridad en los libros de los Filósofos para que no haga falta una explicación más amplia.
     Como hay tres reinos en la naturaleza, hay también tres medicinas en nuestro arte, que hacen tres Obras diferentes en la práctica y que no son empero más que tres grados diferentes que elevan nuestro elixir a su última perfección. Estas importantes operaciones de las tres Obras están reservadas bajo la Llave del secreto para todos los Filósofos, a fin de que los sagrados misterios de nuestra divina Filosofía no sean revelados a los profanos; pero a vosotros, que sois hijos de la ciencia y que podéis entender el lenguaje de los Sabios, os serán abiertas las cerraduras y tendréis las Llaves de los preciosos tesoros de la naturaleza y del arte, si dedicáis todo vuestro espíritu a comprender lo que he pretendido deciros, en términos todo lo inteligibles que sea necesario, para los que están predestinados como lo estáis vosotros, al conocimiento de estos sublimes misterios. Quiero poner en vuestra mano seis Llaves con las cuales podréis entrar en el santuario de la Filosofía, abrir todos sus reductos y llegar a la comprensión de las verdades más ocultas.

PRIMERA LLAVE

     La primera Llave es la que abre las prisiones oscuras, en las cuales está encerrado el azufre; es ella quien sabe extraer la semilla del cuerpo y que forma la Piedra de los Filósofos por la conjunción del varón con la hembra, del espíritu con el cuerpo, del azufre con el Mercurio. Hermes mostró claramente la operación de esta primera Llave con estas palabras: De cavernis metallorum occultus est, qui lapis est venerabilis, colore splendidus, mens sublimis, et mare patens; esta piedra tiene un resplandor brillante, contiene un espíritu de origen sublime, es el mar de los Sabios, en el cual pescan su misterioso pez. El mismo Filósofo señala aún más particularmente el nacimiento de esta admirable Piedra, cuando dice: Rex ab igne veniet, ac conjugio gaudebit, et occulta patebunt. Es un Rey coronado de gloria que nace en el fuego, que se complace con la unión a la esposa que le ha sido dada, es esta unión la que pone de manifiesto lo que antes estaba. oculto.
     Pero antes de seguir adelante, tengo que daros un consejo que no os será de poca utilidad, y es que penséis que como las operaciones de cada una de las tres obras tienen muchas analogías y relaciones entre sí, los Filósofos hablan adrede de ellas en términos equívocos, a fin de que los que no tienen ojos de lince, se desorienten y se pierdan en este laberinto, del que es muy difícil salir. En efecto, cuando uno se imagina que hablan de una obra, tratan frecuencia de otra; tened pues cuidado de no dejaros engañar: pues es verdad que en cada obra debe el sabio Artista disolver el cuerpo con el espíritu, debe cortar la cabeza del cuervo, blanquear el negro y enrojecer el blanco; sin embargo, es propiamente en la primera operación que el Sabio Artista corta la cabeza. al negro dragón y al cuervo. Hermes dice que es aquí donde comienza nuestro arte: quod ex corvu nascitur, hujus artis est principium. Considerar que es por la separación del humo negro, sucio y hediendo del negro muy negro, que se forma nuestra piedra astral, blanca y resplandeciente que contiene en sus venas la sangre del pelícano; es con esta primera purificación de la Piedra y con esta blancura reluciente que termina la primera Llave de la primera obra.



