ORDEN
MARTINISTA DEL PERÚ
Filial
de la Orden Martinista de Francia
Colegio
de Lima
Grupo
"Lucían Chamuel" N° 37
Circulo
Acanto Nº 19
5
de febrero de 1964
LIMA
– PERÚ
Los Cátaros
1.
Introducción
2.
Inicios
del Catarismo
3.
La
creación de la Iglesia Cátara
4.
¿Por
qué surge el Catarismo?
5.
La
práctica religiosa de los Cátaros
6.
La
actitud de la Iglesia
7.
La Cruzada
8.
La inquisición
9.
El
fin del Catarismo
10. Bibliografía
INTRODUCCIÓN
La
cuestión de los cátaros es uno de los temas medievales que más siguen
fascinando hoy en día, suscitando interés por el modo de vida, preceptos e historia de los miembros que conformaron
esta doctrina herética. Además está envuelto en el halo de misterio que provoca
en el hombre actual todo lo
referente a la Edad Media (aún sin ser una época tan oscura), pero más
aún si tenemos en cuenta la represión que sufrió este colectivo y que provoca
el morbo de la gente.
A
pesar de que parece que el tema despierta interés, en España existen pocas
publicaciones serias. No se han traducido las obras de Thouzellier, Griffe,
Duvernoy... y solo se editan libros que se refieren al tema por la vertiente
esotérica.
El
Catarismo, la religión de los bons homes, tuvo su lugar de práctica en la
Lombardía, algunos lugares de los Pirineos y, sobre todo,
en el Languedoc. Pero, como veremos, las creencias
que lo conformaban no eran originarias de estos sitios, sino que se van
forjando desde tiempos pasados y desde zonas orientales.
Las
cuestiones que plantean los cátaros son:
Ø ¿Por qué y cómo surgen?,
Ø ¿En qué puntos se distanciaban de
la ortodoxia?,
Ø ¿Por qué eran tan peligrosos para
esta? ...
Pero
antes de abordarlas habría que intentar definir los conceptos de herejía y de
ortodoxia. Ortodoxia sería "lo correcto", la fe que profesan los
seguidores de la doctrina de la Iglesia; mientras que la herejía sería la
separación del tronco recto de la Iglesia por un error doctrinal.
Pero:
¿estaba la doctrina "ortodoxa" de la Iglesia totalmente definida
desde un principio o se conforma a raíz de la eliminación de las
"herejías" precedentes? Según Emilio Mitre Fernández hay tres
opiniones al respecto:
La
ortodoxia precede a la herejía, que tergiversa el mensaje de Cristo.
Existiría
una gran variedad de corrientes, una crítica libre sobre la que se impondrá
Roma (Bauer).
Turner
aboga por una Iglesia en la que existe la variedad y en la que aparece la
herejía cuando alguna variable interna contradice en extremo la fe tradicional.
Es
lógico pensar que la "ortodoxia" como dogma cristiano no queda
establecida en el momento que aparece el cristianismo, sino que se ir
configurando, y cuando la Iglesia se va institucionalizando
ser la cabeza dirigente la que marcar la
doctrina, precisamente a cargo de eliminar las interpretaciones que van
directamente contra ella, su organización y el orden social establecido. Esto
se hará mediante los concilios.
La
actividad de estos grupos que cuestionan los planteamientos que llegan desde
Roma se hace alarmante en Occidente en el XI, en el que se dar n como
consecuencia varios concilios: uno en Reims en 1049, y otro en Tolosa en 1095.
Pero no se llegar a presentar una oposición fuerte a la Iglesia y pronto estos
movimientos serán vencidos, hasta ser reactivados a mediados del XII por los
cátaros.
LO QUE DICE WIKIPEDIA LA ENCICLOPEDIA LIBRE
El
Catarismo es la doctrina de los Cátaros, un movimiento religioso de carácter
gnóstico que se propagó por Europa Occidental a mediados del siglo
X, logrando asentarse hacia el
siglo XIII en tierras de Languedoc, donde contaba con la protección de algunos señores feudales
vasallos de la corona de Aragón.
