Thursday, June 18, 2020

Las Profecías de Juan de Jerusalén - Veo y Conozco


Hermano, ya llegaste a la Puerta del Templo

LAS PROFECÍAS
DE JUAN DE JERUSALÉN
VEO Y CONOZCO



Mis ojos descubren en el cielo lo que será, y atravieso el tiempo de un solo paso. Una mano me guía hacia lo que ni veis ni conocéis. Mil años habrán pasado y Jerusalén ya no será la ciudad de los cruzados de Cristo. La arena habrá enterrado bajo sus granos todas las murallas de nuestros castillos, todas nuestras armaduras y todos nuestros huesos. Habrá sofocado nuestras voces y nuestras plegarias.
Los cristianos venidos de lejos en peregrinación, allí donde estaban sus derechos y su ley, no osarán acercarse al sepulcro y a las reliquias si no es escoltado por los caballeros judíos, que tendrán aquí, como si Cristo no hubiera sufrido en la cruz, su Reino y su Templo. Los infieles serán una multitud innumerable que se extenderá por todas partes y su fe resonará como un tambor de un confín al otro de la tierra.
Veo la inmensidad de la tierra. Continentes que Herodoto no nombró sino en sueños se añadirán más allá de los grandes bosques de los que habla Tácito y en el lejano final de mares ilimitados que empiezan después de las columnas de Hércules.
Mil años habrán pasado desde el tiempo en que vivimos, y los fondos de todo el mundo se habrán convertido en grandes reinos y vastos imperios. Guerras tan numerosas como las mallas de la cota que llevan los caballeros de la orden se entrelazaran, desharán los reinos y los imperios y tejerán otros. Y los siervos, los villanos, los pobres sin hogar se sublevaran mil veces, harán arder las cosechas, los castillos y las villas, hasta que se les queme vivos y se obligue a los supervivientes a volver a sus cubiles. Se habrán creído reyes.
Mil años habrán pasado y el hombre habrá conquistado el fondo de los mares y de los cielos, y será como una estrella en el firmamento. Habrá adquirido el poder del sol y se creerá dios, construyendo sobre la inmensidad de la tierra mil torres de babel. Habrá edificado muros sobre las ruinas de los que levantaron los emperadores de Roma y éstos separarán una vez más las legiones de las tribus bárbaras.
Más allá de los grandes bosques habrá un imperio. Cuando caigan los muros, el imperio no será más que agua cenagosa. Las gentes se mezclarán una vez más. Entonces empezará el año mil que sigue al año mil.

