LA
ALQUIMIA
SUPREMA
VOL. 1
(Primera
Parte)
OSHO
NOVENO DISCURSO
23 FEBRERO DE 1972
¿QUÉ PUEDE OFRECER EL HOMBRE?
La mente constantemente apuntando
Hacia Eso
Es arghyam
La ofrenda.
La mente constantemente apuntando
Hacia Eso
Es arghyam,
La ofrenda.
¿Qué es lo que el
hombre puede ofrecer? ¿Cuál puede ser su ofrenda? Podemos ofrecer sólo lo que
nos pertenece. Lo que no nos pertenece no podemos ofrecerlo, y el hombre sierre
ha ofrecido aquello que no le pertenece. El hombre ha sacrificado aquello que
no es suyo.
La religión se
convierte en un ritual si ofreces algo que no es tuyo. La religión se convierte
en una experiencia auténtica si ofreces algo que verdaderamente te pertenece.
Los rituales son en realidad métodos para escapar de la auténtica religiosidad.
Puede que encuentres sustitutos, pero no estás engañando a nadie más que a ti
mismo, porque ¿cómo vas a ofrecer algo que no es tuyo? Puedes sacrificar un
caballo, puedes sacrificar una vaca, puedes ofrecer tierras, pero nada de ello
te pertenece. Así que, realmente, esto es robar en nombre de la religión. ¿Cómo
vas a ofrecer a lo Divino algo que no es tuyo?
Por eso lo primero
es averiguar qué es lo que es tuyo, qué es lo que te pertenece. ¿Hay algo que
te pertenezca? ¿Eres tú el amo de algo de forma que puedas decir, “Esto
pertenece al hombre y yo se lo ofrezco a lo Divino”? Esta es una de las
preguntas más difíciles: “¿Qué es lo que le pertenece al hombre?” Nada parece
pertenecerle. Y cuando nada parece pertenecerte, únicamente puedes decir,
“Puedo ofrecerme a mí mismo”. Pero incluso esto es incorrecto porque, ¿te
perteneces tú a ti mismo? ¿Es tuyo tu ser? ¿Eres responsable de tu ser? ¿Eres
responsable de tu existencia?
El hombre proviene
de alguna parte, de algún origen desconocido. No es responsable de que esté
aquí. Kierkegaard ha dicho, “Cuando miro al hombre, siento que ha sido arrojado
aquí”. No es ni siquiera responsable de su propio ser; el ser está arraigado en
lo Divino. Considéralo así: ¿Puede un árbol decir, “Me ofrezco a mí mismo a la
tierra? ¿Qué significado tiene? Carece de sentido porque el árbol está
enraizado en la tierra, el árbol sólo una parte de la tierra. El árbol es sólo
tierra y nada más, de modo que cómo va a decir, “¿Me ofrezco a mí mismo a la
tierra”? No tiene sentido. El árbol es una parte. No es distinto, por lo tanto
el ofrecimiento no es posible Así que, primero, sólo puedes ofrecer aquello que
te pertenece. Segundo sólo puedes ofrecer si hay una cierta distancia, una
cierta separación.
El árbol no puede
ofrecerse a sí mismo porque no es diferente de la tierra en sí. O considéralo
así: un río no puede decir, “Me ofrezco a mí mismo al mar”. El río no se basa
en el mar. Es algo aparte. Pero aun así no puede decir, “Me ofrezco al mar”.
¿Por qué? No puede decirlo no es una elección del propio río. El río ha de
fluir hacia el mar. No hay posibilidad de elección. El río es impotente. Aunque
el río deseara elegir no ofrecerse, no podría escoger, pues el ofrecimiento es inevitable.
Cuando el ofrecimiento es inevitable, no tiene sentido.
El río no puede
afirmar, “Me ofrezco a mí mismo al mar”, porque es algo que ha de llegar. Este
llegar forma parte de la naturaleza. El río no llega al mar debido a que sea él
el que lo haya elegido pues no hay posibilidad de elección de su parte. El río
es impotente, no puede hacer nada más. Y una tercera cosa: sólo puedes ofrecer
algo cuando tienes la posibilidad de hacer otra cosa. Si tienes la posibilidad
de no ofrecer, sólo entonces te vuelves capacitado para ofrecer. Entonces ésta
es tu elección.
El hombre está
arraigado como un árbol. El hombre es un árbol, sólo que con raíces móviles,
enraizado en el Ser, enraizado en la Existencia. Y el hombre no es algo
separado: en lo profundo no hay separación. Un hombre no es responsable de su
propio ser: tiene que regresar inevitablemente como un río precipitándose en el
mar. Así que, ¿dónde está la elección? ¿Cómo vas a ofrecer? Tu muerte sería una
disolución tanto si quieres como si no. ¿Quién eres? ¿En dónde estás y dónde es
que el ofrecimiento se hace posible?
Este
sutra es muy profundo. Este sutra dice,
La
mente constantemente apuntando hacia Eso,
es la
ofrenda.
No puedes
ofrecerte a ti mismo, pero puedes ofrecer tu mente. Esto te pertenece y ésta es
tu elección. Si no la ofreces, lo Divino no puede forzarla para que se ofrezca.
