Cuento espiritual:
El equilibrista
Un padre de familia fue acusado de robo y el rey, siguiendo una vieja
tradición del reino, citó al hombre y le dijo: “Has sido acusado pero
las pruebas no han sido concluyentes. Para determinar tu culpabilidad o
inocencia recurriremos a la prueba del alambre. Tensaremos un alambre entre las
dos torres del castillo y tú deberás caminar por él. Si lo logras, habrás
demostrado tu inocencia. Si caes, serás culpable y morirás en el acto”.
Tres días más tarde, el acusado fue llevado a la torre desde donde se
había tendido el alambre, sabiendo que casi todos los que intentaban pasar la
prueba del alambre terminaban cayendo al vacío.
Pasito a pasito y con gran pericia, el hombre fue caminando por el
alambre hasta que finalmente llegó hasta la otra torre.
El rey, sorprendido, hizo llamar al padre de familia y le dijo: “Te
felicito, has demostrado tu inocencia. Pero, sin embargo, hay algo que
realmente me intriga. ¿Cómo has podido pasar la difícil prueba del alambre”.
Y el hombre respondió: “¡Oh, señor! En verdad, al pasar el
alambre tan sólo he intentado aplicar lo que he aprendido en la escuela de la
vida: evitar los extremos. He mantenido mi mente y mi cuerpo en perfecto
equilibrio y repitiéndome a mi mismo: “Nada en exceso”. Es decir, cuando me
inclinaba mucho hacia la derecha, corregía y cuando me iba hacia la izquierda,
corregía. Y así, corrigiendo y corrigiendo, encontré en el alambre la vía del
medio. Caminé por ella, sin demasiado esfuerzo, y llegué a mi destino”.
Este “camino del medio” es el mismo que enseñó Siddharta Gautama
(Buddha), nacido en un palacio, en un ambiente de comodidades y placeres.
Sin embargo, el joven Siddharta se sentía insatisfecho con esta forma de vida y
se adentró en el bosque, donde encontró a los ascetas que mortificaban su
cuerpo y se privaban de todo para alcanzar la iluminación.
Pronto también se convenció de que esta vida de extremas privaciones
tampoco era el camino correcto y abandonó a los santones del bosque tras
escuchar casualmente a un pescador que hablaba con su hijo de las cuerdas de un
laúd, recomendándole: “Si las cuerdas están demasiado tensas, se
rompen. Si están demasiado flojas, no suenan”.
Con esta sencilla frase pronunciada por un humilde transeúnte, el Buddha
descubrió la “vía del medio”, una senda de equilibrio que nos permite avanzar a
paso firme hasta lo más alto.
Phileas del Montesexto
Filosofía Iniciática y Desarrollo Personal
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