Friday, June 10, 2016

Leyenda de las Escaleras de Caracol - Robert Gallatín Mackey



La Hermandad para toda la Humanidad


EL SIMBOLISMO FRANCMASÓNICO

Albert G. Mackey

Capítulo XXVI

LEYENDA DE LAS ESCALERAS DE CARACOL




Antes de proceder al examen de las más importantes leyendas míticas pertenecientes al grado de Maestro, creemos que no dejará de ser interesante e instructivo el estudiar la única relacionada con el grado de Compañero masón, es decir, la que se refiere al ascenso alegórico de las Escaleras de Caracol para llegar a la Cámara del medio y recibir el simbólico pago del salario.

Aunque la leyenda de las escaleras de caracol es una importante tradición del antiguo arte de la Francmasonería, sólo se encuentra una alusión a ella en las sagradas escrituras, la cual puede verse en el capítulo sexto del primer Libro de los Reyes, donde dice: "La puerta del aposento de en medio estaba al lado derecho de la casa; y se subía por un caracol al de en medio, y del aposento de en medio al tercero."

Con estos escasos y medrados materiales se ha formado una alegoría, cuya belleza trascendental se descubre estudiando sus relaciones simbólicas. Sin embargo, esta tradición sólo debe estudiarse como símbolo, porque los hechos históricos y los detalles arquitectónicos que se encuentran en ella, nos impiden suponer que la leyenda, tal como se enseña en el segundo grado de la Francmasonería, sea algo más que un magno mito filosófico.

Investiguemos el verdadero objeto de esta leyenda y aprendamos la lección de simbolismo que trata de enseñar.

Al investigar la verdadera significación de todo símbolo y alegoría masónicos, debemos guiarnos por el único principio de que el objeto de la Francmasonería especulativa es investigar la verdad divina. A este objeto fundamental se supeditan todos los demás. Desde el momento en que el Francmasón recibe la primera iniciación hasta que logra disfrutar plenamente de la luz masónica, es un investigador, un trabajador de las canteras del templo, cuya recompensa es la verdad. Todas las ceremonias y tradiciones de la Orden tienden a este objeto último.

¿Qué luz hay que buscar en la Orden? La luz intelectual de la sabiduría y de la verdad. ¿Qué palabra ha de perseguirse? La palabra que es el símbolo de la verdad. ¿Se ha prometido la pérdida de alguna cosa? Esta pérdida simboliza el fracaso humano en descubrir la verdad, debido a la flaqueza de su naturaleza. ¿Existe algún substituto de esta pérdida? Una alegoría que nos enseña que, en este mundo, el hombre sólo puede tener una idea aproximada de la verdad.

De ahí que en la Francmasonería exista la evolución, simbolizada en sus ceremonias iniciáticas. En ellas se avanza desde lo inferior a lo superior - de las tinieblas a la luz,- de la muerte a la vida, del error a la verdad. El candidato asciende continuamente; nunca se estaciona, ni retrocede, pues cada paso que da le produce nueva iluminación mental: el conocimiento de una doctrina más elevada.

La doctrina de la Francmasonería es la misma que la del Divino Maestro cuando dijo: "El hombre que pone la mano en el arado y mira hacia atrás no entra en el reino de los cielos", lo que nos recuerda el precepto de Pitágoras: "No mires hacia atrás cuando viajes, porque si tal haces te acompañarán las Furias."

Ahora bien, este principio del simbolismo masónico, se encuentra en muchos lugares de todos los grados. En el de aprendiz se desarrolla en la escalera teológica, que, descansando en la tierra, llega hasta los cielos. De esta manera se inculca la idea del ascenso de lo inferior a lo superior como objeto de la labor masónica.

En el grado de Maestro toma forma más religiosa, encontrándose en la resurrección, en el cambio de la obscuridad de la tumba al santo de los santos de la Divina presencia.

Este principio se encuentra también en la ceremonia de circunvalación de todos los grados, en la cual se verifica una inquisición gradual, pasando desde el jefe inferior a los superiores. Y, por último, esta idea simbólica se expone en el grado de Compañero en la leyenda de las escaleras de caracol.

Al investigar el simbolismo de las escaleras de caracol, ha de buscarse su explicación en relación con su origen, número de objetos que recuerdan y terminación, pero sobre todo estudiando su objeto fundamental consistente en la evolución ascendente.

Dícese que las escaleras de caracol comenzaban en el pórtico del templo, es decir, en la misma entrada; pero en la ciencia del simbolismo masónico no hay cosa de que se dude menos que de que el templo es la representación del mundo, purificado por Shekinah. El mundo profano es el exterior del templo; el de los iniciados se encuentra dentro del recinto de sus muros.

De aquí que las frases entrar en el templo, pasar al pórtico, hacerse francmasón, y nacer en el mundo de la luz masónica, sean sinónimas. Aquí es donde comienza el simbolismo de las escaleras de caracol.

Cuando el aprendiz traspasa el pórtico del templo, empieza a vivir masónicamente; pero el primer grado de la Francmasonería, así como de los misterios menores de los sistemas antiguos, no sirve sino de preparación o purificación para elevarse a grados superiores. El aprendiz es a manera de un niño, y las lecciones que recibe purifican su corazón y le preparan para encontrar la iluminación mental en los grados siguientes.

Al llegar a Compañero Masón el aspirante ha avanzado un paso más, y como este grado simboliza la juventud, en él empieza su educación intelectual. Y es aquí, en el lugar que separa el pórtico del santuario, donde termina la infancia y comienza la juventud, donde encuentra ante sí una escalera que le invita a subir, y le enseña que debe comenzar a realizar su labor masónica y emprender las gloriosas y difíciles investigaciones que le han de procurar la posesión de la verdad. Las escaleras de caracol empiezan cuando el candidato ha entrado en el pórtico, entre las columnas de la fuerza y de la fundación, como símbolo significativo de que, tan pronto como haya pasado los años de la infancia y comenzado su vida de hombre, debe tener siempre ante sí como primer deber la tarea ardua del mejoramiento personal. Si quiere ser digno de su vocación no puede permanecer quieto; su destino de ser inmortal le obliga a subir paso a paso hasta alcanzar la cumbre, donde le esperan los tesoros de la sabiduría.

El número de peldaños es siempre impar en todos los sistemas. Vitruvio dice que a los templos antiguos se llegaba siempre por escalones impares, y cree que se hacía así porque, comenzando a subir el primer peldaño con el pie derecho, el devoto entraba con el mismo pie en el templo, lo cual se consideraba buen presagio.

Pero lo cierto es que los francmasones tomaron el simbolismo numérico del sistema pitagórico. En este sistema en el que se creía que los números más perfectos eran los impares, jugaba un papel importantísimo el simbolismo. Por esta razón, predominan los impares en el sistema francmasónico, y mientras que los números tres, cinco, siete, nueve, quince y veintisiete son símbolos importantes, raras veces se habla del dos, cuatro, seis, ocho o diez. Por lo tanto, el número impar de peldaños simbolizaba la idea de perfección, a la cual debla de tender el aspirante.

El número de escaleras ha variado según las épocas. Se han encontrado trazados de arquitectura o carpetas masónicas del último siglo en que sólo se habían dibujado cinco escaleras, y otros en que éstas ascienden a siete. Las conferencias prestonianas, leídas en Inglaterra a comienzos del siglo diez y nueve, fijan en treinta y ocho el número de peldaños, dividiéndolos en series de una, tres, cinco, siete, nueve y once.

El error de poner un número par de escaleras, con el que se violaba el principio pitagórico de los números impares como símbolos de perfección, se corrigió en las conferencias de Hemining, las cuales se adoptaron cuando se verificó la unión de las dos Grandes Logias de Inglaterra, desechando también el once por suponer que se explicaba de forma sectaria.

En los Estados Unidos se redujo su número a quince, dividiéndolo en series de tres, cinco y siete. Nosotros adoptaremos esta división americana cuando expliquemos el simbolismo, si bien el número particular de peldaños, o el método peculiar de su división en series no afectan para nada al simbolismo general de la leyenda.

Así, pues, en el segundo grado de la Francmasonería el candidato representa al hombre que comienza la jornada de la vida, teniendo por tarea el perfeccionamiento de su ser. Para que pueda realizar este trabajo se promete recompensarle con desarrollar todas sus facultades intelectuales, la elevación espiritual y moral de su carácter, y la adquisición de la verdad y de la sabiduría.