Los
llamados cátaros eran un movimiento religioso-cultural, propulsor de un nuevo
orden social a partir del desarrollo individual. Desde sus fundamentos se
oponían a la Iglesia Católica, a su doctrina, la cual negaba la posibilidad a
los hombres de alcanzar un estado de desarrollo espiritual fuera de las
instituciones católicas y sin la guía de un representante de la iglesia. La
iglesia cátara fue uno de los numerosos movimientos sociales que intentaron
romper con esta hegemonía eclesiástica e instaurar un nuevo orden, por lo
que fue perseguida. Ya por el
siglo XII, este movimiento tomó fuerza y comenzó a ganar muchos devotos, por lo
que la Iglesia Católica intentó suprimirlo, debido a que los veían como rivales
de mucha peligrosidad.
Con
influencias del maniqueísmo en sus etapas pauliciana y bogomila, el catarismo
criticó las prácticas y la visión de la jerarquía de la Iglesia Católica, que en respuesta lo consideró herético.
Tras
una tentativa misionera, y frente a su creciente influencia y extensión, la
Iglesia terminó por invocar al uso de la fuerza, con el apoyo de la corona de
Francia, para lograr su erradicación a partir de 1209 mediante la Cruzada
albigense. A finales del siglo XIII el movimiento, reprimido con violencia por
la Inquisición y debilitado, entró en la clandestinidad, pero desde la segunda
mitad del siglo XX, el catarismo es objeto de investigaciones y de un esfuerzo
por integrar su recuerdo a la identidad de las regiones donde se encontraba su
foco central de influencia: el Languedoc y la Provenza, regiones del
"Midi" o tercio sur de Francia.
INICIOS DEL CATARISMO
A
partir del XII comienzan a aparecer de nuevo herejes en las zonas donde antes
habían surgido y habían sido eliminados. En 1144, en Colonia, es detenida una
secta que se presentaba a modo de Iglesia jerarquizada, el mismo año en Lieja
aparece otro grupo de características similares. Estas apariciones ir n
acompañadas de ejecuciones en la hoguera. En 1145 San Bernardo habla de los
"tejedores arios" en la zona de Tolosa y Albi, a la que viaja para
combatir las predicaciones heréticas por orden del Papa Eugenio III.
Los de
Colonia afirmaron que su Iglesia había estado oculta en países orientales, y un
texto del Inquisidor Anselmo de Alejandría explica que su origen es Bulgaria,
donde la religión extendida es el bogomilismo, herejía dualista, según la doctrina maniquea de los dos principios
supremos enfrentados: el bien y el mal.
La osmosis que se produce entre Oriente y Occidente con las cruzadas, y el
tráfico fluvial de las aguas del Danubio y Rhin hacen que aparezcan los grupos
heréticos en lugares de los actuales países Bajos y el norte de Francia. Pero
no ser en estos lugares donde cuaje,
sino que desde que aparece, hasta 1165, el movimiento ira a confluir a la zona
que se le presentó más permisiva, que fue la de Occitania.
Durante
estos años la iglesia estudiar estos movimientos, y se los definir con términos
como "arios", "maniqueos" y el término griego
"cátaro" (puro), que según Eckbert de Schnau, fue el que se aplicaron
los primeros maestros de la zona renana.
Se comienzan a realizar concilios que discuten el tema: el primero ser en Reims
en 1148, el segundo en 1157; luego otro en Tours en 1163, en el que se describen
los síntomas de esta nueva herejía. Pero ser en 1167 cuando el
Catarismo
se constituir en un verdadero peligro para la Iglesia Romana, y el
lugar será Saint-Félix de Caramon, donde se constituir la Iglesia Cátara.
LA CREACIÓN DE LA IGLESIA CÁTARA
Este
acontecimiento es conocido por un documento encontrado en el siglo XVII por
Guillaume Besse, de cuya autenticidad se ha dudado. Los hechos son que en el
mes de Mayo de 1167, en el castillo de Saint-Félix de Caramon, el pope oriental
Nicetas dar el consolament, es decir, el bautismo de los cátaros, a una
"gran multitud" de gentes de la zona occitana. Se ordenaron seis
obispos y se constituyen comisiones para delimitar los territorios de las
diócesis de Albi, Tolosa, Carcasona y Agen. El Catarismo se organiza ahora
como Iglesia, dejando claramente fijado su dogma, en el
cual se da la oposición entre dos principios en igualdad de fuerzas: Dios, que
creó el universo, y Satanás, que creó
la tierra.