No eres impotente. No es como un río precipitándose al mar. La mente tiene una
elección. Puedes seguir negando lo Divino y lo Divino no puede obligarte. Tu
ser se arraiga en lo Divino, pero no tu mente. No puedes negar lo Divino en lo
concerniente a la Existencia. Tú eres parte suya.
Puedes negar lo
Divino en lo que respecta a la consciencia. Puedes negarlo hasta tal grado que
eres capaz de vivir en una consciencia en la cual no haya nada similar a lo
Divino. Para decirlo de otra forma, “Dios es” o “Dios no es” puede ser tu
elección. Incluso si no hay Dios eres capaz de fabricarte uno, puedes creer.
Incluso aunque haya Dios, puedes negarlo, y nada puede hacerte variar. Por eso
la única elección posible es la de la mente, la única libertad posible es la de
la mente. Tu ser está arraigado, pero tu mente es libre.
Desde luego, tu
mente nace de tu ser, pero todavía así es libre, libre en el sentido en que un árbol
está enraizado en la tierra; el árbol está arraigado, las ramas, las raíces,
cada flor está arraigada, pero la fragancia de la flor puede liberarse y puede
desplazarse sin estar arraigada. Por eso eres como un árbol, pero tu mente es
una fragancia. Puede ser ofrecida, puede no serlo. Depende de ti.
La libertad del
hombre es la mente del hombre. Los animales no son libres únicamente porque no
tienen elección: son lo que son. ¡No tienen elección! No pueden ir en contra de
la naturaleza. La mente del hombre es la libertad del hombre. Así que lo que
debe entenderse fundamentalmente es que debido a que la mente es una opción
libre puede volverse una ofrenda. Puedes ofrecer tu mente, pero también puedes
resistirte, puedes ir en contra, e incluso ni Dios podrá obligarte. Esta es la
gloria, ésta es la belleza de la existencia humana. Por eso el hombre es el
único animal que es, en cierto modo, libre. De esta libertad puedes hacer uso o
abuso.
La
mente constantemente apuntando a Eso,
es la
ofrenda.
Si tu mente puede
ser constantemente direccionada, continuamente dirigida hacia Eso, te has
ofrecido a ti mismo. Pero debido a que la mente posee libertad es muy difícil
atarla a algo. Su auténtica naturaleza es ser libre, por eso cuando intentas
someterla, se rebela, se vuelve rebelde.
Puede que te siga
si no lo intentas, pero si lo intentas se va a rebelar porque la naturaleza misma
de la mente es la libertad, y en el instante en que tratas de fijarla en algo,
se rebela. Es natural. Puedes ofrecer la mente, pero no es fácil. Ofrecer la
mente es la cosa más difícil. Y cuando digo, “La mente significa libertad”, se
vuelve más difícil aún. Estás intentando que la mente vaya en contra de su
naturaleza.
La concentración
va en contra de la mente porque estás tratando de limitarla sobre algo, exclusivamente
a algo. Pero la mente es libertad, movimiento, un constante movimiento. Vive
sólo cuando se mueve. Existe sólo cuando se mueve. Es una fuerza dinámica, por
eso en el momento en que tratas de fijarla estás tratando de lograr algo
imposible. ¿Qué hacer pues? El hombre religioso ha intentado siempre fijar la
mente hacia lo Divino, y cuanto más intenta fijarla, más se va hacia el diablo.
Jesús se encuentra
al diablo. El diablo no está en ningún lugar más que en el esfuerzo de Jesús
por estar constantemente apuntando hacia lo Divino. El diablo no existe. Ocurre
tan sólo que cuando obligas a la mente a atarse a algo, crea el opuesto para
poder moverse. Debes comprender la ley del efecto contrario. Con la mente, esta
ley es fundamental. Intentes lo que intentes, lo contrario será el resultado.
Lo contrario, lo totalmente opuesto, será el resultado. Intenta pues dirigir tu
mente hacia Dios y te encararás con el demonio. Lo contrario será el resultado.
Intenta dirigir tu mente y tu mente se volverá anárquica, te encontrará
agitado.
Cuanto más se
busca la quietud, más inquieta se vuelve la mente. Cuanto más tratas de silenciarla,
más ruido crea. Cuanto más intentas volverla buena, más pecados la tientan.
Esta es la ley básica de la mente. Es tan básica como lo es la ley de Newton
para la Física: la ley del efecto contrario.
Trates lo que
trates de alcanzar, nunca lo lograrás. Lograrás lo contrario, y entonces se
crea un círculo vicioso. Cuando logras lo contrario, empiezas a pensar que “lo
contrario” es tan poderoso que “He de luchar con más ahínco”. Cuantas más
luchas, más poderoso será el opuesto, lo contrario. Lo opuesto no existe. Tú lo
creas únicamente porque tratas de someter a tu mente. Es un subproducto, un
subproducto que aparece porque desconoces la ley. ¿Qué hacer pues para ofrecer la
mente a lo Divino? Si eliges lo Divino en contra de algo nunca vas a ser capaz
de ofrecer.
