Wednesday, December 11, 2019

Los Cátaros


ORDEN MARTINISTA DEL PERÚ
Filial de la Orden Martinista de Francia
Colegio de Lima
Grupo "Lucían Chamuel" N° 37
Circulo Acanto Nº 19
5 de febrero de 1964
LIMA – PERÚ


Los Cátaros

1.          Introducción

2.          Inicios del Catarismo
3.          La creación de la Iglesia Cátara
4.          ¿Por qué surge el Catarismo?
5.          La práctica religiosa de los Cátaros
6.          La actitud de la Iglesia
7.          La Cruzada
8.          La inquisición
9.          El fin del Catarismo
10.    Bibliografía





INTRODUCCIÓN

 

La cuestión de los cátaros es uno de los temas medievales que más siguen fascinando hoy en día, suscitando interés por el modo de vida, preceptos  e historia de los miembros que conformaron esta doctrina herética. Además está envuelto en el halo de misterio que provoca en el hombre actual  todo  lo  referente a la Edad Media (aún sin ser una época tan oscura), pero más aún si tenemos en cuenta la represión que sufrió este colectivo y que provoca el morbo de la gente.
A pesar de que parece que el tema despierta interés, en España existen pocas publicaciones serias. No se han traducido las obras de Thouzellier, Griffe, Duvernoy... y solo se editan libros que se refieren al tema por la vertiente esotérica.
El Catarismo, la religión de los bons homes, tuvo su lugar de práctica en la Lombardía, algunos lugares de los Pirineos y, sobre  todo,  en  el  Languedoc. Pero, como veremos, las creencias que lo conformaban no eran originarias de estos sitios, sino que se van forjando desde tiempos pasados y desde zonas orientales.
Las cuestiones que plantean los cátaros son:
Ø ¿Por qué y cómo surgen?,
Ø ¿En qué puntos se distanciaban de la  ortodoxia?,
Ø ¿Por qué eran tan peligrosos para esta?  ...
Pero antes de abordarlas habría que intentar definir los conceptos de herejía y de ortodoxia. Ortodoxia sería "lo correcto", la fe que profesan los seguidores de la doctrina de la Iglesia; mientras que la herejía sería la separación del tronco recto de la Iglesia por un error doctrinal.
Pero: ¿estaba la doctrina "ortodoxa" de la Iglesia totalmente definida desde un principio o se conforma a raíz de la eliminación de las "herejías" precedentes? Según Emilio Mitre Fernández hay tres opiniones al  respecto:
La ortodoxia precede a la herejía, que tergiversa el mensaje de  Cristo.
Existiría una gran variedad de corrientes, una crítica libre sobre la que se impondrá Roma (Bauer).

Turner aboga por una Iglesia en la que existe la variedad y en la que aparece la herejía cuando alguna variable interna contradice en extremo la fe  tradicional.
Es lógico pensar que la "ortodoxia" como dogma cristiano no queda establecida en el momento que aparece el cristianismo, sino que se ir configurando,  y  cuando la Iglesia se va institucionalizando ser la cabeza dirigente la que marcar  la doctrina, precisamente a cargo de eliminar las interpretaciones que van directamente contra ella, su organización y el orden social establecido. Esto se hará mediante los concilios.
La actividad de estos grupos que cuestionan los planteamientos que llegan desde Roma se hace alarmante en Occidente en el XI, en el que se dar n como consecuencia varios concilios: uno en Reims en 1049, y otro en Tolosa en 1095. Pero no se llegar a presentar una oposición fuerte a la Iglesia y pronto estos movimientos serán vencidos, hasta ser reactivados a mediados del XII por los cátaros.

LO QUE DICE WIKIPEDIA LA ENCICLOPEDIA LIBRE

 

El Catarismo es la doctrina de los Cátaros, un movimiento religioso de carácter gnóstico que se propagó por Europa Occidental a mediados del  siglo  X,  logrando asentarse hacia el siglo XIII en tierras de Languedoc, donde contaba  con la protección de algunos señores feudales vasallos de la corona de  Aragón.
Los llamados cátaros eran un movimiento religioso-cultural, propulsor de un nuevo orden social a partir del desarrollo individual. Desde sus fundamentos se oponían a la Iglesia Católica, a su doctrina, la cual negaba la posibilidad a los hombres de alcanzar un estado de desarrollo espiritual fuera de las instituciones católicas y sin la guía de un representante de la iglesia. La iglesia cátara fue uno de los numerosos movimientos sociales que intentaron romper con esta hegemonía eclesiástica e instaurar un nuevo  orden, por lo  que  fue perseguida. Ya por el siglo XII, este movimiento tomó fuerza y comenzó a ganar muchos devotos, por lo que la Iglesia Católica intentó suprimirlo, debido a que los veían como rivales de mucha peligrosidad.
Con influencias del maniqueísmo en sus etapas pauliciana y bogomila, el catarismo criticó las prácticas y la visión de la jerarquía de la Iglesia Católica,  que en respuesta lo consideró herético.

Tras una tentativa misionera, y frente a su creciente influencia y extensión, la Iglesia terminó por invocar al uso de la fuerza, con el apoyo de la corona de Francia, para lograr su erradicación a partir de 1209 mediante la Cruzada albigense. A finales del siglo XIII el movimiento, reprimido con violencia por la Inquisición y debilitado, entró en la clandestinidad, pero desde la segunda mitad del siglo XX, el catarismo es objeto de investigaciones y de un esfuerzo por integrar su recuerdo a la identidad de las regiones donde se encontraba su foco central de influencia: el Languedoc y la Provenza, regiones del "Midi" o tercio  sur de Francia.

INICIOS DEL CATARISMO

 

A partir del XII comienzan a aparecer de nuevo herejes en las zonas donde antes habían surgido y habían sido eliminados. En 1144, en Colonia, es detenida una secta que se presentaba a modo de Iglesia jerarquizada, el mismo año en Lieja aparece otro grupo de características similares. Estas apariciones ir n acompañadas de ejecuciones en la hoguera. En 1145 San Bernardo habla de los "tejedores arios" en la zona de Tolosa y Albi, a la que viaja para combatir las predicaciones heréticas por orden del Papa Eugenio III.
Los de Colonia afirmaron que su Iglesia había estado oculta en países orientales, y un texto del Inquisidor Anselmo de Alejandría explica que su origen es Bulgaria, donde la religión extendida es el bogomilismo, herejía dualista, según  la doctrina maniquea de los dos principios supremos enfrentados: el bien y el  mal. La osmosis que se produce entre Oriente y Occidente con las cruzadas, y el tráfico fluvial de las aguas del Danubio y Rhin hacen que aparezcan los grupos heréticos en lugares de los actuales países Bajos y el norte de Francia. Pero no   ser en estos lugares donde cuaje, sino que desde que aparece, hasta 1165, el movimiento ira a confluir a la zona que se le presentó más permisiva, que fue la de Occitania.
Durante estos años la iglesia estudiar estos movimientos, y se los definir con términos como "arios", "maniqueos" y el término griego "cátaro" (puro), que según Eckbert de Schnau, fue el que se aplicaron los primeros maestros de la  zona renana. Se comienzan a realizar concilios que discuten el tema: el primero ser en Reims en 1148, el segundo en 1157; luego otro en Tours en 1163, en el  que se describen los síntomas de esta nueva herejía. Pero ser en 1167 cuando el
Catarismo se constituir en un verdadero peligro para la Iglesia  Romana, y el  lugar será Saint-Félix de Caramon, donde se constituir la Iglesia  Cátara.