SEGUNDA LLAVE

     La segunda Llave disuelve el compuesto o la Piedra y empieza la separación de los Elementos de una manera Filosófica; esta separación de los elementos sólo se hace elevando las partes sutiles y puras por encima de las partes crasas y terrestres. El que sabe sublimar la Piedra Filosóficamente, merece con justo titulo el nombre de Filósofo, puesto que conoce el fuego de los Sabios, que es el único instrumento que puede operar esta sublimación. Ningún Filósofo ha revelado jamás abiertamente este fuego secreto y este poderoso agente que opera todas las maravillas del arte; el que no lo comprenda y que no sepa distinguirlo por los caracteres con los cuales he tratado de describirlo en la plática de Eudoxio y Pirófilo, debe detenerse aquí y rogar a Dios que le ilumine, pues el conocimiento de este secreto es más bien un don del Cielo que una luz adquirida por la fuerza del razonamiento; que lea sin embargo los escritos de los Filósofos, que medite sobre ellos y especialmente que rece; no hay ninguna dificultad que no sea aclarada por el trabajo, la meditación y la oración.
     Sin la sublimación de la Piedra, la conversión de los Elementos y la extracción de los principios es imposible; y esta conversión, que hace agua de la tierra, aire del agua, y fuego del aire, es el único camino por el cual puede hacerse y prepararse nuestro Mercurio. Aplicaos pues a conocer este fuego secreto que disuelve la Piedra naturalmente y sin violencia, y hace. que se resuelva en agua en el gran mar de los Sabios por la destilación que se hace de rayos del sol y de la luna. De esta manera, la Piedra, que según Hermes es la viña de los Sabios, se convierte en su vino, que produce, por las operaciones del arte, su agua de vida rectificada y su vinagre muy agrio. Este padre de nuestra Filosofía exclama ante este misterio: ¡Benedicta aquina forma, quae Elementa dissolvis! Los elementos de la Piedra no pueden ser disueltos salvo por esta agua absolutamente divina, y de la que sólo puede hacerse una perfecta disolución después de una digestión y putrefacción proporcionada con la que termina la segunda Llave de la primera obra.

