A propósito de Aldo
Lavagnini
Phileas del
Montesexto
¿Quién era Aldo Lavagnini
(Magister)? ¿Por qué es tan difícil conseguir información fidedigna acerca de
su vida? ¿Perteneció realmente a la Masonería y a la Orden Martinista o era un
simple embaucador? En los últimos años los masones ateos y “progresistas” han
intentado desacreditar al famoso escritor italiano y vendernos la idea de un
“profano” que escribía sobre temas masónicos. En una de las tantas discusiones
vanas de Internet el difunto Ricardo Polo señaló que Lavagnini “ha engañado a
miles de queridos Hermanos que sin más, hasta lo citan como una autoridad en
cosas masónicas” llegando a asegurar que Magister “no era masón”.
Polo también se quejaba al
indicar que “Lavagnini ha sido uno más de los que han introducido en la
francmasonería (ámbito del Oficio) todas esas alegorías seudo misticistas,
Tradiciones primordiales, Antiguos Misterios e interpretaciones del simbolismo,
que hoy, como resultado, nos da esta orden fragmentada en múltiples ritos e
incluso la absurda idea de que tiene connotaciones templarias”.
Es bastante divertido (y algo
triste) que muchos de los que intentan escudriñar en los secretos de la vida de
Magister determinen a la ligera la pertenencia o no de Magister a la Orden Masónica
simplemente googleando su nombre e intentando encontrar referencias rápidas en
la web. A tal punto ha llegado la haraganería de algunos supuestos
investigadores que determinan sin más que si las credenciales masónicas no
aparecen en Google seguramente éstas no existan ni hayan existido, haciéndose
eco de la máxima popular “si no está en Google no existe”.
Ciertamente no hay muchas
referencias biográficas de Aldo Lavagnini de fácil acceso en la red, por lo
cual investigar sobre su vida me ha sido bastante trabajoso. Para buscar una
primera referencia, se puede recurrir a la obra clásica de Dalmor “Quién fue y
quién es en ocultismo” (Ed. Kier), donde los únicos datos certeros que
encontraremos serán el año de su muerte (1963), su profesión (médico) y su
relación con la Asociación Biosófica Universal, la cual habría sido fundada en
1917. Eso es todo lo que dedica Dalmor en su grueso volumen de 972 páginas al
autor masónico más popular de Iberoamérica.
En este pequeño artículo
intentaré traer un poco de luz sobre la biografía de Lavagnini para que los
lectores puedan hacerse una idea general sobre su vida y su obra.
Aldo Luigi Stefano Giusto
Lavagnini nació el 29 de febrero de 1896 en Siena (Italia), una ciudad europea
de profunda tradición hermética y masónica, la cual puede corroborarse al
apreciar su magnífica catedral gótica a la que el escritor perennialista Titus
Burckhardt le dedicó una obra completa[1] y
donde podemos encontrar un interesante mosaico –¡en el interior de un templo
católico!– donde aparece grabada la figura de Hermes Trimegisto, el tres veces
grande, pintada magistralmente por Giovanni di Stefano en 1485.[2]
El primer seudónimo literario de
Aldo Lavagnini no fue “Magister” sino “Considerator” y con él escribió varios
libros sobre astrología que no tienen traducción al castellano: “Manualetto
pratico di Astrologia secondo la scienza e la tradizione” (1920), “Corso
d’astrologia” (1927), “Trattato pratico di astrologia” (1937) y “Quello dicono
gli astri” (1937). Todos estos libros fueron publicados en Italia por la
Associazione Eclettica Universale, dirigida por el propio Lavagnini.
En esos tiempos, Italia era
gobernada por el Partido Fascista de Benito Mussolini, quien había llegado al
poder en 1922 tras la “marcha sobre Roma”. El duce propició una campaña
anti-esotérica que ha sido bien estudiada por el francmasón Thomas Dana Lloyd
en “Il Tempio assalito”[3] donde relaciona a Aldo Lavagnini con la Orden
Martinista, aseverando que “en los años veinte, el martinismo italiano se dividió,
después de la muerte de Papus, entre un grupo minoritario liderado por el
sardo Vincenzo Soro, que reconoció la “sucesión francesa”, y el grupo de
Alessandro Sacchi. El martinismo era un grupo reducido que, al no ser un “rito”
latomístico[4],
no formaba parte de la masonería, y sin embargo se consideraba por encima de
ésta. No obstante, parece que entre sus miembros hubo varios personajes
masónicos como Reghini (hasta 1925), Adolfo Banti, Arturo Chiarappa y Aldo
Lavagnini”.
Uno de los referentes del
martinismo italiano contemporáneo, Francesco Brunelli “Nebo” (1927-1982) en su
estudio sobre “El Martinismo y la Orden Martinista”[5] se
refirió a sus Hermanos perseguidos por el régimen, recordando los nombres de
“Aldo Lavagnini, Alessandro Sacchi, Adolfo Banti”, destacándolos como “nombres
sagrados del Martinismo italiano, de los cuales el recuerdo está vivo en
nosotros”.