VEO Y CONOZCO LO QUE SERÁ
SOY EL ESCRIBA

Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, el hombre estará frente a la entrada sombría de un laberinto oscuro. Y al fondo de esa noche en la que va a internarse, veo los ojos del Minotauro. Guárdate de su furor cruel, tú que vivirás en el año mil que sigue al año mil.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, el oro estará en la sangre. El que contemple el cielo contará denarios; el que entre en el templo encontrará mercaderes; los mandatarios serán cambistas y usureros; La espada defenderá la serpiente. Pero el fuego será latente, todas las ciudades serán Sodoma y Gomorra y los hijos de los hijos se convertirán en la nube ardiente; ellos alcanzarán los viejos estandartes.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, el hombre habrá poblado los cielos y la tierra y los mares con sus criaturas; mandará, pretenderá los poderes de Dios, no conocerá límite. Pero todas las cosas se sublevarán; titubeará como un rey borracho; galopará como un caballero ciego y a golpes de espuela internará a su montura en el bosque; al final del camino estará el abismo.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, se erigirán torres de Babel en todos los puntos de la tierra, en Roma y en Bizancio; los campos se vaciarán; no habrá más ley que mirar por uno mismo y por los propios. Pero los bárbaros estarán en la ciudad; ya no habrá pan para todos y los juegos no serán suficientes; entonces, las gentes sin futuro provocarán grandes incendios.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, el hambre oprimirá el vientre de tantos hombres y el frío aterirá tantas manos, que estos querrán ver otro mundo y vendrán mercaderes de ilusiones que ofrecerán el veneno. Pero éste destruirá los cuerpos y pudrirá las almas; y aquellos que hayan mezclado el veneno con su sangre serán como bestias salvajes cogidas en una trampa, y matarán y violarán y despojarán y robarán, y la vida será un Apocalipsis cotidiano.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, todos intentarán disfrutar tanto como puedan; el hombre repudiará a su esposa tantas veces como se case y la mujer irá por los caminos umbríos tomando al que le plazca, dando a luz sin poner el nombre del padre. Pero ningún maestro guiará al niño y cada uno estará solo entre los demás; la tradición se perderá; la ley será olvidada como si no se hubiera anunciado y el hombre volverá a ser salvaje.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, el padre buscará el placer en su hija, el hombre en el hombre, la mujer en la mujer, el viejo en el niño impúber, y eso será a los ojos de todos. Pero la sangre se hará impura; el mal se extenderá de lecho en lecho; el cuerpo acogerá todas las podredumbres de la tierra, los rostros serán consumidos, los miembros, descarnados; el amor será una peligrosa amenaza para aquellos que se conozcan sólo por la carne.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, aquel que hable de promesas y de ley no será oído; el que predique la fe de Cristo perderá su voz en el desierto. Pero por todas partes se extenderán las aguas poderosas de las religiones infieles; falsos mesías reunirán a los hombres ciegos. Y el infiel armado será como nunca había sido; hablará de justicia y de derecho y su fe será de sangre y fuego; se vengará de la cruzada.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, el fragor de la muerte provocada avanzará como la tormenta sobre la tierra; los bárbaros se mezclarán con los soldados de las últimas legiones; los infieles vivirán en el corazón de las ciudades santas; todos serán, por turnos, bárbaros, infieles y salvajes. No habrá órdenes ni normas; el odio se extenderá como la llama en el bosque seco; los bárbaros masacrarán a los soldados; los infieles degollarán a los creyentes; el salvajismo será cosa de cada uno y de todos, y las ciudades morirán.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, los hombres se juzgarán entre ellos según sean su sangre y su fe; nadie escuchará el corazón sufriente de los niños; se les echará del nido como los pájaros a sus crías; y nadie podrá protegerlos de la mano armada con guantelete. El odio inundará las tierras que se creían pacificadas. Y nadie se librará, ni los viejos ni los heridos; las casas serán destruidas o robadas; los unos se apoderarán del lugar de los otros; todos cerrarán los ojos para no ver a las mujeres violadas.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, todos sabrán lo que ocurre en todos los lugares de la tierra: se verá al niño cuyos huesos están marcados en la piel y al que tiene los ojos cubiertos de moscas, Y al que se da caza como a las ratas. Pero el hombre que lo vea volverá la cabeza, pues no se preocupará sino de sí mismo; dará un puñado de granos como limosna, mientras que el dormirá sobre sacos llenos. Y lo que dé con una mano recogerá con la otra.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, el hombre comerciará con todo; todas las cosas tendrán precio, el árbol, el agua y el animal; nada más será realmente dado y todo será vendido. Pero el hombre entonces no valdrá más que su peso en carne; se comerciará con su cuerpo como los canales de ganado; tomarán su ojo y su corazón; nada será sagrado, ni su vida ni su alma, se disputarán sus despojos y su sangre como si se tratara de una carroña.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, el hombre habrá cambiado la faz de la tierra; se proclamará el señor y el soberano de los bosques y de las manadas; habrá surcado el sol y el cielo y trazará caminos en los ríos y en los mares. Pero la tierra estará desnuda y será estéril, el aire quemará y el agua será fétida; la vida se marchitará porque el hombre agotará las riquezas del mundo. Y el hombre estará solo como un lobo en el odio de sí mismo.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, los niños también serán vendidos; algunos se servirán de ellos como de muñecos para disfrutar de su piel joven; otros los tratarán como a animales serviles. Se olvidará la debilidad sagrada del niño y su ministerio; será como un potro que se doma, como un cordero que se sangra, que se sacrifica. Y el hombre no será más que barbarie.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, la mirada y el espíritu de los hombres serán prisioneros; estarán ebrios y no lo sabrán; tomarán las imágenes y los reflejos por la verdad del mundo; se hará con ellos lo que se hace con un cordero. Entonces vendrán los carniceros; los rapaces los agruparán en rebaños para guiarlos hacia el abismo y levantar a los unos contra los otros; se les matará para tomar su lana y su piel y el hombre que sobreviva será despojado de su alma.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, reinarán los soberanos sin fe; mandarán sobre multitudes humanas inocentes y pasivas; esconderán sus rostros y guardarán en secreto su nombre y sus fortalezas estarán perdidas en los bosques. Pero ellos decidirán la suerte de todo y de todos; nadie participará en las asambleas de su orden; todos serán siervos pero se creerán hombres libres y caballeros; sólo se levantarán los de las ciudades salvajes y las creencias heréticas, pero también serán vencidos y quemados vivos.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, los hombres serán tan numerosos sobre la tierra que parecerán un hormiguero en el que alguien clavara un bastón; se moverán inquietos y la muerte los aplastará con el talón como a insectos enloquecidos. Grandes movimientos los enfrentarán unos contra otros; las pieles oscuras se mezclarán con las pieles blancas; la fe de Cristo con la del infiel; algunos predicarán la paz concertada pero por todo el mundo habrá guerras de tribus enemigas.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, los hombres querrán franquear las murallas; la madre tendrá el pelo gris de una vieja; el camino de la naturaleza será abandonado y las familias serán como granos separados que nada puede unir. Será, pues, otro mundo; todos errarán sin vínculos, como los caballos desbocados corriendo en todas direcciones sin guía; desgraciado del caballero que cabalgue esa montura; carecerá de estribos y se precipitará en la zanja.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, los hombres no confiarán en la ley de Dios, sino que querrán guiar su vida como a una montura; querrán elegir a sus hijos en el vientre de sus mujeres y matarán a aquellos que no deseen. Pero ¿qué será de estos hombres, que se creen Dios? Los poderosos se apropiarán de las mejores tierras y las mujeres más bellas; los pobres y los débiles serán ganado; los poblachos se convertirán en plazas fuertes; el miedo invadirá los corazones como un veneno.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, habrá surgido un orden negro y secreto; su ley será el odio y su arma, el veneno; deseará siempre más oro y se extenderá su reino por toda la tierra, y sus servidores estarán unidos entre ellos por un beso de sangre. Los hombres justos y los débiles acatarán su regla. Los poderosos se pondrán a sus servicios. La única ley será la que dicte en las sombras; venderá el veneno aun dentro de las iglesias. Y el mundo avanzará con ese escorpión bajo el pie.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, muchos hombres permanecerán sentados con los brazos cruzados, se irán sin saber adónde, con los ojos vacíos, pues no tendrán forja en la que batir el metal, ni campo que cultivar. Serán como la simiente que no puede echar raíces. Errantes y empobrecidos; los más jóvenes y los más viejos, a menudo sin hogar. Su única salvación será la guerra y combatirán entre ellos, y odiarán su vida.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, las enfermedades del agua, del cielo y de la tierra atacarán al hombre y le amenazarán; querrá hacer nacer lo que ha destruido y proteger su entorno; tendrá miedo de los días futuros. Pero será demasiado tarde; el desierto devorará la tierra y el agua será cada vez más profunda, y algunos días se desbordará, llevándose todo por delante como un diluvio, y al día siguiente la tierra carecerá de ella y el aire consumirá los cuerpos más débiles.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, la tierra temblará en muchos lugares y las ciudades se hundirán; todo lo que se haya construido sin escuchar a los sabios será amenazado y destruido; el lodo hundirá los pueblos y el suelo se abrirá bajo los palacios. El hombre se obstinará porque el orgullo es su locura; no escuchará las advertencias repetidas de la tierra, pero el incendio destruirá las nuevas Romas y, entre los escombros acumulados, los pobres y los bárbaros, a pesar de las legiones, saquearán las riquezas abandonadas.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, el sol quemará la tierra; el aire ya no será velo que protege del fuego. No será más que una cortina agujereada y la luz ardiente consumirá las pieles y los ojos. El mar se alzará como agua enfurecida; las ciudades y las riberas quedarán inundadas y continentes enteros desaparecerán; los hombres se refugiarán en las alturas y olvidando lo ocurrido, iniciarán la reconstrucción.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, los hombres sabrán hacer realidad los espejismos; los sentidos serán engañados y creerán tocar lo que no existe; seguirán caminos que solo los ojos verán y el sueño podrá hacerse realidad. Pero el hombre ya no sabrá distinguir entre lo que es y lo que no es. Se perderá en falsos laberintos; los que consigan dar vida a los espejismos se burlarán del hombre pueril, engañándole. Y muchos hombres se convertirán en perros rastreros.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, los animales que Noé embarcó en su arca no serán, entre las manos del hombre, más que bestias transformadas según su voluntad; y, ¿quién se preocupará de su sufrimiento vital? El hombre habrá hecho de cada animal lo que habrá querido. Y habrá destruido numerosas especies. ¿En qué se habrá convertido el hombre que haya cambiado las leyes de la vida, que haya hecho del animal vivo pella de arcilla? ¿Será el igual de Dios o el hijo del diablo?
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, se deberá temer por hijo del hombre; el veneno y la desesperación le acecharán; no se le habrá deseado más que por uno mismo, no por él o por el mundo; será acosado por el placer y a veces venderá su cuerpo. Pero incluso el que sea protegido por los suyos estará en peligro de tener el espíritu muerto; vivirá en el juego y en el espejismo. ¿Quién le guiará cuando no tenga maestros? Nadie le habrá enseñado a esperar y a actuar.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, el hombre se creerá Dios, aunque no habrá progresado nada desde su nacimiento. Atacará vencido por la ira y por los celos. Y su brazo estará armado con el poder del que se habrá adueñado; Prometeo cegado podrá destruirlo todo a su alrededor. Será un enano de alma y tendrá la fuerza de un gigante; avanzará a pasos inmensos pero no sabrá qué camino tomar. Su cabeza estará cargada de saber pero ya no sabrá porque vive o porque muere será, como siempre, el loco que gesticula o el niño que gime.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, regiones enteras serán botines de guerra. Más allá de los límites romanos e incluso en el antigua territorio del imperio; los hombres de las mismas ciudades se degollarán; aquí habrá guerra entre tribus y allá, entre creyentes. Los judíos y los hijos de Alá no dejarán de enfrentarse y la tierra de Cristo será su campo de batalla; pero los fieles querrán defender en todo el mundo la pureza de su fe y ante ellos no habrá más que duda y poder; entonces la muerte avanzará por todo el mundo como estandarte de los tiempos nuevos.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, multitudes de hombres serán excluidos de la vida humana; no tendrán derechos, ni techo, ni pan; estarán desnudos y no tendrán más que su cuerpo para vender; se le expulsará lejos de la torre de Babel de la opulencia. Se agitarán como un remordimiento o una amenaza; ocuparán regiones enteras y proliferarán: escucharán las prédicas de la venganza y se lanzarán al asalto de las torres orgullosas; habrá llegado el tiempo de las invasiones bárbaras.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, El hombre habrá entrado en el laberinto oscuro; tendrá miedo y cerrará los ojos, pues ya no sabrá ver; desconfiará de todo y temerá a cada paso, pero será empujado hacia delante y no le será permitido detenerse. La voz de Casandra será, sin embargo, potente y clara. Pero él no la oirá pues querrá poseer más cada día y su cabeza se habrá perdido en las fantasías; los que serán sus maestros le engañarán y no tendrá más que malos consejeros.
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil, los hombres por fin habrán abierto sus ojos; ya no estarán encerrados en sus cabezas o en sus ciudades; se verán y se oirán de un lado a otro de la tierra; sabrán que lo que golpea a uno hiere al otro. Los hombres formarán un cuerpo único del que cada uno será una parte ínfima, y juntos construirán el corazón, y habrá una lengua que será hablada por todos y nacerá así, por fin, el gran humano.
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil, el hombre habrá conquistado el cielo; creará estrellas en el gran mar azul sombrío y navegará en esa nave brillante, nuevo Ulises, compañero del sol, hacia la odisea celeste. Pero también será el soberano del agua; habrá construido grandes ciudades náuticas, que se nutrirán de las cosechas del mar; vivirá así en todos los rincones del gran dominio y nada le será prohibido.
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil, los hombres podrán penetrar en las profundidades de las aguas; su cuerpo será nuevo y ellos serán peces, y algunos volarán más altos que los pájaros como si la piedra no cayera. Se comunicarán entre ellos pues su espíritu estará tan abierto que recogerá todos los mensajes, y los sueños serán compartidos y vivirán tanto tiempo como el más viejo de los hombres, aquel del que hablan los libros sagrados.
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil, el hombre conocerá el espíritu de todas las cosas, la piedra o el agua, el cuerpo del animal o la mirada del otro; habrá penetrado los secretos que los dioses antiguos poseían y empujará una puerta tras otra en el laberinto de la vida nueva. Creará con la fuerza con que brota una fuente; enseñara es saber a la multitud de los hombres, y los niños conocerán la tierra y el cielo mejor que nadie antes que ellos. Y el cuerpo del hombre será más grande y más hábil. Y su espíritu habrá abarcado todas las cosas y las habrá poseído.
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil, el hombre ya no será el único soberano, pues la mujer empuñará el cetro; será la gran maestra de los tiempos futuros y lo que piense lo impondrá a los hombres; será la madre de ese año mil que sigue al año mil. Difundirá la dulzura tierna de la madre tras los días del diablo; será la belleza después de la fealdad de los tiempos bárbaros; el año mil que viene después del año mil cambiará en poco tiempo; se amará y se compartirá, se soñará y se dará vida a los sueños.
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil, el hombre conocerá un segundo nacimiento; el espíritu se apoderará de las gentes, que comulgarán en fraternidad; entonces se anunciará el fin de los tiempos bárbaros. Será el tiempo de un nuevo vigor de la fe; después de los días negros del inicio del año mil que viene después del año mil, empezarán los días felices; el hombre reconocerá el camino de los hombres y la tierra será ordenada.
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil, los caminos irán de una punta de la tierra y del cielo a la otra; los bosques serán de nuevo frondosos y los desiertos habrán sido irrigados; las aguas habrán vuelto a ser puras. La tierra será un jardín; el hombre velará sobre todo lo que vive; purificará lo que ha contaminado; así sentirá que toda esta tierra es su hogar, y será sabio y pensará en el mañana.
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil, todos serán como movimientos ordenados, se sabrá todo del mundo y del propio cuerpo; se soñará con la enfermedad antes de que aparezca; todos se curarán así mismos y a los demás. Se habrá entendido que es necesario ayudar para mantenerse, y el hombre, después de los tiempos de cerrazón y de avaricia, abrirá su corazón y su bolsa a los más desposeídos; se sentirá caballero de la orden humana y así por fin un tiempo nuevo empezará.
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil, el hombre habrá aprendido a dar y compartir; los días amargos de la soledad habrán pasado; creerá de nuevo en el espíritu; y los bárbaros habrán adquirido el derecho de ciudadanía. Pero eso vendrá después de las guerras y los incendios; eso surgirá de los escombros ennegrecidos de las torres de Babel. Y habrá sido necesario el puño de hierro para que se ordene el desorden. Y para que el hombre encuentre el buen camino.
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil, el hombre sabrá que todos los seres vivos son portadores de luz y que son criaturas que deben ser respetadas; habrá construido las ciudades nuevas en el cielo, sobre la tierra y sobre el mar. Conservará en la memoria lo que fue y sabrá leer lo que será; ya no tendrá miedo de su propia muerte, pues en su vida habrá vivido muchas vidas y sabrá que la luz nunca se apagará.