LA CREACIÓN DE LA IGLESIA CÁTARA

 

Este acontecimiento es conocido por un documento encontrado en el siglo XVII por Guillaume Besse, de cuya autenticidad se ha dudado. Los hechos son que en el mes de Mayo de 1167, en el castillo de Saint-Félix de Caramon, el pope oriental Nicetas dar el consolament, es decir, el bautismo de los cátaros, a una "gran multitud" de gentes de la zona occitana. Se ordenaron seis obispos y se constituyen comisiones para delimitar los territorios de las diócesis de Albi, Tolosa, Carcasona y Agen. El Catarismo se organiza ahora como  Iglesia,  dejando claramente fijado su dogma, en el cual se da la oposición entre dos principios en igualdad de fuerzas: Dios, que creó el universo, y Satanás, que    creó la tierra.
Así es como la Iglesia cátara tomará fuerza en el Mediodía francés, ya que los obispos de Tolosa, Albi y Carcasona no se ven obligados a intervenir. Por tanto en este ambiente permisivo se concentran los seguidores cátaros que en el norte de Francia se estaban viendo perseguidos. El clero meridional no era tan activo como el del norte, y hasta el Papa Inocencio III los acusa de pasividad y de solo buscar beneficios. La razón no es que los prelados fuesen m s inactivos que en otras zonas, pero quizá si insuficientes para la amplitud de las diócesis, donde quedaban lugares del ámbito rural de los que se encargaban curas mediocres que no podían luchar contra las predicaciones cátaras, las cuales encontraron acogida entre la gente. En el norte la interacción entre los eclesiásticos, el poder secular    y el propio pueblo no les permitió proliferar.

¿POR QUÉ SURGE EL CATARISMO?

 

¿A qué razón puede atenerse el surgimiento de esta corriente disidente con respecto a la institución eclesiástica ya existente? Las razones son mayoritariamente de tipo social. El clero del siglo XII no era muy eficaz cuando dirigía sus predicaciones al pueblo, que parece que entendía mucho mejor a los predicadores ermitaños. Según Labal, el clero veía en la vida laica la perdición,   y solo la vida religiosa era digna de salvación.
El clero veía además en la mujer la fuente de todo pecado y perdición. También  se mostraba disconforme con la vida urbana que comenzaba a renacer: el auge  del comercio podía ser un peligro para la explotación de  los  excedentes  mediante el sistema económico feudal. Era por lo tanto difícil alcanzar la salvación para los laicos. Algunos medios eran las cruzadas, o la buena muerte, pero esto no estaba al alcance de todos, por lo que hay inquietud al  respecto.
Los cátaros llevan una vida austera y predican en la lengua del pueblo. También desdeñan al mundo, como los clérigos, pero proponen explicaciones  satisfactorias para la gente. La administración del consolament a la hora de la muerte limpiaba de toda impureza. La mujer consolada era igual de pura que el hombre. Sus predicaciones no tenían nada de escandaloso, por lo que podían  calar en cualquier cristiano.
Todo esto los convertía en un oponente de la Iglesia, ya que venían a llenar algunos "huecos" dejados por esta. La Iglesia exigía diezmos, en competencia  con las exacciones de los señores, los cuales, en el medio día poseían señoríos colectivos de los que se repartían los beneficios. Estos señores vivían en los castrum, en contacto con el pueblo, y pasan a ver con mejores ojos a esta nueva iglesia que no cobra diezmos y que predica en la ciudad y trabaja para  subsistir.
Incluso las damas de la aristocracia encontraban su lugar entre estos herejes. Los herejes se ganan por tanto a las casas aristocráticas del Mediodía: los Trencavel, del vizcondado de Carcasona, Albi y Beziers, las damas del condado de Foix, e incluso Raimundo VI, conde de Tolosa, se muestra tolerante con  ellos.

LA PRÁCTICA RELIGIOSA DE LOS CÁTAROS

 

Los cátaros, que se denominaban a sí mismos Buenos Hombres o Buenos/as Cristianos/as, tenían casas de predicación en las calles de los burgos, donde la gente podía ver y escuchar a los perfectos, que eran los predicadores cátaros.    Allí vivían, vestidos de negro, sin comer carne y practicando la castidad,  y además esas casas eran sus talleres de trabajo, escuelas,  hospicios...
Estaban organizados en obispados, como ya hemos explicado, presididos por el obispo y sus ayudantes: un Hijo Mayor y un Hijo Menor. Cuando moría el   obispo le sucedía el Hijo Mayor, cuya posición era ahora ocupada por el Hijo Menor, y al puesto de este accedería un nuevo  personaje.
Los obispados eran independientes, y se encargaban de nombrar diáconos que administraban en las casas religiosas una penitencia colectiva. Leían sobre todo  el Nuevo Testamento, en lengua occitana, y lo contraponían al Antiguo: el Dios Bueno no pudo crear este mundo, sino Lucifer. Los hombres eran ángeles caídos que tenían que liberarse de este mundo. Cristo sería el enviado de Dios para indicar el camino de salvación.
No reconocían la naturaleza física de este, ni veneraban la cruz, que para ellos   era un instrumento de suplicio. La vía de salvación era el rechazo a la violencia, la mentira... el único sacramento que consideraban fundado en el antiguo testamento era el de la imposición de manos, y rezaban el Padrenuestro y compartían el pan en memoria de Cristo, pero no consideraban que allí se encarnara.
La imposición de manos (consolament) era a su vez bautismo, penitencia, ordenación y extremaunción. Para la ordenación tenía que ser en principio administrado por un obispo, pero para los enfermo y para el perdón de  los pecados lo podían ejercer incluso las Buenas Mujeres.
No aceptaban que Dios fuera el creador de nada de este mundo,  que  consideraban que era un infierno transitorio, del que todos saldrían para ir al verdadero Reino de Dios. Por tanto no aceptaban los cultos de la Iglesia. Todas  las almas se salvarían, y la que no, volvería a encarnarse.
Tener hijos era alargar la vida de este lugar y traer más almas a este mundo de Lucifer. Practicaban ayuno los lunes, jueves y viernes. Otras prácticas eran: el melhorament, tres reverencias al paso de un perfecto; el aparelhament, una especie de confesión penitencial; la convenenza, que era un convenio por el que  el creyente recibiría el consolament a la hora de su muerte, y parece que cuando  la cosa se les llegó a poner muy adversa practicaron la endura, que era una  especie de suicidio místico a causa de un ayuno total.