Mussolini disolvió la masonería italiana
en el año 1926 pero luego de esta acción, la persecución prosiguió con las
organizaciones consideradas “paramasónicas” y en este sentido, el propio
fascismo denunció a Lavagnini y a su organización diciendo que “la relación con
corrientes de pensamiento que son perjudiciales para la ideología fascista es
un elemento suficiente para atraer la atención de las autoridades policiales,
que apunta sobre todo a la actividad de la “Asociación Ecléctica Universal”,
constituida por el “notorio masón y antifascista” Aldo Lavagnini”.[6]
Es posible que la desconfianza
del régimen con respecto a Lavagnini no fuera tan sólo por su vinculación con
agrupaciones esotéricas e iniciáticas, sino también por su parentesco con
Spartaco Lavagnini, un primo suyo afiliado al Partido Comunista de Italia,
asesinado en 1921 en unos disturbios en la ciudad de Florencia. Spartaco es
reconocido hoy en día como un mártir de la lucha contra el fascismo.
Según relata Antonio Fiori en “La
stampa nel Casellario politico centrale”, la policía de Udine confiscó varios
bienes y documentos de la “Asociación Ecléctica Universal”, los cuales fueron
investigados por la “Direzione generale di pubblica sicurezza” (Dirección
General de Seguridad Pública).
Luego de años de persecución, a
mediados de los años 30, Lavagnini abandonó el viejo continente y se refugió
en México, donde retomó sus actividades y comenzó a publicar sus manuales
masónicos en la editorial Cicerón (1937) utilizando un nuevo seudónimo:
“Magister”. Su organización italiana “Associazione Eclettica Universale” fue
convertida en la “Asociación Biosófica Universal”, la cual –según Dalmor–
difundía “la Biosofía o ciencia y filosofía integral de la vida, impartida por
los Maestros de la humanidad”, dictando “cursos por correspondencia de metafísica
práctica, autocultura, yoga, astrología y temas afines”.[7]
Al parecer, el nuevo nombre estaría inspirado en los estudios biosóficos de
Frederick Kettner (1886-1957).
La rápida difusión y popularidad
de las obras de Magister entre los masones de habla hispana, hizo que el
recordado Nicolás Kier, fundador de la editorial argentina homónima, se comunicara
con Lavagnini a fin de publicar en Argentina la colección completa de sus
escritos masónicos y a partir de 1942 las obras de Lavagnini quedarían
indefectible ligadas a este sello editor. Años más tarde, entre 1971 y 1976,
Ario Lavagnini Stenius, único hijo y heredero de Magister, cedió finalmente los
derechos de las todas obras de la colección “La Masonería revelada” a Kier,
según puede leerse en el Boletín Oficial de la República Argentina[8].
Tal vez, el principal inspirador
de los trabajos humanitarios de Aldo Lavagnini haya sido el lingüista polaco
Zamenhoff, creador del idioma esperanto. Desde su juventud, Magister trabajó
con esmero en la creación de una lengua auxiliar que pudiera ser un medio de
comunicación universal. En nuestra obra “El Peregrino de la Rosacruz” (la cual
está dedicada en el prólogo a Aldo Lavagnini) decíamos que “a principios del
siglo XX se creyó posible que el esperanto pudiera ser una “lengua iniciática”,
usada por los discípulos de diversas corrientes espiritualistas para
comprenderse entre sí. Existieron proyectos de ritos masónicos y rosacruces
usando exclusivamente este idioma. (…) Esta misma idea la manejó (…) el
reconocido escritor italiano Aldo Lavagnini (Magister), quien llegó a concebir
otra lengua artificial a la que bautizó “Mondi Lingua”, inspirado en las ideas
de Zamenhof y que planificó implementar a través de un rito masónico universal
y espiritualista”.[9]
Lavagnini trabajó en varias
derivaciones del esperanto, entre ellos el “unilingue” (1924), el “monario”
(1925), el “mondi lingua” (1939) y una nueva “mondi lingua” (1955), publicando
varias obras para su difusión, siendo la primera de todas el “Interlexiko
Monario italiano-français, English-Deutsche kum introduxion ba Aldo Lavagnini”
(1926).
Su convencimiento sobre la
necesidad imperiosa de crear una lengua universal era tal que, en 1923,
Lavagnini llegó a publicar un suplemento de la popular revista italiana “Mondo
Occulto” titulado Eclessi” (Eklexi), el cual estaba escrito en italiano y en
“monario”.[10]
En su vida
personal, Lavagnini era médico de profesión y estaba especializado en
oftalmología. En el Viejo Mundo se casó con Signe Sofia Stenius, de
nacionalidad sueca, y tuvo un solo hijo: Ario Alejandro Lavagnini, el mismo que
cedió los derechos editoriales a Kier en los años setenta. En un curioso
episodio, el hijo de Lavagnini fue interrogado en 1964 por la CIA en el seno de
la investigación por la muerte del presidente norteamericano John Fitzerald
Kennedy, como consecuencia de su participación en una fiesta privada que
compartió con el premio nobel de literatura Octavio Paz, su primera esposa
Elena Garro y el presunto asesino del presidente Kennedy, Lee Harvey Oswald.