Monday, May 11, 2020

Los Catecismos de Knum - Las 10 Herramientas Santas - Primer Catecismo - La Plomada y los Cimientos - José Miguel Jato


LOS CATECISMOS DE KNUM
LAS 10 HERRAMIENTAS SANTAS

José Miguel Jato


PRIMER CATECISMO

LA PLOMADA Y LOS CIMIENTOS


VENERABLE MAESTRO
¡Segundo Vigilante! ¿Tenéis vuestras herramientas al orden?

SEGUNDO VIGILANTE
Lo intento, Venerable Maestro.

VEN. M.
¿Qué significa que lo intentáis?

SEG. VIG.
Que en este grado el intento es el mayor esfuerzo que nuestra naturaleza nos permite realizar.

VEN. M.
¿En qué consiste este mayor esfuerzo del grado, al que llamáis intento?

SEG. VIG.
Significa que mil veces será empezado el esfuerzo, y mil veces terminará en fracaso, pero aspiramos a que, por la Gracia del Gran Arquitecto, la número mil una, esté intento será coronado por la realización.

VEN. M.
¿Y esta realización será debida a vuestra sabiduría?

SEG. VIG.
En absoluto, Venerable Maestro, será debida al regalo caritativo de Aquel que está más allá del velo.
VEN. M.
Entonces, ¿en qué consiste vuestro esfuerzo?

SEG. VIG.
En empezar dicho esfuerzo esas mil y una veces, y otras tantas si fuera necesario, hasta que algo sea recibido.

VEN. M.
¿Cuál es la herramienta que primero tenéis en cuenta?

SEG. VIG.
La Plomada, Venerable Maestro.

VEN. M.
¿Por qué la Plomada?

SEG. VIG.
Porque sin ella, toda pared que sea levantada, estará condenada a desplomarse.

VEN. M.
¿Qué es una pared condenada a desplomarse?

SEG. VIG.
Aquella que se levanta sin dirección vertical, ya que sin esta dirección vertical, no soportará nunca los pesos que se le coloquen en su parte superior.

VEN. M.
¿En qué consiste tal herramienta?

SEG. VIG.
En un cordel y un plomo.

VEN. M.
¿Por qué un cordel?

SEG. VIG.
Porque un cordel permite, si tiene dos polos en oposición generar una recta, y una recta permite tener una dirección.

VEN. M.
Pero el Universo entero está lleno de direcciones, allí se pueden proyectar tantas rectas como estrellas pueblan el firmamento, e incluso más.

SEG. VIG.
Bien cierto es, Venerable Maestro, pero una sola dirección es la que se consigue gracias a la fuerza de la gravedad.

VEN. M.
¿Qué es la fuerza de la gravedad?

SEG. VIG.
La polaridad entre el cielo y la tierra. La fuerza que las une y a la vez separa, permitiéndoles la armonía.

VEN. M.
¿Tiene alguna virtud más dicha fuerza de gravedad?

SEG. VIG.
Que no depende de la voluntad del hombre, sino que fue implantada por el Gran Arquitecto, para que la obra humana fuera realizable.

VEN. M.
Mostrad la cuerda a los aprendices, mostrad las mil direcciones y después mostrad el efecto de la fuerza de gravedad.

(El Segundo Vigilante muestra la cuerda, la tensa y la pone en varias posiciones, y al final la deja caer.)

VEN. M.
¿Qué lección sacáis de verla en esas mil direcciones?

SEG. VIG.
Que cuando es la voluntad humana la que se determina los dos puntos de tensión, son infinitas sus formas en el espacio. Que igualmente la voluntad del hombre por sí solo está condenada a perderse en lo infinito de la materia. Que ninguna de esas posiciones llegará a ser nunca la verdadera vertical, a pesar de poder aproximarse, ya que el hombre no tiene un punto de referencia firme y real en su propia personalidad.

VEN. M.
¿Qué lección sacáis de la dirección que toma la plomada si mientras la sujetáis por un extremo la dejáis caer?

SEG. VIG.
Que la vertical verdadera se da de manera natural, y solo debe esperarse a que el peso abandone su amor al movimiento. Que el aprendiz, al tirar de la cuerda hacia lo superior, sea este punto uno u otro del espacio, si deja caer el peso, la vertical aparece de manera natural.