LA ACTITUD DE LA IGLESIA

 

San Bernardo ya fijó la atención sobre los herejes del Lenguadoc cuando se dirigió a allí para luchar contra las predicaciones de Enrique de Lausana. Descubre en Tolosa a los "arios". A San Bernardo de Claravall le acompaña un legado pontificio que sufre el rechazo de la población: la gente no se identifica con Roma. San Bernardo también ser rechazado en el castro de Verfeil. Aún no  se ha hablado de métodos violentos para combatir a los herejes, solo del  diálogo.
En el Concilio de Tours de 1163 se amenaza a los castellanos que apoyan a los herejes. Raimundo V, conde de Tolosa, envía una carta expresando su  impotencia ante los herejes que se implantan en el pueblo, ante la que los reyes  de Inglaterra y Francia envían dos misiones: la primera en 1178, con el legado papal Pierre de Paire, con resultados escasos. Se excomulga al vizconde Roger   de Trencavel y se condena al obispo c taro de Tolosa Bernard Raymon, pero no  se les hace nada.
Tras el concilio de Letrán de 1179 se va formando la idea de la intervención armada. En 1181 Henry de Marcy cerca el castillo de Lavaur y consigue el arrepentimiento del vizconde Roger y la conversión de dos perfectos  apresados.
De todas formas nadie tiene interés en ocupar las difíciles sedes episcopales occitanas y se va incubando la idea de una entrada armada que acabe con el problema de manera tajante. En el norte la actuación violenta del poder civil y  del pueblo impidió a la herejía prosperar, pero en el sur la población c tara era entre el 5 y el 10% o más en las ciudades más contaminadas, y era tolerada por muchos más. En 1184 se impone la pena de fuego para los herejes impenitentes   y reincidentes.
Inocencio III, desde 1198, vendrá a imprimir más dinamismo en la lucha de la iglesia contra el hereje. Tiene formación jurídica y pone en práctica la ideología de la teocracia. En 1199, por una decretal, pondrá en práctica en Italia que a todo aquel que no acate la doctrina pontificia se le confiscaran las tierras y ser proscrito, lo que en 1200 se extiende a Occitania. Es el inicio de una serie de disposiciones que conducen a la formación de la Inquisición. La aplicación de   las disposiciones requiere de la colaboración de los poderes civiles. La actuación papal se hará por medio de legados, de los cuales el primero será Rainiero   Ponza. Algunos príncipes occitanos si aceptan las decretales, caso del rey de Aragón Pedro II y del vizconde de Montpellier Guillermo  VIII.
Se recurre a los cistercienses para combatir la herejía en 1203. Los legados son ahora dos monjes de la abadía narbonense de Fontfroide: Raoul de Fontfroide y Pierre de Castelnau, a los que se une el abad de Citeaux Arnaud Amaury, personajes que no parecen ser elegidos por su oratoria, sino m s bien por su rigidez y severidad. Estos realizan una labor de depuración del clero occitano, y hacen que la nobleza se comprometa a extirpar la herejía. Pedro II de Aragón era vasallo del Papa, pero el Mediodía francés se encomendar a su protección, por lo que no utilizar las armas contra ellos. Los cistercienses no tienen apenas ‚éxito. Cambian su método por la predicación a la manera cátara, en coloquios con los herejes. Esto se debe a la actuación de dos clérigos españoles: Diego de Osma y Domingo de Guzmán, que consiguen muchas conversiones. Pero  los  cistercienses no contaban con mucha popularidad. Se intenta llegar a acuerdos   de paz con los príncipes. Raimundo VI de Tolosa no acepta actuar en contra de los herejes y es excomulgado por Pierre de Castelnau, el cual ser asesinado en Enero de 1208 por alguien que creía hacer un favor al conde, pero este asesinato tendrá consecuencias nefastas. Se ha especulado incluso que lo pudo realizar alguien que tuviera interés en que se desatara la guerra.

LA CRUZADA

 

Inocencio III llama a actuar a los guerreros cristianos en una cruzada contra los herejes, a los que podrán exterminar y tomar posesión de sus tierras, prometiéndoles indulgencias y bienes materiales. La zona era rica agrícolamente y muchos serán los interesados. El Languedoc se verá sumido en una guerra  desde el 1209 al 1229, jalonada de grandes hogueras, como los 140 quemados    de Minerve en 1210, los 200 de Cassis, o los 400 de Lavaur en 1211. La población se divide (caso de Tolosa y la "compañía blanca" enfrentada a los defensores de los herejes), dando lugar a una especie de guerra civil entre defensores de los herejes y los que se ponen en favor de la cruzada Las ciudades, como por ejemplo Beziers, defienden a sus herejes y son arrasadas por los cruzados, por lo que la guerra va también contra la vida de los burgos. También tendrá importantes implicaciones políticas: Pedro II morirá a manos de los cruzados de Simón de Montfort en el asalto a Muret (1213), cuando acudió a intentar defender a sus vasallos tolosanos, a pesar de que había sido ungido por   el Papa. Aragón perder sus lazos con la Provenza y tendrá un periodo de crisis,  ya que el heredero de la corona queda en manos de Monfort, que funda una  nueva dinastía condal en Tolosa y Carcasona, ratificada por el Papa en el  Concilio de Letrán de 1215. Esta no durar mucho, ya que los tolosanos inician la reconquista apoyados por un verdadero movimiento popular. Simón de Monfort morirá en 1218 asediando Tolosa. El sucesor de Simón, Amaury de Monfort,  cede sus derechos condales en 1224 al rey de Francia, que ahora sí acudía al llamamiento del Papa Honorio III.
En el Languedoc empezaba a resurgir otra vez el Catarismo, pero ahora el Papa tenía un importante aliado que era la monarquía de los Capetos, que reemprende la segunda fase de la cruzada en 1226 con el Rey Luís VIII. El ahora conde de Tolosa Raimundo VII, que había intentado que se le reconociera su condado, lo que el concilio de Bourges consideró como un peligro por el renacimiento de la iglesia cátara y los faidits, por lo que se ratifica su excomunión en París, el 12 de Enero de 1226. La guerra se prolongar tres años, en los que la devastación de las tierras por los cruzados hace finalmente someterse a Raimundo VII al rey Luís  IX, y en el tratado de Meaux se compromete a perseguir la herejía y desmantelar las plazas fuertes. Carcasona estaba también en manos de un senescal del rey, y los Trencavel estaban exiliados en Aragón.

LA INQUISICIÓN

 

El Catarismo no había sido erradicado con la cruzada y las hogueras, sino que se había revestido de un aura de martirio. Ya no contaba con el apoyo de la casta aristocrática, por lo que llevaban a cabo una predicación clandestina, apoyados por proscritos armados había que romper los lazos de solidaridad que profesaba  la gente con los herejes, y de esto se encargará la  Inquisición.
Ya se habían dado disposiciones que marcaban el procedimiento inquisitorial: en 1184 la pena de fuego; 1199 la confiscación de bienes; autorización del empleo de la tortura; mantenimiento del secreto sobre los testigos o acusadores, de todo  lo cual se encargaba el brazo secular. Faltaba la creación de un tribunal especializado y que tuviera una amplia jurisdicción, por encima de fronteras políticas y obispados. En 1231 aparece un delegado en Alemania, y de ahí el sistema se establece en Francia. El tribunal se confió a las jóvenes órdenes mendicantes, dominicos y franciscanos. Solo dependía del Papa, y realizó una labor de "encuesta itinerante". Así fueron capturando a los herejes clandestinos y sus protectores, y entregados al poder secular, que era el encargado de la ejecución. Las hogueras colectivas desaparecieron para dar lugar a ejecuciones individuales. Los acusados podían defenderse. Los registros de las declaraciones son hoy día una gran fuente de estudio.