Ahora bien, el logro de esta condición moral e intelectual supone la sublimación del carácter, el ascenso desde la vida inferior a la superior, el paso desde la fatiga y las dificultades, a la completa fruición de la sabiduría, empezando por enseñanzas rudimentarias. Tal es lo que simbolizan las Escaleras de Caracol, a cuyos pies permanece el aspirante, presto a escalar el fatigoso graderío, mientras que, en lo más alto, se ve "ese brillante jeroglífico que únicamente pueden contemplar los artífices" y que es el emblema de la verdad divina.

Ya dijo un célebre autor que: "Estos pasos, como todos los símbolos masónicos, son ejemplos de disciplina y de doctrina, así como de ciencia metafísica, natural y matemática, y nos abren las puertas para hacer una extensa investigación especulativa y moral."

El candidato comienza el fatigoso ascenso incitado por su amor a la virtud y su deseo de conocimiento, ávido de la recompensa de verdad que se le ofrece. En cada división hace una pausa, para reunir las enseñanzas del simbolismo que le llaman la atención en ella.

Durante la primera pausa se le instruye en la organización peculiar de la Orden de que es discípulo; pero si las enseñanzas que entonces se le dan se tomaran en sentido literal no merecerían esfuerzo alguno. El rango de los jefes directores y los nombres de los grados de que consta la institución, no le proporcionan conocimientos que no pudiera poseer antes. Por lo tanto, el valor representativo de esta parte de la ceremonia, debe buscarse en su significación simbólica.

Cuando se explica al aspirante la organización de la orden masónica, es para que tenga presente la unión de los hombres en sociedad y la formación del estado social surgido del estado de naturaleza. Por lo tanto, al comenzar la jornada se le invita a que medite en los beneficios que produce la civilización y en los frutos de virtud y sabiduría que se cosechan en esta condición. La misma Francmasonería no es más que un producto de la civilización, que ha servido para extender esta condición de humanidad.

Todos los monumentos antiguos que han sobrevivido a los percances de la historia demuestran que el hombre comenzó a organizar misterios religiosos y a separar lo sagrado de lo profano, valiéndose de una suerte de instinto divino, tan pronto como pasó del estado salvaje al social.

Entonces se inventaron la arquitectura y todas sus artes afines para edificar moradas con que protegerse contra las inclemencias del tiempo y las vicisitudes de las estaciones; y por último, se ideó la geometría, ciencia necesaria para que los cultivadores del campo pudieran medir sus tierras y señalar el límite de sus pertenencias.

Todas estas son las características peculiares de la Francmasonería especulativa, la cual viene a ser el arquetipo de la civilización, estando la primera en la misma relación respecto al mundo profano, que la última con el estado salvaje. Por eso nos parece acertadísimo este simbolismo que comienza a cultivar la sed de saber y el ansia de verdad del candidato, primer paso de su escala ascendente, recordándole que la civilización y la unión social de la humanidad son pasos necesarios para el logro de estos objetos. Valiéndonos de nuestro lenguaje simbólico, revestimos la historia de la organización de la sociedad con el ropaje de las alusiones a los cargos de la Logia y a los grados de la Francmasonería. A medida que el candidato adelanta, se le invita a contemplar otras series de instrucciones. Los sentidos humanos, apropiados canales para recibir todas las ideas de percepción y que constituyen, por lo tanto, las fuentes más importantes de nuestros conocimientos, simbolizan en Francmasonería el cultivo del intelecto.

También se alude con ello a la Arquitectura como arte más importante en el bienestar humano, y no porque tenga relación íntima con la Francmasonería operativa, 'sino por ser el arquetipo de otras artes útiles. Por eso en la segunda pausa que hace el candidato cuando sube las escaleras de caracol, se le recuerda que es necesario que cultive el conocimiento práctico.

Hasta este momento, pues, las instrucciones que ha recibido él se refieren a su situación en la sociedad como miembro de la gran agrupación social, ya que para ser miembro útil y necesario en ella debe adquirir el conocimiento de las artes de la vida práctica.

Pero su lema debe ser "Excélsior": ha de seguir avanzando, porque todavía no ha alcanzado la cumbre de la escalera; aún le quedan tesoros de sabiduría que buscar, y no ha logrado la recompensa, ni ha llegado a la Cámara del medio, aposento de la verdad.

Por lo tanto, al hacer la tercera pausa llega al lugar en que se explica el círculo completo de la ciencia humana. Sabido es que los símbolos son arbitrarios y que tienen una significación convencional, de modo que también podría haberse simbolizado el círculo de la ciencia humana por otro signo o serie de doctrinas que el de las siete ciencias y artes liberales. Pero la Francmasonería es institución antigua, y el hecho de que eligiera como símbolo de todos los conocimientos humanos las siete ciencias y artes liberales es una de las pruebas más fecundas de su antigüedad.

En el siglo séptimo y mucho tiempo después, todos los conocimientos de los más distinguidos filósofos y de las más célebres escuelas se contenían en las llamadas artes y ciencias liberales, que consistían en las dos ramas del trivium y del quadrivium. En el trivium se estudiaban la gramática, la retórica y la lógica; en el quadrivium, la aritmética, la geometría, la música y la astronomía.

"La ciencia universal estaba contenida en estos siete títulos. Quien era maestro en ellos no necesitaba preceptor alguno que le explicase los libros o le resolviese los problemas que abarcaba la razón, pues el conocimiento del trivium le había dado la clave de todo lenguaje humano, y el del quadrivium le había descubierto las leyes secretas de la naturaleza", dice Enfield en su "Historia de la Filosofía" (vol. II, Pág. 337). Estas dos palabras latinas, son verdaderamente clásicas; pero su significación es medieval. Para los romanos antiguos, trivium quería decir el lugar en donde se reúnen tres vías, y quadrivium, la encrucijada que forman dos caminos. Cuando hablamos de senderos de sabiduría, descubrimos el origen de la significación dada por los filósofos escolásticos a estos términos.
El mismo autor dice que hubo un período en que bastaba conocer el trivium y el quadrivium, cosa que hacían pocos, para ser considerado como filósofo. Por lo tanto, la adopción de las siete ciencias y artes liberales como símbolo de todos los conocimientos humanos, es atinadísima. Cuando el candidato ha llegado a este punto se supone que ha realizado la tarea para cuya realización entró en la Orden, pues ha subido el último peldaño y está en condiciones de recibir la fruición plena de los conocimientos humanos. Hasta aquí podemos penetrar en el verdadero simbolismo de las Escaleras de Caracol, que representan el progreso de la mente investigadora en el cultivo del intelecto y del estudio, y la adquisición previa de toda ciencia humana, como paso preliminar para poder alcanzar la verdad divina, la cual se simboliza en Francmasonería por medio de la PALABRA. Veamos ahora cuál es el simbolismo de los números, presentado por primera vez al estudiante masón en la Leyenda de las Escaleras de Caracol. Los masones tornaron de la escuela pitagórica la teoría de los números como símbolos de ciertas cualidades. Sin embargo, no podemos tratar extensamente sobre esta doctrina, porque el simbolismo numeral de la Francmasonería requiere un ensayo más amplio. Baste con advertir que el hecho de que el número total de peldaños sea quince en el sistema americano, es un símbolo significativo, ya que este número era tenido por sagrado entre los orientales, porque el valor numérico de las letras de que se compone el nombre sagrado JAH, es quince; por eso hacían un poderoso talismán dibujando una figura en la que colocaban los nueve dígitos de tal forma que tanto las columnas horizontales como las verticales y las diagonales sumaran siempre quince. (Este talismán era la figura siguiente, que, a veces, recibía el nombre de cuadrado mágico)


Por lo tanto, los quince peldaños de las escaleras de caracol, simbolizan el nombre de Dios.

Pero no hemos terminado todavía. Se recordará que se prometía una recompensa a quien lograba subir las escaleras de caracol. Ahora bien, ¿cuál era el salario de los francmasones? No les daban moneda, ni trigo, ni vino, ni aceite, pues todos estos objetos no son más que símbolos. Su salario era la Verdad, o una aproximación de ella, apropiada al grado en que se les había iniciado.

La doctrina de que los francmasones han de buscar siempre la verdad, sin lograr encontrarla jamás, es una de las más bellas y abstrusas de la ciencia del simbolismo masónico. Esta verdad divina, objeto de todos sus esfuerzos, se simboliza por medio de la PALABRA, de la cual todos sabemos que sólo se puede encontrar una palabra substituta; con ello se trata de enseñar la humillante pero necesaria lección de que en esta vida no puede adquirirse jamás el conocimiento de la, naturaleza de Dios y la relación del hombre con Él, cuyo conocimiento constituye la verdad divina.

