Thursday, June 2, 2016

Discurso Iniciático - Dr. Marc Haven

 

 

DISCURSO INICIÁTICO

(A todos los hombres de buena voluntad)

Hombre de Deseo, hermano desconocido, tú que caminas hacia Tebas, en cualquier región de nuestras tierras en donde te encuentres, es en ti que pienso y es a ti que me dirijo. Es en ti que pienso y es a ti a quien le hablo; porque en los desiertos preparatorios has aprendido nuestro idioma materno y los verbos primitivos de los Antiguos son para ti, como para nosotros, luminosas antorchas, oh viajero desconocido que amo como a un hermano. Mañana serás el maestro poderoso de los reinos terrestres; aún ayer ¿no eras el esclavo de la última de las razas y no servías a los reptiles de la tierra? Hoy, discípulo de un Maestro, incierto en el porvenir, tímido todavía, te espantas en las puertas de la Luz. Quizá repasando en tu memoria las etapas recorridas para llegar hasta ahí, encontrarás alguna nueva seguridad, alguna enseñanza para el presente. Cuando viniste, saliendo del  mundo entre nosotros, eras solo un recuerdo del hombre cuyo nombre llevabas. Pero todas tus facultades, todas tus virtudes, todas tus promesas a tus antepasados estaban sumergidas en el olvido voluntario en donde las habías dejado dormirse. Pertenecías a esta masa humana concebida en el pecado y por el pecado, visto las inconscientes iniquidades de los que te engendraron. ¡Qué cuadro tan lúgubre el de esta vida humana a la cual pertenecías totalmente hasta entonces!

El hombre, portador en el seno materno de defectos hereditarios y cargado ante la vía de un destino ya doloroso, aparece un día aplastado bajo el peso de esas “tenebrosas pasividades”. Nace, va a recibir interiormente la leche maculada de esas mismas manchas, y exteriormente miles de tratamientos torpes que van a deformar su cuerpo antes de que esté formado. Concepciones pervertidas, lenguas falsas y corrompidas van a asaltar todas sus facultades y expiarlas en el curso de su desarrollo para luego infectarlas. Viciado en su cuerpo y en su espíritu antes de poder usarlo, va a entrar en la triste administración de los que lo rodearán en su primer año, quienes sembrarán al azahar en esta tierra gérmenes desordenados y malos. La juventud, la edad viril será solo un desarrollo sucesivo de todos estos gérmenes. Un régimen físico casi siempre contrario a la naturaleza va a seguir presionando en contrasentido del principio de su vida. Desviado cada vez más de su línea, y codicioso de ciencias externas, lleva hacia afuera y desparrama todas las facultades de su espíritu en lugar de llevarlas hacia su interior, el que le hubiera enseñado todo y dado todos los tesoros. Se olvida en ocasiones fútiles e ilusorias que aparecen ante sus ojos como la realidad, y que borran para él hasta la pasividad del tiempo.

Y así es como en medio de una tempestad perpetua, llega al término de su vida, atormentado por los procedimientos de una medicina ignorante, de una filosofía mundana todavía más dolorosa a su espíritu, a la que hasta entonces escapaba.

Este es el pueblo de donde salías, viajero perdido, cuando una voz te llamó por tu nombre; un nombre quemaba tu corazón y viniste a engrosar las filas de los HOMBRES DEL DESEO, a pesar de los temores, a pesar de los sufrimientos  previstos. Pero ¿cuál fue tu gran virtud? ¿Cuál método, cuales ciencias te enseñaron para sublimar tu ser? A los que habías llamado, a los que amabas como hermanos, como amigos reencontrados, y a quienes pedías que dirigieran tus pasos hacia las ciudades luminosas, te mostraron el desierto atrás de ti. Te hicieron entender que toda la obra debía estar en ti, que necesitabas 40 días y 40 noches de meditación para aprender a conocerte y a reconocer a tus amigos de tus enemigos y a las jerarquías de sus fuerzas. En ti mismo y en tu alma descubriste todos tus principios, y así debía de ser porque no hubieras sido renovado en todas tus sustancias si no hubieras aprendido tantas grandes verdades sino por la Tradición, y si no hubieras tenido el conocimiento íntimo de los nombres por experiencia y por sentimiento.

Silenciosamente esperabas en algún retiro que madurara en ti el deseo y que tu espíritu se aclarara. Y así fue en efecto, porque lentamente se hizo el progreso y entendiste la palabra de Dios, y que tu real ser, tu verdadera individualidad, solo podían estar en El.  Uno de los signos más vivos de tu progreso en este camino fue el día que sentiste que las cosas de este mundo no son reales;  entonces, un solo asentimiento de la vida cambió todos tus ídolos y te revelaron la diferencia que separa el mundo espiritual de éste ensamble de fantasmas polimorfos huyentes e inconstantes, que integran la región natural a la que estamos ligados por nuestro cuerpo.

Eso fue TU ILUMINACIÓN.

Todo lo que llamamos hoy ha desaparecido y todo volvió a tomar el nombre universal del Anciano de los Días. En el Norte y en el Sur, en Oriente y en Poniente penetraste el espíritu universal; pero desde hace 4 días como Lázaro, resucitas en tus 4 grandes facultades primitivas. Nada de descanso, nada de tregua hasta que despertó en ti esa impetuosidad vital, tu esencia, por lo cual debías rechazar de ti a todos los mercaderes, quienes querían establecer la sede de su negocio en tu Templo. La continuidad del esfuerzo, la lucha cotidiana y la tensión permanente del alma: he aquí las condiciones indispensables para la iluminación espiritual. 

