Friday, November 16, 2018

Martinismo y el Movimiento Gnóstico


MARTINISMO Y
EL MOVIMIENTO GNÓSTICO








Jules-Stanislas Doinel nació en 1842 en Moulins, en Allier. Doinel surge ligado a este asunto por haber sido un personaje esencial de un movimiento neocátaro que surgió a fines del siglo pasado en Francia. Su carrera de archivista y paleógrafo se inició en los Archives du Cantal, y posteriormente en la Biblioteca de Loiret. Fue en esta última en la que encontró algo que aparentemente cambió su vida: una carta con la firma de un canciller episcopal, de nombre Etienne, que fue quemado en 1022, por herejía.


Tal vez se inicie aquí la historia de la Iglesia Gnóstica, pues fue a través de esta carta que Doinel tuvo conocimiento del grupo sectario del cual Etienne era parte. Se trataba de una secta de popelicanos, de la cual formaban parte hombres y mujeres indistintamente, y que se estableció en la diócesis de Orleáns, en el siglo XI, durante el reinado de Roberto II. Los miembros de esta secta eran dualistas, o sea, creían en la lucha eterna entre las fuerzas del Bien y del Mal.

Las reuniones de la secta tenían lugar en Orleáns.

Doinel descubrió que una mujer eslava había venido de la península itálica para participar en los encuentros, lo que indica que se trataba de alguien importante para los miembros de la secta. Posiblemente, la mujer sería una bogomila, un nombre por el cual son conocidos los cátaros eslavos. Doinel logró obtener varias informaciones sobre lo que sucedía en las reuniones de los popelicanos, posiblemente leyendo los documentos relacionados con el proceso del hereje Etienne.

Las reuniones comenzaban con todos los participantes entonando letanías con un cirio encendido en la mano.

Doinel se afilió a diversas Órdenes ocultistas con la intención de obtener informaciones y respuestas a sus preguntas y percibió que las personas que tenían una espiritualidad más avanzada participaban secretamente de las sesiones del espiritismo kardeciano.

Comenzó entonces a frecuentar el kardecismo y quedó muy sorprendido, cuando vio figuras conocidas del ocultismo participando de las llamadas "mesas parlantes". Comienza entonces a dedicarse a su desarrollo mediumnímico, siempre con el objetivo de obtener respuestas para su intrigante manuscrito.

Fue allí que, en una determinada sesión, en presencia de varios espíritas conocidísimos siete Entidades espirituales se manifestaron en la sesión.

Uno de ellos se incorporó en Jules Doinel y los otros seis se materializaron ante todos los presentes.

¡Era la respuesta que Doinel buscaba! Se trataba de los mártires cátaros que fueron quemados en la hoguera de la inquisición, y que se habían manifestado aquel día para consagrar a Jules Doinel como Obispo Gnóstico y otorgarle la misión de restaurar la Iglesia Gnóstica en el mundo.

Doinel, sintiéndose extremamente realizado, se volvió hacia los grupos ocultistas en los cuales participaba, y con el aval de los altos dignatarios de las Órdenes más respetadas de Francia, y que otrora presenciaran secretamente el fenómeno, instituyó la Iglesia Gnóstica.

Luego enseguida Doinel hizo una alianza con Papus - Gran Maestro y uno de los miembros fundadores de la Orden Martinista, consagrándolo como Obispo. Papus en retribución, y sintiendo la fuerza de la Iniciación recibida de Doinel, decretó que la Iglesia Gnóstica sería la Iglesia oficial de los Martinistas.

No demoró mucho para que la Iglesia creciera. Personas de varias partes del mundo venían a ver que era aquello que todos llamaban "la nueva revelación."

Pasaron los años; Doinel, extremadamente inestable y asustado con el crecimiento de la Iglesia, y como tenía una formación católica, se vio en un dilema entre la fe y la razón, y guiado por la fe, se arrepintió de su obra, renunciando al patriarcado de la Iglesia y nombrando al Obispo Jean Bricaud como nuevo patriarca.

Jean Bricaud, ahora patriarca, transformó la Iglesia Gnóstica en una organización sólida, tan sólida que recibió la sucesión apostólica original de un Obispo ortodoxo (de la Iglesia Siro-Jacobita), que se había convertido al Gnosticismo.

Así, la Iglesia Gnóstica, además de su sucesión cátara, ahora poseía la sucesión apostólica, lo que la colocaría en una posición confortable con respecto a Roma.

La grandeza de la Iglesia Gnóstica, ahora reconocida por Roma provocó un enorme arrepentimiento en Jules Doinel, que se sintió traidor a su misión. Pidió un encuentro con Jean Bricaud para volver a la Iglesia. En ese encuentro, Jean Bricaud, hizo reunir a todo el sínodo para testimoniar la conversión, en donde Doinel, después de explicar su situación a Bricaud, insistió en ser recibido de vuelta a la Iglesia Gnóstica como Patriarca.

Bricaud, le explicó a Doinel las razones legales y espirituales para rehusar la oferta. Entonces, por decisión del Sínodo de la Iglesia, Doinel regresó, no como patriarca, sino como Obispo. Era la primera vez en la historia que un patriarca vivo regresaba a la condición de Obispo.

En su lecho de muerte había un crucifijo y una medalla de Abraxas (divinidad Gnóstica). Su vida, rodeada de excentricidades, fue marcada por la soledad y por el arrepentimiento. Sus últimas palabras fueron de agradecimiento a los mártires cátaros. Algunos testigos documentaron que al último suspiro de Doinel, una nube blanca llenó el aposento y, en presencia de todos, Doinel apareció de pie, en forma etérea encima de su cuerpo que estaba echado sobre la cama, con una corona y un cetro patriarcal, y a su lado, tres ancianos lo escoltaban en dirección a los cielos.

Originalmente, la Iglesia Gnóstica recibió una doctrina esencialmente cátara, dando énfasis a la pureza y a la castidad. Tenía apenas 4 grados: Acólito,

Diácono, Sacerdote y Obispo.

Este era el modelo original, creado por Jules Doinel y que todavía existe en algunas organizaciones.

Posteriormente, el Patriarca Jean Bricaud añadió 4 grados: Tonsurado (o Clérigo), Lector, Exorcista y Subdiácono, formando 8 grados. Así comenzaba dentro de la Iglesia Gnóstica un camino operativo, convirtiéndola en una Orden Iniciática, diferente de la propuesta por Doinel, que seguía la vía de la contemplación.

La doctrina predicada por Jean Bricaud tenía por base el catarismo, pero con fuertes influencias masónicas y ocultistas.

Esa doctrina duró algunos años, hasta que Jean Bricaud introdujo elementos del cristianismo ortodoxo en la Iglesia, llegando hasta a consagrar algunos Archimandritas, que caracterizaba a los cleros blanco (sin celibato) y negro (célibe) de la Iglesia Ortodoxa.

La doctrina ortodoxa fue luego retirada de la Iglesia, pues Jean Bricaud sintió que se estaba apartando de los orígenes de Doinel, dejando solamente las influencias Masónicas y ocultistas. 

Con la rápida expansión de la Iglesia y, debido a la autoridad e independencia de los Obispos, la Iglesia Gnóstica gana cada vez más ramificaciones.