TERCERA LLAVE

     La tercera Llave comprende ella sola una serie de operaciones más larga que todas las otras juntas: los Filósofos hablaron muy poco de ella, aunque de ella depende la perfección de nuestro Mercurio; incluso los más sinceros, como Artephius, el Trevisano, Flamel, pasaron en silencio las preparaciones de nuestro Mercurio y casi no se encuentra uno que no haya dado por supuesta, en vez de enseñarla, la más larga y más importante de las operaciones de nuestra práctica. Con el propósito de daros la mano en esta parte del camino que vais a recorrer, donde a falta de luz es imposible seguir la verdadera ruta, me extenderé más de lo que hicieron los Filósofos, sobre esta tercera Llave, o al menos seguiré por orden lo que dijeron ellos sobre este tema, tan confusamente que sin una inspiración del Cielo o sin el auxilio de un fiel amigo, permanecemos indudablemente en este Dédalo, sin poder encontrar una salida feliz. Estoy seguro de que vosotros, que sois los verdaderos hijos de la ciencia, obtendréis una grandísima satisfacción de la aclaración de estos misterios ocultos, que se refieren a la separación y la purificación de los principios de nuestro Mercurio, que se hace con una perfecta disolución y glorificación del cuerpo al que debe su nacimiento y por la unión íntima del alma con su cuerpo cuyo espíritu es el único lazo que opera esta conjunción; allí está la intención y el punto esencial de las operaciones de esta llave, que termina con la generación de una nueva sustancia infinitamente más noble que la primera.
     Después que el sabio Artista ha hecho salir de la Piedra una fuente de agua viva, ha exprimido el jugo de la vid de los Filósofos y ha hecho su vino, debe observar que en esta sustancia homogénea, que aparece en la forma del agua, hay tres sustancias diferentes y tres principios naturales de todos los cuerpos, sal, azufre y Mercurio, que son el espíritu, el alma y el cuerpo; y aunque parezcan puros y perfectamente unidos entre sí, falta todavía mucho para que lo estén; pues cuando por destilación extraemos el agua, que es el alma y el espíritu, el cuerpo permanece en el fondo del vaso como una tierra muerta, negra y feculenta, la cual no hay empero que desdeñar; pues, en nuestro sujeto, no hay nada que no sea bueno. El Filósofo Juan Pontanus sostiene que lo superfluo de la Piedra se convierte en una verdadera esencia, que el que pretende separar algo de nuestro sujeto, no conoce nada de la Filosofía, y que todo lo que hay de superfluo, de inmundo, de feculento, y en fin toda la sustancia del compuesto, se perfecciona por la acción de nuestro fuego. Esta opinión abre los ojos a los que, para hacer una exacta purificación de los elementos y de los principios, se convencen de que sólo hay que tomar lo sutil y rechazar lo espeso; pero los hijos de la ciencia no deben ignorar que el fuego y el azufre están ocultos en el centro de la tierra, y que es preciso lavarla exactamente con su espíritu, para extraer el bálsamo, la sal fija, que es la sangre de nuestra Piedra; he aquí el misterio esencial de esta operación, la cual sólo se cumple después de una digestión adecuada y una lenta destilación. Seguid, pues, hijos del arte, el precepto que os da el veraz Hermes, que dice en este lugar, oportet autem nos cum hac aquina anima ut formam sulphuream possideamus, aceto nostro eam miscere; cum enim compositum solvitur, clavis est restaurationis. Sabéis qué no hay nada más opuesto que el fuego y el agua, sin embargo, es necesario que el sabio Artista haga la paz entre unos enemigos, que en el fondo se aman ardientemente. El Cosmopolita dijo el medio de hacerlo en pocas palabras: Purgatio ergo rebus, fac ut ignis et aqua amici fiant; quod in terra sua, quae cum iis ascenderat, facile facient. Prestad pues atención a este punto, abrevad con frecuencia la tierra con su agua y obtendréis lo que buscáis. ¿No es preciso que el cuerpo sea disuelto por el agua y que la tierra sea penetrada por su humedad, para que esté en condiciones para la generación? Según los Filósofos, el espíritu es Eva; el cuerpo es Adán; ambos deben unirse para la propagación de su especie. Hermes dijo lo mismo, en otros términos: Aqua namque fotissima est natura, quae transcendit, et fixam in corpore naturam excitat; hoc est laetificat. En efecto, estas dos sustancias, que son de una misma naturaleza, pero de dos sexos distintos, se abrazan con el mismo amor, y la misma satisfacción que el varón y la hembra, y se elevan insensiblemente juntos, dejando tan sólo unas cuantas heces en el fondo del vaso; de suerte que el alma, el espíritu y el cuerpo, después de una exacta depuración, parecen al fin inseparablemente unidos en una formal más noble y más perfecta de lo que era antes, y tan diferente de la primera forma líquida como el Alcohol de vino exactamente rectificado y agudizado con su sal, es diferente de la sustancia del vino, del que ha sido extraído; esta comparación no es solamente muy justa, sino que además proporciona a los hijos de la ciencia un conocimiento preciso de las operaciones de esta tercera Llave.
