El Secretario de Logia desde un punto de
vista iniciático
Por
Jorge Norberto Cornejo
INTRODUCCIÓN
“Toma la
pluma para escribir como si fuera la lanza de un guerrero”
Abraham
Abulafia
Queridos
Hermanos:
En
esta oportunidad deseo referirme a un Oficial de la Logia por todos conocido:
el Secretario.
Se
han escrito numerosos trabajos, algunos de elevada calidad, enumerando los
deberes y funciones que competen al Secretario de una Logia, y se ha analizado
ampliamente la relación que guarda su posición en la misma desde el punto de
vista de la Cábala, de las asociaciones planetarias, etc. Aquí, sin embargo,
voy a encarar el tema desde un punto de vista diferente, continuación de la
plancha titulada “Sobre el Verbo” que escribí en otra oportunidad.
Por
otra parte, así como se han escrito innumerables planchas referidas al rol del
Secretario de Logia, lo mismo puede decirse, y aún con mayor certeza, respecto
del significado de la palabra “Logia”. En el presente trabajo me interesa la relación, bastante obvia, de
Logia con “Logos”. Tal relación no
necesariamente es etimológicamente correcta, pero sí lo es desde el punto de
vista del significado que tanto de Logia como de Logos se ha construido con el
paso del tiempo.
Es
difícil definir con precisión que entendemos exactamente por “Logos”. El Logos,
dentro del contexto de este trabajo, es el Verbo, pero entonces nos encontramos
con la dificultad de dar una definición precisa del Verbo, de la Palabra,
esotéricamente considerada.
El
Verbo, el Logos, es algo que se busca en una Logia. Es algo que, de conocerse
plenamente, le daría sentido a todos los actos rituales que se practican en la
Logia y, al mismo tiempo, le daría sentido completo a la vida humana, y haría
que todos los actos que realizamos cotidianamente fuesen actos rituales, fuesen
movimientos de una danza ritual rítmicamente armoniosa. Si el Verbo fuera
plenamente conocido y comprendido, los actos rituales practicados en la Logia
serían los arquetipos de los actos rituales constantemente practicados en la
vida misma.
En
forma equivalente, cuando el Verbo, cuando la Palabra, se pierde o se olvida,
los actos, sean de un individuo, de una Logia o de una institución cualquiera,
pierden sentido. La “pérdida de la Palabra”, por lo tanto, es algo que ocurre
casi cotidianamente, es la muerte repetida de Hiram, asesinado por el olvido,
por la ignorancia o por el desinterés.
Ahora
bien, aun cuando no podamos definir con precisión absoluta de qué se trata el
Logos, el Verbo (pues si pudiésemos realizar tal definición estaríamos en
posesión del Verbo, habríamos alcanzado completamente el conocimiento de la
Palabra Perdida, y nadie puede humanamente arrogarse tal logro), lo cierto es
que el Verbo, el Logos, tiene al menos relación con dos factores: con la palabra
(Verbo) y con el conocimiento (Logos). Ambos factores están íntimamente
relacionados, dado que la palabra es vehículo de conocimiento.
Ahora
bien, la palabra, el lenguaje, puede ser oral o escrita. Ambas formas de la
palabra se desarrollan en una Logia. En la Logia se habla (y la forma de tomar
la palabra está ritualmente establecida) y también se escribe, y aquí es donde
entra en escena el Secretario.
Si
vamos a tratar el rol del Secretario de Logia desde un punto de vista
iniciático, debemos entonces considerar al Secretario como aquel cuyo
deber es fijar el Verbo por escrito,
por lo que el Secretario es el escriba
de la Logia.
EL SECRETARIO
La
ubicación de los Oficiales dentro del Templo masónico varía según los distintos
Ritos y Rituales, pero es frecuente que el Secretario se siente exactamente (o
casi) enfrente del Orador. Es decir, la palabra escrita (el Secretario) se
muestra como el opuesto complementario de la palabra hablada (el Orador).
Podemos pensar que el Venerable Maestro representa un estadio superior tanto a
la palabra escrita como a la palabra hablada, estadio que podría ser el símbolo
en sí mismo. Maestro, Secretario y Orador, desde este punto de vista, expresan
el carácter ternario, tríplice, del Verbo, en toda su plenitud.
Pero
aquí nos interesa el Secretario. Y para hallar su dimensión iniciática, hemos
de recurrir a la mitología, y específicamente a los mitos sobre la invención de
la escritura.
Por
ejemplo, en los mitos sumerios, la diosa Nisaba[1]
recibe del dios soberano Enki la potestad sobre la escritura y la función de
escriba:
“La santa Nisaba recibió la regla de medir y conservar la vara del
lapislázuli; es ella la que proclama las
grandes reglas, la que fija las fronteras, la que va marcando los límites.
Ahora es la escriba del país.”