Así, existen varias ramas de la Iglesia Gnóstica, que reciben los nombres de sus idealizadores:

  • - La rama de Jules Doinel
  • - La rama de Jean Bricaud
  • - La rama de Aleister Crowley
  • - La rama de Krumm Heller
  • - La rama de Samael Aum Weor
  • - La rama Lucien Jean Maine.
Estas ramas citadas son las más antiguas y conocidas, pero existen decenas de otros linajes.


Algunas de estas Escuelas practican una Gnosis más pura, basada en las culturas precristianas, con fuerte influencia oriental.

Otras Escuelas practican una Gnosis con fuertes influencias judeo-cristiano-islámicas.

Existe también una tercera manifestación de la Gnosis, basada en las enseñanzas de Carl Gustav Jung. Esta Escuela basa su Gnosis en la psicología, dando énfasis a la interpretación de las reacciones psicológicas del hombre y su relación con el universo. En esa rama no existe clero ni sistema de grados, siendo apenas una metodología de trabajo interior.

Un punto en común a todas estas Escuelas es la Gran Virgen de la Gnosis, Sofía, que es de hecho la gran manifestación egregórica de la Gnosis.

Representa la base de la doctrina y es la madre de todas las organizaciones Gnósticas, inspirando la Iglesia de lo invisible. Debajo de ella está San Miguel Arcángel (o Mikael), que es el guardián de la Iglesia, actuando de forma disciplinada. Su influencia se extiende tanto a los clérigos como a los fieles de la Iglesia Gnóstica.

Y completando la Trinidad de comando espiritual de la Iglesia está el Maestro Desconocido, un Ser Espiritual que comanda la Iglesia como un Patriarca invisible, siendo el responsable de la administración y transmisión de la Gnosis en el mundo.



A LA GLORIA DE LOS GRANDES SERES DE EL MARTINISMO EN EL MUNDO...

QUE SUS LÁMPARAS DE LOS MISTERIOS MAYORES NOS ACOMPAÑEN
HASTA EL FIN DE LOS FINES
EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA AMADA MANSIÓN DE LA LUZ ETERNA


Portal Martinista del Guajiro



Hermano Recién Iniciado - Joseph Marie Ragon


Joseph Marie Ragon

J. M. Ragon

Curso Filosófico de las
Iniciaciones Antiguas y Modernas


Hermano Recién Iniciado

Grande sería la sorpresa del que, hallándose sumergido en profundo sueño, fuera transportado a un lugar del que no tuviera idea alguna; pero más debe sorprendernos y pasmarnos todo cuanto ven ahora vuestros ojos, despertando en vos la necesidad de hacer múltiples preguntas, porque verdaderamente es aquí en donde tenéis ojos sin ver y oídos sin oír.

De seguro desearéis preguntarnos: ¿de dónde vienen los masones y qué es lo que hacen?.

Si yo quisiese seguir la serie de ideas que las ceremonias de vuestra recepción han debido despertar en vuestro espíritu, debería examinar con vos la naturaleza de la Orden en que acabáis de ingresar y explicaros los deberes que tenéis que cumplir; debería deciros, por ejemplo, que la Masonería es una asociación subsistente desde hace muchísimos siglos, que ha sido reconocida como el santuario de las buenas costumbres, el asilo de la inocencia, la escuela de la sabiduría y el templo de la filantropía; debería hacer que supieseis que todos nosotros abandonamos a la puerta de este templo los pomposos títulos con que nos ha decorado la sociedad civil; que aquí el equitativo nivel convierte a cada individuo en lo que verdaderamente es, y que cada uno de nosotros ve un igual en su hermano.

Debería deciros también que el verdadero masón practica eminentemente la beneficencia, esa virtud tan consoladora de los desgraciados, que inspira confianza y hace que conciliemos la dignidad y el rango con la afabilidad y la bondad.

Debería deciros que el masón, amigo de todos los hombres y padre de los desventurados, sabe arrancar de las garras de la desesperación a los indigentes por medio de cuidados y socorros secretos; que las obligaciones que él contrae tienden a procurar la felicidad de la humanidad; que no vive sino para ser útil al género humano, y que los inalterables principios de la Orden devuelven la paz a los más inquietos espíritus y hacen que desaparezcan esos momentos de humor o de capricho que turban a menudo a las sociedades del mundo profano. Pero no abarca el plan de esta instrucción el tratar de estos objetos, pues mi propósito consiste en fijar vuestras ideas acerca de las ceremonias de nuestra iniciación.

Todas las asociaciones fundamentales en los misterios, es decir, en los secretos desconocidos por el vulgo, han tenido iniciaciones e iniciados.

Pero, así como no hay ninguna sociedad particular en el mundo que no debe ceder la preeminencia a la Francmasonería, así también esta última se distingue de las otras por sus ceremonias y por la naturaleza de sus pruebas.

Para convenceros de lo que digo podría ya recurrir a los anales de la historia de los diversos misterios de la antigüedad; pero, como este examen os llevaría ahora demasiado lejos, yo deseo, no obstante, demostraros lo que os adelanto sobre la diferencia de las pruebas; voy a hacer un esbozo de los de Eleusis y de las ceremonias de iniciación celebradas en sus misterios.

No voy a hacer que vuestra imaginación recorra los nueve días de preparaciones a que eran sometidos los iniciados, ni a describir ahora la multitud de actores, ni las pompas y orden de las ceremonias, ni el tumulto inseparable de su verificación, ni los himnos, ni las danzas, ni las repetidas invocaciones a Inaco, ni los símbolos solemnes que se levantaban al aire, ni los ramilletes místicos, ni el son de las liras, ni el rumor de los instrumentos de bronce, ni esas graves pausas que se emplean para los sacrificios.

No trataré tampoco de la precipitación con que se atravesaba el puente del Cefiso, ni de la majestad de los monumentos construidos a lo largo de la vía sacra, ni, en una palabra, de la multitud de medios que se empleaban en las ceremonias preparatorias para seducir y encantar al vulgo, pues voy a transportaros al último día de las pruebas y a describir las que precedían inmediatamente a la iniciación.

Imaginaos que el candidato se encuentra completamente a solas en el lugar preparado para recibirlo.

Se halla tendido sobre una piel de animal salvaje.

Ante sí tiene un vaso de ciceón, licor empleado en los misterios eleusinos. Espanto le produce la soledad en que se encuentra. En vano recuerda que ha aparecido en las orillas del torrente consagrado a las nueve musas, que ha sido purificado por el Agua, en las riberas místicas del divino Ilysos, que ha inmolado al animal consagrado y asentado el pie izquierdo sobre las pieles de las víctimas inmoladas a Júpiter Melequio, que ha ayunado, que ha prometido comenzar una vida nueva, que ha cumplido con resignación todo cuanto se le ha exigido. Guiado por la curiosidad, exasperado por al espera, animado por la firmeza que demostrara en las pruebas a que fue sometido, y temiendo, sin embargo, que tenga que pasar por otras más serias que pudieran exceder a sus fuerzas, flota entre la esperanza y el temor; siente que su corazón desfallece entre los sentimientos contrarios que le agitan. Sin embargo, no quiere abatirse y, para reconfortarse, bebe algunos sorbos de ciceón: su cabeza no tarda en turbarse, y ve espectros que desaparecen en cuanto intenta tocarlos. Se halla rodeado de escenas de física espantosa. Lleno de terror al no ser dueño ya de sus sentidos, esconde el rostro en tierra para substraerse al espectáculo que le horroriza; pero entonces, se hunde el suelo en que se apoya; el rayo estalla estrepitosamente, y el aspirante cae al fondo de un abismo iluminado por los reflejos de las llamas que desde lejos aparentan un mar de fuego.