Este conocimiento únicamente se alcanza cuando las puertas de la tumba se abren ante nosotros y entramos en una vida más perfecta. ¡Cuán feliz es el hombre que desciende a las profundidades de la tierra, habiendo contemplado estos misterios; quien conoce el fin de la vida, conoce también su origen!, dice el padre de la poesía lírica.

La Cámara de en medio simboliza esta vida, donde únicamente puede darse el símbolo de la palabra, donde sólo se percibe un vislumbre de la verdad, y donde, sin embargo, aprendemos que esta verdad ha de consistir en el conocimiento perfecto del G.·. A.·. D.·. U.·.. En esto consiste la recompensa con que se premia el francmasón; se le pone en el camino de la verdad, pero debe viajar y ascender hasta lograr alcanzarla.

De modo que la bella leyenda de las escaleras de caracol sólo debe estudiarse como símbolo, pues si intentáramos hacerlo como hecho histórico, los hombres cuerdos se reirían de nuestra credulidad.

Quienes la inventaron no quisieron que creyésemos en su historicidad, porque cuando nos la ofrecieron como gran mito filosófico, no sospecharon ni remotamente que pudiésemos dejar a un lado las sublimes enseñanzas morales que encierra, para aceptarla como hecho histórico, sin sentido alguno y completamente en desacuerdo con los anales de las Escrituras y con todo viso de probabilidad. Suponer que en el estrecho recinto (le las cámaras del templo se pudiera pajar mensualmente a ochenta mil obreros es un disparate.

Pero creer que toda esa representación gráfica de tina, ascensión al lugar donde se pagaban los salarios, por una escalera de caracol, es una alegoría que tiene por objeto enseñarnos la ascensión de la mente desde la ignorancia, a través de las fatigas del estudio y de la dificultad en obtener conocimientos, recibiendo ora un poco y después otro poco, añadiendo a cada paso algo al núcleo (le nuestras ideas, hasta obtener la recompensa en la cámara de en medio, donde se confiere al intelecto culto el premio que le indica cómo ha de buscar a Dios y a su verdad; creer esto, decimos, es creer y conocer el verdadero objeto de la Francmasonería especulativa, único objeto digno de los hombres buenos, sabios y estudiosos.

Los detalles históricos de la leyenda son infructuosos, pero en cambio, sus símbolos y alegorías son fértiles en enseñanzas.






El Camino del Corazón - Papus



EL CAMINO DEL CORAZÓN




Conozco a un hombre sencillo que nunca ha leído un libro y que, sin embargo, puede resolver los problemas más espinosos de la mejor ciencia que los científicos famosos. Hay gente humilde, sin formación académica y experiencia médica a quien el cielo es tan accesible que los enfermos se curan a petición de éstos y los malvados sienten sus corazones la fusión en la bondad amorosa a su contacto. ¡Juana de Arco nunca había leído un tratado sobre la estrategia ni visto un campo de batalla pero derrotado en su primer intento de los más grandes estrategas de su tiempo!
¿Cómo puede ser esto? Es muy simple: porque se entregó completamente a la Voluntad Divina y no pregunta lo invisible como lo habría hecho un adepto del plano intelectual. ¿Si uno entonces se preguntan por la forma en que los críticos perpleja mirada a estos seres que están animados por la “luz de vida del Padre” y generalmente se conoce como quietistas o místicos? Ellos (los adeptos del plano intelectual) no las pueden entender, porque tratan de medir las facultades universales con la limitada capacidad de sus cerebros.
Porque no puede entenderlo, el crítico de insultos, el místico y lo sostiene mientras que en el desprecio de la ora mística de su torturador y continúa con su labor de amor. El camino de desarrollo espiritual es simple y directo: “Live siempre para otros y nunca por cuenta propia”, “No hagas a otros lo que quisieras que hicieran a todos los niveles”, “No vuelvas a hablar o pensar mal de los ausentes”; “Haz lo que es difícil antes de hacer lo que quieras”; ---- estas son algunas de las fórmulas de la vía mística que conduce a la humildad y la oración.
Hay una forma de purificación física querido en el corazón de los adeptos del plano intelectual: es el vegetarianismo que disminuye el atractivo de la física. Sin embargo, esta purificación no significa nada sin embargo, si al purgar el cuerpo dela influencia de los animales, no se purga el cuerpo astral del egoísmo y el espíritu de la influencia de la vanidad, ---- cien veces más dañinos que los impulsos nacidos de comer carne.
Cuando un hombre piensa que sabe algo y se pone a la par con los dioses, que trabajan para lograr su salvación personal y de retirada en una torre de marfil, a fin de purificarse a sí mismo, ¿por qué se le diera algo?
Él piensa que tiene lo que necesita y se ve a sí mismo como un puro y toda la persona que sabe. Pero cuando un hombre es simple y consciente de su debilidad, y sabe que su voluntad es de poca importancia si no está conforme con las acciones del Padre Celestial, cuando él no está preocupado por su pureza personal, ni con sus necesidades, pero con la sufrimiento de los demás, entonces los cielos le reconocen como uno de sus “niños” y que Cristo pide que se le condujo a él. Una madre que ha trabajado toda una vida para criar a sus hijos no sólo más pobres, sino también los de las personas que ella es mayor ante el Eterno que el teólogo pedante y los llamados expertos tan orgulloso de su pureza.
Esta es una verdad instintiva que afecta a las personas sin necesidad de demostración, porque es una verdad que se aplica a todos los niveles. Por lo tanto, dejar que el objetivo de estudiante en la sencillez y no en la pedantería y le permitirá tener cuidado con los hombres que se entregan tan perfecto, porque ¡”se cae el más difícil que cae desde una gran altura!”
La vía mística requiere por lo tanto incesante ayuda en todas las etapas de la evolución y de la percepción. En el plano físico, ayuda de amigos y maestros de la enseñanza a través del ejemplo, en el plano astral, la ayuda de los pensamientos de piedad y de caridad que ilumina el camino y permitir que una a llevar la paz a través de ensayos del corazón, por último, en el plano espiritual, la ayuda del tutor Espíritus fortalecida por sentimientos de compasión hacia todos los pecadores y de indulgencia hacia todas las debilidades humanas, así como orar por todos los ciegos y voluntaria para todos los enemigos.
Entonces es, que la sombra terrestre desaparece lentamente, que el velo se levanta por un momento y que se oiga la sensación divina de saber oraciones de uno llena el corazón con valentía y amor. Habiendo llegado a ese punto, el místico no puede entender la necesidad de las sociedades llamadas aprendido, incluso para los que se dedican al ocultismo, ni para los libros tan numerosas, necesaria para explicar cosas tan simples.
Se desconfía de las sociedades y los libros y se retira cada vez más en comunión con los Renegados y el plagado. Él actúa y lee más, ora, perdona y no tiene más tiempo para juzgar y criticar. ¡El intelectual, el respeto de ese hombre, se pregunta en primer lugar a través de los libros que ha llegado a esa fase, también a lo que la tradición la que pertenece y, por último, en lo que una categoría que lo colocan con el fin de juzgarlo mejor...!
Se trata de la “palabra mágica” la utilización mística de curar a voluntad la mayoría de las enfermedades malignas, por la forma de hipnosis que le permitiría influir en la mente de los demás de manera que, incluso a una distancia remota, y para los egoístas propósito que está detrás de todo.
Y como el intelectual no se encuentra en los libros de una respuesta a estas preguntas, y como necesita una explicación para recuperar su tranquilidad, le dice a sí mismo gravemente o el círculo de sus admiradores: “¡La posesión!” o un “Mystic!” o “¡Simple Sugerencia!”... y todo está dicho.
El intelectual se convierte así en un poco más vano y la mística, - un poco más humilde. Y si bien el estudio, la lectura y el tiempo son necesarios para avanzar en el plano intelectual, nada de eso es necesario para avanzar en el camino místico. Puede estar cubierta casi hasta el final y en una hora de tiempo terrestres al igual que Swedenborg en el primer día de su visión y como lo hizo Jacob Boehme, o puede tomar 19 años, incluso antes de su entrada se descubre como fue el caso de Willermoz y con muchos ocultistas.
La razón es que la puerta de esta manera no se abre por el solicitante, sino por sus guías invisibles y por el estrés de su ser espiritual. Por lo tanto, nada más fácil y más difícil nada más que seguir este camino. Está abierto a todos los hombres de buena voluntad y ningún hombre es digno de él.