     Nuestra agua es una fuente viva que brota de la piedra por un milagro natural de nuestra Filosofía. Omnium primo est aqua, quae exít de hoc lapide. Fue Hermes quien pronunció esta gran verdad. Reconoce, además, que esta agua es el fundamento de nuestro arte. Los Filósofos le dan varios nombres; pues ora le llaman vino, ora agua de vida, ora vinagre, o bien aceite, según los diferentes grados de preparación o según los diversos efectos que es capaz de producir. Os advierto, sin embargo, que es propiamente el vinagre de los sabios, y que, en la destilación de este divino licor, ocurre lo mismo, que en la del vinagre común; podéis sacar de esto una gran instrucción; el agua y la flema suben las primeras; la sustancia oleosa, en la cual consiste la eficacia de nuestra agua, viene la última. Es esta sustancia intermedia entre la tierra y el agua la que, en la generación. del hijo Filosófico, hace la función de varón; Hermes nos lo hace observar perfectamente con estas palabras inteligibles: Unguentum mediocre, quod est ignus, est medium inter foecent, et aquam. No se contenta con dar estas luces a sus discípulos, sino que les enseña además en su Tabla de Esmeralda de qué manera deben conducirse en esta operación. Separabis terram ab igne; subtile ac spisso suaviter, magno cum ingenio. Tened cuidado sobre todo de no apagar el fuego de la tierra con las aguas del diluvio. Esta separación, o más bien esta extracción debe hacerse con muy buen criterio.
     Es pues necesario disolver enteramente el cuerpo, para extraer de él toda su humedad, que contiene este azufre precioso, este bálsamo de la naturaleza y este ungüento maravilloso, sin el cual no podéis esperar ver nunca en vuestro caso esta negrura tan deseada por todos los Filósofos. Reducid pues todo el compuesto a agua, y haced una unión perfecta de lo volátil con lo fijo; es un precepto de Senior, que merece que le prestéis atención. Supremus fumus, dice, ad infimum reduci debet, et divina aqua Rex est de coelo descendens, reductor animas ad suum corpus est, quod demum a morte vivificat. El bálsamo de la vida está oculto en estas heces inmundas, debéis lavarla con el agua celeste hasta que le hayáis quitado la negrura, y entonces vuestra agua será animada por la esencia ígnea que opera todas las maravillas de nuestro arte. No puedo daros sobre esto consejos mejores, que los del gran Trismegisto. Oportet ergo vos ab aqua fumum super-existentem, ab unguento nigredinem, et a foece mortem depeller; pero el único medio de triunfar en esta operación os lo enseña el mismo Filósofo, que añade inmediatamente después: et hoc disolutione, quo peracto, maximan habemus Philosophiam, et omnium secretorum secretum.
     Pero a fin de que no os engañéis con el término de compuesto, os diré que los Filósofos tienen dos clases de compuestos. El primero es el compuesto de la naturaleza, que es aquel del que he hablado en la primera Llave; pues es la naturaleza quien lo hace de una manera incomprensible para el Artista, que no hace más que prestar su ayuda a la naturaleza para la administración de las cosas externas, mediante lo cual da a luz y produce este admirable compuesto. El segundo es el compuesto de arte; es el sabio quien lo hace por, la unión íntima de lo fijo con lo volátil perfectamente conjuntados, con toda la prudencia que se puede adquirir por las luces de una profunda Filosofía; el compuesto del arte no es en modo alguno el mismo en la segunda y en la tercera Obra, aunque es siempre el artista quien lo hace. Geber lo definió como una mezcla de azogue y azufre, es decir de lo volátil y lo fijo, que actuando el uno sobre el otro, se volatilizan y se fijan recíprocamente hasta una perfecta fijeza. Considerad el ejemplo de la naturaleza, y veréis que la tierra no produciría jamás fruto, si no estuviese empapada de su humedad, y que la humedad sería siempre estéril, si no fuese retenida y fijada por la sequedad de la tierra.
     Debéis estar, pues, seguros de que no se puede tener éxito alguno en nuestro arte, si en la primera obra no purificáis la serpiente nacida del limo de la tierra, si no blanqueáis estas heces feculentas y negras, para separar de ellas el azufre blanco, la sal amónica de los sabios; que es su casta Diana que se lava en el baño. Todo este misterio no es más que la extracción de la sal fija de nuestro compuesto en el cual consiste toda la energía de nuestro Mercurio. El agua que se eleva por destilación, se lleva consigo una parte de esta sal ígnea, de suerte que el derramamiento del agua sobre el cuerpo repetida varias veces, impregna, engorda y fecunda nuestro Mercurio, y lo pone en condiciones de ser fijado; lo cual es el fin de la segunda obra. No se podría exponer mejor esta verdad, como lo hizo Hermes con estas palabras: Cum viderem quod aquas sensim crassior, duriorque fieri inciperet, gaudebam; certo enim sciebam, ut invenirem quod quaerebam.
     Aunque no tuvieseis, más que un conocimiento muy mezquino de nuestro arte, lo que acabo de deciros sería más que suficiente para haceros comprender que todas las operaciones de esta Llave, que pone fin a la primera obra no son otras que digerir, destilar, cohobar, disolver, separar y unir el todo con suavidad y paciencia: de esta suerte no obtendréis únicamente una extracción entera del jugo de la vid de los sabios, sino que poseeréis también su verdadera agua de vida y os advierto que cuanto más la rectifiquéis y más la trabajéis, adquirirá más penetración y más virtud; si los filósofos le dieron el nombre de agua de vida, es porque da la vida a los metales; se la llama con justicia la gran lunar, a causa del esplendor con que brilla; la llaman también sustancia sulfúrea, bálsamo, goma, humedad viscosa, vinagre muy agrio de los Filósofos, etcétera.