Porque cuando más grandes fueron tus progresos, más grandes se levantaron los obstáculos en tu camino. Interrogantes, escépticos y estériles interlocutores se levantaron en ti mismo para confundir tu mente, y los milagros que te pidieron, cumplidos o rechazados, te dejaron más débil ante ellos. Sufriste las tentaciones y las amenazas antes de salir de tu desierto, pero fue una firme y alegre batalla porque conocías LA LEY. Solo es al precio de los grandes sufrimientos como se hace la REGENERACIÓN. Todos los símbolos y todas las Tradiciones así nos lo enseñan.

El Sol pasa en el meridiano inferior antes de aparecer, glorioso, en el Oriente; antes de que la vida penetre, es necesario que el sufrimiento absoluto, el desamparo y la devastación se hayan congelado en nuestras venas  y que destruyan en nosotros todo lo que hacía su presencia imposible. Esta vía de muerte es la que debe atravesar cada hombre, y los que se elevan y se apuran lo hacen más rápidamente y por consecuencia más dolorosamente. Esta es la vía que siguieron nuestros Maestros: la del verdadero Filósofo.

Con la prueba terminada dejarás victorioso el desierto y estarás lleno de claridad intelectual y de ese íntimo ardor, fruto de tus trabajos, que es el camino nuevo hacia las ciudades de los hombres. Pero desconociste los símbolos materiales; ya no tienes nada en común con ellos y ya no sueñas con ese sueño pesado. Portador de armas demasiado fuertes y demasiado protegido contra los ataques ilusorios de tus enemigos, ya no sabes actuar en el mundo de las pasividades; te entra el egoísmo o la duda y las crisis terribles de la incertidumbre te paralizan y te prosternan.

Y entonces el que estaba tan orgulloso de su elevación, se rebaja, vuelve a bajar en busca de un apoyo, y suplica en la noche por un Hermano Mayor, más cultivado por la posesión de los poderes, para que un Adepto aparezca y le hable.

Si tantas son tus angustias, con tu espíritu hermanado a mi espíritu, y con tu corazón unido a mi corazón, escuchemos juntos lo que han revelado los Maestros, los cuatro Maestros que regresaron vivos del Jardín de las Granadas.  A cuatro voces cantaron el cántico de la alegría, esa alegría desbordante, alegría sobrehumana, violenta y fecundante.

Dijeron:

“¡Vosotros que desean aprender, aprendan! No basta con que sepan que EL HOMBRE ES UN PENSAMIENTO DE DIOS, y aquí se detenga nuestra ciencia; falta también QUE SEA UNA PALABRA. Solo así será regenerado en su naturaleza original. Del maravilloso Jardín de donde regresamos nadie se absorbe en inmóviles contemplaciones, porque la Luz perpetua es una activa y continua creación. El pensamiento no se puede afirmar sin crear alrededor la serie de seres que fueron sus operaciones y que se vuelven sus facultades activas. La muerte y las palabras de destrucción y de aniquilamiento, ahí son desconocidas porque la vida chorrea y desborda las paredes del Jardín en flores.  Desgracia para los profetas que enseñan las doctrinas de terror, de odio y de destrucción. Huyan los que desprecian la carne y la sangre y el alma en la plenitud de sus formas porque todas las promesas se mantendrán y la regeneración es una obra viva”.
“AMA, HABLA, ACTÚA”.
“Alrededor de ti y por todos lados nacen guerreros para apoyar tus esfuerzos; hoy tus hermanos los poetas están en la calle, hablan en las plazas, vienen con gestos como de palmas y con verbos como espadas”.

Sea o no tu destino ser de los felices testigos, siembren alrededor de ustedes las potencias regeneradas, ustedes quienes son los depositarios y no los propietarios. Sean los terapeutas de los materiales y de los instintos, y los guías de los anímicos. Envuélvanse para descender.

Recuerden las palabras de que “no es el alba de la luz que debía advertir a tu alma de tales deberes cotidianos y de la hora cuando el incienso debe ser quemado sobre tus hogares; es tu voz misma la que debía llamar el alba de la luz y hacerla lucir sobre tu obra, a fin de que luego puedas desde lo alto de este Oriente, vaciarla sobre las naciones dormidas en su inacción y sacarlos de sus tinieblas”.

Ese es tu papel y tu deber, HOMBRE REGENERADO, porque eres un intermediario entre lo Eterno y lo Temporal, entre el Presente y el Futuro.

Con las palabras del Maestro entenderás dónde se acaban tus poderes y dónde comienza la obra providencial. Porque instruido por ellos, atravesarás los 3 grados de la Iniciación Teosófica.

Así es como los sabios Kabalistas daban a sus discípulos nombres diferentes en su nacimiento al misterio, en su mayoría simbólicos al adeptado tradicional.

Así es como el que leía en las estrellas las voluntades de Dios antes de que fueran ejecutadas en la tierra le llamaban TEKOA, el hombre de los sufrimientos, el hijo de JOCHAI; y cuando regresó enseñando, sus discípulos lo llamaron como lo llamamos siempre desde entonces: RASCHBI, el HOMBRE NUEVO.

Fraternalmente:
DR. MARC HAVEN
(Emmanuel Lalande, yerno del Maestro Philippe).