La portada es tan baja que sólo los niños pequeños pueden entrar. Como los que vienen a la puerta son a menudo de alto y orgullosos hombres que piensan que es por debajo de su dignidad de ser pequeño, la entrada sigue siendo por mucho tiempo invisible para ellos.

La Búsqueda de la Verdad - Arthur Edward Waite

Hermano, ya llegaste a la Puerta del Templo


EL MISTICISMO FRANCÉS
Y LA HISTORIA DEL MARTINISMO

CAPÍTULO III

LA BÚSQUEDA DE LA VERDAD




ARTHUR EDWARD WAITE

CAPÍTULO III

LA BÚSQUEDA DE LA VERDAD

La correspondencia entre Saint Martin y Willermoz continuó por dos años y cinco meses, pero ellos nunca se habían encontrado.  A comienzos de septiembre de 1773. Saint Martin permaneció en Lyons y se domicilió en la ciudad por casi un año, durante parte de él, fue aparentemente huésped de su rico hermano masón. Sus propios recursos eran pequeños y hay indicios que no se llevaban de lo mejor con su padre, sin duda debido al hecho que por segunda vez había abandonado una carrera en su vida. Hemos visto que había un Templo de Sacerdocio Elegido en Lyons, que también era un centro histórico importante de la Masonería en Francia y Willermoz era un miembro activo y oficial de todos los Ritos. Saint Martin, por otro lado, se preocupaba poco o nada por el procedimiento ceremonial, para un Ritual que él encontró vacío y una hueca pompa de títulos. Por su propia evidencia, los oficios de la magia Ceremonial le eran menos sólo un poco menos desagradables, sin embargo su alta opinión de las influencias que obraban entre ellos dentro del círculo al que pertenecían. Él afirma  que no había  "virtud"  en actividades  de este tipo, que él tenía  poco "talento" para sus operaciones, que él "experimentaba todas las veces una inclinación  tan  fuerte  al  camino  interno  secreto,  que  ese  externo  nunca  me sedujo mucho, ni siquiera en mi juventud", y que él exclamaba más que nunca a su Maestro: "¿ se puede necesitar todo esto para encontrar a Dios?" Siendo tal el caso no hay necesidad de causar sorpresa que Saint Martin puso en registro mucho después su opinión que la "primera estadía en Lyons en 1773", no fue mucho más provechosa que otras que él tuvo después, especialmente en 1785. Era importante, sin embargo, de otra y muy diferente manera, pues marcaba el inicio de su vida literaria. "Fue en Lyons", nos dice, "que yo escribí el libro "Des erreurs y de la Verité", en parte por vía de ocupación y porque estaba indignado con los así llamados filósofos, habiendo leído en Boulanger que el origen de las religiones tenía que ser buscado en el terror ocasionado por las catástrofes naturales. Escribí unas treinta páginas al comienzo, que mostré a un círculo que estaba instruyendo en la casa de M.  Willermoz, y ellos me rogaron que continuara. Fue compuesto hacia fines de 1773 y al comienzo de 1774, en el espacio de cuatro meses y al lado de la cocina, pues no había otro lugar donde abrigarse".

Fue por lo tanto en la residencia durante esos meses con su amigo masón que él estaba como pensionista en alguna otra parte   y no muy bien ubicado según sus medios.  La tarea era ejecutada con gran expedición, teniendo en cuenta su tema y la profunda búsqueda demandada a través de su extensión: por cierto, su aplicación debe haber sido incesante, el resultado comprendió casi quinientas páginas. El próximo punto que es necesario hacer notar, pues las razones aparecerán inmediatamente, es que está escrito en primera persona, lo que ocurre continuamente, de modo que el Filósofo Desconocido cuyo nombre aparece en el título está con el lector desde el comienzo hasta el final. La nota individual era característica de los escritos de Saint Martin a través de su vida literaria, pero va a observarse que aunque presente nunca insistente, nunca fue tocado por el egocentrismo. Él hablaba desde la totalidad del corazón, como de una fuente inagotable, y aún puesto en registro su sentimiento que no había suficiente papel en el mundo para contener todo lo que él tenía que entregar, podría sólo reducirlo a escritura. Él también tenía una cierta sagrada ternura hacia los niños de su mente, aun cuando él moraba en sus imperfecciones. En una palabra, él era un típico hombre literario de la mejor clase, además de un verdadero místico.

Se nos dice en otras partes que sus obras y especialmente las primeras en el tiempo, fueron fruto de unión afectiva al hombre, y en lo que respecta a "Des Erreurs et  de la Verité", estando preocupado solamente con hacer la guerra a la filosofía materialista,  él no podía permitir al lector ver precisamente  adonde estaba siendo guiado, porque lo habría puesto inmediatamente en oposición, "las escrituras  han  caído  en  tal  descrédito  entre  los  hombres"  .  Sigue que no solamente son no son citadas en la obra, de la misma forma Cristo mismo se le refiere en una forma velada, como la Causa Activa e Inteligente, el Agente, el Guía del Hombre, etc. Sería fácil enumerar otros puntos que muestran que la primera obra de Saint Martin fue delineada, pensada y escrita de su propia base, sólo con una reserva, que la raíz de su doctrina es presentada como viniendo de una fuente secreta que él estaba bajo compromiso en lo concerniente a ella y que debido a esta se le imponía una reserva, de modo que sus dilucidaciones podían sólo llevarse hasta cierto punto. Aquí hay un punto claro en lo que respecta a la fuente misma no tenemos dudas concerniente a ella desde el año 1899, cuando el importante "Traite de la Reintegration des Etres" de Martines de Pasqually fue publicado por primera vez en Francia.  Es  posible  revisar  cada  punto  de reticencia  registrado  por  Saint  Martin  y  ver  lo  que  yace  detrás  de  él  con referencia  a  este  tratado,  entendiéndose  que  Pasqually  por  su  propia  parte derivaba de otros instructores, para nosotros desconocidos con quienes él parece haber estado en comunicación personal, ya sea en el cuerpo o fuera de él, no podemos decirlo.

Habiendo presentado la historia literaria de Des Erreurs, de esta manera, tengo ahora que contratarlo con la visión opuesta dada por el Dr. Papus sobre la alegada autoridad de sus archivos martinistas. Él afirma que el libro Des Erreurs era debido casi enteramente a un "origen invisible", que el ser a quien en 1895, él había certificado como "siempre designado bajo el enigmático nombre de La Chose" era llamado el Filósofo desconocido, que él fue quien dio nacimiento a la obra en su mayor parte , que él dictó 166 cuadernos  de instrucción,  que algunos   de  estos   fueron   transcritos   por   Saint   Martin,   que   el  "Filósofo Desconocido "dio órdenes para que Saint Martin asumiera este nombre, y que el llamado "Agente" por sí mismo destruyó cerca de 80 cuadernos en 1790 para evitar que cayera en manos de los emisarios de Robespierre, "quienes estaban haciendo esfuerzos para adquirirlos". Continúa que Saint Martin ha dado una cuenta   por completa falsa de su primer libro, y a pesar de su nota personal y prevalente, no puede ser llamada obra suya, Sin embargo, he comparado estas declaraciones  y  los  que  lo  conocen  bien  prefieren  esta  versión  de  archivos extensos sin publicar y no disponibles para la inspección, como el Dr., Papus se refiere  expresamente  a documentos  reservados  para el único  uso del comité directivo a la cabeza de su Consejo Supremo. Cuando, por lo tanto, él establece después que los archivos incluyen varias hojas de instrucciones comunicadas por el "Agente Desconocido" y anotadas por mano de Saint Martin, tenemos que mirarla a la luz de revelaciones posteriores suministradas por el Presidente de la Orden Martinista, recordando que en 1899 promete producir nuevas pruebas en un volumen dedicado al místico. El volumen apareció en 1902 y contenía cincuenta cartas no publicadas de Saint Martin, las mismas que he referido. Ellos hicieron un prefacio a través de un resumen bibliográfico escrito sobre los documentos. En ninguno de los casos hay un rayo de luz   arrojado sobre las demandas previas: ellos eran de verdad el sujeto de alusión sólo en una simple sentencia. Pero nosotros obtuvimos inesperadamente iluminación en otros aspectos.  Por  cuanto  no  hay  evidencias  de  comunicaciones  dictadas  por  el Agente  Desconocido  durante  la  vida  de  Pasqually  o  en  los  diez  años  que siguieron a su muerte, decimos por el Dr. Papus, aunque no existe alusión al hecho de las cartas de Saint Martin, que en 1785, el Agente en cuestión, quien parece haber permanecido en espera desde que la muerte del Gran Soberano acaeció, comienza a manifestarse en Lyons, donde él dictó "aproximadamente 100 folios", siendo éstos en su mayoría quemados en 1790. Los archivos de la Orden, esto es agregado, incluye la cantidad de éstos que fueron salvados. En lugar de, por otra parte, de ser nunca vistos, transcritos y anotados una cantidad de instrucciones escritos antes de 1785, estamos hablando sólo de enseñanzas que parecen haber sido "escuchadas" y haber sido incorporados en este trabajo por el autor de "Des Erreurs…"

