Hermano, ya llegaste a la Puerta del Templo
MANUAL DEL
CABALLERO ROSACRUZ
Aldo Lavagnini
“Magister”
LA HORA MÍSTICA
El
conjunto de circunstancias simbólicas que acabamos de describir, señala al
mismo tiempo la hora histórica en que se reabren o se reasumen los trabajos de
la mística Fraternidad del Espíritu en el mundo, y aquel particular momento, en
la vida individual, en el cual una crisis espiritual particularmente profunda,
intensamente vivida y sentida, siendo el fruto de una anterior maduración,
prepara un renacimiento interior, comparable con aquél que transforma
físicamente el gusano en mariposa, por medio de la crisis de su crisálida.
Dicha
hora viene históricamente, para el mundo todo, o bien para una determinada
ecuménica, o para un organismo social, precisamente cuando los valores
espirituales que anteriormente lo animaban y le sostenían, envejecen, decaen y
desaparecen como tales por efecto de la general incomprensión de las nuevas
generaciones, que cesan de vivirlos y sentirlos, y no llegan a ser más sino
escombros y supersticiones. Entonces es cuando los templos del pasado no son en
realidad más que ruinas, aunque todavía puedan conservarse sus edificios, como
la momia o el cadáver de ser viviente; la verdadera luz que es el Sol del mundo
exterior y la estrella del mundo interior, sigue todavía brillando en las
tinieblas dado que de por sí es inextinguible pero, éstas no comprenden y, por
lo tanto, trabaja para manifestarse en una forma más adecuada y adaptada para
el nuevo espíritu del tiempo.
Este
trabajo de la luz, parangonadle a los dolores de la mujer preñada que está para
parir, al que cooperan todas las Fuerzas Espirituales que guían y dirigen a la
humanidad en una senda de progreso constante e ininterrumpido -a pesar de los
aparentes movimientos retrógrados, en todo semejantes a los de los planetas,
según aparecen desde la tierra- es la realidad histórica simbolizada por la
hora en que se resumen los trabajos de los CC.·. RR.·.
La
hora individual, en la cual el discípulo pone resueltamente el pie en el Recto
Sendero Vertical que simboliza la línea mayor de la Cruz, para finalmente
abrirse con su propia conciencia, como la rosa mística, descansando en una más
plena realización espiritual, es semejante a la hora histórica descrita.
Siempre
viene un momento para cada cual, cuando los valores espirituales que hasta
entonces han sostenido, animado e impulsado la existencia, parecen desfallecer
y caer, y esa comparativa impotencia puede causar la más honda desesperación.
Realmente
las columnas se han roto y los instrumentos que hasta el momento nos habían
servido perfectamente para resolver satisfactoriamente nuestros problemas y
dificultades, caen en pedazos de nuestras manos y se hacen impotentes delante
de la crisis actual.
Hemos
perdido la palabra, el Logos animador de nuestras mejores esperas: la luz del
ideal se ha apagado en nosotros, y estamos ahora en las tinieblas. ¿Qué hay que
hacer? Proceder a la búsqueda de nuevas columnas, y nuevos instrumentos, de una
nueva palabra, y de una nueva luz ideal. Proceder al reconocimiento de nuevos
valores espirituales, o sea, ingresar en una nueva, más elevada y más profunda
percepción, visión y conciencia de la Realidad. Subir, elevamos de un paso,
sobre nuestra personalidad ilusoria -sobre el actual reflejo de nuestro yo- en
una mejor realización operativa de nuestro Ser verdadero, utilizando la piedra,
en que hemos tropezado, como una grada para ascender más arriba.
Recogemos
en silencio, sobre la pequeña vislumbre de la fe, en nosotros mismos, en la
vida y sobre todo en el principio y realidad de ésta, buscando con esa luz una
nueva esperanza y un nuevo amor, un nuevo interés que pueda sostenemos y
hacemos progresar, de manera que esa aparente ruina y ese decaimiento, esa
misma desesperación, nos conduzcan a renacer, y renovar de esta manera la vida
interior como la exterior.
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