La documentación desclasificada por el gobierno norteamericano con los
interrogatorios completos a Octavio Paz y Ario Lavagnini puede leerse en
Internet.[11]
Aldo Lavagnini falleció en México
el 12 de marzo de 1963 pero su obra, 50 años después, con la ayuda de las
nuevas tecnologías, es más leída que nunca. ¿Por qué molesta tanto Lavagnini a
los masones positivistas? ¿Por qué se niegan a aceptarlo como Hermano? Sin
duda, a los francmasones ateos y agnósticos les fastidia que Lavagnini
incorpore elementos espirituales a sus obras pero más les molesta que sus obras
sigan siendo tan populares, aún en el interior de una Orden Masónica en crisis
que no ha dejado de apostar por la secularización, el laicismo y el trabajo
externo, dejando de lado la ascesis alquímica, el pensamiento hermético y la
rica herencia de los Maestros del pasado[12].
En estos tiempos finales y acelerados del Kali-Yuga, en esta edad de hierro
señalada por las tradiciones de Oriente y Occidente, donde la oscuridad y la
confusión lo invaden todo, se hace necesaria la reinvindicación de figuras
como Aldo Lavagnini, Federico González, Carlos Raitzin, Antenor dal Monte y
sobre todo Fermín Vale Amesti, el venerado maestro de Caracas. Este último,
actuando como un verdadero heraldo de una masonería regenerada, brindó en su
máxima obra “El Retorno de Henoch” los elementos claves para que la Francmasonería
reencuentre su propósito y sea un factor decisivo en la reconstrucción de la
sociedad primordial, donde la Belleza, la Bondad, la Justicia y la Verdad dejen
de ser conceptos abstractos para convertirse en el eje de un mundo nuevo y
mejor.
A propósito de Vale Amesti,
concluimos este breve artículo biográfico con una frase de su autoría, que
describe la actual situación de la Orden Masónica: “Desafortunadamente, la
mayoría de los masones especulativos permanece en una especie de limbo
rutinario enceguecedor que no les permite ni siquiera sospechar la profundidad
y trascendencia de un Conocimiento que, para ellos, no va más allá de un simple
“moralismo”, algunas prácticas humanitarias de muy poco alcance y una
“fraternidad” de convivio. Suelen “vegetar” en la Orden, girando en círculos
como la noria, rumiando ideas profanas que caducaron hace varios siglos, o
tratando de implementar actividades de orden profano e intrascendente. ¡Qué
pobre y banalizado concepto del que realmente constituye la verdadera Masonería
Tradicional!”.[13]
[2] En su obra “Manual del Aprendiz”, Lavagnini cita al
pasar a su ciudad natal en referencia a las corporaciones medievales y sus
vinculaciones con la Francmasonería.
[3] Dana Lloyd, Thomas: “Il tempio assalito: introduzione
allo studio della campagna antieso¬terica nell’Italia fascista”
[4] Latomístico: Sinónimo de “masónico”. La palabra
deriva del latín “lātomĭa” y este, a su vez, del griego, compuesto lâs,
“piedra”, y tomíai, “tallar”.
[5] Brunelli, Francesco: “Il Martinismo e l’Ordine
Martinista: Documenti sulla iniziazione tra¬dizionale in Occidente”. Además de
su notoria actividad en el seno del martinismo, Brunelli fue nombrado
responsable del Rito Antiguo y Primitivo de Memphis y Misraim en 1973 por
Robert Ambelain.
[7] Dalmor: “Quién fue y quién es en ocultismo”
[8] Véase: http://www.boletinoficial.gov.ar
[10] De Turris, Gianfranco: “Esoterismo e fascismo:
storia, interpretazioni, documenti”
[11] Véase el curioso documento en la web
http://jfk.hood.edu/Collection/Weisberg%20Sub-ject%20Index%20Files/G%20Disk/Garro%20de%20Pas%20Elena/Item%2008.pdf
[12] Al no ser tampoco un exponente claro de las doctrinas
tradicionales y estar demasiado cerca de algunas corrientes espiritualistas
condenadas por René Guénon, Lavagnini también es menospreciado muchas veces por
algunos masones que se identifican con las corrientes peren¬nialistas. Es
verdad, la obra de Lavagnini tal vez no sea perfecta, pero si tenemos en cuenta
el entorno espiritual y político en donde fue producida y el público al que fue
dirigida, tendremos que aceptar que la colección masónica de Magister posee un
innegable valor.
[13] Vale Amesti, Fermín: “El esoterismo, lenguaje de los
misterios”, artículo publicado en la “Revista masónica de Venezuela”, abril
1995.
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