Háyase en una gruta repugnante, erizada de puntas de hierro. Por todas partes ve horrores y peligros.

Apenas puede sostenerse en pie. No ve, ni oye nada; un sudor frío le brota del cuerpo, y cree que ha llegado su última hora.

Ministros implacables disfrazados de lares le flagelan y hacen volver al sentimiento de la vida por el de las torturas; un espectro le ase de los cabellos y le deposita en la cima de una roca rodeada de un océano de llamas; el aspirante grita desesperadamente sobre la escarpada cumbre; se desliza; cree que rueda en un brasero vasto y ardiente; cruza por nubes inflamadas, y cae a un estanque de donde le extraen los sacerdotes y en el que se dice que muchos iniciados perdieron la vida a consecuencia del espanto. Allí, se le confía a los cuidados de una sacerdotisa de Ceres. Anúnciesele que debe atravesar el imperio de Plutón, pasando por los sombríos bosques que el negro Cocito rodea con sus ondas; pero que, si quiere retornar, ha de buscar en las espesuras de un bosque un árbol frondoso, del que ha de arrancar una rama de oro, sin la cual no podrá llegar al Tártaro.

El desventurado candidato avanza recelosa y silenciosamente.

Ve el bosque, cuyo terrible espesor le espanta, y piensa como podrá internarse en esta profundidad y encontrar en ella loa rama brillante. En el mismo instante, una paloma cruza por los aires, se eleva por encima de los abismos del Averno, planea lentamente y se posa en el árbol preciado. El resplandor del oro brilla a través de la obscuridad, el iniciado redobla sus esfuerzos, llega al pie del árbol y coge la rama.

Advierte el fulgor de un pálido crepúsculo; la tierra tiembla y se conmueve; el eco repite los alaridos de espanto de los animales. Todo anuncia la aproximación de la divinidad.

No tarda el aspirante en atravesar la profunda obscuridad y los desiertos de Plutó habitados por espectros, a los cuales quiere atacar y combatir, pero la sacerdotisa se opone Por fin llega al rio, a cuya orilla se encuentra el barquero de los infiernos El negro Caronte se aproxima a la orilla al ver la rama de oro, y recibe en su barca al nuevo amigo de los dioses, transportándole con su guía a la ribera opuesta El iniciado se acerca al palacio de Plutón, en donde cuelga la rama sagrada a la entrada de la tenebrosa morada No tarda en ver el Elíseo, cuya contemplación le encanta.

Sus ojos fatigados por una luenga obscuridad y por los objetos que han visto, descansan deliciosamente en el encantador espectáculo de la morada de los sabios y de los dioses Después de recorrer estas regiones fantásticas, llega a una puerta de marfil hasta el templo de la diosa Es admitido, y se encuentra en una sala mística de enorme magnitud profusamente iluminada.

La luz surge, al parecer, de una figura alta e imponente que, suspendida en el centro del templo, representa a la Naturaleza Los sacerdotes están colocados en orden; el hierofante situado en un elevado trono separa con una varita de oro el velo suspendido entre el santuario y la multitud La pompa deslumbradora hiere la vista de los iniciados La estatua de la Naturaleza se mueve y parece que sabe que sus adoradores se sienten felices al ver lo que ella presenta ante sus ojos La procesión en honor de la diosa se realiza, y los misterios se dan por terminados.

Hermano recién iniciado, acabáis de conocer las numerosas pruebas a que eran sometidos los iniciados en los misterios antiguos antes de que llegaran al término de sus votos Los nueve días eran apenas suficientes para conducir al iniciado al templo, cuando vos lo habéis sido en una hora de pruebas ¿Tenía el iniciado eleusino una recompensa más lisonjera acaso que la que acabáis vos de obtener?.

Sin duda que no; él era admitido en un templo dedicado a la Naturaleza, como vos lo habéis sido en un templo decorado con los mismos atributos y erigido a la gloria del Gran Arquitecto del Universo El orden que se hallaba representado y que se observa en aquél indicaba la ley natural, que los iniciados consideraban como la única y verdadera religión que podía placer a la Divinidad a quien honraban, puesto que ella tiene por objeto la caridad, es decir, el amor a los semejantes Vos no habéis atravesado un bosque de sombras, como el iniciado de Menfis; ni habéis encontrado repugnantes monstruos; ni habéis corrido peligro alguno, pues han bastado unos instantes de permanencia en la cámara de reflexiones, algunos pasos vacilantes, algunos viajes mas o menos difíciles y algunas ligeras molestias para procuraros la inapreciable ventaja de ser admitido en el templo de la verdad y de la virtud.

Sin duda esperaréis ahora que os explique algo acerca de los diversos puntos de vuestra recepción Por lo que voy a deciros podréis daros cuenta del objeto de nuestra Orden y de sus alegorías, las cuales fueron imaginadas con tal arte que, sea cual fuere el punto de vista desde que se consideren, siempre tienen aplicación a la felicidad humana Nuestros elocuentes oradores os harán saber en sesiones próximas que la Masonería es la verdadera interpretación del libro de la Naturaleza; que relata fenómenos físicos y astronómicos; que enseña la más pura de las filosofías; que de ella proceden las fábulas de todos los cultos y, en fin, que es el refugio en que se ha albergado la verdad De suerte que podréis distinguir en todos los grados tres cosas: la imagen de los tiempos antiguos, el cuadro de las causas que actúan en el universo y el libro en que se halla inscrita la moral de todos los pueblos, así como el código por que deben regirse para ser felices.

El grado que acabáis de recibir, enteramente consagrado a las pruebas físicas, era para los antiguos un símbolo del comienzo del año o de la primavera, durante la cual el sol crece, adquiere fuerzas y pasa la línea que separa a los signos inferiores de los superiores En lo moral, era el emblema de la infancia o de la primavera de la vida, la cual se representaba por medio de la piedra bruta, susceptible de tomar todas las formas obedeciendo a la mano hábil del artista En nuestros tiempos este grado es más interesante todavía al presentarnos una imagen simbólica del principio de las sociedades humanas En efecto, los primeros hombres no tenían al principio lenguaje propiamente dicho.

He aquí el por qué de que el aprendiz no deba hablar en Logia En efecto, ¿qué tendría él que decir? ¿Podría enseñar? No, porque no sabe nada.

¿Podría preguntar? ¿Sobre qué, si ignora lo que se trata en el taller? Antes es menester que oiga y vea Luego llega a ser Compañero, y puede interrogar fructíferamente a los Maestros.

La idea de ayudarse mutuamente se ha ido despertando a medida que los hombres se multiplicaban; porque entonces tuvieron que adoptar signos para poder entenderse; signos que al aumentar el número de las ideas, fue preciso substituir en seguida por la expresión articulada de las palabras, dando a éstas una fijeza y significación constante; en fin, tuvieron que ir formando sucesivamente una especie de lenguaje Cuanto más se han multiplicado los hombres, más han aumentado sus necesidades y han debido perfeccionar su lenguaje.

Pero, ¿en dónde podremos encontrar los vestigios de estos primeros elementos de no ser en la Masonería, a la que considero como un punto central del desarrollo de las facultades intelectuales humanas?.