Wednesday, June 1, 2016

El Rito Masónico Templario



EL RITO MASÓNICO TEMPLARIO

El Rito Masónico Templario es probablemente el rito más enigmático de toda la Francmasonería, puesto que a diferencia del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, el Rito de York y toda la gama de ritos masónicos existentes, el Rito Masónico Templario alude a su herencia templaría desde los grados azules.

Está considerado como el máximo legado de la Orden del Temple a la Francmasonería universal, y algunos historiadores afirman que éste pudo ser el primero de todos los ritos masónicos, el cual se fue degenerando hasta conformar el R.·.E.·.A.·. y A.·., el Rito de York, el Rito Francés, etc.


ORIGEN DEL RITO MASÓNICO TEMPLARIO

La fundación del Rito Masónico Templario es desconocida tanto para francmasones como para distintos expertos en historia y sociedades secretas, y es que su precisión tan exacta con respecto a la relación entre Templarios y el gremio de Artesanos de la edad media ha dejado a muchos teóricos estupefactos, al grado de revivir desde hace muchos años la teoría que postula que la Masonería desciende de la mítica Orden de los Pobres Caballeros de Cristo, mejor conocida como los Caballeros Templarios. Si a esto se añade el hecho de que la práctica del Rito Masónico Templario no es común en las logias de todo el mundo, y que fue mencionado en los panfletos que circularon en Francia durante la década de los sesentas, que demostraban históricamente lo dicho por los Dossier Secrets, entonces muchos especialistas han afirmado que el Rito Masónico Templario fue la primer pantalla que elaboro el Priorato de Sión para su encubrimiento después de la masacre templaría suscitada entre 1307 y 1314, de igual manera, como una manera de que su antiguo brazo guerrero (la Orden del Temple) perseverara.

El primer vestigio del Rito Masónico Templario apareció en Escocia en el siglo XIV, dos siglos antes de que fuese mencionada por primera vez la existencia de la Francmasonería y tres siglos previos a la edificación de la Gran Logia de Londres en el año 1717. Dicho rastro era un texto en prosa titulado “La Mère” (la madre), y narraba como una joven mujer hija de un maestro artesano de Paris es infiltrada por su padre como mucama a la prisión en donde yacía el Gran Maestre Jacques de Molay, con el fin de que el gremio de Artesanos de Paris pudiese ayudar de alguna manera a la Orden del temple en medio de la persecución.

El texto desapareció inexplicablemente en el siglo XVIII, pero su historia se mantiene vigente en rituales efectuados por Francmasones del Rito Masónico Templario, especialmente en el segundo grado y el grado trece, cuando según este Rito se revela el origen de la Francmasonería.

Especialistas en Templarios y Masones han confirmado que la leyenda de “Marie Ange y de Molay” (única del Rito Masónico Templario) pudo ser cierta, y más tomando en cuenta que muchos rituales francmasónicos de otros ritos, incluyendo el R.·.E.·.A.·. y A.·. y el de York, poseen símbolos de ella sin percatarlo.

El planteamiento de la historia o leyenda de “Marie Ange y de Molay” radica en una fusión entre sobrevivientes de la Orden del Temple con parte del Gremio de Artesanos de la Edad Media. La unión entre Orden y Gremio se dio en Escocia bajo el reinado del rey Roberto I Bruce, quien se convirtió por voluntad del propio Jacques de Molay en el nuevo Gran Maestre de los Templarios. La hipótesis sostenida en la tradición de la joven y el viejo Gran Maestre es más sólida en carácter histórico que la teoría postulada por el escritor John J. Robinsón en su libro “Nacidos en Sangre”, quien también se muestra convencido de la relación entre Templarios y Masones. Pese a ello, no puede considerarse como un hecho dicha leyenda.

Los investigadores Michel Baigent, Henry Lincoln y Richard Leigh, escritores del Best Sellers “El Enigma Sagrado” y los especialistas españoles en Templarios Juan G. Atienza y Xavier Musquera argumentan que El Rito Masónico Templario demuestra mediante hechos que la “Carta de Larmenius” no es más que un fraude de asociaciones que se hacen llamar Neotemplarias.

ESTRUCTURA DEL RITO MASÓNICO TEMPLARIO
El Rito Masónico Templario siempre ha sido irregular o salvaje según los criterios establecidos por la Masonería, ya que carece de un mecanismo de estructuración jurídica como lo es un Gran Oriente o un Gran Priorato. Lo que en términos masónicos se conoce como bajo el cobijo de la bóveda celestial. Este hecho ha sido el causante de que incluso muchos militantes de la Masonería desconozcan la existencia del Rito Masónico Templario.

Las logias del Rito Masónico Templario son muy escasas y se encuentran principalmente en Europa, aunque militantes de este tipo de 3 Francmasonería han confesado tener presencia también en el continente americano. Pero como ya se dijo con anterioridad todas las logias masónico-templarías son irregulares y difícilmente podrán ser reconocidas por Grandes Orientes, lo que hace más difícil su expansión.