Así es
como la Iglesia cátara tomará fuerza en el Mediodía francés, ya que los obispos
de Tolosa, Albi y Carcasona no se ven obligados a intervenir. Por tanto en este
ambiente permisivo se concentran los seguidores cátaros que en el norte de
Francia se estaban viendo perseguidos. El clero meridional no era tan activo
como el del norte, y hasta el Papa Inocencio III los acusa de pasividad y de
solo buscar beneficios. La razón no es que los prelados fuesen m s inactivos
que en otras zonas, pero quizá si insuficientes para la amplitud de las
diócesis, donde quedaban lugares del ámbito rural de los que se encargaban
curas mediocres que no podían luchar contra las predicaciones cátaras, las
cuales encontraron acogida entre la gente. En el norte la interacción entre los
eclesiásticos, el poder secular y el
propio pueblo no les permitió proliferar.
¿POR QUÉ SURGE EL CATARISMO?
¿A qué
razón puede atenerse el surgimiento de esta corriente disidente con respecto a
la institución eclesiástica ya existente? Las razones son mayoritariamente de
tipo social. El clero del siglo XII no era muy eficaz cuando dirigía sus
predicaciones al pueblo, que parece que entendía mucho mejor a los predicadores
ermitaños. Según Labal, el clero veía en la vida laica la perdición, y solo la vida religiosa era digna de salvación.
El
clero veía además en la mujer la fuente de todo pecado y perdición.
También se mostraba disconforme con la
vida urbana que comenzaba a renacer: el auge
del comercio podía ser un peligro para la explotación de los excedentes
mediante el sistema económico feudal. Era por lo tanto difícil alcanzar
la salvación para los laicos. Algunos medios eran las cruzadas, o la buena
muerte, pero esto no estaba al alcance de todos, por lo que hay inquietud al respecto.
Los
cátaros llevan una vida austera y predican en la lengua del pueblo. También
desdeñan al mundo, como los clérigos, pero proponen explicaciones satisfactorias para la gente. La
administración del consolament a la hora de la muerte limpiaba de toda
impureza. La mujer consolada era igual de pura que el hombre. Sus predicaciones
no tenían nada de escandaloso, por lo que podían calar en cualquier cristiano.
Todo
esto los convertía en un oponente de la Iglesia, ya que venían a llenar algunos
"huecos" dejados por esta. La Iglesia exigía diezmos, en
competencia con las exacciones de los
señores, los cuales, en el medio día poseían señoríos colectivos de los que se
repartían los beneficios. Estos señores vivían en los castrum, en contacto con
el pueblo, y pasan a ver con mejores ojos a esta nueva iglesia que no cobra
diezmos y que predica en la ciudad y trabaja para subsistir.
Incluso
las damas de la aristocracia encontraban su lugar entre estos herejes. Los
herejes se ganan por tanto a las casas aristocráticas del Mediodía: los
Trencavel, del vizcondado de Carcasona, Albi y Beziers, las damas del condado
de Foix, e incluso Raimundo VI, conde de Tolosa, se muestra tolerante con ellos.
LA PRÁCTICA RELIGIOSA DE LOS CÁTAROS
Los
cátaros, que se denominaban a sí mismos Buenos Hombres o Buenos/as
Cristianos/as, tenían casas de predicación en las calles de los burgos, donde
la gente podía ver y escuchar a los perfectos, que eran los predicadores
cátaros. Allí vivían, vestidos de
negro, sin comer carne y practicando la castidad, y además esas casas eran sus talleres de
trabajo, escuelas, hospicios...
Estaban
organizados en obispados, como ya hemos explicado, presididos por el obispo y
sus ayudantes: un Hijo Mayor y un Hijo Menor. Cuando moría el obispo le sucedía el Hijo Mayor, cuya
posición era ahora ocupada por el Hijo Menor, y al puesto de este accedería un
nuevo personaje.
Los
obispados eran independientes, y se encargaban de nombrar diáconos que
administraban en las casas religiosas una penitencia colectiva. Leían sobre
todo el Nuevo Testamento, en lengua
occitana, y lo contraponían al Antiguo: el Dios Bueno no pudo crear este mundo,
sino Lucifer. Los hombres eran ángeles caídos que tenían que liberarse de este
mundo. Cristo sería el enviado de Dios para indicar el camino de salvación.