 

LA RESISTENCIA DE MONSEGUR


Raimundo VII trataba por todos los medios de mantener su condado, pero no tenía heredero barón, y su hija se casaría a causa del tratado con el hermano del rey francés. La población mientras tanto se mostraba inconforme con la  actuación inquisitorial, protagonizando motines como el de Tolosa en 1235. El conde buscó apoyos contra el rey (Inglaterra y el conde de la Marche), y se decidió a actuar cuando los proscritos que luchaban por la libertad de los condados (faydits), que se mantenían en el castro de Montsegur, acaban con los inquisidores de Avignonet en Mayo de 1242. Los tolosanos son vencidos por el ejército francés en Saintes y Taillebourg. En 1243 Raimundo VII pacta en Lorris la paz y se compromete a luchar con la herejía que renacía y que tenía refugio en Montsegur, con el señor Raimond Pereille. El senescal real de Carcasona asediar la plaza desde el ver n de 1243 hasta Marzo de 1244. Los herejes que allí había fueron quemados en la hoguera (unos 200), incluidos los últimos obispos e Hijos y diáconos, y los supervivientes interrogados por la  inquisición.

EL FIN DEL CATARISMO

 

Muchos creyentes huyeron a Italia, donde los conflictos entre  güelfos  y  gibelinos permitían un margen de actuación a los cátaros. Allí se ordenaron y pretendían volver a sus tierras a predicar, pero la vigilancia de la Inquisición se   lo impedía. La ortodoxia triunfaba en el occidente europeo y también un férreo orden feudal cuya cúspide era el rey.
Entre 1300 y 1310 se formó una pequeña iglesia entre la Gascuña y el Lauragais bajo la iniciativa de los hermanos Authié, ordenados en Italia. Contaron con el apoyo de sus familias y las redes clientelares, lo que propagó de nuevo la fe en los Buenos Hombres, pero la pretensión de continuar como iglesia hizo que los inquisidores pusieran todo su empeño en capturar a los herejes y quemarlos. En  el primer tercio del XIV ya nadie podía declararse cátaro ni ser ordenado, ya que no había nadie que lo hiciera.
En otros lugares, aún sin ser perseguido, también acabó por desaparecer el movimiento. En Italia lo hizo en el XV, y en la zona de los Balcanes se acabó  con la conquista turca.
Hoy día ya no nos corresponde juzgar ni a unos ni a otros, pero si podemos desenmascarar los mitos que envuelven a los cátaros, y nos queda un colectivo muy semejante al cualquier cristiano de la ‚poca, lleno de inquietudes, pero que se las vio con una Iglesia que luchaba por forjarse homogénea. Los cátaros no luchaban por su independencia ni libertad, pero se encontraron con un muro de intolerancia que les inmiscuyó en una lucha que tenía mucho de  política.


BIBLIOGRAFÍA


1.     LABAL, P. Los cátaros: herejía y crisis  social
2.     BRENNON, A. Los cátaros. Hacia una pureza  absoluta
3.     MESTRE, J. Los cátaros
4.     MITRE, E. La herejía medieval
5.     LAMBERT, P. La herejía en la Edad  Media
6.     DEDIEU, J. P. La Inquisición


Realizado por: José Julio Martínez Valero

"Un solo eslabón no hace cadena"