Veremos que el fundamento ha cambiado completamente y que nos acercamos a los posibles hechos de este caso. No dudo que Willermoz y su círculo reciben comunicaciones psíquicas en una u otra condición psíquica, inducidos por prolongadas operaciones inspiradas por el intento, o por la ayuda de "lúcidos", por la intervención de quienes son admitidos. No dudo que ellos fueron llevados a escritos, y como los nuevos que tomaron lugar traídos por Saint Martin a Lyons con la toda la celeridad posible, es cierto que él los leyó, pudo haber transcrito y anotado, pero todo fue en años subsecuentes a la publicación de "Des Erreurs…". Sin embargo, prefiero no ir en contra del Dr. Papus quien selló una vida laboriosa con una heroica muerte en la causa de los enfermos y heridos durante la Gran   Guerra. Estamos además, personalmente informados y nuestras relaciones fueron siempre cordiales. Pero él fue desafortunadamente  un  muy  inexacto  escritor,  y  en  la  presente  monografía puede ser extendido al doble esta medida si analizo los errores que colman sus libros  relacionados con temas Martinistas. Cómo vemos en los archivos, él nos habla  que  en  1895  le  habían  permitido  ver  aquellos  que  se  encontraba  en posesión de un cierto M. Cavernier y transcribió algunos de ellos, dedicándose una  semana  a  esta  labor.  1(a) En 1899 parece como si algunos originales hubieren llegado a su poder, sin embargo no nos explica cómo. Percibo que en este año se encuentra confuso con respecto a las fechas, extendiéndose y precisando en la naturaleza de las comunicaciones psíquicas. Por 1902 ha hecho mejores progresos con ellos y modificó sus afirmaciones en conformidad, pero sin retractarse de nada. Concibo que de esta forma el cuestionamiento puede disminuir, salvo y hasta que los presentes custodios de los archivos puedan decidir proceder más allá en el trabajo de su publicación. Me parece que he adoptado un motivo razonable y neutro en consideración con los hechos sin acusar a nadie.  Bajo  la  protección  de  Pasqually,  el  Rito  de  los  sacerdotes Elegidos fue de instrucción oculta, así como oculta su práctica y la sucesión -tal como  hemos  podido  ver-    de  Grados  Acumulativos,  la  enseñanza  fue  por supuesto bajo compromiso, y que parte de ésta que Saint Martin sintió permitido extender más allá en este primer libro. La chose (cosa) puede ser referida a la Guía de Pasqually en secreto, sin embargo, la comunión fue establecida, suponiendo que Papus está en lo correcto en su entender de este término. Pero las explicaciones pueden haber cubierto también instrucciones de otros orígenes, los "Predecesores"   alrededor de los que Pasqually instruyó a Willermoz el 13 de abril de 1718. El resumen de la instrucción recibida de todas las fuentes está revelado en el Tratado sobre la Reintegración del Gran Soberano.

Hemos visto que esto es reflejado también dentro del primer trabajo de Saint Martin, como a través del alambique de una mente original, dispuesta siempre a las más elevadas elecciones del alma humana. Un trabajo de comparación podría sostener este hecho en mente, pero esta no es la oportunidad de intentarlo en el presente escrito. La teoría de Saint Martin del bien y del mal está basada en la doctrina de dos principios desiguales, entre los que no existe cooperación o analogía. De estos dos el inferior parece ser el mal por el sólo acto de nuestras propias voluntades, siendo uno de oposición a la Voluntad Eterna de Dios, en donde está la unidad esencia.  El hombre en este estado primigenio es el más antiguo de todos los seres que se encuentra en conciencia al igual que la naturaleza, pero él fue el último que ingresó en este esquema. El viene de afuera del centro, es lo que se dice, desde la Voluntad Divina, pero permaneció en su presencia, y su función fue intentar llevar todas a las cosas de vuelta hacia la unidad. Pero él cayó desde este alto estado, fue privado de todos sus antiguos derechos, mientras otro Agente fue comisionado para tomar su lugar. Este Agente es la causa inteligente y activa y, bajo la cual, con el Gran Jefe o Guía, es comisionado para llevar el orden del universo. La inferencia es que este orden fue llevado a ser originalmente por las manos del hombre, hasta que en su separación podría reconciliarse con este único curso.  Puede  ser inferido que Él o Lo que ha sido llamado a regular en sustitución del hombre, ha aparecido  como líder dentro de la unidad, de otra forma el Reconciliador  y Reparador, mientras su más importante cargo desde que se verificó la caída es la reconciliación de nuestra carrera descendente. Hemos pasado de la unidad a la separación por el trabajo de nuestra propia voluntad, hemos renunciado a nuestra propia vocación y olvidado nuestros títulos, , pero El que repara restituye, en virtud  de  una  capacidad  de  restitución  que  siempre  ha  permanecido  con nosotros. Esto continúa a que en el momento de la reintegración el estado del hombre será totalmente crístico. Las exposiciones de Saint Martin, fueron como las de Masonería "veladas por alegorías e ilustradas por símbolos". La naturaleza de la caída se ve nublada de esta forma, desde el momento que él dice que el hombre desciende en la región de los padres y de las madres, de otra forma, dentro del círculo de la generación física, en lugar de esas generaciones espirituales.  Esto  es  una  parábola  de  la  unidad  original  y  su  subsecuente divorcio, de la supresión entre sujeto y objeto, o del amante y del amado en otra forma de metáfora. Ahora, el camino de divisiones el camino del error, pero el de la verdad es el camino de la unión, o está a lo menos, como yo entiendo a Saint Martin, en los testimonios que él trae a la luz. En un primer sentido este primer trabajo es parecido a una recopilación, pero aquí está la raíz de todo. Habiendo observado su siguiente presentación, su originalidad en pensamiento y estilo y -no lo menos importante- sus opiniones estudiadas y alusiones a una vía oculta de conocimiento, puedo entender el extraordinario efecto que tuvo sobre las mentes preparadas de la Francia de 1776.





Wednesday, June 8, 2016

Acerca de los dos San Juan - René Guénon

La Hermandad para toda la Humanidad


ACERCA DE LOS DOS SAN JUAN




René Guénon

Artículo originalmente publicado en "Études Traditionnelles", junio de1949, e incluido en Symboles fondamentaux de la Science Sacrée, París, Gallimard, 1962 [Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada, Buenos Aires, Eudeba, 1969, y Barcelona, Paidós, 1996]

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 Aunque el verano sea considerado generalmente como una estación alegre y el invierno como una triste, por el hecho de que el primero representa en cierto modo el triunfo de la luz y el segundo el de la oscuridad, los dos solsticios correspondientes tienen sin embargo, en realidad, un carácter exactamente opuesto al indicado; puede parecer que hay en ello una paradoja harto extraña, y empero es muy fácil comprender que sea así desde que se posee algún conocimiento sobre los datos tradicionales acerca del curso del ciclo anual. En efecto, lo que ha alcanzado su máximo no puede ya sino decrecer, y lo que ha llegado a su mínimo no puede, al contrario, sino comenzar a crecer a continuación[1]; por eso el solsticio de verano señala el comienzo de la mitad descendente del año, y el solsticio de invierno, inversamente, el de su mitad ascendente; y esto explica también, desde el punto de vista de su significación cósmica, estas palabras de San Juan Bautista, cuyo nacimiento coincide con el solsticio estival: "Él (Cristo, nacido en el solsticio de invierno) conviene que crezca, y yo que disminuya"[2]. Sabido es que, en la tradición hindú, la fase ascendente se pone en relación con el deva-yâna, y la fase descendente con el pitr-yâna; por consiguiente, en el Zodíaco, el signo de Cáncer, correspondiente al solsticio de verano, es la "puerta de los hombres", que da acceso al pitr-yâna, y el signo de Capricornio, correspondiente al solsticio de invierno, es la "puerta de los dioses", que da acceso al deva-yâna. En realidad, el período "alegre", es decir, benéfico y favorable, es la mitad ascendente del ciclo anual, y su período "triste", es decir, maléfico o desfavorable, es su mitad descendente; y el mismo carácter pertenece, naturalmente, a la puerta solsticial que abre cada uno de los dos períodos en que se encuentra dividido el año por el sentido mismo del curso solar.