No
reconocían la naturaleza física de este, ni veneraban la cruz, que para
ellos era un instrumento de suplicio.
La vía de salvación era el rechazo a la violencia, la mentira... el único
sacramento que consideraban fundado en el antiguo testamento era el de la imposición
de manos, y rezaban el Padrenuestro y compartían el pan en memoria de Cristo,
pero no consideraban que allí se encarnara.
La
imposición de manos (consolament) era a su vez bautismo, penitencia, ordenación
y extremaunción. Para la ordenación tenía que ser en principio administrado por
un obispo, pero para los enfermo y para el perdón de los pecados lo podían ejercer incluso las
Buenas Mujeres.
No
aceptaban que Dios fuera el creador de nada de este mundo, que
consideraban que era un infierno transitorio, del que todos saldrían
para ir al verdadero Reino de Dios. Por tanto no aceptaban los cultos de la
Iglesia. Todas las almas se salvarían, y
la que no, volvería a encarnarse.
Tener
hijos era alargar la vida de este lugar y traer más almas a este mundo de
Lucifer. Practicaban ayuno los lunes, jueves y viernes. Otras prácticas eran:
el melhorament, tres reverencias al paso de un perfecto; el aparelhament, una
especie de confesión penitencial; la convenenza, que era un convenio por el
que el creyente recibiría el consolament
a la hora de su muerte, y parece que cuando
la cosa se les llegó a poner muy adversa practicaron la endura, que era
una especie de suicidio místico a causa
de un ayuno total.
LA ACTITUD DE LA IGLESIA
San
Bernardo ya fijó la atención sobre los herejes del Lenguadoc cuando se dirigió
a allí para luchar contra las predicaciones de Enrique de Lausana. Descubre en
Tolosa a los "arios". A San Bernardo de Claravall le acompaña un
legado pontificio que sufre el rechazo de la población: la gente no se
identifica con Roma. San Bernardo también ser rechazado en el castro de
Verfeil. Aún no se ha hablado de métodos
violentos para combatir a los herejes, solo del
diálogo.
En el
Concilio de Tours de 1163 se amenaza a los castellanos que apoyan a los
herejes. Raimundo V, conde de Tolosa, envía una carta expresando su impotencia ante los herejes que se implantan
en el pueblo, ante la que los reyes de
Inglaterra y Francia envían dos misiones: la primera en 1178, con el legado
papal Pierre de Paire, con resultados escasos. Se excomulga al vizconde Roger de Trencavel y se condena al obispo c taro
de Tolosa Bernard Raymon, pero no se les
hace nada.
Tras
el concilio de Letrán de 1179 se va formando la idea de la intervención armada.
En 1181 Henry de Marcy cerca el castillo de Lavaur y consigue el
arrepentimiento del vizconde Roger y la conversión de dos perfectos apresados.
De
todas formas nadie tiene interés en ocupar las difíciles sedes episcopales
occitanas y se va incubando la idea de una entrada armada que acabe con el
problema de manera tajante. En el norte la actuación violenta del poder civil y del pueblo impidió a la herejía prosperar,
pero en el sur la población c tara era entre el 5 y el 10% o más en las
ciudades más contaminadas, y era tolerada por muchos más. En 1184 se impone la
pena de fuego para los herejes impenitentes
y reincidentes.
Inocencio
III, desde 1198, vendrá a imprimir más dinamismo en la lucha de la iglesia
contra el hereje. Tiene formación jurídica y pone en práctica la ideología de
la teocracia. En 1199, por una decretal, pondrá en práctica en Italia que a
todo aquel que no acate la doctrina pontificia se le confiscaran las tierras y
ser proscrito, lo que en 1200 se extiende a Occitania. Es el inicio de una
serie de disposiciones que conducen a la formación de la Inquisición. La
aplicación de las disposiciones
requiere de la colaboración de los poderes civiles. La actuación papal se hará
por medio de legados, de los cuales el primero será Rainiero Ponza. Algunos príncipes occitanos si
aceptan las decretales, caso del rey de Aragón Pedro II y del vizconde de
Montpellier Guillermo VIII.