Tuesday, December 10, 2019

Capítulo 1 - El Gran Día De Saint Martin - Arthur Edward Waite


EL MISTICISMO FRANCÉS
Y LA HISTORIA DEL MARTINISMO

Por Arthur Edward Waite



CAPÍTULO 1

EL GRAN DÍA DE SAINT MARTIN

Durante la segunda mitad del siglo dieciocho puede decirse sin exageración que el centro intelectual, histórico y político de todas las cosas estaba en el reino de Francia. La afirmación es valedera no sólo por el gran levantamiento de la revolución que iba a cerrar la época, sino también por las actividades que la propiciaron. No sé qué brechas nos separan del esquema y el orden de cosas significadas por el nombre de Voltaire, Diderot, y los enciclopedistas en total, o cuales son los puntos de contacto entre el entendimiento humano de esos días y lo que fue concebido por Condorcet en su memorable tratado. 
Pero acerca de la importancia y consecuencia de su tiempo y lugar, supongo que nadie lo puede cuestionar. La misma tierra y el mismo período fueron también el centro de actividades e intereses ocultistas, los cuales menciono de inmediato porque pertenecen a mi tema, por lo menos en el lado externo, puesto que sucede bastante a menudo que donde hay ocultismo en la superficie, hay misticismo en algún lugar detrás. Podemos recordar en esta relación que una influencia mística cristiana se había desarrollado en Francia desde los últimos años del  siglo XVII a través de ciertas décadas que siguieron: era la de Port Royal, Fenelon y madame Guyon, debido a veces -casi inopinadamente- a la Escuela Española del  Quietismo, como esta a su vez se reflejaba, sin estar consciente de este hecho, de fuentes pre-reforma.
En lo que respecta a actividades ocultistas, si digo que sus semillas se sembraron antes de 1750, se entenderá que estoy hablando de desarrollos que fueron característicos de una manera particular en los años que siguieron. El ocultismo está constantemente presente en el mundo y entre los franceses especialmente, siempre ha habido una disposición a ser atraídos en esta dirección. 
En el siglo XVIII, sin embargo, la mayor parte de las fuentes no se van a encontrar en Francia. Las iluminaciones persuasivas de Swedemborg, la profunda búsqueda en Dios, el hombre y el universo de Jacob Bohme,  la combinación de teosofía y magia representada por el kabalismo temprano y tardío y un extraño nuevo sentido de los misterios saliendo de un sueño de siglos con el advenimiento de la Francmasonería simbólica. Estos y algunos otros con una raíz parecida, fueron extraños con respecto a sus orígenes, pero encontraron sus hogares en Francia.
Así también hubo ciertos espléndidos aventureros históricos que incursionaron en las ciencias ocultas, como otros comerciantes viajan sobre las mercancías del mundo comercial normal. Me refiero por supuesto a Saint Germain y Cagliostro, pero ellos son señales ejemplos o tipos, pues no permanecieron solos. Había hombres con nuevos evangelios y revelaciones de todas clases, había alquimistas y magos en caminos rurales, en los caminos principales y en los palacios de los reyes. Tal vez por encima de todo había aquellos que viajaban en ritos, con el significado de los ritos masónicos, llevando extrañas licencias y haciendo declaraciones que nunca antes habían sido oídas en la larga edad de las crónicas de las  cosas ocultas.
Cuando uno viene a reflexionar sobre esto, la gran aventura masónica de muchas aristas puede decirse que se establece para la totalidad, para expresar esto en el mundo de los signos, como venía el día actual e históricamente antes de la revolución francesa, cuando parecía absorberlo todo. Todas las ciencias ocultas, todos los evangelios hechos a la medida, todas las filosofías, los nuevos nacimientos tan trabajados en tiempo cesaron de ser esquemas en el papel y llegaron a ser incorporados en grados. Así también el pasado, aunque puede pensarse haber enterrado a sus muertos, empezó a traerlos de vuelta a los Ritos, no como las figuras fantasmales, sino como cosas renacidas verdaderamente, afirmando su vida, negando su propia muerte y sacándolos del sueño. En tales estaba la Rosa Cruz.
Apareció de esta forma nuestra Institución Emblemática, la que nació, por así decirlo, en una Taberna El Manzano, y dio sus primeros pasos en el “Rummer and Grapes” (licor y uvas) o el “Gosse and Gridiron” (Ganso y horno spiedo) y puede decirse que ha pasado a través de su segundo nacimiento en Francia. Pasó de esta manera por una gran transformación, se vistió con vestimentas coloridas y se la decoró con magníficos títulos. Contrató de igual manera el ornato de innumerables uniones espirituales, que fueron fructíferos en progenie espiritual. He pronunciado its encomillm en otra parte y la de los Ritos y Grados, las memorables Órdenes y Caballerías que hicieron su aparición. Más numerosas todavía fueron las hijas e hijos adoptivos, siendo cosas relacionadas con la Masonería pero no perteneciendo a ella, incluso en el sentido más amplio de su Arte Emblemático. De niños ilegítimos por puntuación, cosas de imposturas de rankings o gruesos errores, no necesito hablar. Es suficiente decir que las Santas Casas de la masonería estaban en todas partes de la tierra de Francia y en todas partes también estaban sus estándares reales desenvueltos.
No hay interrogante, desde un punto de vista, que todos pertenecían a un mundo nuevo, de la historia del viejo mundo, ellos sacaban solamente sus fábulas, desde la ciencia antigua sus mitos, que las dignidades confiriesen procedimientos fueron entregadas en un vaso de faerie, y que el engalanado programador de alta intención y propósito estuvieron aptos para desvanecerse de forma extraña y parecen escritos con tinta invisible debajo de la fría luz de los hechos. Pero la realidad detrás de los sueños debe buscarse en el espíritu de los soñadores, para quienes algo había sucedido que abría todas las puertas y desplegaba visiones asombrosas de posibilidades a cada lado a su alrededor.
El hombre que tenía las claves por cierto las había forjado no era otro que Voltaire, quien en esta conexión permanece por supuesto como un movimiento intelectual en su extensión, cuyo movimiento significaba emancipación desde los engranajes de pensamiento y acción. Para resumir la situación en una oración, aparte de la Iglesia y su dogma, todas las cosas parecían posibles por un momento. El peculiar “sistema masónico de moralidad, velado con alegorías e ilustrado con símbolos” podría guiar a la humanidad ya sea de regreso a la perfección que había perdido o avanzar a lo que deseaba. Los nuevos profetas y sus pomposas revelaciones podrían tener a Dios detrás de sus evangelios, y la oscuridad de las ciencias ocultas podría velar los maestros desconocidos más que a los emisarios de la perdición.
Las prácticas condenadas, las artes prohibidas guían a través nubes de misterio a la luz del conocimiento, y a esta luz la historia podría ser escrita de nuevo. Sabemos hoy que las leyendas masónicas son asuntos de cariño a invención, pero algunas de ellas son de raíz antigua y podemos entender en el siglo XVIII como vinieron a pasar como hecho, más especialmente puesto que la raíz de algunas era una tradición secreta en Israel. Cuando apareció, bajo circunstancias que no pueden decirse aquí, la atención masónica fue llevada hacia la antigua Orden de los Caballeros Templarios que habían sido conducidos a la tortura y a la sodomía como poseedores de un extraño conocimiento traído desde el Oriente, un rito o una colección de ritos que aducían que la Orden nunca había a ser como una fortuna a quienes la habían heredado.
Es desde este punto nuevo que debemos examinar el asombroso crecimiento de la masonería en toda su multitud de formas. Concluiremos que procedió con celo, con los corazones volcados hacia la verdad, y como uno que cree que no puede estar sólo, no estoy sin preparación para pensar que algunas de las historias tradicionales, para nosotros crecimientos monstruosos, representaban para sus hacedores sus visiones sobre la probabilidad de las cosas presentadas en ropaje de mito. Se guardaban, de esta manera para ellos, del cargo común de fraude. Este es mi juicio del tiempo y no hay una cosa más en el aspecto maravilloso de este tema, las expectativas y las visiones de frente.
A medida que el tiempo arrastra a Voltaire a ser llamado ausente y cuando los altos jefes de los Altos Grados de la Masonería connotaban una reacción de lo mucho que está tipificado por su nombre, se alzó otra personalidad, sosteniendo una clave solamente, pero parecía como clavis abeconditorum a constitutione mundi. Ese era Anton Mesmer, prominente en los círculos parisinos, un masón como el resto de ellos y destinado a detentar más de un grado resguardando su descubrimiento y designado para desplegar sus principios. Confiriendo el hecho de su no visto pero vital fluido, había una raíz de verdad en por lo menos el largo pasado de la magia, en los trances de la vestal y de la pitonisa, sobre todo en la medicina oculta.
Así se abrieron algunas otras puertas, y cuando Puysegur descubrió la clarividencia de nuevo como podría ser por el momento - el misterio de todo lo oculto mirado en el punto de lo develado. Pero las puertas se cerraron repentinamente, los sueños y la época se cerraron con la carnicería de la Revolución Francesa, y más tarde rosa la maligna lámpara de Córcega.
Me he detenido sobre la Masonería francesa porque es imposible pasarla por alto al presentar una visión del período, pero más especialmente porque la vida del místico Saint Martin está ligada a ella por un cierto número de años. Entre los Ritos que importaban en ese momento se relaciona con dos, siendo la gloria de la Estricta Observancia y la problemática Orden de los Sacerdotes Elegidos.
A la cabeza del primero está el misterio de los Superiores Desconocidos, pero esto cuando se reduce a su equivalente en simple hecho, significa las circunstancias y las personas bajo las cuales su materia raíz fue comunicada en Francia al barón von Hund, quien regresó con ella a su tierra alemana allí se formó un Rito, cuyo comienzo marcó una época decisiva en la Masonería. Pero respecto a lo segundo está detrás la reclamación del apostolado de Pasqually en lo que permaneció y desde donde vino, de algún lugar, él derivó y tuvo su parte propia, por ejemplo, la Rosa Cruz.
No puede trazar aquí la historia de la estricta Observancia: ella dice ser representada a perpetuidad en el secreto de los Caballeros Templarios y ser regida por una jefatura oculta perteneciente a esta fuente. Se puede casi decir que se tomó la Alemania Masónica por asalto y plantó sus banderas triunfalmente en toda Europa, a excepción única de Islas Británicas donde el Arte y el Trabajo de la Libre masonería emblemática surgieron en 1717 entre las tabernas de Londres.
Se desmembró porque no había una mejor posición para probar su reclamo sino a través del Trabajo que por sí solo justificaba sus recurrentes apelaciones de su vetusto pasado. Pero el punto que preocupa es que antes que su karma le alcanzara el Rito tenía domicilio en Francia y sus sedes principales en Lyons bajo el gobierno de un Gran Prior Provincial de Auvergne. Se transformó bajo estos auspicios de una casa del templo en una Casa Espiritual de Dios, en guardar una sagrada caballería asegurando la  obra de Su Gloria y la promoción de la paz en la tierra entre todos los hombres de buena voluntad. Es el ápice de la Masonería o la diadema de esta Hija de los Misterios.
En lo que concierne a Martínez de Pasquelly y sus Rito des Elus Cohens u Orden de Sacerdocio Elegido, él pareciera haber sido de ascendencia española, aunque nació en Grenoble y se dice que fue un constructor de carruajes por oficio - una pieza de información que viene, sin embargo, de una fuente hostil. Puede permanecer así y en ningún caso no significa, pues debe admitirse, creo, que era de un origen comparativamente modesto, y las cartas extendidas por él estaban llenas de errores ortográficos, todas con dones intelectuales y con dedicación espiritual. Todo lo que se ha dicho por el contrario, es bastante cierto, hasta ahora hay evidencias de que emergió a la luz de su carrera masónica por primera vez en 1760 y que el lugar era Toulouse, donde se presentó en cierta Logia, portando una licencia con caracteres jeroglíficos llamando poderes ocultos. Un año después él apareció nuevamente en Burdeos donde parece haber sido reconocido en sus propias condiciones por otra Logia, la que él había satisfecho con respecto a sus demandas.
En 1766 prosiguió a París, y allí echó las bases de un Tribunal Soberano, que incluía varios prominentes masones. Él estuvo de nuevo de Burdeos en 1767, y tres años después se dice que hay Logias de su Rito no sólo en la ciudad sino también en Montpellier, Avignon, La Rochelle  y Metz, así como en París y Versalles. El Templo de Lyon fue fundado un poco después. Tal es la historia externa del Rito, hasta el tiempo de mi presente propósito - el de Saint Martin.
Y ahora veamos cómo fue que se sostuvo. El de confidenciar que Martínez de Pasqually pretendía ocultar poderes y que había por lo menos una Logia que sostenía lo que él decía poseer. Mostraré posteriormente en la extensión de nuestro actual conocimiento con respecto al contenido de su Rito. Tenía un cierto procedimiento ceremonial, el cual, como todo Ritual, debe haber tenido un carácter sacramental, o con cierto significado implícito por sus modalidades y formas, pero sólo el último alcance estaba de otra forma velado por alegorías e ilustrado por símbolos.
Por el contrario, estaba relacionado con la comunicación de una doctrina secreta por vía de instrucción directa y con una práctica que debe ser llamada secreta en el sentido ordinario en que se liga a la idea de artes o ciencias ocultas.
El tipo de práctica era la que se esforzaba en mantener comunicación con inteligencias no vistas por las observancias de un ceremonial mágico. Había procedimientos de este tipo en el curso de los grados o por lo menos de algunos de entre ellos, y Pasqually, el Gran Soberano, era también Gran Mago u Operador. Veremos en pocas palabras que el Rito del Sacerdote Elegido tenía diferentes inicios muy diferentes de todo lo que abrazaba el horizonte del trabajo masónico o del rango y archivo de altos grados. La doctrina incorporaba una visión particular concerniente a la Caída del Hombre y de todas las cosas animadas que pertenecían al orden material, buscaba la restauración de todo, y veía en el hombre el agente señalado divinamente para esta gran obra a realizar.