El Rito Masónico Templario consta de 13 grados, tres azules y diez filosóficos:

  • 1.     Aprendiz de Masón
  • 2.     Compañero Masón
  • 3.     Maestro Masón
  • 4.     Sublime Maestro e Íntimo Asistente Real
  • 5.     Director de Templos y Justiciero Hebreo
  • 6.     Gran Maestro Arquitecto
  • 7.     Arco Real
  • 8.     Soberano Príncipe Rosa-Cruz
  • 9.     Noaquita
  • 10.  Príncipe del Tabernáculo
  • 11.  Caballero de la Serpiente de Bronce y Soberano Gran Comendador de Templo
  • 12.  Caballero Kadosh
  • 13.  Caballero Templario



Se sabe que los Francmasones que alcanzan el máximo grado del Rito Masónico Templario pueden llegar a adquieren un nuevo estatus, por así decirlo, ya que son candidatos para conformar una Orden de caballería completamente jerárquica y secreta, la cual es conocida como la Orden de los Caballeros Templarios (considerada como la misma que fundo Hugues de Payen e intento destruir Felipe IV de Francia). Cabe destacar que es muy difícil poder aspirar a ser miembro de la Orden del Temple, aun cuando se posea el máximo grado del Rito Masónico Templario, puesto que se considera como el nec plus ultra de la Francmasonería mundial.

Investigadores de las sociedades secretas postulan que la Orden del Temple encubre su subsistencia mediante la presencia de todos los Ritos Francmasónicos existentes, principalmente el Rito Masónico Templario, y toda la serie de teorías que se han formulado sobre el cuidado de un enigma que podría derrumbar las bases de la sociedad moderna.

Existe en el Rito Masónico Templario la figura del Gran Maestre y es considerado como el sucesor en línea directa de todos los Grandes Maestres de la Orden del Temple. El Gran Maestre es el líder de la Masonería azul y filosófica del Rito Masónico Templario, y a su vez, funge como principal cabeza de la Orden de los Caballeros Templarios. No se sabe con certeza quienes han ocupado este puesto, lo que hace aún más secretas a este tipo de prácticas masónicas. Teóricos de conspiraciones han manifestado abiertamente muchos nombres de distintos ámbitos, entre los que destacan el político y el artístico, de esta manera se ha comentado que el actual Gran Maestre del Temple es el ex presidente francés Jacques Chirac; recientemente, también corrió el rumor en panfletos parisinos que el actual Gran Maestre es el Presidente Electo de Norteamérica, el demócrata Barack Obama. En el medio artístico y literario se han escuchado nombres como los de Francis Bacon y Alejandro Dumas.

Algunas publicaciones europeas de dudosa procedencia afirman que el último Gran Maestre del Rito Masónico Templario fue el estudioso francés de los mares Jacques Yves Cousteau y que desde su muerte no ha surgido un candidato apto para ocupar el puesto. Otros defensores de esta hipótesis sostienen que el Gran Maestre se dará a conocer en público en el año 2010, trayendo consigo la edificación del Primer Gran Oriente del Rito Masónico Templario a nivel mundial, y por lo tanto el resurgimiento de los Templarios en todo el planeta.


EL RITO MASÓNICO TEMPLARIO Y EL PRIORATO DE SIÓN

Conviene poner de relieve que no existe ninguna lista oficial o definitiva de los Grandes Maestres de la Orden del Temple. Ninguna relación de esta clase ha llegado hasta nuestros días. Los archivos del propio Temple fueron destruidos o desaparecidos y la recopilación de Grandes Maestres más antigua que se conoce hoy en día data de 1342, es decir, treinta años después de la supresión de la Orden y 225 años después de su fundación. A causa de ello, los historiadores, al preparar listas de los Grandes Maestres se han basado en los cronistas contemporáneos.

Previo a que el mundo conociese la existencia del supuesto Priorato de Sión en los textos encontrados en la Biblioteca Nacional de Francia titulados los Dossiers Secrets, el Rito Masónico Templario argumentaba y sigue refutando que la Orden del Temple no tuvo 23 Grandes Maestres, sino que fueron 21. Según la mayoría de las listas de los Grandes Maestres del Temple, André de Montbard (tío de San Bernardo) no sólo fue cofundador de la Orden sino también su Gran Maestre entre los años de 1153 y 1156, aunque otras versiones lo sitúan desde 1154. No obstante, según el Rito Masónico Templario y los Dossier Secrets, André de Montbard jamás fue Gran Maestre, sino que, al parecer, siguió actuando entre bastidores hasta su muerte.

En la mayoría de las listas Bertrand de Blanchefort aparece como el sexto Gran Maestre del Temple, asumiendo el cargo después de André de Montbard. Según el Rito Masónico Templario, Blanchefort no fue el sexto Gran Maestre sino el cuarto, asumiendo tal privilegio en el año de 1153. Años después, los Dossier Secrets concluyeron lo mismo.

Algunas listas de Grandes Maestres colocan a Everard des Barres como el tercer Gran Maestre, pero se sabe que la figura del Gran Maestre, de acuerdo con las constituciones del propio Temple, debía ser elegido mediante un capitulo general en Jerusalén y tenía que residir en dicha ciudad. Las investigaciones revelaron que Everard des Barres era un maestre regional, elegido en Paris, que no piso Tierra Santa hasta muchos años después. Previo al resultado que arrojo esta investigación histórica, el Rito Masónico Templario y los Dossiers Secrets ya lo habían expresado, siendo primero el Rito Masónico Templario en hablar.

Los investigadores Michel Baigent, Henry Lincoln y Richard Leigh se dedicaron a examinar durante años todas las listas existentes sobre los Grandes Maestres de la Orden del Temple, llegando a la conclusión de que la lista expuesta por un libro de ceremoniales del Rito Masónico Templario que databa de 1778 era la correcta. Para su mayor sorpresa esa lista coincidía con la publicada en los Dossiers Secrets Henry Lincoln expreso para la BBC de Londres las siguientes palabras “la lista es correcta, tan correcta, de hecho, que parece ser fruto de información confidencial que ha perdurado en la penumbra durante casi setecientos años”.