     No sin razón los Filósofos dan a este licor Mercurial el nombre de agua póntica y de vinagre muy agrio; su ponticidad exuberante es el verdadero carácter de su virtud; sucede además, como ya he dicho, en su destilación lo mismo que ocurre en la del vinagre, la flema y el agua suben las primeras, las partes sulfurosas y salinas se elevan las últimas; separad la flema del agua, reunid el agua y el fuego, el Mercurio con el azufre, y veréis al fin el negro muy negro, blanquearéis el cuervo y enrojeceréis el cisne.
     Como sólo os hablo a vosotros, verdaderos discípulos de Hermes, quiero revelaros un secreto que no encontraréis enteramente en los libros de los Filósofos. Unos se contentaron con decir que de su licor se hacen dos Mercurios, uno blanco y el otro rojo. Flamel dijo más particularmente que hay que emplear el Mercurio citrino, para hacer las absorciones al rojo; advirtió a los hijos del arte que no debían engañarse sobre este punto, asegura también que se habría engañado él mismo, si Abraham Judío no le hubiese avisado. Otros Filósofos enseñaron que el Mercurio blanco es el baño de la luna y que el Mercurio rojo es el baño del sol: pero ninguno de ellos quiso mostrar claramente a los hijos de la ciencia de qué manera pueden obtener estos dos Mercurios: si me habéis comprendido bien, estáis ya ilustrados sobre este punto. La luna es el Mercurio rojo, pero para determinar mejor estos dos Mercurios, alimentadlos con una carne de su especie, la sangre de los inocentes degollados, es decir, los espíritus de los cuerpos, son el baño, donde el sol y la luna van a bañarse.
     Os he revelado un gran misterio, si reflexionáis bien sobre ello, los Filósofos que hablaron de ello pasaron muy ligeramente sobre este punto importante: el Cosmopolita lo tocó un modo muy espiritual mediante una ingeniosa alegoría del Mercurio: Hoc fiet, dice, si seninostro aurum et argentum deglutire davis, ut ipse consumat illa, et tandem ille etiam moriturus comburatur. Acaba de describir todo el Magisterio en estos términos: Cineres ejus spargantur in aquam, coquito eam donec satis est, et habes medicinam curandi lepram. No debéis ignorar que nuestro anciano es nuestro Mercurio; que este nombre le conviene porque es la materia prima de todos los metales; el mismo Filósofo dice que es su agua, a la cual da el nombre de acero y de imán, y añade para confirmar mejor lo que acabo de descubriros: Si undecies coit aurum cum eo, emittit suum semen, et debilitatur fere ad mortem usque; concipit chalybs, et generat filium patre clariorem. He aquí, pues, un gran misterio que os revelo sin ningún enigma; ahí está el secreto de los Mercurios, que contienen las dos tinturas. Guardadlas separadamente y no confundáis sus especies, por miedo de que no procreen una estirpe monstruosa.
     No solamente os hablo de un modo más inteligible que jamás hiciera ningún Filósofo, sino que también os revelo cuanto hay de más esencial en la práctica de nuestro arte: si meditáis sobre esto, si os aplicáis en comprenderlo bien; pero sobre todo si trabajáis con las luces que os doy, no dudo en modo alguno de que obtendréis, lo que buscáis, y si no alcanzáis estos conocimientos por el camino que os indico, tengo la seguridad de que difícilmente llegaréis a vuestro fin con la sola lectura de los Filósofos. No desesperéis pues de nada; busca la fuente del licor de los sabios que contiene todo lo que es necesario para la obra, está oculto debajo de la piedra, golpead encima con la Verga del fuego mágico, y brotará una clara fuente, haced después lo que os he mostrado, preparad el baño del Rey con la sangre de los Inocentes, y tendréis el Mercurio de los sabios animado, que no pierde jamás sus virtudes si lo guardáis en un vaso bien cerrado. Hermes dice que hay tanta simpatía entre los cuerpos purificados y los espíritus, que no se abandonan jamás una vez han sido unidos; porque esta unión es parecida a la del alma con el cuerpo glorificado, después de la cual nos enseña la fe que no volverá a haber separación ni muerte. Quia spiritus, ablutis corporibus desiderant inesse, habitis autem ipsis, eos vivificant, et in iis habitant. Veis por esto el mérito de este precioso licor, al cual dieron los Filósofos mil nombres diferentes; es el agua de vida de los sabios, el agua de Diana, la gran lunar, el agua de azogue; es nuestro Mercurio, nuestro aceite incombustible que se congela con el frío como el hielo y se licúa como mantequilla con el calor; Hermes lo llama tierra enramada o tierra de hojas, no sin mucha razón, pues si la observáis bien, advertiréis que está llena de hojas; en una palabra, es la fuente clarísima que menciona el conde Trevisano; es, en fin, el gran Alkaest que disuelve radicalmente los metales; es la verdadera agua permanente que después de haberlos disuelto, se une inseparablemente a ellos y aumenta su peso y su tintura.

