El mito de la caverna de Platón
(significado e historia de esta alegoría)
Una metáfora que nos intenta explicar la doble realidad que percibimos.
El mito de la caverna de Platón es una de las grandes alegorías de la
filosofía idealista que tanto ha marcado la manera de pensar de las culturas de
Occidente.
Entenderla significa conocer los estilos de pensamiento que durante
siglos han sido los dominantes en Europa y América, así como los fundamentos de
las teorías de Platón. Veamos en qué
consiste.
Platón y su mito de la caverna
Este mito es una alegoría de la teoría de las ideas propuesta por
Platón, y aparece en los escritos que forman parte del libro La República. Se trata, básicamente,
de la descripción de una situación ficticia que ayudaba a entender el
modo en el que platón concebía la relación entre lo físico y el mundo de las
ideas, y cómo nos movemos a través de ellos.
Platón empieza hablando sobre unos hombres que permanecen encadenados a
las profundidades de una caverna desde su nacimiento, sin haber podido salir de
ella nunca y, de hecho, sin la capacidad de poder mirar hacia atrás para
entender cuál es el origen de esas cadenas.
Así pues, permanecen siempre mirando a una de las paredes de la caverna,
con las cadenas aferrándolos desde atrás. Detrás de ellos, a una cierta
distancia y colocada algo por encima de sus cabezas, hay una hoguera que
ilumina un poco la zona, y entre ella y los encadenados hay un muro, que Platón
equipara a las artimañas que realizan los tramposos y los embaucadores para que
no se noten sus trucos.
Entre el muro y la hoguera hay otros hombres que llevan con ellos
objetos que sobresalen por encima del muro, de manera que su sombra es
proyectada sobre la pared que están contemplando los hombres
encadenados. De este modo, ven la silueta de árboles, animales, montañas a lo
lejos, personas que vienen y van, etc.
Luces y sombras: la idea de vivir en
una realidad ficcionada
Platón sostiene que, por estrambótica que pueda resultar la escena, esos
hombres encadenados que describe se parecen a nosotros, los seres humanos,
ya que ni ellos ni nosotros vemos más que esas sombras falaces, que simulan una
realidad engañosa y superficial. Esta ficción proyectada por la luz de la
hoguera los distrae de la realidad: la caverna en la que permanecen
encadenados.
Sin embargo, si uno de los hombres se liberase de las cadenas y
pudiese mirar hacia atrás, la realidad le confundiría y le molestaría: la
luz del fuego haría que apartase la mirada, y las figuras borrosas que pudiese
ver le parecerían menos reales que las sombras que ha visto toda la vida. Del
mismo modo, si alguien obligase a esta persona a caminar en dirección a la
hoguera y más allá de ella hasta salir de la caverna, la luz del sol aún le
molestaría más, y querría volver a la zona oscura.
Para poder captar la realidad en todos sus detalles tendría que
acostumbrarse a ello, dedicar tiempo y esfuerzo a ver las cosas tal y como son
sin ceder a la confusión y la molestia. Sin embargo, si en algún momento
regresase a la caverna y se reuniese de nuevo con los hombres encadenados,
permanecería ciego por la falta de luz solar. Del mismo modo, todo lo que
pudiese decir sobre el mundo real sería recibido con burlas y menosprecio.
El mito de la caverna en la
actualidad
Como hemos visto, el mito de la caverna reúne una serie de ideas muy
comunes para la filosofía idealista: la existencia de una verdad que existe
independientemente de las opiniones de los seres humanos, la presencia de los
engaños constantes que nos hacen permanecer lejos de esa verdad, y el cambio
cualitativo que supone acceder a esa verdad: una vez se la conoce, no hay
marcha atrás.