Fuente: El Misticismo Francés y la Historia del Martinismo Moderno

Monday, December 9, 2019

¿Por qué Agradecemos 3 veces?


¿POR QUÉ AGRADECEMOS 3 VECES?

Primero porque la Gratitud es la mayor expresión del amor, es la gran multiplicadora de la vida y porque es un verdadero seguro de Salud.

Segundo porque el número 3 representa algo que se ve como un Todo… mira esto:

-        En lo holístico un Ser Integral es : cuerpo, mente y espíritu.
-        En la Biblia Dios es: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
-        Las dimensiones del tiempo son 3: pasado, presente, futuro.
-        Los estados del agua son 3: sólido, líquido y gaseoso.

El Universo tiene 3 planos de manifestación: físico, mental y   etérico.

Entonces cuando yo digo, pienso o escribo 3 veces gracias hago esto:

1. GRACIAS por todo lo que soy, ya que me considero afortunada por ser como soy, con mis virtudes y algún que otro defecto. Por mis ganas de vivir, por mi afán de superación y por mi forma de ver las cosas. Gracias al Universo por todo lo que he aprendido, por todo lo que siento y especialmente por el amor y la ilusión que tengo. Gracias por mi espíritu emprendedor, por las ganas y fuerza que tengo de aportar valor a los demás.
2.   GRACIAS por todo lo que tengo, por mi trabajo que me gusta y me apasiona. Por todas las cosas que he hecho a lo largo de mi vida que han sido muchas y especialmente por tener una gran familia. Quiero dar las gracias por mis padres, especialmente por el 93 cumpleaños de mi padre que pronto vamos a celebrar. Por mis hijos, hermanas y por toda la familia, por mis amigos y tantas cosas buenas que me han pasado a lo largo de los 56 años de vida. También agradezco las cosas que no me han salido todo lo bien que me hubiera gustado, pero que sin duda son fuentes de aprendizaje. También quiero dar las gracias por mis enemigos (si los hubiera) que también constituyen parte del estímulo en mi crecimiento personal.
3.   GRACIAS por todo lo que me queda por hacer en el futuro y sobre todo por la persona en la que me quiero convertir. Estoy convencida que todas las cosas se van a aliar para seguir dando abundantes frutos a lo largo de mi vida. Espero que el futuro esté cargado de cosas excelentes y que a las cosas negativas les pueda sacar el jugo para aprender, darles la vuelta y sacar todo lo positivo que pueda.

Gracias, gracias, gracias.

Saturday, October 26, 2019

La Masoneria no Nacio en 1717 - Christian Jacq


Christian Jacq


Nacido en París en 1947, Christian Jacq visitó Egipto por primera vez cuando tenía diecisiete años, estudió egiptología y arqueología en la Sorbona, y ahora es uno de los principales egiptólogos del mundo. Es el autor de la serie RAMSES más vendida internacionalmente, Serie EL LUGAR DE LA VERDAD, La trilogía LA REINA DE LA LIBERTAD y la novela independiente, EL FARAON NEGRO. Christian Jacq vive en Suiza.


La Masonería no Nació en 1717

El año 1717 es una fecha sagrada para muchos masones. Aquel año, el 24 de junio exactamente, algunos de ellos pertenecientes a cuatro logias londinenses se reúnen en una asamblea que pretenden que sea solemne. Esas logias tenían la costumbre de trabajar en tabernas de evocadores nombres: La oca y la parrilla, El manzano, La corona y El cubilete y las uvas. La asamblea general se celebró en La oca y la parrilla.


Aquel 24 de junio de 1717, los escasos hermanos reunidos eligen a mano alzada a un gran maestro, Anthony Sayer. Crean una jurisdicción cuya soberanía va a extenderse a todas las logias del mundo y definen la nueva Gran Logia de Inglaterra como la «logia madre» de todas las demás; en adelante, ella concederá o no la «regularidad».

