LAS RAZAS Y SUS GUÍAS
Del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel
Ante
se entrar a considerar en detalle la evolución de los lémures, será conveniente
dar un vistazo general a las Razas y sus Guías.
Algunas
obras muy estimables sobre Ocultismo, que han traído al público las enseñanzas
de la Sabiduría Oriental, contienen, sin embargo, ciertos errores, debido a
haber interpretado mal las enseñanzas los que tuvieron la felicidad de
recibirlas. Todos los libros no escritos directamente por los Hermanos Mayores
están sujetos a tales errores. Considerando las muchas y extremadas
complicaciones del asunto, lo maravilloso no es que se cometan errores, sino
que se cometan con tan poca frecuencia. Por lo tanto, el autor no tiene la
menor intención de criticar, reconociendo que más numerosos y más graves
errores pueden haberse deslizado en esta obra, debido a su concepción errónea
de la enseñanza. Simplemente, indica el autor en los siguientes párrafos lo que
ha recibido, lo que muestra cómo pueden conciliarse las diferentes (y
aparentemente contradictorias) enseñanzas, de obras tan valiosas como La
Doctrina Secreta, de H. P. Blavatsky, y El Buddhismo Esotérico, de A. P.
Sinnett.
Esa
parte de la evolución humana que debe ser realizada durante la jornada actual
de la oleada de vida en nuestra Tierra puede dividirse en siete grandes estados
o Épocas; pero en realidad no puede llamárselas propiamente razas. Nada a lo
que propiamente pueda aplicarse ese nombre apareció hasta el final de
la Época Lemúrica. Desde aquel entonces, diferentes razas se
sucedieron las unas a las otras a través de las Épocas Atlante y
Aria, y se extenderán ligeramente en la gran Sexta Época.
El
número total de razas -pasadas, presentes y futuras- en nuestro esquema
evolutivo, es dieciséis: Una al final de la Época Lemúrica, siete
durante la Época Atlante, siete más en nuestra actual Época Aria, y
otra más al comenzar la Sexta Época. Después de ella no habrá nada que pueda denominarse
propiamente raza.
Las
razas no han existido en los períodos que han precedido al Período Terrestre y
no existirán tampoco en los períodos subsiguientes. Únicamente aquí,
en el nadir de la materialidad, pueden existir tan grandes diferencias entre
hombre y hombre como para producir distinciones de razas.
Los
Guías inmediatos de la humanidad (aparte de las Jerarquías Creadoras) que han
ayudado al hombre a dar los primeros pasos en la Evolución, después de haberle
dado sus vehículos durante la Involución, son Seres mucho más desarrollados en
el sendero de la evolución que el hombre. Han venido a realizar esa obra de
amor desde los dos planetas que están situados entre la Tierra y el Sol: Venus
y Mercurio.
Los
Seres que habitan Venus y Mercurio no están tan avanzados como aquellos cuyo
actual campo de evolución es el Sol, pero están mucho más desarrollados que
nuestra humanidad. Por lo tanto, aquellos permanecieron durante algún tiempo
más en la masa central que los habitantes de la Tierra; pero en cierto punto de
su desarrollo necesitaron campos de evolución separados y, en consecuencia,
fueron arrojados sucesivamente esos dos planetas; Venus primero y después
Mercurio. Y cada uno quedó en la proximidad necesaria para asegurar la
intensidad vibratoria conveniente a su evolución. Los habitantes de Mercurio
son los más avanzados y, por lo tanto, están más próximos al Sol.
Algunos
de los habitantes de cada planeta fueron enviados a la Tierra para ayudar a la
naciente humanidad, y los ocultistas los conocen bajo el nombre de
"Señores de Venus" y "Señores de Mercurio".
Los
Señores de Venus fueron los Guías de la masa de nuestro pueblo. Eran seres
inferiores de la evolución de Venus, los que aparecieron entre los hombres y
fueron reconocidos como "mensajeros de los Dioses". Para el bien de
la humanidad se prestaron a guiarla y conducirla, grado por grado. No hubo
rebelión alguna contra su autoridad, porque el hombre no había desarrollado aún
voluntad independiente. Con objeto de llevarlo hasta el grado en que pudiera
manifestarse su voluntad y juicio, lo guiaron hasta que el hombre se capacitara
para guiarse a sí mismo.
Se
reconoció que estos mensajeros eran iguales a los Dioses. Se les reverenciaba
profundamente y sus órdenes eran obedecidas sin discusión.
Cuando
bajo la dirección de esos Seres llegó la humanidad a cierto grado de progreso,
los más avanzados fueron colocados bajo la dirección de los Señores de
Mercurio, quienes los iniciaron en las verdades más elevadas con el propósito
de convertirlos en guías o caudillos del pueblo. Estos iniciados fueron
entonces exaltados a la dignidad de reyes y fueron los fundadores de las
dinastías de Legisladores Divinos, quienes eran ciertamente reyes "por la
gracia de Dios", es decir, por la gracia de los Señores de Venus y
Mercurio, que eran como Dioses para la infanta humanidad. Ellos guiaron e
instruyeron a los reyes para beneficio del pueblo y no para que se
engrandecieran o se arrogaran derechos a expensas de aquél.
En
ese tiempo un Regente era como una verdad sagrada para educar y ayudar a su
pueblo, para aliviar y sostener la equidad y el bienestar. De ahí que mientras
reinaron esos reyes todo prosperaba y fuera ciertamente una Edad de Oro. Sin
embargo, conforme sigamos la evolución del hombre en detalle, veremos que la
fase o período presente de desarrollo, aunque no puede llamarse una edad de oro
como no sea en sentido material, es, sin embargo, necesaria, con objeto de
llevar al hombre hasta el punto en el que pueda guiarse a sí mismo, porque el
dominio de sí mismo es el fin y el objeto de toda reglamentación. Ningún hombre
puede subsistir seguro y salvo sin gobierno si no ha aprendido a dominarse a sí
mismo, y en el actual grado de desenvolvimiento ésta es la tarea más fuerte que
se le puede proporcionar. Es muy fácil ordenar a los otros o dominarlos; lo
difícil es obligarse a obedecer así mismo.
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LAS RAZAS Y SUS GUÍAS del libro Concepto Rosacruz del Cosmos
de Max Heindel
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