En efecto, ¿en dónde podríamos encontrar una relación más directa entre estas observaciones y las prácticas de nuestros misterios? El recipiendario es presentado en la Logia con los ojos cubiertos con una venda gruesa; estas tinieblas del cuerpo simbolizan las del alma Es despojado de sus metales y de parte de sus vestidos, porque nuestras costumbres no admiten la desnudez El candidato figura en este estado el hombre de la Naturaleza Cuando es iniciado recibe inmediatamente un vestido denominado decoración, para recordar al neófito que pertenece a la civilización, y que ésta debe su origen y progresos a los misterios antiguos.

Inmediatamente después, se le enseña a hacerse comprender de sus hermanos, al principio por medio de signos y toques, primer grado del entendimiento humano; luego, se le deletrea la primera palabra que se le comunica para enseñarle el mecanismo de los idiomas y el segundo grado de nuestra inteligencia Esta primera palabra significa iniciación, comienzo; recibe el nombre de sagrado, con esta interpretación: La sabiduría está en Dios, para dar a entender que la SABIDURÍA debe ser la base de todo lazo social, de toda religión, como la Masonería es origen y manadero de todas las virtudes sociales.

La segunda palabra, denominada palabra de paso, se pronuncia silabeando, para simbolizar el tercer grado de nuestro perfeccionamiento y el primer punto de partida hacia la instrucción y el estudio.

Esta palabra misteriosa no es otra que el nombre de quien inventó el arte de trabajar los metales, según se dice Por este indicio es fácil de reconocer la época de nacimiento de las artes.

Más tarde, descubriréis otra interpretación.

Las pruebas y los viajes del aprendiz siguen siendo, como antaño, el emblema de la vida del hombre, el cual entra débil y desnudo en una ruta llena de escollos y de peligros La ignorancia de la niñez, la fogosidad de la juventud, las turbulencias e inquietudes de la edad madura y las enfermedades de la vejez, son los males que le aguardan, cuyo pesado fardo sólo podrá soportar con ayuda de la filosofía ¿Qué llegaría a ser de él sin el auxilio de sus hermanos, cuando nace indefenso en esta tierra dolorosa?.

Las purificaciones realizadas en los viajes recuerdan que el hombre no es nunca bastante puro para entrar en el templo de la filosofía Esta es la causa de que la iniciación fuera considerada como sacramento.

Hermano recién iniciado, el amargor del brebaje que os han entregado simboliza los dolores de la vida y los obstáculos que preceden a la iniciación y al descubrimiento de la verdad ¡Ojalá sea para vos un brebaje del Leteo o de olvido de las falsas máximas que os hayan enseñado los profanos!.

El segundo brebaje es puro y dulce ¡Ojalá sea brebaje de Mnemosina o de recuerdo de las lecciones de sabiduría que habéis de recibir!.

Os hemos hablado de la sangría y de la aplicación de una marca indeleble; estas cosas no son ya entre nosotros más que simulacros; pero existían realmente en los misterios de la antigüedad.

Durante las pruebas se os ha ofrecido, como en la iniciación antigua, la oportunidad de retiraros o de proseguir; vuestra valerosa persistencia ha hecho que se os admita para prestar el primer juramento que os ha de ligar para siempre con la sociedad en que ingresáis No se trata de un juramento vulgar, como los que se hacen en el mundo profano, sino de uno antiguo y sagrado, que se pronuncia sin violencia Sus expresiones son enérgicas, porque quien lo presta, teniendo los ojos tapados todavía con una venda, está a punto de pasar de la barbarie a la civilización En los misterios antiguos se impresionaba de ese modo al iniciado, para que tomase la resolución de observar fielmente su juramento, por temor a los suplicios.

Alcibíades fue desterrado por haber faltado a su juramento al revelar los misterios de Ceres, y poco faltó para que perdiera la vida.

Luciano dice por boca de un iniciado: “¿Quién sabría guardar el secreto mejor que yo, que soy iniciado?”.

Cuando llega el momento de la iniciación, una luz rápida hiere la vista del iniciado; esta luz completa la alegoría El hombre entrevé la luz sagrada de la filosofía, después de haber triunfado de las pasiones; entonces es cuando debe asirse a ella, porque bastaría un solo momento de olvido o de error para que la perdiera de vista, para que llegase a la vejez sin haber podido conseguir su propósito, y arrastrado de ilusión en ilusión descendiente a la tumba, antes de haber dado un solo paso en el sendero de la razón.

Ya os dije antes que la Masonería guarda correspondencia perfecta con una revolución solar, y, por consiguiente, con las estaciones, cuyo número indica el origen oriental de nuestras alegorías Si éstas hubiesen nacido en el norte o en el occidente, en Roma o en Grecia, hubieran presentado el emblema de las cuatro estaciones con las que se ha relacionado las cuatro épocas de la vida Por lo contrario, las estaciones no eran más que tres en número, en Oriente y en los tiempos antiguo.

El Apolo griego, símbolo del sol primaveral, tenía a veces cuatro orejas, y Jano poseía cuatro rostros; en cambio, la triple estatua de Apolo oriental no estaba rodeada más que de tres atributos: una lira, un grifo y flechas El trípode de Delfos estaba consagrado a este Dios.

Al cual seguían las nueve musas, o mejor dicho, los nueve genios, las lunas de cada mes, a las que se añadieron las Gracias para completar el año.

Habéis recorrido un período solar, siguiendo el ejemplo de los iniciados de la antigüedad En efecto, la cámara de reflexiones en que habéis sido encerrado durante unos momentos para que hicierais vuestro testamento, preparación a la muerte, es la primera prueba, la de la tierra Esta caverna representaba entre los antiguos el desorden de la Naturaleza y de sus elementos El genio de la destrucción impera en este sombrío lugar, imagen del solsticio de invierno, esa terrible época del año en que Tifón (o la Obscuridad) parece encadenar al dios de la luz y retenerlo cautivo en el seno de los elementos confundidos La Naturaleza se halla anonadada, y el dios vencido parece que va a sucumbir Sin embargo, adquiere nueva vida, se levanta, desarrolla sus fuerzas, y, cerniéndose en el cielo, seca con sus benéficos rayos a la tierra inundada; en esto consiste su primer viaje, que termina el 25 de enero, viaje en que reconoceréis, sin duda, la segunda prueba, o sea, la del agua De esta suerte es como Apolo mató con sus flechas a la serpiente Pitón, y acabó Hércules, el dios sol, con la Hidra Lernea.

Durante el segundo viaje del sol, la suave influencia de sus rayos calma la agitación de los vientos Esta es la tercera prueba, la del aire El sol que ya camina más libremente y casi ha triunfado de sus enemigos en su tercer viaje, que comprende desde el 25 de febrero al 25 de marzo, esparce por la naturaleza revivida su calor vivificador, y tal es la cuarta prueba, la del fuego Ya veis, hermano mío, que habéis sido purificado por medio de los cuatro elementos venerados por los antiguos.

La cámara de reflexiones os debe haber parecido tristemente amueblada En sus muros hay sentencias morales para hacer sabedor al candidato de que una recepción masónica es un acto serio, por lo cual debe pensar en las consecuencias del compromiso que va a contraer y prepararse para meditar.