Antes, las células de constructores sólo dependían de sí mismas; las grandes logias, como la de Estrasburgo, no tenían poderes especiales.

Sin ninguna duda, aquella jornada fue muy importante en la historia del siglo XVIII y, más aún, en la de la masonería. 

Por primera vez, un poder legislativo impone decisiones por iniciativa propia; aunque sus comienzos fueran modestos, pronto adquirió una considerable importancia y la Gran Logia Unida de Inglaterra es, hoy todavía., la institución central que «reconoce» o no «reconoce» las obediencias o asociaciones nacionales.

¿Cómo se había llegado a eso? Muchas explicaciones se propusieron. Se habló de la nueva idea de tolerancia que iba a florecer durante los siguientes decenios. Pero eso no se adecua a esta toma autoritaria de poder. Se evocó también la prodigiosa reputación de las cofradías de constructores: en una época en la que la libertad de reunión estaba muy restringida, la masonería se presentaba como el único centro donde unos hombres de buena voluntad podían reunirse para intercambiar consideraciones con toda tranquilidad. Eso no explica tampoco la voluntad de "Centralización» de los masones in-

Nuestra opinión es que la fundación de esa Gran Logia es la ineluctable culminación de un período de la historia.

En 1702, Christopher Wren, el último gran maestro de la antigua masonería, se retira. Wren era un arquitecto, un albañil o masón «operativo»; por desgracia, sus construcciones no tenían ya la calidad de las realizadas por sus predecesores. El ideal que animaba a los canteros de la Edad Media había desaparecido desde hacía mucho tiempo y el arquitecto iba convirtiéndose, poco a poco, en un funcionario indiferente al esoterismo y al simbolismo.

Insistamos en un hecho que no ha llamado demasiado la atención de los historiadores masónicos: en 1717 nace la masonería «especulativa». En 1707, diez años antes, la Dieta imperial daba a conocer un decreto que suprimía la autoridad de la Gran Logia de Estrasburgo sobre las logias de masones alemanes. En 1731 y en 1732 dos nuevos decretos declaran ilegales las cofradías de constructores.

Precisamente cuando los intelectuales toman en sus manos el destino de la masonería, sus verdaderos fundadores, los compañeros constructores, se ven obligados a entrar en una semiclandestinidad porque la civilización occidental no comprende ya su mensaje. 
Todo el drama estriba en esta contradicción; quienes construyen realmente y detentan la tradición iniciática de Occidente no tienen voz en el capítulo. Christopher Wren no podía defender su ideal; asistió de lejos y sin decir nada a la fundación de la Gran Logia de Inglaterra.

El antiguo mundo masónico desaparece, la nueva masonería emprende el vuelo. Un vuelo tal que cierto número de historiadores, masones o no, borrará los siglos precedentes y harán que la historia de la orden comience en 1717.

Pocas veces una revolución tuvo tanta influencia. Los masones reunidos en Londres no tenían conciencia de ello. Sufriendo el determinismo de su época, concretizaron sencillamente una situación dada.

No puede disociarse la fundación de la Gran Logia inglesa de las nuevas Constituciones aparecidas en 1723. Dos hombres desempeñaron un papel decisivo en esta empresa: el pastor Jean Théophile Désaguliers y el pastor Anderson. Nacido en La Rochelle en 1683, Désaguliers fue, en 1719, el tercer gran maestro de la Gran Logia de Inglaterra. Puesto que su familia se estableció en este país, cursó sus estudios en Oxford y se convirtió en profesor de filosofía y de ciencias experimentales. Miembro de la Royal Society y amigo de Newton, ese austero personaje a quien, sin embargo, le gustaba banquetear con sus hermanos, fue probablemente el cerebro pensante que decidió la puesta en marcha de Constituciones renovadas. Su cultura y su estado de ánimo le llevaban a abogar por la tolerancia contra las doctrinas papistas; deseaba también desprenderse del materialismo ambiental y no ceder a las críticas racionales que desnaturalizaban la idea de Dios.

El pastor Anderson nació en 1684. Le gustaba mucho escribir y se entregaba con pasión a la investigación histórica. Los juicios que han hecho sobre él los historiadores van de un extremo a otro; para unos, era un gran iniciado que sabía perfectamente lo que hacía, como demostraría una alusión de su texto a Thule, el extremo septentrional de nuestro mundo donde, según antiquísimas leyendas, habría aparecido por primera vez la vida. Según otros, Anderson era un personaje insulso, la sombra obediente y ciega de Désaguliers. Se habría limitado a tomar la pluma y escribir las frases que se le dictaban.

A falta de pruebas, es imposible adoptar una u otra posición. Detalle curioso: sólo doce hermanos asistieron a las exequias de Anderson, muerto en 1739.

¿Desconsideración o número simbólico? Lo ignoramos. No estamos mejor informados sobre cómo fueron redactadas las famosas Constituciones. Esquematizando, predominan tres teorías; o Anderson es su único autor; o Désaguhers es el verdadero autor y Anderson el celoso redactor; o un comité de catorce masones indicó las ideas maestras a las que Anderson dio forma.

El más completo misterio gravita sobre estos acontecimientos, y difícilmente va a aclararse. Historiadores de varias nacionalidades han hurgado en los archivos sin descubrir un documento definitivo. En cambio, una confesión en la pluma del propio

Anderson es de lo más sorprendente: «Hermanos llenos de escrúpulos», escribe, «quemaron con demasiada precipitación varios manuscritos de valor referentes a la Fraternidad, las Logias, Reglamentos, Obligaciones, Secretos y Usos, para que esos papeles no cayeran en manos de los profanos».

¡La justificación es bastante magra! Esta revelación nos dice, en términos muy claros, que las auténticas Constituciones fueron sencillamente destruidas para que nadie pudiera, en el porvenir, establecer comparaciones significativas. Destrucción ingenua, por lo demás, puesto que las antiguas reglas de vida de los masones fueron parcialmente recuperadas.

El hecho es significativo; es la traducción inequívoca de una mentalidad en la que el respeto a los padres de la tradición masónica es escaso.

Abandonemos por un instante ese clima algo turbio e interesémonos por algunos puntos importantes de las primeras Constituciones de la masonería moderna. «Un masón», se nos dice, «está obligado por su dependencia a obedecer la ley moral; y si comprende bien el arte, nunca será ateo estúpido ni libertino irreligioso.» La frase fue modificada a continuación, y Dios reemplazó la ley moral con variadas formulaciones.

Eso será objeto de querella sin fin entre las obediencias, militando unas por la creencia, otras por el ateísmo y el anticlericalismo. Si se olvidan los detalles de vocabulario, debe reconocerse que el principio de las Constituciones no presenta ambigüedad alguna: si el iniciado practica el arte masónico de un modo consciente, no será ateo ni irreligioso. Al escribirlo, Anderson respetaba el espíritu de los antiguos constructores que sabían ser, al mismo tiempo, hombres de fe y de conocimiento.

Anderson precisa más aún estas nociones: «Y sean cuales sean nuestras diferentes opiniones sobre otras cosas, dando a todos los hombres libertad de conciencia, como masones estamos armoniosamente de acuerdo con la noble ciencia y el arte real».