Con
relación a esto, recordemos que en numerosos rituales el Secretario es el
encargado de sostener la regla de 24 pulgadas. El Secretario, el escriba de la
Logia, por lo tanto, cumple una importante función para marcar sus límites, sus
landmarks.
En
uno de los mitos babilónicos se habla de Nabu, el hijo del dios Marduk. Nabu
fue el dios de los escribas, siendo su
apelativo el de Señor del Cálamo. Una inscripción en una estatua de Nabu dice
(en todas las citas los resaltados son nuestros):
“Nabu, el muy alto, el sabio, el poderoso, el héroe…cuya palabra es
primordial, el maestro de las ciencias, que vigila la
totalidad del cielo y de la tierra, aquel que sabe todo, que entiende todo, que
posee el cálamo del escriba…el Señor de los señores, cuya potencia es sin
igual, el compasivo, el misericordioso.”
Asurbanipal
le dedica su biblioteca diciendo:
“Sujeta la tablilla de arcilla y el cálamo de los destinos, él prolonga
los días…”
Si
se cumpliera con todos los detalles ritualísticos, el Secretario siempre
tendría sobre su escritorio un cálamo de escribir, o eventualmente una pluma de
escribir antigua. Con ellos, simbólicamente, escribe sobre la tablilla (la
plancha de trazar) en la que traza las Actas de cada reunión de la Logia. Si
relacionamos esto con el relato mitológico precedente, vemos que el simple acto
de escribir el Acta de una reunión de Logia es en realidad un símbolo
cosmológico, en el que se reproduce, microcósmicamente, la inscripción de la
Palabra Primordial sobre la plancha de trazar del Universo, es decir, el acto
macrocósmico de la emanación.
En
la mitología egipcia era Thot, el escriba de los dioses, quien creaba el Cosmos
a través de su Verbo. En Thot, por lo
tanto, se fusionan los atributos tanto del Secretario como del Orador, la
palabra escrita y la palabra hablada[2].
Como
Thot es el dios del conocimiento, él crea la escritura, con el propósito de
difundir tal conocimiento. La función del escriba, del Secretario, es entonces
sagrada, es un “nodo” en la circulación universal del conocimiento, de la
sabiduría.
REFLEXIONES FINALES
Existe
por lo tanto un conjunto de símbolos que el Secretario podría tener sobre su
escritorio y que expresan el simbolismo iniciático de su Oficio: el
cálamo, la regla, la plancha de trazar. Un Oficio que no es totalmente
“administrativo”, sino un Oficio que es,
en sí mismo, un símbolo.
Y,
dentro del Rito Escocés, el grado de Secretario
Íntimo podría servir para resaltar el simbolismo esotérico del Secretario
de la Logia. Este grado, sexto del Rito referido, es poco practicado, pero en
realidad presenta un simbolismo muy interesante, sobre todo en el plano
psicológico.
De
acuerdo con la Leyenda que es el núcleo de ese grado, Johaben se transforma en
el Secretario Íntimo de una nueva alianza establecida entre los dos reyes:
Salomón, Rey de Israel e Hiram II, Rey de Tiro. La alianza original entre ambos
se había roto porque Salomón no había
cumplido con su palabra, consistente en ceder a Hiram de Tiro veinte ciudades a
cambio de los materiales y obreros que este último le había facilitado.
Cuando
la palabra no se cumple, la alianza deja de representar la Verdad, y entonces
la Palabra Verdadera se pierde. Johaben, el Secretario Íntimo, recompone
la Alianza mediante el acto de ser testigo de la misma,
y se supone que ahora la palabra empeñada será cumplida. En el grado, entonces,
se alcanza una recuperación (parcial) de la
Palabra Perdida.
El
Secretario de una Logia, por lo tanto, y en analogía con el Secretario Íntimo,
es el testigo de las palabras pronunciadas en la Logia, palabras que pueden ser
verdaderas o falsas, y que pueden establecer alianzas o romperlas.
En el primero caso, que obviamente es el deseado y esperable, el Verbo, las
palabras pronunciadas en Logia, establecen sobre el
plano real y concreto, la fraternidad.
En
síntesis, cuando el Verbo pronunciado en Logia expresa la Verdad, el Secretario
se transforma en el testigo de la fraternidad.
[1] Originalmente
una diosa del grano y de los juncos que sirven para fabricar el cálamo.
[2] Alguna
vez leí que el Oficio de Orador fue creado por los Masones franceses para
compensar la dificultad que tenían los Maestros de las Logias para formular
discursos oralmente. Lamentablemente, comentarios como ese sólo demuestran con
qué escasa profundidad se analizan los usos y costumbres masónicas. El Oficio
del Orador, al igual que el de Secretario, es la expresión de una necesidad
arquetípica, de la dialéctica propia del Verbo tal como éste es manifestado en
una Logia.
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