CUARTA LLAVE

     La cuarta Llave del arte es la entrada de 1a segunda obra, es ella quien reduce nuestra agua en tierra, no hay más que esta sola agua en mundo que por una simple cocción pueda ser convertida en tierra, porque el Mercurio de los sabios lleva en su centro su propio azufre que lo coagula. El aterramiento del espíritu es la única operación de esta obra; coced pues paciencia; si habéis procedido bien, no pasará mucho tiempo sin que veáis las señales de esta coagulación, y si éstas no aparecen a su tiempo, no aparecerán jamás, porque es un signo indudable de que habéis fallado en algo esencial, en las primeras operaciones, pues para corporificar el espíritu que es nuestro Mercurio, hay que haber disuelto bien el cuerpo en el cual está enterrado el azufre que coagula el Mercurio. Hermes asegura que nuestra agua Mercurial habrá adquirido todas las virtudes que los Filósofos le atribuyen, cuando se haya cambiado en tierra. Vis ejus integra est, si in terram conversa fuerit. Tierra admirable por su fecundidad, tierra de promisión de los Sabios, los cuales al saber hacer que caiga el rocío del cielo sobre ella, le hacen producir frutos de precio incalculable. El Cosmopolita expresa muy bien las ventajas de esta tierra bendita. Qui scit aquam congelare calido, et spiritum cum ea jungere, certerem inveniet millesies pretiosiorem auro, et omni re. Nada se acerca al mérito de esta tierra y de este espíritu perfectamente aliados, según las reglas de nuestro arte; son el verdadero Mercurio y el verdadero azufre de los Filósofos, el varón vivo y la hembra viva que contienen la semilla, única que puede procrear un hijo más ilustre que sus padres. Cultivad pues cuidadosamente esta preciosa tierra; regadla a menudo con su humedad, secadla otras tantas veces y no aumentaréis menos sus virtudes que su peso y su fecundidad.

QUINTA LLAVE

     La quinta llave de nuestra obra es la fermentación de. la Piedra con el cuerpo perfecto para hacer de ella la medicina del tercer orden. No diré nada en particular sobre la operación de la tercera obra, sino que el cuerpo perfecto es una levadura necesaria para nuestra pasta: que el espíritu debe hacer la unión de la pasta con la levadura, de la misma manera que agua destempla la harina, y disuelve la levadura, para componer una pasta fermentada adecuada para hacer pan. Esta comparación es muy justa, y fue Hermes el primero en hacerla. Sicut enim pasta sine fermentari potest; sic cum corpus sublimaveris, mundaveris, et turpitudinem. a foece separaveris; cum conjungere volueris, pone in eis fermentum, et aquam terram confice, ut pasta fiat fermentum. Con respecto a la fermentación repite aquí el Filósofo toda la obra, y muestra que lo mismo que la Masa de la pasta se convierte toda en levadura por la acción del fermento que le ha sido añadido, así toda confección Filosófica se convierte por esta operación en una levadura adecuada para fermentar una nueva materia y multiplicarla hasta el infinito.
     Si observáis bien de qué manera se hace el pan, encontraréis las proporciones que debéis guardar entre las materias que componen vuestra pasta Filosófica. ¿Acaso no ponen los panaderos más harina que levadura, y más agua que levadura y harina? Las leyes de la naturaleza son las leyes que debéis seguir en la práctica de todo nuestro Magisterio. Os he dado todas las instrucciones que necesitáis sobre todos los puntos principales; de suerte que sería superfluo deciros más, particularmente en lo que respecta a las últimas operaciones sobre las cuales han sido los Filósofos mucho menos reservados que sobre las primeras que son los fundamentos del arte.