Un ceremonial del Rito Masónico Templario es alusivo a las logias de la amistad (el reconocimiento mutuo entre ellas). Ceremonias de este tipo se practican en todos los ritos masónicos, pero ninguna es tan misteriosa como la que ejecutan logias del Rito Masónico Templario. Esta ceremonia recibe el nombre de “las raíces del olmo”, y consiste en plantar un olmo entre dos logias masónico-templarías como símbolo de su alianza.

Según los Dossiers Secrets, hallados muchos años después de que se supiese la existencia de esta ceremonia, hasta el año de 1188 la Orden de Sión y el Temple compartieron el mismo Gran Maestre. Así, Hugues de Payen y Bertrand de Blanchefort, por ejemplo, presidían simultáneamente ambas instituciones. Sin embargo, de 1188 en adelante, después de la “tala del olmo”, parece ser que la Orden de Sión seleccionaría su propio Gran Maestre, el cual no tenía ninguna relación con el Temple. Las fuentes establecen que el primero de ellos fue Jean de Gisors. También se dice que la Orden de Sión en ese año adopto un nuevo nombre que, al parecer, ha perdurado hasta estos días: la Prieuré de Sión.

Las crónicas son oscuras y están mutiladas, pero tanto la historia como la tradición confirman que en 1188 ocurrió en Gisors algo extrañamente raro que llevó aparejada la tala de un olmo. En los terrenos contiguos a la fortaleza había un prado llamado el Champ Sacré (el Campo Sagrado).

Según los cronistas medievales, el lugar era considerado como sagrado desde antes del cristianismo y durante los siglos XII había sido escenario de numerosos encuentros entre reyes de Inglaterra y Francia. En medio del Campo Sagrado se alzaba un viejo olmo. Y en 1188, durante una reunión entre Enrique II de Inglaterra y Felipe II de Francia,. Este olmo, por algún motivo que se desconoce, se convirtió en objeto de discusión seria, incluso sangrienta.


EL RITO MASÓNICO TEMPLARIO Y LA ORDEN DEL TEMPLE

La primera información histórica sobre los Templarios la proporciona un historiador franco llamado Guillermo de Tiro, que escribió entre 1175 y 1185. Guillermo de Tiro escribía sobre acontecimientos anteriores a su tiempo, acontecimientos que él no había presenciado o experimentado personalmente, sino que conocía de segunda o incluso de tercera mano. Sir Steven Runciman catalogo las fechas que da Guillermo de Tiro como confusas y rotundamente erróneas.

Según Guillermo de Tiro, la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y el Templo de Salomón se fundó en 1118. se dice que su fundador fue un tal Hugues de Payen, un noble de Champagne, vasallo del conde de la misma. Un día, sin ser requerido a ello, Hugues y ocho de sus camaradas se presentaron en el palacio de Balduino I, rey de Jerusalén, cuyo hermano mayor, Godofredo de Bouillon, había conquistado la Ciudad Santa diecinueve años antes. Al parecer, Balduino los recibió con mayor cordialidad, y lo mismo hizo el patriarca de Jerusalén, líder religioso del nuevo reino y emisario especial del Papa.

Guillermo de Tiro añade que el objetivo manifiesto de los Templarios era “en la medida en que sus fuerzas se lo permitiese, velar por la seguridad de los caminos y carreteras… cuidando de modo especial de la protección de los peregrinos”. Al parecer, este objetivo era tan meritorio que el rey puso toda un ala de su palacio a disposición de los nueve caballeros. Y a pesar de su juramento de pobreza, éstos se instalaron en tan lujoso alojamiento. Dice la tradición que sus aposentos estaban edificados sobre cimientos del antiguo Templo de Salomón y que de ello sacó su nombre la nueva Orden.




Durante nueve años, nos cuenta Guillermo de Tiro, los nueve caballeros no permitieron que nadie más entrase en la Orden. Se suponía que seguían viviendo en la pobreza, una pobreza tan grande que en los sellos oficiales aparecen dos caballeros a lomos de un solo caballo, lo que da a entender, no sólo fraternidad, sino también una penuria que les impedía tener monturas para todos.

No obstante, parece ser que en el plazo de un decenio la fama de los Templarios se extendió por toda Europa,  las autoridades eclesiásticas les dedicaron grandes elogios y ensalzaron sus cristianas empresas. En 1128 o poco después un opúsculo alabando sus virtudes y cualidades fue publicado nada menos que por San Bernardo, abad de Clairvaux y principal portavoz de la cristiandad en aquel tiempo.

La mayoría de los nueve caballeros regresaron a Europa, donde se les tributó una bienvenida triunfal, orquestada en gran parte por San Bernardo. En enero de 1128 se convocó un concilio eclesiástico en Troyes, en el que San Bernardo volvió a ser el espíritu guía. En dicho concilio los Templarios fueron reconocidos oficialmente y constituidos en orden religiosa-militar.

Hugues de Payen recibió el título de Gran Maestre. Él y sus subordinados serian monjes-guerreros, soldados-místicos, en los que la austera disciplina del claustro se unía a un celo marcial.

En 1139 el papa Inocencio II promulgo una bula según la cual los Templarios no debían lealtad a ningún poder secular o eclesiástico salvo al Papa.

Durante los dos decenios que siguieron al concilio de Troyes la Orden se expandió con una rapidez y a una extraordinaria escala. Cuando Hugues de Payen visitó Inglaterra a finales de 1128 fue recibido con gran adoración por el rey Enrique I. En toda Europa los hijos menores de las familias nobles se apresuraban a enrolarse en la Orden, y de todos los rincones de la cristiandad llegaban inmensos donativos en dinero, bienes y tierra.