Si hubierais sido educado de forma que ignoraseis la existencia de todos los cultos, y os encontraseis al llegar a este mundo con que debíais elegir entre sus numerosas religiones, tendríais que estudiar y comparar, y no es decidiríais por lo mejor hasta después de haberlo meditado mucho Pues bien, la iniciación masónica tiene, si cabe, mayor importancia todavía En esa cámara en que el recipiendario contempla la imagen de la muerte, quizás os hayáis preguntado: ¿Han puesto esto para infundir miedo y espanto a los hombres tímidos o sorprendidos? No está de acuerdo esa intención con el carácter serio de los masones, quienes no consentirían que una mistificación fuese el primer acto de la recepción de quien desean admitir en sus filas de amigos Sin duda habréis pensado que se pretendía dar al recipiendario una hermosa lección acerca del carácter temporal de las cosas de este mundo Y quizás no hubierais llegado a tener una idea tan prudente, si no os hubierais estado en ese recinto silencioso, en ese diminuto, augusto y religioso templo.

Un papel que os entregan, en el que hay tres preguntas a las que debéis responder, os saca de la meditación preparatoria para lanzaros a otra más grave Al ver impresas las preguntas habréis pensado que son meras fórmulas que se presentan a todos los recipiendarios, y no les hayáis prestado la atención merecida.

¿Os ha parecido que estaba lógicamente expresada la primera pregunta?: ¿QUÉ DEBE EL HOMBRE A DIOS? ¿No supone otras preguntas previas, como por ejemplo, la que se encuentra en la cabeza de todos los catecismos cristianos, sobre la cual no supo que responder en el siglo XVII un célebre moralista teológico, que debió a esta indecisión el principio de su fama?.

Los términos de esta pregunta parecen claros, pero en cuanto se quiere comprender con precisión su significado, empiezan las dificultades ¿Es que no se quiera más que una definición? Si lo que se busca es únicamente esta definición, es de temer que uno no choque con las ideas de alguien, y que se fabrique un código ideal para único uso propio, que sería inaplicable a la sociedad, con la que hay que mantenerse en cierta armonía.

El deber del hombre para con Dios ha de variar según los individuos; será suave o rígido, de temor o de amor, de hijo o de esclavo El culto que se rinde a Dios podrá ser alegre o triste, cruel o humano, de gratitud o de expiación, externo o sobrecargado de ceremonias, o interno y sentimental, según la idea que se tenga del GRAN SER Admitiremos en esto la gran sabiduría y la prudencia de quienes concibieron el plan de la Masonería Ellos conocían todas las variedades de opiniones y de doctrinas; se llamaron masones; dijeron que construían un templo a la verdad y a la virtud y dieron el nombre de Gran Arquitecto del Universo al ser a quien todas las cosas deben la existencia En efecto, consideremos el universo como templo, ¿puede existir una arquitectura más bella? La sabiduría y la fuerza sostienen el edificio, al mismo tiempo que el orden y la armonía constituyen su ornato y belleza y también su trascendente finalidad.

Al presentar una fórmula general en la que no existe más cosa positiva que el punto admitido por todo el mundo, la Masonería deja que cada cual añada todos los artículos que quiera agregar para completar su creencia, como dominio inviolable y sacro Si esta idea no logra hacer que triunfe la paz entre los hombres, ¿quién podrá imponerla?.

Pasemos a la segunda pregunta: ¿QUÉ DEBERES TIENE EL HOMBRE PARA CONSIGO MISMO? ¿Expresan estas palabras lo que se ha querido decir por medio de ellas? Yo creo que no Aquí no se habla más que del hombre considerado aisladamente Ahora bien, ¿qué deberes tendría para consigo el hombre que estuviera solo? Ninguno Esta es la respuesta más adecuada, puesto que el hombre no puede ser a un mismo tiempo su acreedor y su deudor.

Quizás se nos diga que el hombre tiene el deber de conservarse En este caso, es preciso admitir también que los animales y las plantas tienen del mismo modo deberes para consigo mismos, puesto que tratan también de conservarse No; el hombre debe anteponer a este deber el de no deshonrar su ser, así como el de guiarse por el honor, la instrucción y el estudio; añadamos a esto que no debe decir ni hacer nada que sea imprudente o haya sido dictado por la pasión.

Tercera pregunta: ¿QUÉ DEBERES TIENE EL HOMBRE PARA CON SUS SEMEJANTES? Esta pregunta es justa, exacta y de gran interés social El hombre tiene para con sus semejantes los mismos deberes que cree que estos tienen para con él, no deseando para ellos otra cosa que lo que para sí mismo desee.

Esta reciprocidad de derechos y de deberes constituye el lazo unitivo de la sociedad; de suerte que, si lo deshiciéramos, la sociedad dejaría de existir.

El templo de los masones simboliza el Universo; su bóveda azul es la imagen de un cielo estrellado, como en otro tiempo lo fuera la de los templos cristianos El templo masónico debe estar orientado como éstos; se entra en él por occidente; la luz se encuentra en el Oriente; los Maestros se colocan al Sur, y el Aprendiz ocupa el Norte, o sea, la parte menos iluminada Supónese que este templo se erigió en el día en que el sol entra en el primer signo de la primavera Contemplemos, con los sabios de Egipto, esa hermosa obra del supremo Arquitecto de que ha dicho un célebre poeta: “Ese inmenso océano azul y luminoso, esos astros sacados de la nada, formados sin materia, redondeados sin compás, suspendidos sin pivote, apenas han costado la pronunciación de una única palabra”.

Los siete peldaños del templo recuerdan el domicilio de los siete planetas.

El fondo del templo, elevado algunos peldaños, tiene en su centro semicircular una imagen del sol.

Sobre las dos columnas situadas en la extremidad interior hay granadas Estas columnas, cuya interpretación damos en otra parte, miden dieciocho codos de altura, y doce de circunferencia y de base Los capiteles miden cinco codos Total, cuarenta y siete; número igual que el de las constelaciones y de los signos del Zodíaco, es decir, del mundo celeste.

Los nombres de los tres pilares en que se apoyan misteriosamente nuestros templos son Sabiduría (para inventar), Fuerza (para dirigir) y Belleza (para ornamentar).

Los egipcios introdujeron en su iniciación una imagen de su gobierno político, el cual, según Plutarco, se apoyaba en dos columnas principales, o sea en la sabiduría de los sacerdotes y en la fuerza de los guerreros Estas dos virtudes se establecieron como bases primeras de la iniciación, cuyo origen se creía que procedía de Dios.

Los egipcios daban a la armonía el nombre de belleza, Jophis, de donde han tomado los griegos el nombre de Sophia, dado a la sabiduría La armonía era la imagen del orden, de ese feliz acuerdo, de esa concordancia perfecta, de esa reunión de relaciones y de proporciones que constituyen el orden, la armonía y lo verdaderamente bello.

De suerte que los egipcios hacían que de estos dos primeros atributos distintivos de la divinidad, surgiese el orden general del universo; atributos que, encarnados en dos clases de ciudadanos —los sabios y los guerreros— producían y mantenían el orden general del Estado Esto quería significar también que la sabiduría carente de vigor es impotente, y que la fuerza sin sabiduría no es más que anarquía.

Además recordaba perpetuamente a las dos grandes columnas de la sociedad civil que dependían la una de la otra Lo mismo simbolizan las dos columnas de nuestros templos Los que acusan a los misterios, dice Balage, no deben haber sabido encontrar en ellos esta sublime lección.

La Logia está iluminada por tres luces, porque el sol no recorre más que tres puntos del horizonte.