SEXTA LLAVE

     La sexta Llave enseña la multiplicación de la Piedra por la reiteración de la misma operación que sólo consiste en abrir y cerrar, disolver y coagular, embeber y secar, con lo que las virtudes de la piedra aumentan hasta el infinito. Como mi propósito no ha sido describir completamente la práctica de las tres medicinas, sino solamente instruiros sobre las operaciones más importantes, referentes a la preparación del Mercurio, que los Filósofos pasan generalmente en silencio para ocultar a los profanos misterios que sólo son para los sabios, no me detendré más en este punto, y no os diré nada más de lo que concierne a la proyección de la medicina, porque el éxito que esperáis no depende de esto; sólo os he dado instrucciones muy amplias sobre la tercera Llave, a causa de que ésta comprende una larga serie de operaciones, las cuales, aunque simples y naturales, no dejan de requerir una gran comprensión de las leyes de la naturaleza y de las cualidades de nuestra materia, así como un perfecto conocimiento de la química y de los diferentes grados de calor que convienen a estas operaciones.
     Os he conducido por el camino recto sin ninguna desviación, y habéis observado bien la ruta que os he trazado, estoy seguro de que iréis directamente al fin sin extraviaros. Agradecedme la intención que he tenido de ahorraros mil trabajos y mil fatigas, que yo mismo experimenté en este penoso viaje, a falta de una ayuda parecida a la que os brindo en esta carta, fruto de un corazón sincero y de un tierno afecto por todos los verdaderos hijos de la ciencia. Os compadecería mucho si, como yo, después de haber conocido la verdadera materia, pasarais quince años enteramente dedicados al trabajo, al estudio y a la meditación, sin poder extraer de la Piedra el jugo precioso, que ella encierra en su seno, por no conocer el fuego secreto de los Sabios que hace fluir de está planta, seca y árida en apariencia, un agua que no moja las manos, y que por la unión mágica del agua seca del mar de los Sabios, se resuelve en un agua viscosa, en un licor Mercurial que es el principio, el fundamento y la llave de nuestro arte: convertid, separad y purificad los elementos, como yo os he enseñado, y poseeréis el verdadero Mercurio de los Filósofos, que os dará el azufre fijo y la medicina universal.
     Pero ya os he advertido que cuando hayáis llegado al conocimiento del fuego secreto de los sabios, no habréis llegado empero al final de la primera carrera. Yo estuve vagando varios años por el camino que queda por hacer para llegar a la fuente misteriosa donde el Rey se baña, se rejuvenece, y emprende una nueva vida exenta de toda clase de dolencias; es preciso que sepáis además de esto purificar, calentar y animar este baño Real: para daros la mano en este camino secreto, me he extendido en la tercera Llave, de la cual se deducen todas estas operaciones. Espero de todo corazón, que las instrucciones que os he dado os hagan ir directamente al fin. Pero recordad, hijos de la ciencia, que el conocimiento de nuestro Magisterio viene más de la inspiración del Cielo, que de las luces que podamos adquirir por nosotros mismos. Esta verdad es reconocida por todos los Filósofos: por esto no basta con trabajar; orad asiduamente, leed los buenos libros y meditad noche y día sobre las operaciones de la naturaleza y sobre lo que ésta puede ser capaz de hacer cuando es ayudada por el apoyo de nuestro arte y por este medio triunfaréis sin duda en vuestra empresa.
     Esto es cuanto tenía que deciros en esta carta; no he querido haceros un discurso muy extenso, tal como parece exigir la materia, pero cuanto os he dicho es esencial en nuestro arte, de suerte que si conocéis nuestra Piedra, que es la única materia de nuestra Piedra, y si tenéis el conocimiento de nuestro fuego que es secreto y natural al mismo tiempo, tenéis 1as llaves del arte y podéis calcinar nuestra Piedra, no por la calcinación ordinaria que se hace por la violencia del fuego, sino por una calcinación Filosófica que es puramente natural.
     Observad ahora con los más ilustrados Filósofos, que hay una diferencia entre la calcinación ordinaria que se hace a fuerza de fuego y la calcinación natural, y es que la primera destruye el cuerpo y consume la mayor parte de su humedad radical, mientras que la segunda no sólo conserva la humedad del cuerpo al calcinarlo, sino que lo aumenta considerablemente.
     La experiencia os hará conocer en la práctica esta gran verdad, pues encontraréis en efecto que esta calcinación Filosófica que sublima y destila la Piedra calcinándola, aumenta en mucho su humedad: la razón es que el espíritu ígneo del fuego natural se materializa en las sustancias que le son análogas. Nuestra piedra es un fuego astral, que simpatiza con el fuego natural y que, como una verdadera salamandra, nace, se alimenta y crece en el fuego Elemental que les es geométricamente proporcionado.
El nombre del autor se puede leer en latín en este Anagrama:

DIVES SICUT ARDENS S....