Todo esto es lo que narra Guillermo de Tiro sobre los Templarios. Sin embargo, existía por aquellos tiempos un historiador oficial al servicio del rey. Se llamaba Fulk de Chartres, y escribía, no cincuenta años después de la fundación de la Orden, sino durante los años en que se llevó a cabo la 8 misma. Lo curiosos es que Fulk de Chartres no menciona a Hugues de Payen, a sus compañeros y a nada relacionado.

Según Guillermo de Tiro, la Orden del Temple fue fundada en 1118, tenía al principio nueve caballeros y no admitió nuevos reclutas hasta 1127. Consta claramente en los anales, sin embargo, que el conde de Anjou (padre de Geoffrey Plantagenet) ingresó en la Orden en 1120, sólo dos años después de su supuesta fundación. Y en 1124 el conde de la Champagne, uno de los señores más ricos de Europa, hizo lo mismo. Si Guillermo de Tiro no se equivoca, no deberían ingresar nuevos miembros hasta 1127; pero, de hecho, en 1126 los Templarios habían admitido en sus filas a cuatro nuevos miembros. Si el conde de Anjou se hizo Templario en 1120, y si la Orden no admitió nuevos miembros durante los nueve años que siguieron a su fundación, ésta no dataría de 1118, sino de 1111 o de 1112.

Los últimos grados del Rito de York cuentan cómo año primero el de la fundación de la Orden de los Templarios según Guillermo de Tiro, que fue el 1118 de la era vulgar conforme a las expresiones masónicos del tiempo, y escriben como año la diferencia entre la era vulgar o año en curso y 1118.

Ejemplo, 2009 menos 1118 da como resultado 891, siendo este el año vigente para la comandancia de Caballeros Templarios del Rito de York El Rito Escocés Rectificado toma como año primero el de la destrucción de la Orden de los Templarios, que fue el de 1314, y escriben la diferencia entre la era vulgar y 1314, o sea 2009 menos 1314 dan como resultado 695, siendo este el año en curso para el Rito Escocés Rectificado.

A diferencia del Rito de York y el Rito Escocés Rectificado, el Rito Masónico Templario cuanta como primer año el de 1112, el cual coincide a la perfección con las evidencias históricas que datan sobre el verdadero origen del los Templarios. Estas evidencias son recientes, ya que fueron descubiertas durante el transcurso de la segunda mitad del siglo pasado, y desde el año de 1778 se conoce la manera de fechar por parte de los francmasones del Rito Masónico Templario.

Como me hice Místico - A Camille Flammarion




COMO ME HICE MÍSTICO



A Camille Flammarion


Muchos escritores independientes, algunos filósofos y algunos cronistas, han preguntado frecuentemente cómo era posible que algunos jóvenes educados en los principios de la «sana raza», al abrigo «de la superstición», abandonaban de pronto esas enseñanzas  positivas para lanzarse a los estudios místicos e interesarse en los problemas religiosos y filosóficos más  que  en  las  evoluciones políticas,  llevando  su  extravagancia hasta  las investigaciones sobre  las  ciencias ocultas y  la  Magia,  denotando,  sino  una aberración total, al menos cierta debilidad de sus facultades mentales.

Este movimiento hacia el misticismo de la juventud contemporánea inquieta a los hombres maduros y desconcierta sus esperanzas. ¿Se quiere permitir a un antiguo partidario de las doctrinas materialistas, a un médico educado en los principios queridos del positivismo, referir algunos detalles de su evolución intelectual, y mostrar al menos un caso de esa extraña intoxicación mística, vivida desde su origen hasta la crisis aguda? Si los filósofos no se interesan en esta observación, quizás aproveche a los alienistas, puestos que se ha convenido en ciertos medios en considerar a todos los espiritualistas como degenerados o enajenados por lo menos. Es la primera vez que abordo mi autobiografía intelectual y 310 me esforzaré en ser lo más conciso posible.

Así prevengo en principio a todos los correligionarios que puedan ser llamados a seguir mi observación de que yo jamás estuve en contacto con profesores religiosos; advierto también que, por el contrario, todos mis estudios, a partir de la primera enseñanza hasta el doctorado en la Facultad de Medicina, pasando por todos, tanto certificados de primeras letras, certificado de Gramática y todos los demás, me fueron otorgados en escuelas lacias o en el colegio Rollin.

Así, pues, no se puede hablar, de predisposiciones creadas por las enseñanzas de la infancia. En 1882 comencé mis estudios de medicina y me encontré que, en la Escuela de París, todas las cátedras estaban ocupadas por materialistas que enseñaban las doctrinas que constituían su credo, bajo la etiqueta de evolucionismo. Como consecuencia, yo me hice un ardiente «evolucionista», participando y propagando de la mejor buena fe el credo materialista, Y cierto es que existe una fe materialista, que yo creo necesaria a toda inteligencia que trata de evolucionar en determinado momento.