Los tres candelabros, cada uno de los cuales tiene tres luces, simbolizan las nueve esferas, en las que están comprendidos el cielo de los numerosos astros fijos y la tierra.

Al juntar los pies para dar cada uno de los tres pasos se forma un ángulo recto, con lo que se quiere dar a entender que quien desee llegar a la ciencia y a la virtud, ha de ir apoyado en la rectitud.

La batería de este grado consiste en tres golpes Los dos golpes dados precipitadamente indican el celo del masón; y el golpe lento, su perseverancia en el bien.

El aprendiz tiene tres años de edad, porque los aspirantes a los antiguos misterios no eran admitidos hasta después de transcurrido este lapso.

El brazo desnudo y la parte izquierda del pecho al descubierto indican que el masón dedica su brazo a la institución, y su corazón, a sus hermanos.

La punta del compás colocada sobre el pecho desnudo, asiento de la consciencia, debe recordarle su vida pasada, durante la cual sus pasos e ideas no han sido guiados por este símbolo de exactitud que desde ahora debe regular sus pensamientos y obras.

El Compás es, también, un símbolo de las relaciones del masón con sus hermanos y con los demás hombres Una de sus ramas, la fija, tiene un punto central, en torno del cual puede describir la otra con sólo variar la abertura, innumerables círculos, símbolos de nuestras Logias y de la Masonería, cuya extensión puede ser indefinida.

El pie en la chancleta es una muestra de respeto.

El signo es la apariencia externa de la idea El que se da al neófito le recuerda uno de los puntos de su obligación Los signos masónicos tienen, por lo general, significación importante para el iniciado.

El Mandil representa la vida laboriosa y la actividad útil Por eso se lleva en este grado con la bayeta levantada.

Los guantes blancos (color del mandil) expresan el candor, la inocencia y la pureza que deben presidir las obras del masón.

Los guantes de mujer le recuerdan al masón un sexo que ama y respeta, al propio tiempo que le traen a la memoria las mujeres que honraron antaño a la institución, honrándose al propio tiempo a sí mismas.

Las mujeres celebraban en Atenas unas misteriosas fiestas bajo la dirección de las sacerdotisas, mujeres de los sacerdotes Una ley en vigor entre los romanos y griegos condenaba con la pérdida de la vista y hasta con la muerte al profano que fuera sorprendido en sus templos durante la celebración de estas solemnidades Las mujeres griegas no eran admitidas a la verdadera iniciación; pero nuestras logias de adopción han perpetuado su recuerdo por medio del número cinco Este número, que tenía gran importancia en los ritos thesmoforios, indica una relación más entre los misterios griegos y aquella institución.

La sacerdotisa que los presidía era siempre una mujer de gran mérito y de elevada distinción que debía justificar con su erudición y sus respuestas espirituales, elocuentes y llenas de verdadera filosofía La célebre Theano llenaba tan augusta función cuando Alcibíades, el hijo de Clinias, fue acusado de haber violado la santidad de los misterios, imitándolos con sus amigos después de un banquete licencioso Únicamente Theano fue quien tuvo sabiduría y valor para resistir al senado y al pueblo enfurecido que se había reunido en asamblea Considerando a Alcibíades más imprudente que culpable, se negó a seguir el ejemplo de los sacerdotes, que habían maldecido a este célebre ateniense, y pronunció las siguientes palabras, que tan a menudo dan al olvido los ministros de todos los cultos existentes “Soy sacerdotisa para orar y bendecir, y no para maldecir en nombre de los dioses”.

La Palabra sagrada es el medio de que se valen los hermanos para conocerse La franqueza y la verdad la hacen eterna; la mentira y la hipocresía pueden ocasionar su desaparición.

La Palabra de paso es la contraseña que se exige a la entrada del templo para pasar o asistir a la tenida de los trabajos Las Palabras sagradas y de paso son diferentes en cada grado.

Cuando ha de comunicarse en Logia una palabra de orden anual o semestral, los hermanos forman la cadena de unión para recibirla, la cual no se rompe hasta que ha circulado el ósculo de paz La Cadena de unión, símbolo sublime, verdad santa, emblema de la fuerza y del poder de los hombres de buena voluntad que se unen para hacer el bien, podría por sí sola resumir toda la Masonería.

La Espada flamígera es el arma simbólica que significa que la insubordinación, el vicio y el crimen deben desterrarse de nuestros templos.

La Piedra bruta simboliza las imperfecciones del espíritu y del corazón, que ha de esforzarse el masón en corregir.

La Llana o Trulla es un símbolo ingenioso que enseña al masón a ser tolerante con los defectos de sus hermanos.

Tres joyas figuran en este grado La Escuadra pendiente del cordón del Venerable, el Nivel ostentado por el primer Vigilante y la Plomada o Perpendículo que lleva el segundo Vigilante Reciben el nombre de joyas móviles porque pasan de un hermano a otro.

Con la escuadra, cuya propiedad se utiliza para cuadrar los cuerpos, no se podría hacer un cuerpo redondo Esta primera joya significa que la voluntad del jefe de la Logia sólo puede tener un significado: el de los estatutos de la Orden, y que sólo puede obrar de una manera: la del bien.

La segunda joya simboliza la igualdad, base del derecho natural.

La tercera, significa que el masón debe poseer tal rectitud de juicio que no pueda ser desviada por afectos de interés ni de familia.

Habréis observado que todo se hace a base de tres en la Masonería: tres hermanos forman una Logia; tres oficiales la dirigen; tres luces la iluminan; tres joyas distintas la decoran; tres golpes marcan el orden del mandato; tres preguntas descubren el carácter del masón; tres pasos constituyen su marcha; tres años indican su edad, y la Masonería simbólica consta de tres grados.

La estricta observancia del número ternario, tan elogiado en la antigüedad, caracteriza a vuestro grado Más tarde os revelaré parte de las numerosas combinaciones a que se aplicaba este número misterioso.

Nuestros trabajos se abren a mediodía, se cierran a medianoche, y duran doce horas, en conmemoración, indudablemente, de Zarathustra, quien fue uno de los primeros fundadores de las escuelas de sabiduría Este gran civilizador hizo discípulos que se dispersaron para propagar su doctrina Vivía familiarmente con ellos y les ordenaba que practicasen la beneficencia, la igualdad y la unión Sus reuniones se celebraban en determinados días Los ejercicios puramente especulativos, cuyo objeto consistía en explicar su doctrina, comenzaban en el momento en que el sol se encontraba en el punto medio de su carrera, y duraba doce horas, parte de las cuales se dedicaban al silencio y a la meditación.

Esta sesión instructiva terminaba a medianoche por una comida frugal y fraternal en que reinaba la libertad, la decencia y la paz.

No me está permitido ahora levantar por entero el velo que oculta parte de nuestros emblemas Si pudiera hacerlo, os mostraría la razón, la virtud y la inteligencia que iluminan y perfeccionan a los hombres por medio de las reuniones masónicas; os mostraría a los iniciados enseñando su sublime moral en las márgenes del Nilo, del Ganges y del Éufrates y sobre los promontorios del Ática y de la Gran Grecia; os los mostraría civilizando a los hijos del Norte o empezando a cultivar los bosques en Pensilvania; os los mostraría, en fin, en los campos de batalla, reconociéndose, abrazándose y librándose mutuamente de una muerte cierta, en medio de espantosas carnicerías.

Por todas partes veríais a masones que propagan, perpetúan y ponen en práctica este adagio de la virtud: Haz a tu hermano lo que para ti mismo deseas.