Sólo hay un
método: elige a lo Divino como el Todo; toma a lo Divino como la Totalidad; toma
a lo Divino en todo y por todo. Incluso si el demonio se te aparece, vive lo
Divino en él. De este modo habrás hecho el ofrecimiento, y posteriormente el
ofrecimiento puede continuarse, sin interrupciones, sin pausas, porque ahora
ninguna pausa es posible. Por eso es por lo que los Upanishads no emplean la
palabra “Dios”. Utilizan Eso, pues en el instante en que pronuncias “Dios”, se
crea el demonio. En realidad no emplean palabra alguna: usan un dedo. Dicen
Eso, y con este Eso lo incluyen todo. Todo y por todo. Si eres pues capaz de
concebir lo Divino como el Todo, entonces eres capaz de ofrecer. En caso
contrario se creará el opuesto: ofrecerás a Dios y la ofrenda irá a parar al
diablo.
Todas las
religiones han encarado el problema, la dicotomía. El cristianismo, el judaísmo
o el islamismo. Todas las religiones surgidas de la India han aceptado la
dicotomía. Han aceptado la dicotomía de Dios-y-el-diablo. Por eso si analizas
la historia de esas religiones te darás cuenta de un fenómeno muy extraño.
Jesús representa a Dios, pero el diablo también sigue tentándole. Y sea lo que
sea lo que Jesús representa, su Iglesia representa lo opuesto, lo
diametralmente opuesto. Por eso al cristianismo le preocupa poco Cristo. Más
bien, el cristianismo es su enemigo, porque cualquier cosa que haya hecho la
Iglesia no puede decirse que haya sido obra de Dios. Puede considerarse la obra
del diablo. Pero esto se debe a la ley del efecto contrario.
Una vez aceptas la
dicotomía, el opuesto será el resultado. Cristo predica el amor y la Iglesia
representa el odio. Cristo dice, “No te resistas ni al mal”, y toda la historia
de la Iglesia no es más que una larga guerra. Por eso Nietzsche está en lo
cierto cuando afirma, “El primer y el último cristiano murieron en la cruz”.
¡También el último! Después de Jesús no ha habido otro cristiano. No obstante,
San Pablo y otros cristianos no son tan responsables de esto como aparentan
serlo. La verdadera responsabilidad recae en la ignorancia de la ley del efecto
contrario.
Si eliges una
parte como Divino y una parte como anti-Divino, la mente se irá cambiando de bando.
Y la mente tiene sus propios trucos para poderse cambiar de bando. Es capaz de
justificar el mal en defensa del bien; puede justificar la guerra para la paz;
es capaz de matar y asesinar en nombre del amor. Así que la mente es muy astuta
y sagaz desplazándose al opuesto. Y cuando se desplaza te proporciona todas las
razones necesarias para que creas que “No estoy cambiando”. Por eso si escoges
a Dios como algo aparte del mundo o en contra del mundo, nunca serás capaz de ofrecer
la mente. Y una ofrenda parcial no es una ofrenda. Esto también debes
recordarlo.
Una ofrenda
parcial está matemáticamente equivocada. Es como una circunferencia incompleta;
no es una circunferencia. Una circunferencia es sólo una circunferencia cuando
está completa, cerrada. No puedes llamar a una circunferencia incompleta,
circunferencia. ¡No lo es! O bien la ofrenda es total o no lo es. ¿Cómo vas a
ofrecer algo en parte? Es intrínsecamente imposible. ¿Cómo vas a amar
parcialmente? O amas o no amas. No hay compromiso posible. No hay posibilidad
de grados en el amor. O lo hay o no lo hay. Todo lo demás es puro engaño.
El ofrendar es
algo completo en sí mismo. Puedes renunciar, puedes entregarte, pero no puedes
decir, “Me entrego en parte”. ¿Qué quieres decir? Una entrega parcial significa
que tú eres todavía el amo y que puedes reconsiderarlo. La parte que has
salvaguardado puede rectificar, mañana puede decir no. De modo que una entrega
total es aquella en la que nada es salvaguardado, nada es retenido, de tal
manera que no puedes retroceder. No hay retroceso posible porque no hay nadie
que permanezca al margen y pueda retroceder. Así el ofrecimiento es total.
Pero si divides al
mundo, si divides la Existencia en extremos opuestos, te hallarás en una profunda
dicotomía y tu mente se desplazará al opuesto. Y cuanto más te resistas, más
atrayente se volverá. Lo negativo es muy atrayente. Cuando insistes demasiado
en el “no hacer”, la atracción se vuelve insoportable. Un no es una invitación
altamente encantadora. Siempre que intentes forzar tu mente hacia algo, lo
otro, aquello hacia lo que no estás tratando de ir, se volverá atrayente. Y
antes o después te aburrirás de la parte que has escogido, y la mente se
cambiará. Siempre se cambia.
La filosofía china
dice que el “Yin” está continuamente desplazándose hacia el “Yang” y que el
“Yang” continuamente se desplaza hacia el “Yin”, y forma un círculo. Están en
perpetuo movimiento el uno hacia el otro. El hombre está continuamente yendo
hacia la mujer y la mujer se mueve continuamente hacia el hombre, y forman un
círculo. Y la luz se mueve hacia la oscuridad y la oscuridad se mueve en pos de
la luz, y hacen un círculo. Y cuando te aburres de la luz, eres atraído por la
oscuridad; y cuando estás aburrido de oscuridad eres atraído por la luz.
Continuamente vas
de un opuesto al otro. De modo que si tu Dios forma parte del mundo de
opuestos, parte de la lógica de los opuestos. Te irás hacia el otro extremo.