VEN. M.
Y ¿qué significa tirar de la cuerda hacia lo superior, en la obra interior?

SEG. VIG.
Que nuestro pensamiento salte por encima de las palabras, busque el silencio por encima de su cabeza, y se agarre con vehemencia, sin soltar, buscando el punto central y emanante de lo superior.

VEN. M.
¿Qué pasa si suelta ese punto central?

SEG. VIG.
Que la herramienta caerá al suelo, como un cuerpo muerto se esparcirá en la tierra, confundiéndose con la materia más inerte.

VEN. M.
¿Qué es la materia más inerte?

SEG. VIG.
Es la materia que solo es tierra, que pesa sobre los sentidos y los domina, pero no la que es dejada a su libre albedrío sin dirección alguna.

VEN. M.
¿Hay alguna materia que no sea inerte?

SEG. VIG.
La materia que usándose en la construcción, recibe la forma del plan de obra. Esa materia adquiere la vida, y llega a ser tan generosa y amorosa, que forma hogares, templos y palacios.

VEN. M.
¿Queréis decir que si la materia se usa en la dirección que se encuentra gracias a la plomada, y las otras herramientas del Masón esta adquiere la vida?

SEG. VIG.
Eso digo sin duda alguna.

VEN. M.
Y ¿qué tienen en común los hogares, los templos y los palacios?

SEG. VIG.
Que sirven para albergar a los hombres, para que estos cumplan su verdadera función en este mundo en íntima unión con el Gran Arquitecto.

SEG. VIG.
Sí, Venerable Maestro, que es necesario que el cuerpo se aquiete, así como nuestros pensamientos y nuestros sentimientos, para que la vertical pueda ser realizada, ya que en ese momento, la fuerza de la gravedad actúa en toda su potencia.

VEN. M.
Mostrad esto a los Aprendices Masones.
(El Segundo Vigilante lo muestra, y la plomada pasa de estar en movimiento a la quietud, y con un gesto muestra que en la quietud «pesa más».)

VEN. M.
¿Cómo empezáis la construcción de un muro y cómo usáis esta preciosa herramienta?

SEG. VIG.
Primero es necesario realizar un buen cimiento.

VEN. M.
¿Qué aprendéis de ello?

SEG. VIG.
Que no debemos descuidar nuestra materia corpórea. Que debemos ser vigilantes con nuestra salud, y mantener nuestro cuerpo en condiciones de soportar el peso que se le viene encima. Que en el cuerpo quedará inscrito el signo del mínimo peso que le coloquemos encima y que por lo tanto deberá estar protegido de corrientes de agua o lodos que lo maladen, ya que, aunque no sea visible ya en el futuro, siempre será el sostén de la construcción, no dejando nunca de cumplir su función, si siquiera durante el tiempo que dura una respiración.

VEN. M.
¿Por qué los cimientos son más anchos que los muros que se levantan sobre ellos y se hunden en la tierra?

SEG. VIG.
Nos indican que el primer trabajo se realiza con un primer esfuerzo de nuestra atención mental hacia abajo, hacia dentro del cuerpo, sintiendo y ampliando nuestra sensación física. Y nos reitera que mientras más profundas y amplias sean estas labores, mayor altura podrán alcanzar las paredes que sostienen.

VEN. M.
¿Qué es la parte metálica y pesada que cuelga de la plomada?

SEG. VIG.
Es el plomo, Venerable Maestro. Es su parte material más grosera, no siendo esto un desprecio. Es lo más pesado, lo que es atraído por la tierra de manera fulminante, y al actuar de esta manera proporciona el segundo polo a la plomada, adquiriendo ésta el segundo punto que le permite mantener su orden de rectitud.

VEN. M.
¿Por qué le llamáis Plomo?

SEG. VIG.
Porque las Plomadas, pudiendo ser de cualquier material metálico y pesado, se definen con el nombre de un mineral y de un planeta, que unidos por una íntima concordancia tienen ciertas características.

VEN. M.
¿Cuáles son estas características?

SEG. VIG.
El Plomo tiene pesadez, así como Saturno tiene lentitud. Ambas peculiaridades permiten a la materia, ser el mundo de la acción, que los Cabalistas llaman mundo de Assiah, y que es el mundo en su última manifestación. Por eso, está compuesto de cada pensamiento, cada palabra y cada acción que los hombres realizan, y ese conglomerado, es soporte tanto del pasado, como del presente como del futuro, quedando allí retenido todo, absolutamente todo aquello que es manifestado.

VEN. M.
Pero el Plomo de vuestra plomada, cuando es retenida por la cuerda hacia su parte superior, tarda en permanecer quieta. ¿Qué significa esto?

SEG. VIG.
Así es Venerable Maestro. Hay que dejar que dicho movimiento finalice, y se mantenga en una absoluta quietud, para así poder ser de utilidad.

VEN. M.
Y ¿sacáis alguna lección de esto?

VEN. M.
Pero aquí no usáis la plomada...

SEG. VIG.
No, Venerable Maestro, ya que en el primer trabajo es solo materia y sentido del tacto lo que se involucra. Nuestra sensación física son las piedras, y la atención forma su cemento, uniéndose en la profundidad y en la negrura del suelo, y amasándose, realizan un solo cuerpo. A pesar de todo hay un uso grosero de la herramienta que llamamos Plomada. Interiormente sabemos que el mundo de abajo se observa desde sí mismo, en esta fase de la construcción. Sabemos que no hace falta un gran conocimiento para realizarlo, ya que el Gran Arquitecto dejó, como primera acción, una obra simple y sencilla para el entendimiento humano y así procurar que este no se perdiese desde el inicio.

VEN. M.
¿Queréis ser incluso más claro con vuestra enseñanza, para que a los Aprendices no les quede duda alguna?

SEG. VIG.
Sí, Venerable Maestro, que el aprendiz se siente en una silla, que quede inmóvil todo el tiempo que pueda, que se sienta a sí mismo, y prolongue esta operación, que olvide sus preocupaciones y sus aspiraciones divinas, que olvide a su familia, aquello que le preocupa, o aquello que más ama o aquello que más teme. Que quede solo y en silencio hundiéndose en sí mismo.

VEN. M.
¿Cómo llamamos a esto en la Obra Masónica?

SEG. VIG.
Dejar los metales fuera del umbral del templo.

VEN. M.
¿Cómo sabe el aprendiz masón que ha dejado los metales fuera del templo?

SEG. VIG.
Cuando, sentado en la posición que nos es tradicional, y sobre la cual volveremos en otras lecciones, que conocemos como Posición del Faraón, mantiene su atención y la respiración y la sensación física, así como en la vigilancia de dicha postura. Esta acción permite que el Aprendiz Masón aglutine suficiente piedra y argamasa, que aunque no tenga forma, sirva de buen cimiento de la obra. Las piedras y morralla son la sensación física, la argamasa son las pequeñas atenciones que aparecen emanadas de la propia materia y que permiten que el conjunto adquiera consistencia.
VEN. M.
Explica en qué consiste levantar el muro.

SEG. VIG.
Una vez que el cimiento está sólidamente asentado, y que ninguna preocupación mental o física invade al Aprendiz Masón la primera piedra del muro puede ser colocada, buscando instintivamente el centro del cimiento, lo cual significa que las pequeñas atenciones de la materia van solo hacia la sensación física, la respiración y la postura, y que toda preocupación profana, sea esta física, sentimental o psíquica ha desaparecido.

VEN. M.
Explica cómo se usa la plomada para levantar el muro…

SEG. VIG.
Una vez que la primera piedra ha sido colocada con las indicaciones anteriores, la segunda y el resto, serán ubicadas con el uso de la plomada y ello en sí consiste, en no dejar de sentir el cimiento, pero a la vez levantar el cordel, su atención mental, tan alto como puedan, y continuar en esa actitud, mientras el muro casi se va haciendo por sí solo.
VEN. M.
Segundo Vigilante, ¿queréis mostrar alguna práctica o ejercicio que los Aprendices Masones puedan realizar a partir de ahora para entender todo lo dicho hasta el momento?

