Tuesday, July 12, 2016

Manual Del Caballero Rosacruz

Hermano, ya llegaste a la Puerta del Templo


MANUAL DEL CABALLERO ROSACRUZ
Aldo Lavagnini “Magister”

LA HORA MÍSTICA
El conjunto de circunstancias simbólicas que acabamos de describir, señala al mismo tiempo la hora histórica en que se reabren o se reasumen los trabajos de la mística Fraternidad del Espíritu en el mundo, y aquel particular momento, en la vida individual, en el cual una crisis espiritual particularmente profunda, intensamente vivida y sentida, siendo el fruto de una anterior maduración, prepara un renacimiento interior, comparable con aquél que transforma físicamente el gusano en mariposa, por medio de la crisis de su crisálida.
Dicha hora viene históricamente, para el mundo todo, o bien para una determinada ecuménica, o para un organismo social, precisamente cuando los valores espirituales que anteriormente lo animaban y le sostenían, envejecen, decaen y desaparecen como tales por efecto de la general incomprensión de las nuevas generaciones, que cesan de vivirlos y sentirlos, y no llegan a ser más sino escombros y supersticiones. Entonces es cuando los templos del pasado no son en realidad más que ruinas, aunque todavía puedan conservarse sus edificios, como la momia o el cadáver de ser viviente; la verdadera luz que es el Sol del mundo exterior y la estrella del mundo interior, sigue todavía brillando en las tinieblas dado que de por sí es inextinguible pero, éstas no comprenden y, por lo tanto, trabaja para manifestarse en una forma más adecuada y adaptada para el nuevo espíritu del tiempo.
Este trabajo de la luz, parangonadle a los dolores de la mujer preñada que está para parir, al que cooperan todas las Fuerzas Espirituales que guían y dirigen a la humanidad en una senda de progreso constante e ininterrumpido -a pesar de los aparentes movimientos retrógrados, en todo semejantes a los de los planetas, según aparecen desde la tierra- es la realidad histórica simbolizada por la hora en que se resumen los trabajos de los CC.·. RR.·.
La hora individual, en la cual el discípulo pone resueltamente el pie en el Recto Sendero Vertical que simboliza la línea mayor de la Cruz, para finalmente abrirse con su propia conciencia, como la rosa mística, descansando en una más plena realización espiritual, es semejante a la hora histórica descrita.
Siempre viene un momento para cada cual, cuando los valores espirituales que hasta entonces han sostenido, animado e impulsado la existencia, parecen desfallecer y caer, y esa comparativa impotencia puede causar la más honda desesperación.
Realmente las columnas se han roto y los instrumentos que hasta el momento nos habían servido perfectamente para resolver satisfactoriamente nuestros problemas y dificultades, caen en pedazos de nuestras manos y se hacen impotentes delante de la crisis actual.
Hemos perdido la palabra, el Logos animador de nuestras mejores esperas: la luz del ideal se ha apagado en nosotros, y estamos ahora en las tinieblas. ¿Qué hay que hacer? Proceder a la búsqueda de nuevas columnas, y nuevos instrumentos, de una nueva palabra, y de una nueva luz ideal. Proceder al reconocimiento de nuevos valores espirituales, o sea, ingresar en una nueva, más elevada y más profunda percepción, visión y conciencia de la Realidad. Subir, elevamos de un paso, sobre nuestra personalidad ilusoria -sobre el actual reflejo de nuestro yo- en una mejor realización operativa de nuestro Ser verdadero, utilizando la piedra, en que hemos tropezado, como una grada para ascender más arriba.
Recogemos en silencio, sobre la pequeña vislumbre de la fe, en nosotros mismos, en la vida y sobre todo en el principio y realidad de ésta, buscando con esa luz una nueva esperanza y un nuevo amor, un nuevo interés que pueda sostenemos y hacemos progresar, de manera que esa aparente ruina y ese decaimiento, esa misma desesperación, nos conduzcan a renacer, y renovar de esta manera la vida interior como la exterior.


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