Por eso es por lo que el Upanishad dice Eso. En este Eso, todo está implícito,
nada es negado. Los Upanishads tienen un concepto muy a favor de la vida, una
filosofía muy a favor de la vida.
En realidad, esto
es bastante raro. Albert Schweitzer ha dicho que la filosofía hindú niega la vida,
pero en realidad no ha entendido nada. En su mente, cuando dice “filosofía
hindú”, debe de haberse estado refiriendo a Buda y a Mahavira. Pero ellos no
son la verdadera corriente, ellos son los chicos rebeldes. La filosofía hindú
no niega la vida. Muy al contrario. Albert Schweitzer es un cristiano; es
profundamente cristiano y la filosofía cristiana niega la vida. La filosofía
hindú es una de las que más afirman la vida.
Por eso es bueno
el que nos adentremos en esta afirmación de la vida; sólo entonces serás capaz
de comprender el significado de Eso, porque esta es una de las palabras más
afirmativas, que no niega nada. El “negar la vida” significa que tu Dios está
en cierto modo en contra de la vida. Los jainos niegan la vida. Afirman que
este mundo es pecado. ¡Debes abandonarlo, renunciar a él! A menos que renuncies
a él totalmente no podrás alcanzar lo Divino. Así que lo Divino se vuelve algo que
puedes alcanzar sólo si pones ciertas condiciones: si renuncias al mundo.
Este es un requisito
fundamental. Para los budistas también éste es un requisito fundamental: “Debes
renunciar a todo: debes elegir la muerte. ¡La muerte, no la vida, ha de ser la meta!
¡Debes esforzarte para no hacer de nuevo! La vida no tiene valor alguno, carece
de valor. Existe en función de nuestros
pecados. Es un castigo y, de alguna forma, has de escaparte, no has de nacer de
nuevo”. Pero éste no es el concepto hindú. A los Upanishads no les preocupa
para nada este tema.
La misma actitud
de negación de la vida es cristiana: “La vida es pecado y el hombre nace en
pecado”. La historia comienza con pecado. Adán fue expulsado del cielo porque
pecó. Desobedeció y por tanto nosotros nacemos del pecado. Por eso es que los
cristianos insisten tanto en que Jesús no nació por un acto sexual, en que
nació de una madre virgen: porque si naces de un acto sexual, naces del pecado,
y al menos Jesús no debe haber nacido del pecado. Así que todos nacemos en
pecado; la Humanidad vive en pecado. Se requiere pues una absoluta renunciación
para alcanzar lo Divino.
El cristianismo
también se orienta hacia la muerte. Por eso la cruz ha adquirido tanta importancia.
Si no fuera así, la cruz no contendría tanto significado. Es el símbolo de la
muerte. Los hindúes no pueden concebir como la cruz pudo volverse un símbolo,
hasta el punto de que Jesús es significativo en tanto que fue crucificado. Si
Jesús no hubiera sido crucificado y hubiera sido simplemente un hombre común,
el cristianismo no hubiera nacido.
Así pues, los que
están orientados hacia la muerte son atraídos por Cristo debido a que fue crucificado.
La muerte de Jesús se convirtió en el hecho histórico más importante. De modo
que, en realidad, el cristianismo nació porque los judíos, de forma estúpida,
crucificaron a Jesús. Si no hubiese sido crucificado, no hubiera cristianismo.
Por tanto Nietzsche está en lo cierto otra vez. El sostiene que el cristianismo
no es realmente cristianismo sino “cruz-tianismo”, orientado hacia la cruz.
Schweitzer dice
que los hindúes niegan la vida. Se equivoca porque él está pensando en Buda. Él
tenía tanto de hindú como Jesús de judío. Del mismo modo que Jesús nació judío,
él nació hindú. Pero los hindúes tienen su esencia en los Upanishads, los
cuales preceden a Buda, y Buda no dijo nada que no figurara ya en los
Upanishads. Estos afirman la vida, la afirman totalmente. Y ¿qué quiero decir
cuando digo que afirman plenamente? No te puedes imaginar a Jesús bailando, no
te lo puedes imaginar cantando, no te puedes imaginar a Buda bailando o
cantando o amando, no te puedes imaginar a Mahavira luchando. ¡No puedes! Sólo
Krishna puede ser imaginado riendo, bailando, amando, incluso luchando, sin
negar nada. ¡Sin negar nada!
Toda la vida es
Divina, así que escoger a Dios no es renunciar al mundo. Elegir a Dios significa
escoger a Dios utilizando al mundo, no en contra del mundo. Este es el
significado de Eso. Y cuando eliges a Dios estando a favor del mundo, no en
oposición al mundo, no hay oposición. Sólo entonces puedes escapar de la ley
del efecto contrario. Cuando eliges Eso a través de esto, entonces no hay
oposición, no hay polaridad. Y cuando no hay polaridad, la mente carece de un lugar
al que ir. No es que esté atada, no es que sea esclava, no es que la hayas
forzado a permanecer ahí. Ahora no tiene dónde moverse. El opuesto no existe.