SEG. VIG.
Sí, Venerable Maestro, en primer lugar, os ruego que pidáis al Hermano Experto, que vigile que ninguna otra luz esté encendida en el Templo, quedando solamente aquellas que se indican en nuestro ritual y que son dictadas por la Tradición.

VEN. M.
¿Por qué me pedís esto?

SEG. VIG.
Porque, a partir de ahora, solo las luces y las ideas de la Tradición son las que deben iluminar nuestro pensamiento, debiendo rechazar el Aprendiz Masón todo aquello que sepa de sí mismo y que haya sido aprendido en el mundo profano.

VEN. M.
Explicad por qué esto debe ser así.

SEG. VIG.
Porque, si bien esos conocimientos le sirven fuera del templo, para su vida profana, no son de utilidad aquí, en la Obra que va a comenzar.

VEN. M.
¿Cómo llamamos a esto en nuestra Tradición?

SEG. VIG.
Por segunda vez lo digo: despojarse de los metales, y que queden fuera del Templo.

VEN. M.
Hermano Experto, extinguid toda luz profana.

(El Hermano Experto extingue cualquier luz que se haya mantenido para la consecución del ritual, quedando solo las luminarias rituales.)

HERMANO EXPERTO
Venerable Maestro, todas las luces profanas han sido extinguidas. Solo las Luces de la Tradición nos iluminan.

VEN. M.
Proceded con vuestro ejercicio, Segundo Vigilante.

SEG. VIG.
Que los Aprendices Masones coloquen su cuerpo en la silla, tal como eran retratados las personas sagradas en el antiguo Egipto, y que conocemos en nuestra Tradición como Postura del Faraón.

(Todos se recolocan en sus sillas, dándose un tiempo de 10 ciclos de respiración.)

Que los Aprendices Masones cierren sus ojos, y respiren con su abdomen, en el ritmo conocido como cuaternario, número de la materia escuadrada, y que consiste en inspirar durante cuatro tiempos, retener durante un número similar, exhalar con el mismo ritmo y, por fin retener de la misma manera.

(Se hacen 10 ciclos de respiración.)

Que los Aprendices Masones durante su inspiración y primera retención, estén atentos a las tensiones y pensamientos que aparecen, y que los expulsen durante su expiración, no dejándolos entrar durante su segunda retención. Y así formen un círculo, y de esta manera realicen su primer intento de espiritualización de su materia, ya que el círculo es signo de lo espiritual, así como el cuadrado lo era de lo material.

(Se hace durante 10 ciclos de respiración.)

Que los Aprendices Masones acerquen su respiración natural a la respiración de cuatro tiempos.

(Se hace durante 10 ciclos de respiración.)

Que los Aprendices Masones desechen de su mente todo aquello que no sea su respiración y su sensación física.

(Se hace durante 10 ciclos de respiración.)

Que los Aprendices Masones aprendan de una vez para siempre esta verdad: que la mente es el lugar donde esta se encuentra. Y que en este momento solo debe estar en su sensación física, su respiración y la vigilancia de su postura.

(Se hace durante 10 ciclos de respiración.)

Que los Aprendices Masones permitan que la sensación física tal como aparece, vaya formando los cimientos de su obra, sin que otra cosa les importe. Esto es el Plomo.

(Se hace durante 10 ciclos de respiración.)

Que los Aprendices Masones eleven hacia arriba su sensación del Sí Mismo. Esto es el Cordel.

(Se hace durante 10 ciclos de respiración.)

Que mantengan esta actitud.

(Se hace durante 10 ciclos de respiración.)

VEN. M.
Segundo Vigilante, os anuncio que los Aprendices Masones están usando por primera vez su plomada eficazmente.

SEG. VIG.
Os ruego que pidáis al Hermano Experto que vigile que los Aprendices Masones del Templo están «A Plomo», para que la primera piedra de la muro, pueda ser colocada.

(El Hermano Experto pasa por cada uno de los Aprendices Masones, se detiene durante unos instantes detrás de cada uno, les ayuda a poner bien su posición si fuera necesario, y por último, colocándose entre columnas en silencio mira al Venerable Maestro.)


Batería:

3 golpes del Venerable Maestro:  
3 del Primer Vigilante:    
3 del Segundo Vigilante:  


HER. EXP.
Venerable    Maestro, los Aprendices Masones se encuentran a Plomo en el Templo.

VEN. M.
Ya que los Aprendices Masones están a Plomo, damos por terminada está primera lección, pudiendo proseguir con nuestros trabajos.


 