Sabido es, por lo demás, que en el Cristianismo las fiestas de los dos San Juan están en relación directa con los dos solsticios[3], y, cosa muy notable, aunque nunca la hayamos visto indicada en ninguna parte, lo que acabamos de recordar está expresado en cierta manera por el doble sentido del nombre mismo de "Juan"[4]. En efecto, la palabra hebrea hanán tiene a la vez el sentido de "benevolencia" y "misericordia" y el de "alabanza" (es por lo menos curioso comprobar que, en nuestra misma lengua, palabras como "gracia (s)" tienen exactamente esa doble significación); por consiguiente, el nombre Yahanán [o, más bien, Yehohanán] puede significar "misericordia de Dios" y también "alabanza a Dios". Y es fácil advertir que el primero de estos dos sentidos parece convenir muy particularmente a San Juan Bautista, y el segundo a San Juan Evangelista; por lo demás, puede decirse que la misericordia es evidentemente "descendente" y la alabanza, "ascendente", lo que nos reconduce a su respectiva relación con las dos mitades del ciclo anual[5].

En relación con los dos San Juan y su simbolismo solsticial, es interesante también considerar un símbolo[6] que parece peculiar de la Masonería anglosajona, o que al menos no se ha conservado sino en ella: es un círculo con un punto en el centro, comprendido entre dos tangentes paralelas; y estas tangentes se dice que representan a los dos San Juan.

En efecto, el círculo es aquí la figura del ciclo anual, y su significación solar se hace, por otra parte, más manifiesta por la presencia del punto en el centro, pues la misma figura es a la vez el signo astrológico del sol; y las dos rectas paralelas son las tangentes a ese círculo en los dos puntos solsticiales, señalando así su carácter de "puntos límite", ya que estos puntos son, en efecto, como los límites que el sol no puede jamás sobrepasar en el curso de su marcha; y porque esas líneas corresponden así a los dos solsticios puede decirse también que representan por eso mismo a los dos San Juan.

Hay empero, en esta figuración una anomalía por lo menos aparente: el diámetro solsticial del cielo anual debe considerarse, según lo hemos explicado en otras ocasiones, como relativamente vertical con respecto al diámetro equinoccial, y sólo de esta manera, además, las dos mitades del ciclo, que van de un solsticio al otro, pueden aparecer real y respectivamente como ascendente y descendiente, pues entonces los puntos solsticiales constituyen el punto más alto y el punto más bajo del círculo; en tales condiciones, las tangentes a los extremos del diámetro solsticial, al ser perpendiculares a éste, serán necesariamente horizontales.

Pero, en el símbolo que ahora consideramos, las dos tangentes, al contrario, están figuradas como verticales; hay, pues, en este caso especial, cierta modificación aportada al simbolismo general del ciclo anual, la que por lo demás se explica de modo bastante sencillo, pues es evidente que no ha podido producirse sino por una asimilación establecida entre esas dos paralelas y las dos columnas [masónicas]; éstas, que naturalmente no pueden ser sino verticales, tienen por lo demás, en virtud de su situación respectiva al norte y al mediodía, y al menos desde cierto punto de vista, una relación efectiva con el simbolismo solsticial.

Este aspecto de las dos columnas se ve claramente sobre todo en el caso del símbolo de las "columnas de Hércules"[7]; el carácter de "héroe solar" de Hércules y la correspondencia zodiacal de sus doce trabajos son cosas demasiado conocidas para que sea necesario insistir en ellas; y es claro que precisamente ese carácter solar justifica la significación solsticial de las dos columnas a las cuales está vinculado su nombre.

Siendo así, la divisa "non plus ultra", referida a esas columnas, aparece como dotada de doble significación: no solamente expresa, según la interpretación habitual, propia del punto de vista terrestre y, por lo demás, válida en su orden, que aquéllas señalan los límites del mundo "conocido", es decir, en realidad, que son los límites que, por razones cuya investigación podría resultar de interés, no era permitido sobrepasar a los viajeros; sino que indica al mismo tiempo -y sin duda debería decirse ante todo- que, desde el punto de vista celeste, son los límites que el sol no puede franquear y entre los cuales, como entre las dos tangentes de que tratábamos líneas antes, se cumple interiormente su curso anual[8].

Estas últimas consideraciones pueden parecer bastante alejadas de nuestro punto de partida, pero, a decir verdad, no es así, pues contribuyen a la explicación




[1] Esta idea se encuentra, particularmente, expresada varias veces y en formas diversas en el Tao-te-King; se la refiere más en especial, en la tradición extremo-oriental, a las vicisitudes del yin y el yang
[2] San Juan, III, 30.
[3] Esas fiestas se sitúan en realidad un poco después de la fecha exacta de los solsticios, lo que manifiesta de modo aún más nítido su carácter, ya que el descenso y el ascenso han comenzado ya efectivamente; a esto corresponde, en el simbolismo védico, el hecho de que las puertas del Pitri-loka y del Deva-loka se consideran situadas respectivamente, no exactamente al sur y al norte, sino hacia al sudoeste y el nordeste.
[4] Queremos referirnos aquí al significado etimológico de ese nombre en hebreo; en cuanto a la vinculación entre Juan y Jano, aunque debe entenderse que es una asimilación fónica sin ninguna relación, evidentemente, con la etimología, no por eso es menos importante desde el punto de vista simbólico, ya que, en efecto, las fiestas de los dos San Juan han sustituido realmente a las de Jano, en los respectivos solsticios de verano e invierno.
[5] Recordaremos también, vinculándola más especialmente a las ideas de "tristeza" y "alegría" que indicábamos en el texto, la figura "folklórica" francesa, tan conocida, pero sin duda generalmente no comprendida muy bien, de "Juan que llora y Juan que ríe", que es en el fondo una representación equivalente a la de los dos rostros de Jano; "Juan que llora" es el que implora la misericordia de Dios, es decir, San Juan Bautista; y "Juan que ríe" es el que le dirige alabanzas, es decir, San Juan Evangelista.
[6] [Ya señalado en la última nota de un artículo anterior.]
[7] En la representación geográfica que sitúa a esas columnas a una y otra parte del actual estrecho de Gibraltar, es evidente que la ubicada en Europa es la columna del norte y la ubicada en África es la de mediodía.
[8] En antiguas monedas españolas se ve una figuración de las columnas de Hércules unidas por una suerte de banderola en la que está inscrita la divisa "non plus ultra"; ahora bien -cosa que parece bastante poco conocida y que señalaremos aquí a título de curiosidad-, de esa figuración deriva el signo usual del dólar norteamericano; pero toda la importancia fue dada a la banderola, que no era primitivamente sino un accesorio y que fue cambiada en una letra S, cuya forma aproximadamente tenía, mientras que las dos columnas, que constituían el elemento esencial, quedaron reducidas a dos trazos paralelos, verticales como las dos tangentes del círculo en el simbolismo masónico que acabamos de explicar; y la cosa no carece de cierta ironía, pues precisamente el "descubrimiento" de América anuló de hecho la antigua aplicación geográfica del non plus ultra.