Entiéndelo
claramente: cuando el opuesto no existe, la mente es libre para moverse, aunque
no se mueve, porque ¿adónde puede irse? Si se puede mover, se moverá pues el
moverse es su naturaleza. Y si creas la dicotomía, se desplazará al opuesto,
rebelará contra ti. Si no hay dualidad, si el opuesto no existe y has incluido
al opuesto en lo Divino, entonces ¿adónde va a ir la mente? Se mueva donde se
mueva, sólo puede ir a Eso. Por eso, si Krishna baila con una chica, baila con
lo Divino, porque la chica no está excluida, lo Divino no está en contra de la
chica. Si lo Divino estuviera en contra de la chica, la chica se convertiría en
el diablo. Entonces la chica sería una tentación y surgirían dificultades.
Cristo es incapaz de
reír: vive en constante tensión, Krishna es capaz de reír pues no hay tensión
alguna en él. Cuando todo es Divino y cuando todo se transforma en una ofrenda,
¿dónde está la tensión? No tiene por qué haberla y Krishna puede estar a gusto
en cualquier parte. Incluso en el infierno puede encontrarse a gusto porque el
infierno es Eso.
Te estaba diciendo
que los jainos han colocado a Krishna en el infierno porque él fue el
responsable del Mahabharata, la gran guerra hindú. Lo han condenado al séptimo
infierno; el más profundo; adecuado para los peores pecadores. Pero en cuanto
cierro mis ojos y empiezo a imaginármelo en el infierno, no puedo verlo si no
es bailando. Debe de estar bailando allí. Aunque esté allí, debe de estar
bailando, porque incluso el infierno es Eso. Y no tendrá prisa alguna ni rezará
para poder salir del infierno. No se esforzará en ello, porque Eso está
presente en todas partes. No necesitas ir a ninguna parte y no necesitas pensar
en ciertas premisas, pensar en que sólo en ciertas condiciones Él es posible.
Él es posible en
toda condición. Él está incondicionalmente presente. Cuando seas capaz de concebir a lo Divino
como incondicionalmente presente, entonces se convertirá en el Eso de los
Upanishads. Entonces, incluso en el veneno, Eso es; incluso en la muerte Eso
es; incluso en el sufrimiento Eso es. Y no puedes irte a sitio alguno. O vayas
donde te vayas, te vas a Eso. Por lo tanto, Eso debe ser concebido mediante el
esto, pues si no es así la ley del efecto contrario comenzará a funcionar. Y
toda persona religiosa tiene que caer bajo la ley del efecto contrario.
A menos que lo
comprendas totalmente, a menos que comiences a percibir que esta ley está en
funcionamiento en todas partes, nunca crees extremos opuestos en la mente
porque entonces serás víctima de tu propia estupidez. En el momento en que
escoges uno como opuesto a otro, has cavado la zanja en la que vas a caer. Vas
a ser hipnotizado por el opuesto.
Todos estamos
hipnotizados por el opuesto. Una sociedad se vuelve sexual si afirmas que el
sexo es pecado. Entonces el sexo se torna romántico, comienza a adquirir un
halo de misterio a su alrededor. Un hecho vital tan simple, tan sólo por
llamarlo pecado, se convierte en la zanja. ¡Y sólo porque que le llama pecado!
Llama a lo que sea pecado y habrás creado un algo mediante el cual vas a ser
hipnotizado. La autohipnosis es ahora posible. Niega algo y ya has caído en la
trampa.
Lao Tse dice, “Una
distinción de un centímetro entre el cielo y la tierra, y todo queda separado.
Una distinción de un centímetro entre lo bueno y lo malo, y todo es separado”.
No se debería
hacer distinción alguna. Por eso es por lo que religión no es moralidad. La
religión está más allá porque la moralidad no puede existir sin distinciones, y
la religión no puede existir con distinciones. La moralidad no puede existir
sin crear el otro. Depende de la división en opuestos: el bien y el mal, y así
sucesivamente. Así que Dios y el demonio no son parte de la religión sino de la
moralidad. El concepto de Dios como opuesto al mal, al diablo, a Satán no es en
realidad un concepto religioso. Es un concepto moral.
Cuando por primera
vez fueron traducidos los Upanishads a las lenguas occidentales, los eruditos
se hallaron desconcertados porque no aparecía nada similar a los Diez
Mandamientos, que dicen, “¡Haz esto, y no hagas esto otro!”. No había nada como
los Diez Mandamientos, y sin los Diez Mandamientos ¿cómo puede existir una
religión? ¿Cómo? Occidente no podía
imaginárselo. Por eso esos libros no
fueron considerados realmente religiosos, porque no había discusión acerca de
lo que es bueno y de lo que es malo y sobre lo que se debería y sobre lo que no
se debería hacer.
Y en cierto modo
esto era correcto. Si nuestro concepto de religión es como moralidad, entonces
los Upanishads no son religiosos, entonces nada es religioso, porque la
moralidad es sólo una conveniencia, y la moralidad puede cambiar según la
nación, según la raza, según la geografía, según la historia. Cambiará, porque
cada raza, cada nación crea sus propios sistemas. La religión no es una
conveniencia y no puede cambiar de una raza a otra. No depende de la geografía
y no depende de la historia. En realidad no depende la forma de pensar del
hombre. Depende de la verdadera naturaleza de la Realidad. Por eso, la religión
es, en cierto modo, eterna.