¡Lejos de nosotros, el crédulo neófito que quisiera desconocer nuestras costumbres y librarse de nuestras prácticas! ¡Lejos de nosotros, el filósofo que quiera destruir nuestras máximas! En donde reina la igualdad, desaparece la dominación, y el masón que intentase subyugar a los espíritus de sus hermanos se expondría a ser aplastado bajo los escombros de nuestras columnas.

¿No basta la rápida comparación que acabo de bosquejar para conceder a nuestra Orden una preeminencia merecida sobre las asociaciones antiguas? ¿No encontráis, hermano mío, que sois ahora un hombre nuevo? ¿No sentís que vuestro corazón se abre más que nunca a los sentimientos afectuosos, de donde nacen esos sublimes lazos de amistad y de fraternidad que unen a todos los masones? Sí; sin duda experimentáis todas esas deliciosas impresiones que os hacen dignos de ocupar un asiento en el seno de esta familia privilegiada ¡Ojalá podáis contribuir a dar realce a la Orden augusta a que pertenecéis ya! ¡Ojalá, siendo siempre fiel a los compromisos que acabáis de contraer, nos ayudéis a terminar la sublime obra en que trabajan los masones desde hace tantísimos siglos, sobre todo la de la reunión de los hombres de todos los países, de todos los caracteres, de todas las opiniones civiles y religiosas en una sola y misma familia de amigos y de hermanos! ¡El Gran Arquitecto quisiera que el mundo profano, siempre tan dividido, presentara algún día un cuadro tan hermoso!






Portal Masónico del Guajiro

La Hermandad para toda la Humanidad


Los Pilares del Pórtico - Albert G. Mackey

 Los Pilares del Pórtico

Albert G. Mackey

Los pilares más extraordinarios en la historia de la Escritura fueron los dos erigidos por Salomón en el pórtico del Templo, a los cuales Josefo (Antig. Lib. I, cap. II) describe así: “Además, este Hiram hizo dos pilares huecos, cuya parte externa era de latón, y el grosor del latón era de cuatro dedos de ancho, y la altura de los pilares era de dieciocho codos (27 pies), y la circunferencia, de doce (18 pies). Y encima de cada capitel descansaba un lirio de metal fundido, elevándose hasta una altura de cinco codos (7 ½ pies), alrededor del cual quedaba una red rodeada de pequeñas palmas de latón, que cubrían los lirios. Y de los lirios pendían un par de ristras de doscientas granadas. El pilar que erigió a la derecha de la entrada del pórtico (en el sur), lo llamó Jachin, y el de la izquierda (o norte), lo llamó Boaz”. 

Se ha supuesto que Salomón, al erigir estos pilares, tenía referencias del pilar de la nube y del pilar del fuego que iban delante de los israelitas en el desierto, y el de la derecha o sur representaba el pilar de la nube, y el de la izquierda o norte, el del fuego. Salomón no los erigió como simples adornos del Templo, sino como conmemoración de las reiteradas promesas de Dios de soporte a su pueblo de Israel. El pilar Jachin, derivado de las palabras Jah, “Jehová”, y achin, “establecer”, significa que “Dios establecerá su casa de Israel”; mientras que el pilar Boaz, compuesto por b, “en” y oaz, “fuerza”, significa que “será establecido con fuerza”. Y así los judíos, al atravesar el pórtico del Templo, diariamente recordaban las abundantes promesas de Dios y se animaban mutuamente con la confianza en su protección y con gratitud por sus numerosos actos de bondad hacia su pueblo elegido.

LA CONSTRUCCIÓN DE LOS PILARES

No hay ninguna parte de la arquitectura del antiguo Templo que sea tan difícil de entender en sus detalles como la descripción hecha en la Escritura de estos pilares memorables. Mientras que su significado simbólico está íntimamente conectado con algunas de las partes más bellas del ritual de los Francmasones, éstos parecen tener una noción imprecisa de su construcción y de la verdadera disposición de las diversas partes de las cuales están compuestos. El señor Ferguson dice (Smith, Dicc.Bib.) que no hay aspectos relacionados con el Templo que hayan dado lugar a tanta controversia, o tan difíciles de explicar, como la forma de estos dos pilares.

Su situación, de acuerdo con Lightfoot, era dentro del pórtico, en la entrada misma, y en cada lado de la puerta. Por lo tanto, eran vistos uno a la derecha y otro a la izquierda, como el visitante que entraba en el pórtico. Y éste, se recordará, en confirmación, es el lugar exacto donde Ezequiel (XI. 49) trasladó los pilares que vio en su visión del Templo. “La longitud del pórtico era de veinte codos, y la anchura, de once; y él me trajo a las escaleras que subían al Templo, y había pilares en los postes, uno en este lado, y otro en ése”. La afirmación hecha por algunos escritores, según la cual no eran columnas proyectadas para soportar el tejado, sino simples obeliscos de ornamentación, no está sustentada por suficiente autoridad; y como Ferguson muy justamente dice, no solamente parecería el alto techo terriblemente débil, sino que habría sido imposible construirlo, con la imperfecta ciencia de aquellos tiempos, sin un soporte como éste.

Estos pilares, como ya hemos dicho, eran de latón, como los capiteles que los encabezaban y que estaban grabados. El grosor del latón de cada pilar era de “cuatro dedos, o la anchura de una mano”, lo que es igual a tres pulgadas. De acuerdo con las cuentas que aparecen en 1 Reyes VIII 15, y en Jeremías III 21, el perímetro de cada pilar era de doce codos. Y, ahora, conforme el cálculo judío, el codo usado en la medición de los edificios del Templo era de seis anchos de mano, o dieciocho pulgadas. De acuerdo con las tablas del Obispo Cumberland, el codo era bastante más, alrededor de veintidós pulgadas; pero yo creo que la medida expuesta por los escritores judíos es probablemente la más correcta, y ciertamente la más sencilla de calcular. El perímetro de cada pilar, reducido a la escala de medición inglesa, sería de dieciocho pies, y su diámetro, de unos seis.

El lector de las descripciones de estos pilares en la Escritura no se quedará perplejo con las aparentes discrepancias encontradas en las estimaciones de su altura dadas en los Libros de Reyes y en Crónicas. En el primero se dice que su altura era de dieciocho codos, y en el segundo, de treinta y cinco, altura ésta que Whinston observa que es contraria a las leyes de la arquitectura. Pero la discrepancia se reconcilia fácilmente, bajo el supuesto –que, de hecho, ha tenido que ser el caso- que en el Libro de Reyes los pilares se tratan por separado, y en las Crónicas, se ha sumado la altura de ambas; y la razón por la que en éste último la altura unitaria es treinta y cinco codos, en lugar de treinta y seis, que sería el doble de dieciocho, es que han sido medidos junto con sus capiteles. La mitad de un codo de cada pilar estaba escondido por lo que Lightfoot llama “el capitel entero”, es decir, la mitad de la profundidad de un codo del filo inferior del capitel que cubre la parte superior del pilar, haciendo así a cada uno, en apariencia, sólo diecisiete codos y medio más alto, o, como se vierte en el Libro de Crónicas, treinta y cinco codos.