Se
recurre a los cistercienses para combatir la herejía en 1203. Los legados son
ahora dos monjes de la abadía narbonense de Fontfroide: Raoul de Fontfroide y
Pierre de Castelnau, a los que se une el abad de Citeaux Arnaud Amaury,
personajes que no parecen ser elegidos por su oratoria, sino m s bien por su
rigidez y severidad. Estos realizan una labor de depuración del clero occitano,
y hacen que la nobleza se comprometa a extirpar la herejía. Pedro II de Aragón
era vasallo del Papa, pero el Mediodía francés se encomendar a su protección,
por lo que no utilizar las armas contra ellos. Los cistercienses no tienen
apenas ‚éxito. Cambian su método por la predicación a la manera cátara, en
coloquios con los herejes. Esto se debe a la actuación de dos clérigos
españoles: Diego de Osma y Domingo de Guzmán, que consiguen muchas
conversiones. Pero los cistercienses no contaban con mucha
popularidad. Se intenta llegar a acuerdos
de paz con los príncipes. Raimundo VI de Tolosa no acepta actuar en
contra de los herejes y es excomulgado por Pierre de Castelnau, el cual ser
asesinado en Enero de 1208 por alguien que creía hacer un favor al conde, pero
este asesinato tendrá consecuencias nefastas. Se ha especulado incluso que lo
pudo realizar alguien que tuviera interés en que se desatara la guerra.
LA CRUZADA
Inocencio
III llama a actuar a los guerreros cristianos en una cruzada contra los
herejes, a los que podrán exterminar y tomar posesión de sus tierras,
prometiéndoles indulgencias y bienes materiales. La zona era rica agrícolamente
y muchos serán los interesados. El Languedoc se verá sumido en una guerra desde el 1209 al 1229, jalonada de grandes
hogueras, como los 140 quemados de
Minerve en 1210, los 200 de Cassis, o los 400 de Lavaur en 1211. La población
se divide (caso de Tolosa y la "compañía blanca" enfrentada a los
defensores de los herejes), dando lugar a una especie de guerra civil entre
defensores de los herejes y los que se ponen en favor de la cruzada Las
ciudades, como por ejemplo Beziers, defienden a sus herejes y son arrasadas por
los cruzados, por lo que la guerra va también contra la vida de los burgos.
También tendrá importantes implicaciones políticas: Pedro II morirá a manos de
los cruzados de Simón de Montfort en el asalto a Muret (1213), cuando acudió a
intentar defender a sus vasallos tolosanos, a pesar de que había sido ungido
por el Papa. Aragón perder sus lazos
con la Provenza y tendrá un periodo de crisis,
ya que el heredero de la corona queda en manos de Monfort, que funda
una nueva dinastía condal en Tolosa y
Carcasona, ratificada por el Papa en el
Concilio de Letrán de 1215. Esta no durar mucho, ya que los tolosanos
inician la reconquista apoyados por un verdadero movimiento popular. Simón de
Monfort morirá en 1218 asediando Tolosa. El sucesor de Simón, Amaury de
Monfort, cede sus derechos condales en
1224 al rey de Francia, que ahora sí acudía al llamamiento del Papa Honorio
III.
En el
Languedoc empezaba a resurgir otra vez el Catarismo, pero ahora el Papa tenía
un importante aliado que era la monarquía de los Capetos, que reemprende la
segunda fase de la cruzada en 1226 con el Rey Luís VIII. El ahora conde de
Tolosa Raimundo VII, que había intentado que se le reconociera su condado, lo
que el concilio de Bourges consideró como un peligro por el renacimiento de la
iglesia cátara y los faidits, por lo que se ratifica su excomunión en París, el
12 de Enero de 1226. La guerra se prolongar tres años, en los que la
devastación de las tierras por los cruzados hace finalmente someterse a
Raimundo VII al rey Luís IX, y en el
tratado de Meaux se compromete a perseguir la herejía y desmantelar las plazas
fuertes. Carcasona estaba también en manos de un senescal del rey, y los
Trencavel estaban exiliados en Aragón.
LA INQUISICIÓN
El
Catarismo no había sido erradicado con la cruzada y las hogueras, sino que se
había revestido de un aura de martirio. Ya no contaba con el apoyo de la casta
aristocrática, por lo que llevaban a cabo una predicación clandestina, apoyados
por proscritos armados había que romper los lazos de solidaridad que
profesaba la gente con los herejes, y de
esto se encargará la Inquisición.