Thursday, March 26, 2020

Alessandro Cagliostro


CAGLIOSTRO

Alessandro Cagliostro


Cagliostro Giuseppe Bálsamo, conocido como conde Alessandro di Cagliostro, nació en Palermo (isla de Sicilia, Italia) el 2 de junio de 1743 y falleció en prisión en el castillo de san Leo (cerca de Pesaro, Italia) el 26 de agosto de 1795.
O, al menos, esto es lo que dice la historia oficial, porque la anterior información es la más certera (y con ciertas reservas) que se conoce acerca de este personaje del cual, si bien es innegable su existencia histórica, su biografía es tan controvertida que es difícil decir cuál es la realidad y cuál la ficción en los hechos que se le atribuyen; todo depende de quien lo cuente. Porque incluso los autores que han tratado de enfocar los hechos del modo más objetivo han tenido que basarse en testimonios de la época que, o están más o menos viciados por la opinión subjetiva tanto de admiradores como de enemigos acérrimos de nuestro hombre, o son demasiado difusos como para establecer una personalidad y trayectoria vital coherente.
No hay ninguna duda de que Cagliostro fue un personaje que dio bastante que hablar (por motivos dispares) en su época, que se codeó con la nobleza y hasta con la realeza de algunos países europeos, y que por razones no muy claras se convirtió en el blanco de poderosos enemigos. Y esta fama hizo que algunos personajes ilustres como Goethe o Alejandro Dumas se interesaran por sus andanzas, aportando algunos datos que han contribuido a enriquecer (y a complicar también) la biografía de este enigmático personaje. Y, seguramente para su desdicha, llamó también poderosamente la atención del mismísimo papado de Roma, el cual le puso en el punto de mira de la Inquisición. Estos retazos de vivencias, las declaraciones de contemporáneos más o menos interesadas y el contenido de algunos documentos es todo lo que se conoce públicamente acerca de este hombre; truhán y embaucador para unos y un iniciado con extraordinarios poderes para otros.
La primera duda que se presenta está en la identificación del conde de Cagliostro con la persona de Giuseppe Bálsamo; los testimonios favorables a esta hipótesis son aparentemente bastante sólidos, y de hecho se acepta oficialmente como válida esta teoría sobre el origen del conde; aunque si damos esto por cierto nos vemos impulsados a dilucidar el motivo por el cual el humilde Bálsamo decidió adoptar el nombre y modo de vida del conde de Cagliostro; sus detractores insisten en que lo hizo para llevar más lejos sus embustes y tretas de busca fortunas, de no ser así habría que admitir que experimentó un cambio de personalidad realmente extraordinario. La otra opción sería, como otros sostienen, concluir que se asoció a Cagliostro la personalidad de Bálsamo para denostarle y denigrarle.
Charles Théveneau de Morande fue un periodista sensacionalista, chantajista y espía francés que vivió en Londres hacia finales del siglo XVIII. Fue en esa ciudad donde se cruzó con Cagliostro, hacia 1776; por aquel tiempo se dice que fue precisamente cuando Giuseppe Bálsamo asumió oficiosamente el nombre de conde de Cagliostro, y se dedicaba junto con su esposa a alternar por la capital inglesa con aspecto y maneras de un auténtico noble italiano. Fue entonces cuando Morande decidió airear públicamente la, según él, verdadera personalidad del conde desvelando que su verdadero nombre era Giuseppe Bálsamo y su origen, extremadamente humilde. Este es el primer testimonio del supuesto desenmascaramiento, y además llevado a cabo por un contemporáneo que probablemente trató personalmente con Cagliostro, pero aunque se suele dar por válido cabe la duda de si fue una acusación interesada y falseada (Morande era un monárquico declarado). Cagliostro replicó a estas acusaciones con su escrito “Carta abierta al pueblo inglés”, donde instó a Theveneau de Morande a retractarse de sus afirmaciones.
Alejandro Dumas, el ilustre autor francés del siglo XIX, escribió entre 1846 y 1848 el libro “Memorias de un médico: José Bálsamo”, como parte de una serie de cinco novelas ambientadas en la Francia del período comprendido entre Luis XV y la Revolución Francesa. Se trata de una obra de ficción escrita en el tono propio de Dumas, donde narra algunas aventuras que tienen como protagonista a Bálsamo (al cual identifica algo vagamente con Cagliostro) , y al que describe como un personaje misterioso, una especie de mago o taumaturgo con ciertos poderes, además de activista revolucionario. En la novela menciona también, entre otros personajes en parte históricos y en parte ficticios, a la esposa de Bálsamo como Lorenza Feliciani, y a un tal Althotas, alquimista y supuesto maestro de Bálsamo. Aunque no se puede tomar esta obra como referencia biográfica de Cagliostro, no cabe duda de que indica que el autor había oído hablar largamente de él (el cual ya había desparecido, por cierto, bastantes años antes de la redacción de la novela) y había quedado evidentemente impresionado, recreando al personaje a la medida de la obra.
Bastante más serio parece el testimonio de Goethe, el famoso escritor alemán, el cual se tomó la molestia de investigar personalmente el origen de Cagliostro. Contemporáneo suyo, el mismo Goethe reconocía su renombre en las cortes europeas, y aunque no llegó a conocerle personalmente, indagó en sus orígenes para tratar de discernir las verdaderas intenciones del misterioso conde. Esto nos da una idea al menos de que la fama de Cagliostro ya en vida traspasaba fronteras, y que los relatos de sus actividades llamaban la atención. En un pasaje de su novela autobiográfica “Viaje a Italia”, (escrita a modo de diario de viaje), Goethe explica sus observaciones e impresiones acerca de Cagliostro además del resultado de sus pesquisas cuando se encontraba en Palermo en abril de 1787, lugar de nacimiento de Giuseppe Bálsamo (probablemente ya público desde las declaraciones de Theveneau). Goethe comienza señalando las discusiones de los ciudadanos de Palermo acerca de Bálsamo, un conciudadano que se había ganado mala reputación, saliendo prácticamente desterrado de allí. Las opiniones estaban divididas, respecto de si se trataba del conde de Cagliostro o no, pero lo cierto es que los que habían tratado a Bálsamo le identificaban como el mismo rostro que aparecía en un grabado que circulaba de Cagliostro.
Goethe cuenta cómo descubrió a un jurisconsulto de Palermo, al cual el gobierno francés había encargado investigar oficialmente la procedencia de Cagliostro (esto a raíz de un proceso que se había levantado en Francia contra el conde, posiblemente el del fraude del collar de perlas del que luego hablaré), a partir de lo cual este jurisconsulto había establecido el árbol genealógico de Bálsamo relacionándolo efectivamente con el conde de Cagliostro. Goethe tuvo acceso a esta información, quedando convencido de la relación Bálsamo-Cagliostro, al cual decididamente tacha de embaucador y sinvergüenza.
Según esta genealogía, Giuseppe Bálsamo nació en el seno de una muy humilde familia oriunda de Palermo desde generaciones; el apellido Cagliostro procedía efectivamente de un tío de Giuseppe, y este último había dejado en Palermo a su madre viuda y a una hermana en condiciones bastante precarias, lo cual critica con amargura Goethe. El estudio también menciona que de pequeño había estado en un seminario, demostrando gran inteligencia y dotes para la medicina, pero a causa de su mala conducta fue despedido, convirtiéndose en “mago y buscador de tesoros en Palermo”.
Tuvo que huir de Palermo por estafar a un joyero local (escapó de una condena de prisión preventiva), de donde partió a Roma, donde comenzaría su periplo aventurero. Todo esto narra Goethe, el cual visitó en persona a la familia de Giuseppe Bálsamo quedando convencido de lo anteriormente dicho y de la falsedad de Cagliostro. A propósito de este asunto con el joyero, Goethe añade una anécdota que recogió de las mismas fuentes y da por cierta y digna de mención: algún tiempo después de su huida y ya casado, Cagliostro decidió volver a Palermo con su mujer bajo el nombre falso de marqués de Pellegrini. Un enemigo suyo antiguo, Marano, (el mismo joyero al que había timado), le reconoció y le denunció con lo que fue a parar a la cárcel. Sin embargo, la mujer de Cagliostro se había ganado el favor de un príncipe napolitano, de alto linaje e influencia. Este había declarado en público que era el protector de la pareja, así que se indignó cuando vio que encerraban a Cagliostro. Ensayó varios medios para libertarlo pero no dieron resultado, por lo que se presentó en la antecámara de la Audiencia y amenazó al abogado de Marano con darle una gran paliza si no abandonaba el juicio y hacía que pusieran en libertad inmediatamente al reo. El letrado se negó, y el príncipe le cogió por la casaca y empezó a golpearle violentamente, hasta que llegó el presidente y los separó. El abogado y Marano se retractaron, Cagliostro fue liberado y no se guardó ningún registro de lo sucedido ni del porqué de la liberación.
En base a estos hechos, comprobados personalmente por Goethe durante su estancia en Palermo, éste elabora su juicio contra Cagliostro y a partir de esa opinión expresa también su acuerdo con la información que, en esa línea difamatoria, se divulgaría posteriormente desde Roma a toda Europa por parte de la Inquisición.