Este es un método mucho mejor para la conciliación de la discrepancia que el adoptado por Calcott, quien supone que los pedestales de los pilares medían diecisiete codos de altura –una violación de todas las leyes de la proporción arquitectónica, la cual seríamos reacios a cargar sobre un tan “inteligente trabajador” como Hiram el Constructor. El relato de Jeremías está de acuerdo con el Libro de los Reyes en esto. La altura, por lo tanto, de cada uno de estos pilares era, en la medición inglesa, de veintisiete pies. El capitel medía cinco codos, o siete pies y medio más; pero como medio codo, o nueve pulgadas, era común al pilar y al capitel, la altura desde el suelo al capitel era de veintidós codos y medio, o bien treinta y tres pies y nueve pulgadas.

Ferguson ha llegado a una conclusión diferente. Dice en el artículo Templo, en el Diccionario de la Biblia, de Smith, que “de acuerdo con 1 Reyes VII. 15, los pilares medían dieciocho codos de altura y doce de perímetro, con capiteles de cinco codos de altura. Antes de esto había (versículo 19) otro miembro, llamado también capitel de lirios, de cuatro codos de altura, pero el cual, desde la segunda mención que de él se hace en el versículo 22, parece más probable que haya sido un frontón, el cual es necesario para completar el orden. Como estos miembros miden veintisiete codos, dejando tres codos, o 4 ½ pies, para la pendiente del tejado, todo el diseño parece razonable y adecuado”. El calcula, por supuesto, con la autoridad del Libro de los Reyes, que la altura del tejado del pórtico era de treinta codos, y asume que estos pilares eran columnas sobre las cuales se sustentaba, y con las cuales se unía mediante un frontón.

Cada uno de estos pilares estaba coronado por un capitel de cinco codos, o siete pies y medio de altura. La forma y construcción de este capitel requiere cierta consideración. La palabra hebrea usada aquí es (koteret). Su raíz se encuentra en la palabra (keter), que significa “una corona”, y es muy usada en Ester VI. 8, para designar la diadema del rey de Persia. La versión de los caldeos llama expresamente al capitel “una corona”; pero el rabino Salomón, en su comentario, usa la palabra pomo, significando “un globo o cuerpo esférico”, y el rabino Gershom lo describe “como dos coronas unidas”. Lightfoot dice que “era un enorme óvalo, de cinco codos de alto, y no sólo asentado sobre los pilares, sino también floreándolos o extendiéndolos, siendo más grande que los pilares mismos”. Los comentaristas judíos dicen que los dos codos inferiores de su superficie eran totalmente lisos, pero que los tres superiores estaban ricamente ornamentados. Vamos ahora a esta parte ornamental.

En el Primer Libro de Reyes, capítulo VII, versículos 17, 20, 22, la ornamentación de los capiteles es descrita así:

Y reticulados y coronas trenzadas a modo de cadenas para los capiteles de las cimas de los pilares; siete para un capitel y siete para el otro. E hizo los pilares, y dos hileras sobre uno de los reticulados, para cubrir los capiteles con granadas; y del mismo modo para el otro capitel. Y los capiteles que había en el extremo de los pilares del pórtico estaban moldeados en forma de lirio y eran de cuatro codos. Y los capiteles sobre los dos pilares tenían granadas, colocadas sobre la prominencia que estaba detrás del trenzado; doscientas granadas en hileras alrededor de cada capitel. Y en la cima de los pilares había una moldura de lirios; así terminó el trabajo de los pilares.

Procuremos hacer esta descripción, que aparece algo confusa e ininteligible, más clara y comprensible.

Los “reticulados” son el primer ornamento mencionado. Las palabras así traducidas Lightfoot prefiere hacerlo como “matorrales fundidos”; y piensa que el verdadero significado del pasaje es que “en los capiteles se habían forjado curiosamente ramas, siete ramas situadas en la prominencia del óvalo, y éstas y sus hojas, curiosa y bellamente entremezcladas y entretejidas unas con otras”. Extrae su razonamiento para esta versión del hecho que la misma palabra se traduce por “matorral” en el pasaje del Génesis (XXII. 13) donde el carnero es descrito estando “atrapado en un matorral por sus cuernos”; y en otros diversos pasajes la palabra se traduce de forma similar. Pero, por otro lado, lo encontramos en el Libro de Job, donde evidentemente significa red hecha de mallas:

Sus pies le meten en la red y camina sobre un cepo. (Job XVIII. 8).

En 2 Reyes I. 2, se usa la misma palabra, traducida como celosía:

Ahaziah se cayó por la celosía de su habitación superior.

Yo no me siento, por lo tanto, inclinado a adoptar la enmienda de Lightfoot, pero coincide bastante con la versión recibida, así como con la tradición masónica, en que este ornamento era una simple red o tejido consistente en líneas reticuladas –en otras palabras, una celosía.

Las “coronas trenzadas a modo de cadenas” de que se habla después son de menor dificultad de comprensión. La palabra aquí traducida por “corona” se encuentra en Deuteronomio XXII. 12, donde claramente significa borlas: “Te harás unas borlas en las cuatro puntas del manto con que te cubras”. Aquí debería ser traducido también por borlas. “Las borlas a modo de cadenas”, supongo, estaban por lo tanto atados, y colgados, del trenzado referido anteriormente, y fue probablemente en este caso cuando eran usados sobre las prendas de los sacerdotes judíos de alto rango, proyectados como una “conmemoración de la ley”.

La “moldura de lirios” es el último ornamento que demanda nuestra atención. Y aquí la descripción de Lightfoot es tan clara y evidentemente correcta, que no vacilaré en citarla con todo detalle. “En la cima del pilar, incluso en el arranque del capitel, había un curioso y gran borde o círculo de lirios de metal fundido, que sobresalía cuatro codos bajo el capitel, y doblado entonces, cada lirio o larga lengua de cobre, con una curvatura limpia, y muy parecido a una corona florecida en la cabeza el pilar, como una curiosa guirnalda en cualquier lugar donde el capitel tenga su lugar”.

                            
                  

Hay un error muy común entre los masones, el cual ha sido adoptado en las láminas de nuestros Monitores [Manuales de Instrucción], sobre que había capiteles encima de los pilares, y que esos capiteles estaban coronados por globos. La verdad, sin embargo, es que los capiteles mismos eran “los pomos o globos” sobre los que nuestra conferencia, en el grado de Oficio de Compañero, alude. Esto resulta evidente de lo ya dicho en la primera parte de la descripción que precede. El lirio aquí mencionado no está del todo relacionado, como puede suponerse, con el lirio común –del que se habla en el Nuevo testamento. Era una especie del loto, el Nymph, o loto del Nilo. Era una planta sagrada entre los egipcios, y la encontramos en cualquier parte de sus monumentos, y usada en las decoraciones arquitectónicas. Es evidente, por la descripción en Reyes, que los pilares del pórtico del Templo del Rey Salomón fueron copiados de los pilares de los templos egipcios. Los mapas de la Tierra y las cartas de las constelaciones celestes que en ocasiones se han dicho que han sido grabadas sobre esos globos, tienen que referirse a los pilares, donde, según Oliver, una tradición masónica las sitúa en una antigua costumbre, ejemplos de la cual encontramos en la historia profana. Sin embargo, esto en absoluto carece de importancia, ya que la alusión simbólica está perfectamente conservada en las formas de los capiteles, sin necesidad de ningún grabado geográfico o astronómico. Siendo globulares, o prácticamente, significar que representan las esferas celeste y terrestre.

Portal Masónico del Guajiro

La Hermandad para toda la Humanidad