Estos ingredientes se pueden aplicar también al día a día, concretamente a
la manera en la que los medios de comunicación y las opiniones hegemónicas
moldean nuestros puntos de vista y nuestra manera de pensar sin que nos demos
cuenta de ello. Veamos de qué manera las fases del mito de la caverna de Platón
pueden corresponderse con nuestras vidas actuales:
1. Los engaños y la mentira
Los engaños, que pueden surgir de una voluntad de mantener a los demás
con poca información o de la falta de progreso científico y filosófico, encarnaría el
fenómeno de las sombras que desfilan por la pared de la caverna. En la
perspectiva de Platón, este engaño no es exactamente el fruto de la intención
de alguien, sino la consecuencia de que la realidad material sea tan solo un
reflejo de la verdadera realidad: la del mundo de las ideas.
Uno de los aspectos que explican por qué la mentira impacta tanto en la
vida del ser humano es que, para este filósofo griego, está compuesta por
aquello que parece evidente desde un punto de vista superficial. Si no tenemos
motivos para cuestionar algo, no lo hacemos, y su falsedad prevalece.
2. La liberación
El acto de liberarse de las cadenas serían los actos de rebeldía que
solemos llamar revoluciones, o cambios de paradigma. Por supuesto, no es fácil
rebelarse, ya que el resto de la dinámica social va en sentido contrario.
En este caso no se trataría de una revolución social, sino de una
individual y personal. Por otro lado, la liberación supone ver cómo muchas de
las creencias más interiorizadas se tambaleen, lo cual produce incertidumbre y
ansiedad. Para hacer que este estado desaparezca, es necesario seguir avanzando
en el sentido de ir descubriendo nuevos conocimientos. No es posible quedarse
sin hacer nada, según Platón.
3. La ascensión
La ascensión a la verdad sería un proceso costoso e incómodo que implica
desprenderse de creencias muy arraigadas en nosotros. Por ello, es un
gran cambio psicológico que se plasma en la renuncia a las viejas certezas y la
apertura a las verdades, que para Platón son el fundamento de lo que realmente
existe (tanto en nosotros como a nuestro alrededor).
Platón tenía en cuenta que el pasado de las personas condiciona el modo
en el que experimentan el presente, y por eso asumía que un cambio radical en
la manera de entender las cosas tenía que acarrear necesariamente malestar e
incomodidad. De hecho, esa es una de las ideas que quedan claras en su forma de
ilustrar ese momento mediante la imagen de alguien que trata de salir de una
cueva en vez de permanecer sentado y que, al llegar al exterior, recibe la luz
cegadora de la realidad.
4. El retorno
El retorno sería la última fase del mito, que consistiría en la difusión
de las nuevas ideas, que por chocantes pueden generar confusión, menosprecio u odio por
poner en cuestión dogmas básicos que vertebran la sociedad.
Sin embargo, como para Platón la idea de la verdad estaba asociada al
concepto de lo bueno y el bien, la persona que haya tenido acceso a la realidad
auténtica tiene la obligación moral de hacer que el resto de personas se
desprendan de la ignorancia, y por lo tanto ha de difundir su conocimiento.
Del mismo modo que su maestro, Sócrates, Platón creía que las
convenciones sociales sobre lo que es un comportamiento apropiado están
supeditadas a la virtud que otorga llegar al verdadero conocimiento. Por eso,
aunque las ideas de quien regresa a la caverna resulten chocantes y generen
ataques por parte de los demás, el mandato de compartir la verdad
obliga a confrontar estas viejas mentiras.
Esta última idea hace que el mito de la caverna de Platón no sea
exactamente una historia de liberación individual. Es una concepción del acceso
al conocimiento que parte de una perspectiva individualista, eso
sí: es el individuo el que, por sus propios medios, accede a lo verdadero
mediante una lucha personal contra las ilusiones y los engaños, algo frecuente
en los enfoques idealistas al fundamentarse en premisas del solipsismo. Sin
embargo, una vez el individuo ha alcanzado esa fase, debe llevar el
conocimiento al resto.
Eso sí, la idea de compartir la verdad con los demás no era exactamente
un acto de democratización, tal y como la podríamos entender hoy día; era,
simplemente, un mandato moral que emanaba de la teoría de las ideas de Platón,
y que no tenía por qué traducirse en una mejora de las condiciones materiales
de vida de la sociedad.
No comments:
Post a Comment