Otra versión más benévola acerca del origen de Cagliostro afirma que fue hijo de un Gran Maestre de la Orden de Malta (o haber nacido en una insigne familia cristiana que lo abandonó misteriosamente en Malta), tuvo por mentor a un insigne rosacruz llamado Althotas, el cual le inició y le introdujo en los Grandes Misterios y viajó desde temprana edad por Oriente, principalmente Egipto (donde alcanzó la iluminación en un ritual en las Grandes Pirámides), volviendo posteriormente a Europa como Gran Maestro. Evidentemente esta versión niega toda relación del Cagliostro mago e iniciado con el truhán Bálsamo, pero no da suficientes detalles sobre la vida del iniciado para que se pueda elaborar su trayectoria, por lo que continuaré el relato donde lo deja Goethe: con Giuseppe Bálsamo saliendo de Palermo en dirección a Roma.
Lo que acontecería al joven Bálsamo en los siguientes años no está nada claro, aunque parece que hay cierta unanimidad en reconocer que viajó por el Mediterráneo llegando a Egipto y Oriente Medio. No parece razonable pensar que fuera a esos lugares a probar suerte; él mismo sostenía que durante ese viaje iniciático obtuvo la base de conocimiento que le capacitaba para hacer las cosas extraordinarias que se le achacan, sobre todo en el terreno de la alquimia y la medicina; además trajo consigo lo que denominó “Rito Egipcio”, un ceremonial esotérico que impulsó en Europa en el entorno de la francmasonería con la que tuvo estrechos lazos. De aquí provendría también el apelativo o título de “Gran Copto” que Cagliostro se autoimpuso.
Sea como fuere, se ubica a Bálsamo de vuelta en Roma hacia el año 1766; durante este período se le adjudican diversos oficios, todos innobles: desde la falsificación de cuadros o documentos hasta la venta de elixires fraudulentos que él mismo elabora, pasando por casi todo tipo de engañifas que le pudieran reportar beneficio. Y es entonces cuando conoce a la joven de origen humilde Lorenza Feliciani y se casa con ella ya en 1768. Su flamante esposa le acompañaría en adelante en sus viajes, desempeñando un importante papel. Lorenza es conocida principalmente por haberse convertido rápidamente en cómplice perfecto de las estafas de su marido. Y generalmente se admite que su tarea era atraer a ricos ingenuos para lograr su protección o beneficiarse a su costa; es decir, que se la trata más o menos de meretriz voluntariosa en connivencia con Bálsamo.
La pareja decide emprender viaje por la costa mediterránea en busca de mejor suerte en un azaroso peregrinaje, cambiando de identidades según la situación lo requería. Se sabe que llegaron por la costa francesa hasta España, ya que existe el testimonio de alguien que circunstancialmente se encontró con ellos en Aix-en Provence (cerca de Marsella, Francia) en 1770. Este testigo es el famoso aventurero Giacomo Casanova, que, en principio atraído por la fama que estaban creando en el pueblo Bálsamo y Lorenza (ahora se hacía llamar Serafina) debido a sus generosos regalos y limosnas, trató personalmente con ellos, que según decían venían como peregrinos desde Milán a Barcelona. Pero, al parecer, ya entonces disponían de tal riqueza que sus acciones se comentaban en todo el pueblo.
Así cuenta Casanova en su biografía el encuentro, que fue inicialmente (cómo no) con Lorenza:
“Encontré a la peregrina sentada en una silla con aspecto de hallarse exhausta, e interesante por su juventud y belleza singularmente realzadas por un toque de melancolía y un crucifijo de metal amarillo de seis pulgadas de largo que tenía en su mano. Su compañero, que estaba arreglando unas conchas de caracol en su casaca de bayeta negra, no hizo ningún movimiento. Parecía darse cuenta, por las miradas que dirigí a su esposa, de que sólo me interesaba por ella.
-¿Hacia dónde os encamináis, mi hermosa doncella?- le preguntó Casanova.
Y ella le respondió:
-Marchamos por los caminos viviendo de la caridad, el mejor de los medios para obtener la misericordia de Dios, el Dios a quien tan a menudo hemos ofendido. Aunque sólo pido un céntimo por caridad, la gente me da siempre piezas de plata y oro. Y así, al llegar a un pueblo, para no cometer el pecado de perder la confianza en la divina Providencia, nos vemos forzados a distribuir a los pobres todo lo que nos sobra, después de haber subvenido a nuestras sencillas necesidades.”
Casanova también menciona, casi con cierta admiración, las dotes de falsificador de Bálsamo. Si fue estafado por la pareja no llega a confirmarlo, pero sí aclara que volvió a encontrarse con ellos años después en Venecia, esta vez pomposamente disfrazados de aristócratas.
Bálsamo y su esposa continuaron su viaje hacia España, donde recorrieron en breve tiempo varias capitales ejerciendo, siempre según la biografía oficial, sus artes ilegales que tan buenos frutos les iban proporcionando; probablemente pasaron de aquí a Portugal, y desde Lisboa embarcan hacia Inglaterra, llegando a Londres donde se establecerían durante un cierto espacio de tiempo. De esta estancia en la capital inglesa hay información más detallada: aunque no hay opinión unánime, parece ser que por aquel entonces el matrimonio ya se presentaba como conde y condesa de Cagliostro, contando con una considerable riqueza que les procuró una cómoda vida y también les atraería algunos problemas debido a sus alardes de generosidad. En los siguientes años se les sitúa en París, Bruselas, y de nuevo en Londres ya hacia 1776; este período está salpicado de información diversa de fuentes no muy claras (por ejemplo sus vivencias en Londres, documentadas sobre todo por el dudoso Theveneau de Morande) y que en general tratan de fuertes altibajos en la situación económica de los Cagliostro, algún que otro devaneo amoroso con resultados desastrosos (se cuenta un episodio en el que la pareja casi rompe por una clara infidelidad de Lorenza que lleva a su marido a denunciarla, lo que la lleva brevemente a una cárcel parisina), casos judiciales en que se ven temporalmente envueltos (a veces, curiosamente, como víctimas) además de, por otra parte, investigaciones alquímicas de Cagliostro de importancia, contactos con la francmasonería tanto inglesa como continental… en fin, una cada vez más marcada e interesante actividad esotérica del conde de Cagliostro. También se dice que fue en esta época donde éste trató con el conde de Saint Germain, otro misterioso personaje que se menciona difusamente ora como maestro, ora como colaborador de nuestro hombre.
A partir de aquí, se tienen noticias del conde de Cagliostro en diferentes lugares de Europa, unas veces como experimentado alquimista, fabricando oro, joyas y elixires, otras veces como espiritista invocando almas de fallecidos ilustres, en ocasiones como milagroso sanador…cabe señalar que hasta los más tenaces críticos de Cagliostro coinciden en describir buena cantidad de hechos extraordinarios que por entonces se le atribuían, a veces en presencia de muchos testigos o incluso arrastrando verdaderas multitudes en los lugares por donde pasaba. Atendía y curaba gratuitamente a pobres y humildes y a la vez se codeaba con la más alta aristocracia. También, más o menos veladamente, alternaba con logias masónicas de toda Europa. En este sentido, sus seguidores afirman que Cagliostro, como iniciado de primera magnitud, fue reconocido por todas las Ordenes Iniciáticas de su época, que le dispensaron honores sólo reservados a los más elevados. Fue iniciado en el Rito de Emanuel Swedenborg (ilustre erudito y místico sueco), fue amigo de Martínez de Pasqually quien le introdujo en su Orden de los Caballeros Elegidos Cohen, colaboró con Jean-Baptiste Willermoz, y con Louis Claude de Saint Martin (notables estudiosos esoteristas del mismo círculo), fue Gran Maestro del Rito Escocés, y Gran Maestro del Rito de los Filaletes (conocidos ritos masónicos), además de difundir su particular Rito Egipcio en calidad de Gran Copto.
Hacia 1779 se sabe que Cagliostro estuvo en Rusia, aunque la zarina Catalina II decide expulsarle parece que, a su juicio, por la perniciosa influencia que el conde ejercía sobre la aristocracia del país.
Cagliostro decidió volver a Francia, instalándose en la ciudad de Estrasburgo. Allí, casi todos sus biógrafos coinciden en admitir que las demostraciones que hacía de los fenómenos ocultos asombraban a la gente que los presenciaba. Su capacidad llegaba a manifestar objetos que ordinariamente no eran visibles a los espectadores, así como a hacerse visible simultáneamente en dos lugares, según se dice. De hecho, se cuentan cosas tan extraordinarias que los más reacios sólo aciertan a explicar alegando que Cagliostro era un gran hipnotista, utilizando ese poder con la gente. Pero tales demostraciones de poder no sólo tenían lugar ante las masas crédulas e ignorantes. Muchas personas ilustradas y versadas en ciencias también se hallaban presentes en esas ocasiones. Sanó (muchas veces de forma descrita como milagrosa) y alimentó gratuitamente a muchos pobres, acrecentando su fama; también aceptaba a adinerados pacientes, lo que le atrajo poderosas amistades. Fue así como coincidió con el cardenal Luis Eduardo de Rohan, obispo de Estrasburgo, político y hombre muy rico e influyente en Francia. Cagliostro disfrutó durante varios años de la confianza de Rohan, pero esta relación le reportó a la postre bastante infortunio debido al “asunto del collar”, que prácticamente sería el principio del fin del conde.