Las moralidades
son siempre temporales. Pertenecen a cierta época, a cierto tiempo y a cierto
espacio. Luego cambia. Cuando pasa el
tiempo, cambian. Pero la religión es
eterna porque es la misma naturaleza de la Realidad. No depende de tu forma de
pensar. Esta religión pertenece a la Realidad sin opuestos. Pero a la Realidad
se la escinde en opuestos. Según la vemos, la vemos dividida, porque el mismo
hecho de ver la divide, del mismo modo que un rayo de luz, un rayo de sol, se
descompone al pasar a través de un prisma.
Cuando la mente
observa las cosas, éstas son divididas en polaridades. En el instante en que
observamos, dividimos. No somos capaces de permanecer en la Realidad indivisa
ni un solo instante. Te veo y ya te he dividido: hermoso-feo, bueno-malo,
blanco-negro, mío-no mío. En el instante en que te observo, la división se hace
presente. La mente trabaja como un prisma, y el prisma divide la Realidad. Y si
continúa escogiendo, serás una víctima de tu mente. Lo bueno y lo malo son
caracterizados como tales por la mente.
No elijas lo bueno
como opuesto a lo malo, pues si lo haces, al final, caerás en lo malo
oponiéndose a lo bueno. Escoge el bien a través del mal; conoce el mal a través
del bien. Son uno: siente esta indivisible unidad. Contempla la vida a través de
la muerte; contempla la muerte a través de la vida; no como opuestos, sino como
uno, como los dos extremos de una misma cosa. Esto es lo que se quiere decir
con Eso. Y el sutra dice,
La
mente constantemente apuntando
a Eso,
es la ofrenda.
La mente debe
estar fluyendo hacia Eso constantemente, constantemente, sin pausa. ¿Cómo va a
fluir la mente si haces de Dios algo separado del mundo? Tendrás que comer y te
olvidarás, te olvidarás de tu Dios.
Tendrás que dormir y te olvidarás, te olvidarás de tu Dios. Tendrás que hacer tantas y tantas cosas, que
Dios será siempre un constante conflicto. Por eso una religión que viva con
Dios en oposición al mundo crea mucha angustia, y las mal llamadas personas
religiosas no es que estén constantemente esforzándose hacia Dios, sino que
simplemente están esforzándose, en tensión. Viven en angustia. Todo se vuelve
en contra de Dios, de modo que la angustia hace su aparición. ¿Cómo van a ser
capaces de reír? ¿Cómo van a poder cantar? Todo se queda en un querer y no
poder. Dondequiera se dirijan para
descubrir a Dios, algo aparece como un obstáculo.
El mundo entero se
vuelve un enemigo. Los amigos no son amigos.
Se quedan a medias, se vuelven
enemigos. El amor se convierte en veneno, porque se queda a medias. Todo se convierte en un obstáculo. Eres
obstaculizado desde todas partes. ¿Cómo vas a poder vivir en paz? No puedes.
Incluso un simple hombre, un hombre del mundo es capaz de vivir más en paz que
tú. Si tu Dios está en oposición al
mundo, no puedes vivir en paz. Te hallarás en constante tortura.
Desde luego,
cuando la tortura es auto-impuesta, el ego se siente halagado y reforzado y por
este motivo disfrutas con ello. Y cuando alguien comienza a disfrutar con sus
auto-impuestas torturas, es que está loco, ido. No está en sus cabales. Te
puedes convertir pues en un mártir de tu propia estupidez y puede que incluso
otros te veneren porque hay gente que se siente muy feliz cuando alguien se
tortura a sí mismo. Disfrutan. Son sádicos y tú te vuelves un masoquista. Te
torturas a ti mismo. Eres capaz de torturarte a ti mismo sin descanso y te
torturarás a ti mismo cuando todo el mundo esté en contra de Dios. Entonces la
vía será una constante tortura. Todo es pecado, y todo creará culpa y miedo y
ansiedad, y te verás envuelto constantemente en el caos.
Te torturarás a ti
mismo y te volverás un masoquista. Y siempre que hay un masoquista los sádicos
hacen su aparición y lo veneran. Hay gente que se siente bien cuando alguien
está sufriendo. Les gustaría hacerte sufrir, pero tú les has ahorrado el
problema: te estás torturando a ti mismo. Ellos se sienten bien. De modo que de
cada cien, noventa y nueve santos están simplemente enfermos, existencialmente
enfermos: son masoquistas. Puedes venerarlos, pero te llevarán al infierno. Y
en esto no consiste la religión. La
religión consiste esencialmente en crear una vida extática, una vida que sea
una bendición, un gozo absoluto. ¿Cómo se relaciona pues esta ansiedad con el
gozo? Son extremos opuestos.
Los Upanishads
dicen, “Ofrece tu mente a Eso mediante esto, a través de cualquier medio”. No
crees obstáculo alguno, no crees el opuesto. Sea lo que sea que es, es Eso. Y,
en verdad, un milagro sucede. Cuando contemplo el bien a través del mal, el mal
desaparece. Cuando digo que contemplo Eso a través de esto, esto desaparece. Se
vuelve transparente y sólo Eso permanece. El mundo deja de estar allí, pero
somos aún incapaces de ver. Eso que allí permanece.
El mundo
desparece. Por eso es por lo que Shankara afirmaba que es una ilusión. El decir
ilusión o maya no significa que el mundo no exista. Sólo significa esto: que el
mundo no es una realidad, sino una imagen. Si eres capaz de observarlo en
profundidad, Brahma se revela y el mundo desparece.