El materialismo que nos enseña a trabajar por la colectividad sin esperanza alguna de recompensa, ya que sólo el recuerdo de vuestra personalidad es lo que puede subsistir detrás de vosotros; esta doctrina que deseca el corazón y enseña a no considerar más que a los fuertes en la lucha por la vida, tiene, no obstante, una poderosa influencia sobre la razón y ésta retiene un poco sus violencias y sus peligros. Bien sabemos las ventajas que el materialismo supo sacar de la doctrina de la evolución, y a pesar de ello, mi estudio profundo de la evolución es el que hubo de demostrarme la debilidad de las teorías del materialismo y sus errores de interpretación. Se me dijo: «Estas sales minerales y esta tierra, lentamente descompuestas y asimiladas por la raíz del vegetal, tienden a evolucionar y convertirse en células del vegetal.

Ese vegetal, a su vez, transformado por las secreciones y los fermentos del estómago del animal, se convertirá en kilo y se transformará en células de ese animal». Pero pronto la reflexión me hizo comprender que se olvidaban en la doctrina uno de los factores más importantes del problema a resolver. Sí; el vegetal digerido se convierte en la base material de una 311 célula animal, pero a condición de que la sangre y la fuera nerviosa (es decir, las fuerzas superiores en la escala de la evolución), se sacrifiquen por la evolución de la célula vegetal y de su transformación en kilo. En suma, todo superpuesto en la serie, toda evolución reclama el sacrificio de una y frecuentemente de dos fuerzas superiores. La doctrina de la evolución es incompleta. No representa más que uno de los aspectos del hecho y descuida el otro pone a la vista la ley de la lucha por la vida, pero olvida la ley del sacrificio que domina todos los fenómenos. Poseso de esta idea que acabo de exponer, resolví profundizar cuanto me fuera posible en mi descubrimiento y persiguiendo este fin, pasé los días en la Biblioteca nacional.

Por entonces, era alumno externo de los hospitales; un año de trabajo, a lo sumo dos, me eran precisos para lograr ser interno y conseguir que quizá fuese, de este modo, fructuosa mi carrera de médico. Me consagré por entero al estudio de las obras de los alquimistas, de los viejos grimorios mágicos y de los elementos de la lengua hebraica. Durante estos años, mis compañeros se dedicaron al estudio de los tratados de la facultad; desde este momento se vislumbró claramente mi porvenir.

El descubrimiento que yo creí haber hecho lo hallé en las obras de Luis Lucas; luego en los textos herméticos, y por fin, en las tradiciones indias y en la Cábala hebraica. Sólo el lenguaje era distinto; donde nosotros escribimos HCL, los alquimistas dibujaban un león verde, y donde nosotros escribimos: los alquimistas dibujaban un guerrero (Marte, el Hierro), devorado por el león verde (el ácido). En algunos meses, esos famosos grimorios enramen tan fáciles, en su lectura, que las obras, bastante más obscuras, de los pedantes químicos contemporáneos.

Cuanto más me adiestraba en el manejo de este maravilloso 312 método analógico, tan poco conocido de los filósofos modernos, más claro aparecía a mis ojos la síntesis común de todas las ciencias, demostrándonos que los antiguos han sido vilmente calumniados, en el aspecto científico, por una incalificable ignorancia histórica de los profesores de ciencias de nuestros días.

* * *

Estudiando los libros herméticos, tuve las primeras revelaciones de un principio de acción en el ser humano, por el que nos es fácil comprender todos los fenómenos hipnóticos y espiritistas. Había aprendido en la Escuela de medicina que toda enfermedad corresponde a una lesión celular y que ninguna función puede realizarse sin un trabajo celular. Todos los fenómenos psíquicos, todos los hechos de volición e ideación, todos los hechos de memoria, corresponden a un trabajo de ciertas células nerviosas, y la moral, las ideas de Dios y del Bien, era el resultado mecánico producido por los efectos de la herencia o del medio sobre la evolución de las células nerviosas.

En cuanto a los filósofos llamados «espiritualistas» y a los «teólogos», debían ser considerados, sea como gentes ignaras, desconocedoras de la anatomía y de la fisiología, o bien como perturbados, más o menos enfermos, según los casos. Un libro de fisiología carecía de valor si no estaba escrito por un médico, y si este médico no pertenecía a la Escuela de las gentes «instruidas» y razonables, es decir, a la escuela materialista oficial. Y se les solía decir a los ingenuos que creían de buena fe en el alma, que «el alma jamás había sido hallada bajo su escalpelo». He aquí en pocas palabras el resumen de las opiniones fisiológicas que se nos enseñaba.

Yo tuve siempre la peligrosa manía de no aceptar una idea sino después de haberla estudiado por mí mismo bajo todos sus aspectos. Deslumbrado al principio por la enseñanza de la Facultad, compartí, como dije al principio, sus doctrinas, pero poco a poco fueron surgiendo dudas que yo trataba de aclarar. La Facultad nos enseñaba que no se llevase a cabo nada sin 313 poner en juego la mayor cantidad posible de órganos, porque la división del trabajo se establece mejor en el organismo.

Así, cuando se incendió el HOTEL-DIEU; tuvimos ocasión de ver paralíticos cuyas piernas estaban completamente atrofiadas y cuyos nervios habían perdido completamente su condición de órganos, recobrar, de pronto, el uso de sus miembros, hasta ese momento inútiles. Pero esto aún solo podía ser un débil argumento. Las experiencias de Floureus demostraron que nuestras células se renovaban todas en un espacio de tiempo que para el hombre no excedía de tres años.

Cuando yo veía a un amigo tras un Interregno de tres años, ya en mi amigo no había ninguna de las células materiales que antes tenía, y no obstante las formas del cuerpo se conservaban tanto que los rasgos que me permitían distinguir a mis amigos de las demás personas, permanecían.