Tuesday, June 7, 2016

Conócete a ti mismo - René Guénon

La Hermandad para toda la Humanidad

CONÓCETE A TI MISMO

RENÉ GUÉNON


Habitualmente se cita esta frase: “Conócete a ti mismo”, pero con frecuencia se pierde de vista su sentido exacto. A propósito de la confusión que reina sobre estas palabras se pueden plantear dos cuestiones: la primera concierne al origen de esta expresión, la segunda a su sentido real y a su razón de ser. Algunos lectores podrán creer que estas dos cuestiones son enteramente distintas y que no tienen ninguna relación entre ellas. Reflexionando y después de un atento examen resulta claramente que están estrechamente relacionadas.
Si se pregunta a los que han estudiado la filosofía griega quién es el hombre que pronunció por vez primera estas sabias palabras, la mayoría no dudará en responder que el autor de esta máxima es Sócrates, aun cuando algunos pretendan relacionarla con Platón y otros con Pitágoras. De estos pareceres contradictorios, de estas divergencias de opinión tenemos el derecho de concluir que esta frase no tiene como autor a ninguno de estos filósofos y no es en ellos donde hay que buscar su origen.
Nos parece lícito formular esta advertencia que parecerá correcta al lector cuando sepa que dos de estos filósofos, Pitágoras y Sócrates, no han dejado ningún escrito.
En cuanto a Platón, nadie, cualquiera que sea su competencia filosófica, está capacitado para distinguir lo que ha sido dicho por él o por su maestro Sócrates. La mayor parte de la doctrina de este último sólo nos es conocida a través de Platón y se sabe, por otra parte, que en la enseñanza de Pitágoras es de donde Platón ha tomado algunos de los conocimientos que muestra en sus diálogos. De ahí que veamos que es extremadamente difícil delimitar lo que pertenece a cada uno de los tres filósofos. Lo que se atribuye a Platón también se atribuye con frecuencia a Sócrates, y, entre las teorías apuntadas, algunas son anteriores a ambos y provienen de la escuela de Pitágoras o del propio Pitágoras.
A decir verdad, el origen de la expresión estudiada se remonta mucho más arriba que los tres filósofos nombrados aquí. Es más, es mucho más antigua que la historia de la filosofía, y sobrepasa también el dominio de la filosofía.
Se dice que estas palabras estaban inscritas encima de la puerta de Apolo en Delfos. Después fueron adoptadas por Sócrates, como lo fueron por otros filósofos, como uno de los principios de su enseñanza, a pesar de la diferencia que ha podido existir entre estas diversas enseñanzas y los objetivos perseguidos por sus autores. Por lo demás, es probable que Pitágoras haya empleado esta expresión mucho antes que Sócrates. Por ello, estos filósofos se proponían mostrar que su enseñanza no era estrictamente personal, sino que provenía de un punto de partida más antiguo, de un punto de vista más elevado que alcanzaba la fuente misma de la inspiración original, espontánea y divina.
Constatamos que estos filósofos eran, en esto, muy diferentes de los filósofos modernos que despliegan todos sus esfuerzos para expresar algo nuevo a fin de darlo como la expresión de su propio pensamiento, de dárselas como los únicos autores de sus opiniones, como si la verdad pudiera ser propiedad de un hombre.
Vamos a ver ahora porqué los filósofos antiguos han querido vincular su enseñanza a esta expresión o a otra similar, y porqué se puede decir que esta máxima es de un orden superior a toda filosofía.
Para responder a la segunda parte de esta pregunta, diremos que la respuesta está contenida en el sentido original y etimológico de la palabra “filosofía”, que habría sido, se dice, empleada por primera vez por Pitágoras. La palabra filosofía expresa propiamente el hecho de amar a Sophia, la sabiduría, la aspiración a ésta o la disposición requerida para adquirirla.
Esta palabra siempre se ha empleado para calificar una preparación a esta adquisición de la sabiduría, y especialmente los estudios que podían ayudar al philosophos, o a aquel que experimentaba por ella alguna inclinación, para convertirse en sophos, es decir, sabio.
Así, como el medio no se puede tomar como un fin, el amor a la sabiduría no podría constituir la sabiduría misma. Y del hecho de que la sabiduría es en sí misma idéntica al verdadero conocimiento interior, se puede decir que el conocimiento filosófico no es más que un conocimiento superficial y exterior. Así pues no tiene en sí mismo ni por sí mismo un valor propio. Constituye solamente un primer grado en la vía del conocimiento superior y verdadero que es la sabiduría.
Es bien sabido por aquellos que han estudiado a los filósofos antiguos que éstos tenían dos clases de enseñanza, una exotérica y otra esotérica. Todo lo que estaba escrito pertenecía únicamente a la primera. En cuanto a la segunda, nos es imposible conocer exactamente su naturaleza, porque por una parte, estaba reservado a unos pocos y por otra, tenía un carácter secreto. Estas dos cualidades no hubieran tenido ninguna razón de ser si no hubiera habido algo superior a la simple filosofía.
Al menos se puede pensar que esta enseñanza esotérica estaba en relación estrecha y directa con la sabiduría y que no sólo se recurría a la razón o a la lógica como ocurre con la filosofía que por ello ha sido llamada el conocimiento racional. Estaba admitido por los filósofos de la Antigüedad que el conocimiento racional, es decir, la filosofía, no es el más alto grado de conocimiento, no es la sabiduría.
¿Es posible que se enseñe la sabiduría como se enseña el conocimiento exterior por la palabra o por los libros? Esto es realmente imposible y veremos la razón de ello. Pero lo que ya podemos afirmar es que la preparación filosófica no era suficiente, ni siquiera como preparación, ya que sólo concierne a una facultad limitada que es la razón, mientras que la sabiduría concierne a la realidad del ser todo entero.
Existe pues una preparación para la sabiduría más elevada que la filosofía, que no se dirige ya a la razón sino al alma y al espíritu, y que podemos llamar preparación interior; y parece haber sido el carácter de los más altos grados de la escuela de Pitágoras. Ha extendido su influencia a través de la escuela de Platón hasta el neoplatonismo de la escuela de Alejandría donde aparece de nuevo claramente, así como en el neo- pitagórico de la misma época.
Si para esta preparación interior aún se empleaban las palabras, éstas ya no podían tomarse más que como símbolos destinados a fijar la contemplación interior. Por esta preparación, el hombre es llevado a ciertos estados que le permiten sobrepasar el conocimiento racional al que había llegado anteriormente, y como todo esto está por encima del nivel de la razón, también estaba por encima de la filosofía, ya que el nombre de filosofía siempre se emplea para designar algo que pertenece sólo a la razón.
Sin embargo, es sorprendente que los modernos hayan llegado a considerar la filosofía, así definida, como si fuera completa en sí misma, y que olviden así lo que hay de más elevado y superior.
La enseñanza esotérica ha sido conocida en los países de Oriente antes de propagarse por Grecia donde recibió el nombre de “misterios”. Los primeros filósofos, en particular Pitágoras, habían vinculado a ella su enseñanza, al no ser más que una expresión nueva de ideas antiguas. Existían diferentes clases de misterios que tenían orígenes diversos. Los que inspiraron a Pitágoras y Platón estaban en relación con el culto de Apolo. Los “misterios” tuvieron siempre un carácter reservado y secreto, la misma palabra misterio significa etimológicamente silencio total, las cosas a las que se referían al no poder ser expresadas con palabras, sólo podían enseñarse por una vía silenciosa. Pero los modernos al ignorar cualquier otro método que el que implica el uso de las palabras, y que podemos llamar el método de enseñanza esotérico, han creído falsamente, a causa de esto, que no había en ello ninguna enseñanza.
Podemos afirmar que esta enseñanza silenciosa usaba figuras, símbolos, y otros medios que tenían por objeto conducir al hombre a estados interiores que le permitían alcanzar gradualmente el conocimiento real o sabiduría. Este era el objetivo esencial y final de todos los “misterios” y de cosas semejantes que se pueden encontrar en otros lugares.
En cuanto a los “misterios” que estaban especialmente vinculados al culto de Apolo y al mismo Apolo, hay que recordar que éste era el dios del sol y de la luz, siendo ésta en su sentido espiritual la fuente de la que brota todo conocimiento y de donde derivan las ciencias y las artes.
Se dice que los ritos de Apolo venían del Norte y esto se relaciona con una tradición muy antigua, que se encuentra en los libros sagrados como el Veda hindú y el Avesta persa. Este origen nórdico se afirmaba más especialmente para Delfos que pasaba por ser un centro espiritual universal; y había en su templo una piedra llamada “omphalos” que simbolizaba el centro del mundo.