Si no eres capaz
de ver Eso, el mundo se vuelve mucho más real. Esta realidad emerge porque eres
incapaz de halar lo Real. En el instante en que encuentras lo Real, el mundo
desaparece. No significa que dejen de existir las casas, las naciones, que no
vaya a haber carreteras; no, esto no es lo que significa. Cuando Shankara dice
que el mundo es una ilusión y que desparece cuando Eso es revelado, no
significa que desaparezca como un sueño,
¡no! Desaparecerá en un sentido diferente.
Desparecerá cuando
lo oculto sea revelado, cuando la Totalidad sea revelada. La gestalt cambia.
Bajo un nuevo modelo empiezas a ver diferente. El mismo árbol es, para un
leñador, una cosa, y el modelo, la gestalt para un pintor es otra cosa
distinta. Para un leñador puede que el verdor no exista porque sólo se fija en
la madera, en la textura de la madera, en si puede ser empleada en ebanistería
o no. Esta mente tiene una gestalt, según este modelo, puede que el árbol no
sea verde. Puede que él no haya contemplado su verdor.
Un pintor se halla
en sus proximidades. Para él el árbol es verde, y me pregunto si sabes que
cuando un pintor mira a un árbol, no ve sólo verde, porque existen miles de
tonalidades distintas del verde. Cuando los ves, por lo general, todos los
árboles son verdes, pero no hay dos verdes que se parezcan entre sí. Dos verdes son dos colores. Cada verde tiene su verdor propio. De modo que, para un pintor, no existe sólo
un verde. Hay un verde A, un verde B, un verde C. Muchas tonalidades, muchas
individualidades.
Un amante que está
triste, que ha perdido a su amada, puede que no se percate del árbol. El verde
puede parecerle muy triste y se le presentará con diferentes colores y
tonalidades. No será capaz de percibir su textura, o puede incluso que eso le
recuerde el cuerpo de su amada, no la textura del árbol. Y un niño jugando allí
y un viejo muriéndose allí, ¿contemplarán una misma realidad? Su gestalt serán
distintas. Surgirá un árbol distinto, habrá allí un árbol distinto.
¿No es posible que
un Shankara no vea al árbol sino sólo a Eso? ¿Ni la textura del árbol, ni su
verdor, ni la tristeza del amante, ni la alegría del niño, ni la pesadumbre del
moribundo, nada?
¿No es posible que
un Shankara vea sólo Eso y no el árbol? Entonces el árbol se vuelve
transparente. En una nueva gestalt el árbol desparece y Brahma es revelado.
Esto es lo que quiero decir cuando digo observa, descubre, indaga por todas
partes en busca de Eso. Y cuando comiences a percibir a Eso por todo, tu mente
no podrá moverse: el opuesto no existirá.
Entonces surge la
ofrenda. ¡Sólo entonces! Entonces has sido, entonces has dado. No eres capaz de darte a ti mismo. Solamente
puedes entregar tu mente porque tú puedes desprenderte de tu mente. Tú estás en Eso, pero no tu mente. ¡No puede estarlo! Y tú
eres libre: la elección es tuya. Así que tú serás el responsable, nadie más. La
responsabilidad es tuya, por lo tanto ser o no ser religioso es tu decisión. No
te pierdas en lo innecesario; en si Dios existe o no existe. ¡Es tu decisión! No tiene sentido el discutir si hay o no hay
Dios: es tu decisión. Puedes decir que
no existe, pero diciendo esto niegas una Realidad mayor y el camino a ella. Puedes
afirmar que existe, y diciéndolo, te estás abriendo a una más grande Realidad.
Esto no puede ser
probado: si El existe o no existe. No puede ser probado como hecho científico,
porque si fuera probado no existiría la libertad. Entonces la ofrenda sería
imposible. Si se convierte en un hecho tan vulgar como cualquier otro, si se
convierte en un hecho como lo es la Tierra o el Sol o la Luna, si se convierte
en un hecho ordinario, objetivo, entonces no serás libre de elegir. Por eso
Dios no se convertirá nunca en un hecho científico, y no podrá probarse si
existe o no. Sólo se puede decir esto: si eliges, te volverás diferente; si no
lo eliges, también serás diferente. Si no lo eliges crearás un infierno para
ti; si lo eliges, te crearás una existencia extática.
Él es irrelevante.
Es tu elección la que cuenta. Tanto si Dios es como si no es, no tiene
importancia. No vale la pena ni discutirlo. Lo básico, lo importante es que si
eliges te vuelves diferente, y si no eliges también te vuelves diferente. ¡Todo
depende de ti! Depende de ti el que desees una existencia que sea puro miedo y
temblor, pura angustia y muerte, un largo sufrir o bien desees un gozo, una
apertura momento a momento hacia un gozo cada vez mayor. De modo que la
pregunta no consiste en si Dios existe o no. La pregunta consiste en si tú
deseas o no deseas ser transformado y transportado a otra Existencia. Y eso
siempre será tu elección.
Si todo el mundo
afirma que Dios existe y yo lo niego, puedo seguir negándolo y nadie podrá
obligarme a cambiar. Por eso es por lo que es una ofrenda. ¡Es un ofrecimiento!