Ya se
habían dado disposiciones que marcaban el procedimiento inquisitorial: en 1184
la pena de fuego; 1199 la confiscación de bienes; autorización del empleo de la
tortura; mantenimiento del secreto sobre los testigos o acusadores, de todo lo cual se encargaba el brazo secular.
Faltaba la creación de un tribunal especializado y que tuviera una amplia
jurisdicción, por encima de fronteras políticas y obispados. En 1231 aparece un
delegado en Alemania, y de ahí el sistema se establece en Francia. El tribunal
se confió a las jóvenes órdenes mendicantes, dominicos y franciscanos. Solo
dependía del Papa, y realizó una labor de "encuesta itinerante". Así
fueron capturando a los herejes clandestinos y sus protectores, y entregados al
poder secular, que era el encargado de la ejecución. Las hogueras colectivas
desaparecieron para dar lugar a ejecuciones individuales. Los acusados podían
defenderse. Los registros de las declaraciones son hoy día una gran fuente de estudio.
LA RESISTENCIA DE MONSEGUR
Raimundo
VII trataba por todos los medios de mantener su condado, pero no tenía heredero
barón, y su hija se casaría a causa del tratado con el hermano del rey francés.
La población mientras tanto se mostraba inconforme con la actuación inquisitorial, protagonizando
motines como el de Tolosa en 1235. El conde buscó apoyos contra el rey
(Inglaterra y el conde de la Marche), y se decidió a actuar cuando los
proscritos que luchaban por la libertad de los condados (faydits), que se
mantenían en el castro de Montsegur, acaban con los inquisidores de Avignonet
en Mayo de 1242. Los tolosanos son vencidos por el ejército francés en Saintes
y Taillebourg. En 1243 Raimundo VII pacta en Lorris la paz y se compromete a
luchar con la herejía que renacía y que tenía refugio en Montsegur, con el
señor Raimond Pereille. El senescal real de Carcasona asediar la plaza desde el
ver n de 1243 hasta Marzo de 1244. Los herejes que allí había fueron quemados
en la hoguera (unos 200), incluidos los últimos obispos e Hijos y diáconos, y
los supervivientes interrogados por la inquisición.
EL FIN DEL CATARISMO
Muchos
creyentes huyeron a Italia, donde los conflictos entre güelfos
y gibelinos permitían un margen
de actuación a los cátaros. Allí se ordenaron y pretendían volver a sus tierras
a predicar, pero la vigilancia de la Inquisición se lo impedía. La ortodoxia triunfaba en el
occidente europeo y también un férreo orden feudal cuya cúspide era el rey.
Entre
1300 y 1310 se formó una pequeña iglesia entre la Gascuña y el Lauragais bajo
la iniciativa de los hermanos Authié, ordenados en Italia. Contaron con el
apoyo de sus familias y las redes clientelares, lo que propagó de nuevo la fe
en los Buenos Hombres, pero la pretensión de continuar como iglesia hizo que
los inquisidores pusieran todo su empeño en capturar a los herejes y quemarlos.
En el primer tercio del XIV ya nadie
podía declararse cátaro ni ser ordenado, ya que no había nadie que lo hiciera.
En
otros lugares, aún sin ser perseguido, también acabó por desaparecer el
movimiento. En Italia lo hizo en el XV, y en la zona de los Balcanes se
acabó con la conquista turca.
Hoy
día ya no nos corresponde juzgar ni a unos ni a otros, pero si podemos desenmascarar
los mitos que envuelven a los cátaros, y nos queda un colectivo muy semejante
al cualquier cristiano de la ‚poca, lleno de inquietudes, pero que se las vio
con una Iglesia que luchaba por forjarse homogénea. Los cátaros no luchaban por
su independencia ni libertad, pero se encontraron con un muro de intolerancia
que les inmiscuyó en una lucha que tenía mucho de política.
BIBLIOGRAFÍA
1. LABAL, P. Los cátaros: herejía y
crisis social
2. BRENNON, A. Los cátaros. Hacia una
pureza absoluta
3. MESTRE, J. Los cátaros
4. MITRE, E. La herejía medieval
5. LAMBERT, P. La herejía en la Edad Media
6. DEDIEU, J. P. La Inquisición
Realizado
por: José Julio Martínez Valero
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