Merece la pena detenerse un poco en el caso del collar de diamantes, muy destacable porque involucró directamente a la reina de Francia, María Antonieta de Austria. Para calibrar la importancia política que tuvo este escabroso asunto, baste decir que posiblemente fue uno de los detonantes de la Revolución Francesa (el mismo Napoleón Bonaparte así lo afirmaba posteriormente), ya que sin duda encendió vivamente las iras del pueblo francés contra la reina y la propia monarquía. En realidad, nadie ha podido demostrar jamás que Cagliostro estuviera implicado en el caso, pero por alguna razón (tal vez su cercanía en esos momentos a Rohan) se le imputó cierta responsabilidad en los hechos.
En agosto de 1784, unos joyeros denunciaron que Rohan había utilizado el nombre de la reina María Antonieta para adquirir –sin pagarlo– un valiosísimo collar de diamantes. La verdad era que Rohan, que había perdido el favor de la reina María Antonieta, creyó poder reconquistarlo consiguiéndole un collar de diamantes que deseaba la soberana, muy amiga de estos lujos. La joya, sin embargo, desapareció. Parece ser que fue volatilizada por la auténtica culpable de la trama, la condesa Jeanne de Valois, la cual había urdido el engaño para conseguir mucho dinero a costa sobre todo del crédulo cardenal Rohan, el cual puso toda su confianza en ella (que le había prometido adquirir el collar directamente de los joyeros y ofrecérselo a la reina en su nombre). La justicia fue directamente a por Rohan y, de paso, Cagliostro (a éste se le acusó de apoyar el engaño convenciendo a Rohan), los cuales fueron encerrados en la Bastilla y juzgados por el Parlamento de París. Durante el largo y mediático juicio se descubrió que Rohan había adquirido el collar pensando que lo hacía por amor y para la reina: tenía en su poder un montón de cartas de María Antonieta, evidentemente falsas; estaba convencido de que vivía un secreto romance con la reina y de que ésta disfrutaba del collar desde hacía tiempo. El timo de la condesa de Valois fue casi perfecto; incluso debió de tener tiempo de empeñar la joya por partes (según se dice, entre París y Londres) y disfrutar de un impresionante tren de vida antes de ser descubierta. Nunca más se supo (oficialmente) de los diamantes; el Parlamento francés (por otro lado resuelto a desprestigiar a la Corona) tras el juicio, que tuvo gran repercusión tanto dentro como fuera de Francia, acabó absolviendo a Rohan y Cagliostro y condenando a la condesa de Valois a cadena perpetua (escaparía de prisión con una oportuna ayuda huyendo a Londres, donde murió al caer por una ventana, se dice que perseguida por agentes franceses). Un increíble caso de intriga palaciega al que, por ejemplo, el escritor Stephan Zweig dedica un interesante capítulo en su obra biográfica “María Antonieta” narrando al detalle el suceso y mencionando a Cagliostro (al que tacha directamente de estafador) como cómplice en el engaño.
Pero lo cierto es que el asunto del collar le había supuesto a Cagliostro una estancia de nueve meses en la prisión de la Bastilla, una mancha en su reputación (cuando estaba en el cenit de su carrera) que le acompañaría ya por siempre y el destierro, ya que al ser liberado las autoridades francesas le invitaron a irse del país por orden expresa del rey Luis XVI.
Así que, en junio de 1786, Cagliostro partió hacia Inglaterra, donde fue recibido como un mártir de la tiranía. Allí aprovechó para exigir una indemnización desorbitada a la monarquía francesa y publicar su “Carta al pueblo francés”, en la que describía el trato vejatorio que había sufrido en la Bastilla, profetizaba que volvería cuando ésta se hubiera convertido en un paseo público y exhortaba el Parlamento «a convocar los Estados generales y trabajar por la Revolución.
Esta declaración de intenciones incrementó su popularidad, sobre todo entre la masonería europea, aunque también puso en guardia a las monarquías francesa e inglesa, que elaboraron una campaña de desprestigio contra él, sacando a la luz pública toda la información (sobre todo la más difamatoria posible) acerca de sus andanzas a lo largo y ancho de Europa. Cagliostro, atacado y deshonrado, se exilió temporalmente a Suiza (en Basilea aún se conserva el sótano que supuestamente utilizó como laboratorio alquímico para fabricar oro, mantenido en toda regla por el mismísimo Museo Farmacéutico de la ciudad) y más tarde, en mayo de 1789, se establecería definitivamente en Roma. Los hechos no tardarían en darle la razón, ya que en el verano de ese mismo año se convocaron los Estados Generales en Francia, con la posterior toma por el pueblo de la Bastilla, lo que precipitó la Revolución Francesa.
La Iglesia católica seguía desde hacía tiempo los pasos de Cagliostro con gran preocupación, alertada por la fama que iba ganando en todos los estamentos de la sociedad. Pero lo que la impulsó a actuar fue la actitud del conde en Roma. Este, en parte a instancias de sus discípulos y admiradores, decidió instaurar una logia masónica en la ciudad, cosa que estaba penada de muerte por edicto papal para los católicos. Fue arrestado el 27 de septiembre de 1789 por orden del Santo Oficio de la Iglesia de Roma.
El proceso que tuvo lugar a continuación es bastante contradictorio; la Iglesia afirma que se procuró a Cagliostro una defensa justa y que le instaron a declarar sus faltas con la promesa de suavizar su condena, aunque otras fuentes hablan de coacciones y hasta tortura para hacer admitir a Cagliostro las acusaciones. Lo que sí parece cierto es que la Inquisición se valió del testimonio de la condesa Serafina, la esposa de Cagliostro, la cual no dudó en denunciar a su marido, según describe el Santo Oficio, espontáneamente y para “descargar su conciencia”. Este postrero y trágico episodio de la vida de Cagliostro está documentado por parte del tribunal del Santo Oficio en unos manuscritos que, aunque no forman parte estrictamente del juicio (no son las propias actas), sí son una compilación históricamente válida, recogida hacia 1870 para uso del propio tribunal (es conveniente señalar que el Vaticano muy probablemente dispone de manuscritos al respecto de todo esto que serían extraordinariamente reveladores, entre otras cosas toda la literatura, apuntes, etc… que se incautó a Cagliostro cuando fue apresado y que no fue destruida). En base a ello, tenemos que Serafina, aparte de denunciar a su marido “para procurar la salvación de las almas de ambos”, proporcionó al tribunal información detallada de primera mano de las actividades de Cagliostro en diversas épocas y lugares de Europa, como la constitución de logias, reuniones secretas, ceremonias mágicas, rituales espiritistas y otros hechos que se escapaban al entendimiento de la esposa y que vinieron muy bien al Santo Oficio para argumentar la acusación. Algunos investigadores van más allá afirmando que Serafina ya venía delatando a su esposo desde su encierro en la Bastilla, y que fue a instancias de ella por lo que ambos terminaron en Roma, en las mismas fauces de la Inquisición. La cuestión es que, tras el juicio, Serafina acabó recluida en un convento, y Cagliostro condenado por hereje, con pena de muerte que el papa le conmutaría por cadena perpetua. Esto ocurría en abril de 1791; en consecuencia, fue trasladado a una celda del apartado castillo-fortaleza de san Leo donde se le pretendía enterrar en vida.
Allí permanecería por espacio de cuatro años, hasta su muerte el 26 de agosto de 1795, hecho que tampoco está del todo claro ya que existen diferentes teorías en torno a ello: oficialmente, el motivo de la muerte fue una apoplejía, hay quien dice que fue asesinado en su misma celda, tal vez por temor a que escapara; también corrió el rumor de que escapó después de estrangular a un sacerdote que fue a atenderle. Y por último, según H.P. Blavatsky, Cagliostro habría escapado misteriosamente y, gracias a sus milagrosos elixires, habría burlado a la muerte por muchos años más. La verdad es que su cadáver jamás fue encontrado, pese a que cuando los soldados revolucionarios franceses llegaron a San Leo en la campaña contra Italia dirigida por Napoleón no encontraron a Cagliostro en el lugar, certificando su muerte en base al testimonio de sus carceleros.
Aparte de las operaciones delictivas y fraudulentas consabidas, se atribuyen al conde de Cagliostro muchos hechos extraordinarios y sobrenaturales, tales como curaciones de todo tipo, la fabricación de oro y joyas, tintes, elixires y todo tipo de elaboraciones alquímicas, invocación de fantasmas y personas fallecidas, adivinación y don de la profecía, materialización de objetos, telepatía, bilocación…algunos de estos hechos fueron corroborados por testigos objetivos que no pudieron darles explicación. Mientras que nunca renegó de su cristianismo, está constatado que fundó logias en varios países para el desarrollo de su Rito Egipcio; fue muy admirado por la francmasonería europea y las sociedades rosacruces existentes, así como muchos esoteristas posteriores a él, le consideran un maestro rosacruz de primer orden.