Puedes ofrecer, o puedes retener. Tú ya
te has ofrecido, así que este no es el tema. Pero tu mente no ha sido ofrecida,
y este es el enigma: que vives en Eso, pero sufres. Tú estás en Eso, pero sufres. ¿Por qué? Porque tu mente no está en
Eso. Y, en realidad, es tu mente la que
sufre, no tú. Tú nunca has sufrido,
nunca podrás sufrir. Nunca has muerto, no puedes morir. Pero tu mente sufre, tu mente muere y nace, y
muere y sufre y sigue sufriendo al punto en el que siempre has estado.
Realizarás eso que es tu naturaleza.
Buda fue
interrogado, “¿Qué es lo que has realizado?”. Cuando hubo alcanzado el Nirvana,
cuando alcanzó la Iluminación se le preguntó, “¿Qué es lo que has alcanzado?”.
Buda dijo, “No he alcanzado nada, sólo aquello que ha estado en mí siempre. Más
bien, al contrario, me he desprendido de algo. No he alcanzado nada. He perdido
la mente que estaba en mí y he alcanzado Eso que estuvo siempre conmigo, pero
que debido a esa mente no podía penetrar, no podía verlo”.
Es tu elección. La
pantalla de la Realidad es nuestra elección. El ocultar la Realidad es la
mente. Esta vida de miseria lo es por decisión nuestra y de nadie más es
responsable. Y tú puedes continuar durante vidas junto a ella. Has seguido así
y puedes seguir junto a ella durante vidas enteras. Y nadie podrá separarte y
nadie podrá tirar de ti, porque ésta es tu libertad. Sólo tú puedes salirte de
ella y puedes saltar en el momento en el que decidas. Así que no pienses más en
términos tales como “Al haber estado viviendo durante tantas vidas en esta
ignorancia ¿cómo voy a salirme de ella en un instante? Puesto que he vivido
tantas y tantas vidas en ignorancia, ¿cómo lo voy hacer?”. Eres capaz de
salirte en cualquier instante, porque todas esas vidas fueron tu elección.
Cambia la elección y todo cambiará.
Es algo así: si en
esta habitación ha habido oscuridad durante muchos años, dirás, “¿Cómo voy a
poder encender una vela en este mismo instante? ¡Ha estado tan oscuro durante tanto
tiempo! Durante años ha estado oscuro, ¿cómo va a dispersar la oscuridad en un
instante una vela encendida? Tendremos que esforzarnos durante años y años y la
vela tendrá que luchar también durante años y años. Sólo entonces podrá ser
dispersada la oscuridad, porque la oscuridad tiene un pasado, tiene una
historia. Tiene un gran, un profundo arraigue”.
Pero enciende la
luz y la llama desaparecerá. La oscuridad no tiene tiempo: tiene sólo duración.
Por duración quiero decir que no se va apilando, así que no puede adquirir
espesor. Un instante de oscuridad tiene el mismo espesor que un año o un siglo
de oscuridad. No puede engrosarse más. No puede acumularse y no se acumula a
cada instante que pasa. No puede volverse tan gruesa y tan densa que una luz de
una vela no pueda penetrarla. Permanece la misma. Sólo tiene duración, una
simple duración sin que vaya adquiriendo grosor.
La ignorancia es
simplemente como la oscuridad: sólo tiene duración. Puedes permanecer en ella
por siglos, por milenios, y simplemente en una decisión instantánea deja de
estar ahí. Es como la luz. En el instante en que la luz se hace presente, la
oscuridad deja de estar allí. Y la oscuridad no puede decir, “Esto no es como
debería ser. He estado aquí durante muchos, muchos siglos, y esto no es lo
correcto. He permanecido aquí y he tomado posesión de este lugar. Se ha vuelto
mío”.
No puede decir nada. Cuando la luz aparece, la oscuridad simplemente desaparece. De este modo llega la Iluminación, llega el ofrecimiento. Eres capaz de ofrecer en cada momento: tú decides. Pero la ofrenda debe ser total y sólo puede ser total si no divides la Realidad. Afirma la vida como Divina, afirma ambos extremos opuestos como Eso. Entonces, te muevas o no te muevas, no puedes ir a ninguna parte. O, dondequiera que vayas, te encontrarás Eso. Esto es una mente apuntando continuamente, y esto, dice el Upanishads, es la única ofrenda. Todo lo demás son falsos sustitutos.
¿Quién es Osho?
Nunca nació – Nunca murió – Sólo visitó este planeta
Tierra entre el 11 de diciembre de 1931 y el 19 de enero de 1990.
Con estas palabras literalmente inmortales, Osho al
mismo tiempo, dicta su epitafio y prescinde de su biografía. Tras haber
eliminado su nombre del todo, finalmente está de acuerdo en aceptar “Osho”,
explicando que la palabra se deriva de William James “oceánico”. Inicialmente dijo: “Este no es mi
nombre, es un sonido curativo”.
Más tarde, también dio a “Osho” un significado,
añadiendo: “Oceánico describe la experiencia, pero ¿qué pasa con quien experimenta?” Para eso
usamos la palabra “Osho”.
Sus miles de horas de charlas improvisadas, dirigidas
a personas de todo el mundo en un período de veinte años, están todas grabadas,
a menudo en vídeos que se pueden escuchar en cualquier lugar por cualquier
persona, en cuanto Osho dice “ese mismo silencio estará allí”.
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