Se piensa que la historia de Pitágoras y el propio nombre de Pitágoras tienen un vínculo cierto con los ritos de Apolo. Éste era llamado Pythios, y se dice que Pytho era el nombre original de Delfos. La mujer que recibía la inspiración de los Dioses en el templo se llamaba Pythia. El nombre de Pitágoras significa pues guía de la Pythia, lo que se aplica al propio Apolo. Se cuenta también que fue la Pythia la que había declarado que Sócrates era el más sabio de los hombres. Por ello parece que Sócrates tenía un vínculo con el centro espiritual de Delfos, así como el propio Pitágoras.
Añadamos que si todas las ciencias estaban atribuidas a Apolo, también lo estaba más particularmente la geometría y la medicina. En la escuela pitagórica, la geometría y todas las ramas de las matemáticas ocupaban el primer lugar en la preparación del conocimiento superior. Respecto de este mismo conocimiento, estas ciencias no quedaban a un lado, sino que por el contrario se empleaban como símbolos de la verdad espiritual. Platón también consideraba la geometría como una preparación indispensable para cualquier otra enseñanza y había hecho inscribir encima de la puerta de su escuela estas palabras: “Que nadie entre aquí si no es geómetra.” Se entiende el sentido de estas palabras cuando se las compara con otra fórmula del mismo Platón: “Dios siempre hace geometría”, si añadimos que, hablando de un Dios geómetra, Platón también aludía a Apolo.
Así pues no hay que extrañarse de que los filósofos de la Antigüedad hayan empleado la frase inscrita a la entrada del templo de Delfos, ya que ahora conocemos los vínculos que los relacionaban a los ritos y al simbolismo de Apolo.
Según todo esto, podemos comprender fácilmente el sentido real de la frase aquí estudiada y el error de los modernos sobre ella. El error viene de que han considerado esta frase como la simple palabra de un filósofo, al que atribuyen siempre un pensamiento comparable al suyo. Pero en realidad el pensamiento antiguo difería profundamente del pensamiento moderno. Así, muchos atribuyen a esta frase un sentido psicológico; pero lo que llaman psicología consiste sólo en el estudio de los fenómenos mentales, que no son más que modificaciones exteriores -y no la esencia- del ser.
Otros ven en ella, sobre todo entre los que la atribuyen a Sócrates, un objetivo moral, la búsqueda de una ley aplicable a la vida práctica. Todas estas interpretaciones exteriores, sin ser siempre enteramente falsas, no justifican el carácter sagrado que tenía en su origen, y que implica un sentido mucho más profundo que el que se le gustaría atribuir. Ésta significa de entrada que ninguna enseñanza exotérica es capaz de dar el conocimiento real, que el hombre debe encontrar solamente en sí mismo, ya que, de hecho, todo conocimiento sólo se puede adquirir por una comprensión personal.
Sin esta comprensión, ninguna enseñanza puede desembocar en un resultado eficaz, y la enseñanza que no despierta en el que la recibe una resonancia personal no puede procurar ningún tipo de conocimiento. Por ello Platón dice que “todo lo que el hombre aprende ya está en él”. Todas las experiencias, todas las cosas exteriores que lo rodean no son más que una ocasión para ayudarle a tomar consciencia de lo que tiene en sí mismo. Este despertar es lo que él llama anámnesis, que significa “reminiscencia”.
Si es esto cierto para todo conocimiento, también lo es para un conocimiento más elevado y más profundo, y, cuando el hombre avanza hacia este conocimiento, todos los medios exteriores y sensibles se van volviendo cada vez más insuficientes, hasta perder totalmente toda utilidad. Si pueden ayudar a acercarse a la sabiduría en algún grado, son impotentes para adquirirla realmente y se dice corrientemente en la India que el verdadero gurú o maestro se encuentra en el propio hombre y no en el mundo exterior, aunque pueda ser útil al principio una ayuda exterior, para preparar al hombre para encontrar en él y por sí mismo lo que no puede encontrar en otra parte y particularmente lo que está por encima del nivel del conocimiento racional. Hace falta, para alcanzarlo, realizar ciertos estados que siempre van más profundamente en el ser, hacia el centro que está simbolizado por el corazón y adonde la consciencia del hombre debe ser transferida para hacerlo capaz de llegar al conocimiento real. Estos estados que se realizaban en los misterios antiguos eran grados en la vía de esta transposición de lo mental al corazón.
Hemos dicho que había en el templo de Delfos una piedra llamada omphalos, que representaba el centro del ser humano así como el centro del mundo, según la correspondencia que existe entre el macrocosmos y el microcosmos, es decir, el hombre, de tal manera que todo lo que está en uno está en relación directa con lo que está en el otro. Avicena ha dicho: “Tú te crees nada y es en ti donde reside el mundo.”
Es curioso señalar la creencia extendida en la Antigüedad de que el omphalos había caído del cielo, y tendríamos una idea exacta del sentimiento de los Griegos con respecto a esta piedra si decimos que tenía cierta similitud con el que sentimos con respecto a la piedra negra sagrada de la Kaabah.
La similitud que existe entre el macrocosmos y el microcosmos hace que cada uno de ellos sea la imagen del otro, y la correspondencia de los elementos que los componen nos enseña que el hombre debe conocer- se primero él mismo para poder conocer después todas las cosas, ya que, en verdad, puede encontrar todas las cosas en él. Esta es la razón por la que ciertas ciencias -sobre todo las que formaban parte del conocimiento antiguo y que son casi ignoradas por nuestros contemporáneos- poseen un doble sentido. Por la apariencia exterior, estas ciencias se refieren al macrocosmos y se pueden considerar justamente desde este punto de vista. Pero al mismo tiempo tienen también un sentido más profundo, el que se refiere al hombre mismo y a la vía interior por la que puede realizar el conocimiento en sí mismo, realización que no es otra que la de su propio ser. Aristóteles ha dicho: “el ser es todo lo que conoce”, de tal manera que, allí donde hay conocimiento real -no su apariencia o su sombra- el conocimiento y el ser son una sola y misma cosa.
La sombra, según Platón, es el conocimiento por los sentidos e incluso el conocimiento racional que, aunque bastante más elevado, tiene su fuente en los sentidos. En cuanto al conocimiento real, está por encima del nivel de la razón; y su realización, o la realización del propio ser, es semejante a la formación del mundo, según la correspondencia de la que hemos hablado más arriba.
Por ello algunas ciencias pueden describirlo según la apariencia de esta formación; este doble sentido estaba incluido en los antiguos misterios, como se encuentra también en todo tipo de enseñanza que apunte al mismo objetivo entre los pueblos de Oriente.
Parece que igualmente en Occidente esta enseñanza ha existido durante toda la Edad Media, aunque hoy en día haya desaparecido completamente hasta el punto de que la mayoría de los Occidentales no tienen ni idea de su naturaleza o incluso de su misma existencia.
Por todo lo que precede, vemos que el conocimiento real no tiene como vía a la razón, sino el espíritu y todo el ser, ya que no es otra cosa sino la realización de este ser en todos sus estados, lo que es la finalización del conocimiento y la obtención de la sabiduría suprema. En realidad, lo que pertenece al alma, e incluso al espíritu, representa solamente los grados en la vía hacia la esencia íntima que es el verdadero sí, y que sólo puede ser hallado cuando el ser ha alcanzado su propio centro, estando todas sus potencias unidas y concentradas como en un solo punto, en el que todas las cosas se le muestran, estando contenidas en este punto como en su primer y único principio, y así puede conocer todas las cosas como en sí mismo y de sí mismo, como la totalidad de la existencia en la unidad de su propia esencia.
Es fácil ver lo lejos que esto está de la psicología en el sentido moderno de esta palabra, y que esto incluso va más lejos que un conocimiento más verdadero y más profundo del alma, que no puede ser más que el primero en esta vía. Importa señalar que el significado de la palabra nefs no debe estar restringido aquí al alma, ya que esta palabra se encuentra en la traducción árabe de la frase considerada mientras que su equivalente griego psyche no aparece en el original. Así pues, no hay que atribuir a esta palabra su sentido corriente, ya que es cierto que posee otro significado mucho más elevado que lo hace asimilable a la palabra esencia, y que se relaciona con el Sí o con el ser real; como prueba tenemos lo que se dice en el hadith, que es como un complemento de la frase griega: “Quien se conoce a sí mismo, conoce a su Señor.”

Cuando el hombre se conoce a sí mismo en su esencia profunda, es decir en el centro de su ser, es entonces cuando conoce a su Señor. Y conociendo a su Señor, conoce al mismo tiempo todas las cosas, que vienen de Él y vuelven a Él. Conoce todas las cosas en la suprema unidad del Principio divino, fuera del cual, según la palabra de Mohyiddin ibn Arabî: “No hay absolutamente nada que exista”, ya que nada puede estar fuera del Infinito.