El tema del secreto ritual se aborda en el Canto del Maestro: ¿Quién puede revelar el Arte real o cantar sus secretos en un canto? Están guardados de modo seguro en el corazón del masón y pertenecen a la antigua Logia.

A estos pensamientos se añade una regla comunitaria que, también ella, es rigurosamente tradicional: «Ninguna enemistad o querella privada debe cruzar el umbral de la Logia, y menos aún querellas sobre la religión, o las naciones, o la política de Estado, puesto que nosotros, como masones, somos únicamente de la religión universal; somos también de todas las naciones, idiomas, parentescos y lenguajes, y estamos decididamente contra todas las políticas, puesto que nunca han contribuido y nunca pueden contribuir al bienestar de la Logia».

Indiscutiblemente, es una notable fidelidad a la verdad de los antiguos constructores cuya moral profesional era de una pureza absoluta y les prohibía todo intento de intervención en una política del todo apegada a lo material.

Una breve frase de las Constituciones de Anderson fue muy pronto olvidada por las asociaciones masónicas: «Ningún maestro o vigilante es elegido por su antigüedad, sino por su mérito». Esta ley, más espiritual que material, fue traicionada a menudo.

Una última mirada a las Constituciones nos permitirá evocar el problema de las elecciones: «Ningún hombre», escribe Anderson, «puede ser registrado como hermano en una logia particular o ser admitido en ella como miembro sin el consentimiento unánime de todos los miembros de esa logia presentes cuando el candidato es propuesto, y su consentimiento es formalmente requerido por el maestro, y deben significar su consentimiento o disentimiento en su propia y prudente manera, bien virtual o formalmente, pero por unanimidad».

Esta regla de vida, que parecía indispensable para la armonía de una sociedad iniciática, fue sustituida poco tiempo después por escrutinios «democráticos» donde se utilizaban las famosas bolas negras para el «no» y las bolas blancas para el «sí». Un reglamento de 1739 intentó en vano mostrar las virtudes de la unanimidad: «Si se forzara a una logia a recibir como miembro a alguien que no fuese generalmente aceptado por todos, el descontento resultante sería perjudicial para la unión y la libertad tan necesarias a los hermanos que actúan, y podría así causar la destrucción de la Logia».

Si se hace el balance de las leyes dictadas en las Constituciones, se advierte que parte de ellas no revelan la masonería. Advertencia muy platónica, puesto que su aplicación efectiva fue de lo más irregular. Se procedió, por otra parte, a nuevas redacciones y a modificaciones de acuerdo con las doctrinas favoritas en un momento u otro. Determinada obediencia se remite a una de las versiones para probar su legitimidad, otra se remite a una segunda versión.

Lo más importante, en ese estadio de nuestra investigación, es analizar las consecuencias de la toma del poder masónico por la Gran Logia de Inglaterra. Para Jacques Maréchal, la masonería de 1717 fue creada por unos hombres fatigados de las querellas religiosas de su tiempo; discutían y celebraban banquetes en el oasis de la logia, en un clima de franca camaradería. Según Marius Le-page, uno de los escritores masones contemporáneos más leídos, «de aquel día nefasto data el declive de la masonería auténticamente tradicional».

De hecho, precisamente cuando la masonería entra en la historia con la forma de una institución definida por reglamentos administrativos, entra también en un largo período de decadencia con respecto a sus objetivos originales. La sustancia de un orden iniciático, en efecto, es el simbolismo que procura al hombre la posibilidad de iniciarse en espíritu; en cuanto una orden basa su autoridad en una legislación temporal, en detrimento de cualquier otro factor, se condena a sufrir las fluctuaciones históricas. La masonería de 1717 olvidó la máxima medieval: «Cuando el espíritu reina, no se necesitan leyes». Según la teoría contraria, los acontecimientos de 1717 señalan el esperado nacimiento de una masonería que se desprende, por fin, de un clima manual e inculto lanzándose hacia las cimas del intelecto.

Todos los historiadores están de acuerdo en decir que los intelectuales sustituyeron a los artesanos; ya en el siglo XVII, los talleres dejan entrar en sus filas a masones llamados «aceptados», es decir, hombres que no practican un oficio artesanal.

Por eso se designa la antigua comunidad con el nombre de «masonería operativa» y la nueva comunidad con el de «masonería especulativa».

No tienen el menor valor ni en el plano histórico ni en el plano iniciático. En primer lugar, algunos «especulativos» fueron admitidos en las corporaciones de constructores ya en la antigüedad. En segundo lugar —y éste es el punto principal—, esos especulativos no eran pensadores que discutían sobre el sexo de los ángeles o se atareaban rehaciendo el mundo en una esquina de la mesa de un banquete. Los maestros de obra de la Edad Media eran, primero, «especulativos» cuando creaban el plan abstracto de las catedrales futuras; eran luego «operativos» que modelaban la materia para extraer de ella la belleza oculta.

La antigua masonería formaba, por consiguiente, iniciados «operativos» y «especulativos» a la vez, que unían la mano y el espíritu.

En las logias del siglo XVII, la situación es muy distinta; los artesanos desaparecen rápidamente y sus lugares son ocupados no por «especulativos» en el sentido medieval del término, sino por intelectuales. Muy pronto, los propios masones van a quejarse de la escasa calidad del reclutamiento; puesto que las pruebas «operativas» desaparecieron con los constructores, los criterios de admisión se hacen más bien borrosos.

Advirtamos también que los fundadores de la Gran Logia de Inglaterra son protestantes que, forzosamente, tiñen la nueva masonería con sus posiciones intelectuales y religiosas; predican un tipo de responsabilidad moral que corresponde a sus creencias y no se sitúan en la exacta prolongación de la cristiandad medieval. El razonamiento era simple: los antiguos masones eran católicos, es decir, papistas, intolerantes y sectarios. Había que retomar, por lo tanto, en las Constituciones, algunos de sus principios modificando su estado de espíritu general. Modificación tal, como hemos visto, que los valores más auténticos de las Constituciones se quedaron en piadosos deseos. Mucho más que una continuación, se trata, pues, de una sustitución.

La masonería no nació en 1717. En esa fecha, cierta concepción de la orden iniciática de los constructores murió y una asociación profundamente renovada, según unos, o transformada, según otros, adoptó el nombre de "francmasonería". Ciertamente, conservó varias referencias a la mentalidad de origen y advertimos que algunas estructuras iniciáticas vencieron la prueba del tiempo.

En su célebre discurso de 1737, el masón Ramsay proclamaba en voz muy alta: «Sí, caballero, las famosas fiestas de Feres en Eleusis, de Isis en Egipto, de Minerva en Atenas, de Urania entre los fenicios, tenían relaciones con las nuestras. Se celebraban allí místenos donde se encontraban varios vestigios de la antigua religión de Noé y de los patriarcas».

La masonería aludió, varias veces más, a sus lejanos orígenes. ¿En qué medida es exacta esta filiación? ¿Cuáles son las cofradías de constructores que existieron antes de 1717?
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Intentaremos responder, parcialmente al menos, a estas preguntas, tras haber evocado los orígenes míticos de la orden.