¿Cuál era, pues, el órgano que presidía esta conservación de las formas, así que ningún órgano de su cuerpo escapaban a esa ley de renovación descrita por Floureus?

Este argumento es uno de los que más me inquietaron. Pero iremos aún más lejos. Claudio Bernard estudiando las relaciones de la actividad cerebral con la producción de la idea, dedujo que el nacimiento de cada idea provocaba la muerte de una o varias células nerviosas, aunque esas famosas células nerviosas, que eran y son aún el baluarte de la argumentación de los materialistas, después de largas investigaciones vuelven a su verdadero papel, que es el de instrumentos y no el de agentes productores la célula nerviosa es el medio de manifestación de la idea y no puede, de ningún modo, generar por sí misma esta idea. Todas las células del ser humano   son reemplazadas en un   tiempo determinado.

Así, cuando rememoro un hecho ocurrido hace años antes, la célula nerviosa que en aquella época hubo registrado este hecho ha sido reemplazada, ciento, mil veces, y si esto es así, ¿cómo el recuerdo del hecho se ha conservado intacto a través de esa hecatombe celular? ¿A qué queda reducida la teoría de la célula generatriz? Y hasta esos elementos nerviosos a los que se hizo juzgar tan importante papel en los actos del movimiento, son tan indispensables a ese movimiento, que, como la embriología nos enseña, el grupo de células embrionarias que más tarde ha de constituir el corazón, late rítmicamente cuando aún los elementos nerviosos del corazón no se hallan constituidos. Estos pocos ejemplos tomados al azar entre una gran cantidad de hechos, me condujeron a constatar que hasta aquel momento el materialismo conducía a sus adeptos por un falso camino, confundiendo al instrumento inerte con el efectivo agente de acción. La prueba de que el centro nervioso fabrica la idea -nos dice el materialismo- está en que toda lesión del centro nervioso repercute sobre los hechos de ideación y si una lesión se produce en la tercera circunvolución frontal izquierda, provocará una afasia y esta afasia será de un carácter particular, según el grupo de células nerviosas atacado por la lesión.

Este razonamiento es, sencillamente, absurdo, y para demostrarlo vamos a aplicar iguales razonamientos a cualquier hecho; por ejemplo, al telégrafo: La prueba de que el aparato telegráfico fabrica el despacho es que toda lesión del aparato telegráfico repercute en la transmisión del despacho, y si se corta el hilo telegráfico el telegrama no podrá circular. He aquí el valor de los razonamientos materialistas: Se olvidan del telegrafista, o hacen como que ignoran su existencia. El cerebro es respecto de un principio espiritual que en nosotros existe, exactamente igual a lo que es el aparato transmisor al telégrafo. La comparación es ya vieja, pero siempre es excelente. El materialista viene a decirnos: «Supongamos que el telegrafista no existe, y razonemos como si no existiera». Sentado esto, hace una afirmación dogmática: «El trasmisor telegráfico marcha solo y produce el despacho después de una serie de movimientos mecánicos provocados por los reflejos».

Sentada esta afirmación el resto va solo, y el materialista concluye alegremente por demostrarse que el alma no existe y que el cerebro por sí mismo produce las ideas, como el aparato telegráfico produce el telegrama. No ataquéis a este razonamiento: es un dogma positivista tan sectariamente definido y 315 enseñado como cualquier dogma religioso. Yo sé cuánto me ha costado el descubrimiento de la vacuidad de tales razonamientos. He sido acusado de superchería porque se ha supuesto que, un materialista que se convierte en místico, no puede ser más que un embaucador o un loco. Sólo me queda darles las gracias a mis adversarios, por tales conceptos, pero sigamos. Del mismo modo que podemos constatar que las células materiales del cuerpo son simplemente los útiles de alguna cosa que conserva la forma del cuerpo a través de las desapariciones de esas células, podemos ver también cómo los centros nerviosos no son más que instrumentos de alguna cosa que utiliza esos centros como instrumentos de acción o de recepción. El anatomista armado de su escalpelo nunca descubrirá el alma, disecando cadáveres, como tampoco un mecánico armado de sus pinzas podrá nunca descubrir al telegrafista desmontando un aparato telegráfico, o al pianista desmontando un piano. Me parece inútil seguir demostrando la vacuidad de tales ideas, que diariamente oponen los llamados filósofos positivistas, a sus adversarios. Antes de terminar estas líneas deseo llamar la atención de los lectores sobre dos «trucos» de razonamiento, utilizados por los materialistas en las discusiones, y de los cuales echan mano generosamente en cuanto se sienten inferiores en la controversia.

El primer «truco» consiste en indicar al ingenuo adversario, como documentación, «Ciencias especiales y memorias obscuras» que se suponen desconocidas del contrincante. ¿Cómo osa usted, señor, hablar de las funciones cerebrales, e ignora usted la cristalografía?  ¿Se atreve usted a abordar estas cuestiones y no ha leído usted la última memoria de M. Tartempion sobre las funciones cerebrales del hombre de la edad terciaria y del pez rojo? Vaya usted a la escuela, caballero, y no vuelva usted a discutir conmigo en tanto no sepa los elementos de la cuestión que trata de abordar.  Estos señores, que de tal modo se conducen, por lo general, son alumnos brillantes de la Facultad de Medicina, que sólo 316 conocen de la psicología y de la filosofía el nombre... ¡y gracias!

El segundo «truco» consiste en anonadarnos con el ridículo, por haber tenido la audacia de emitir una «opción» contraria a las ideas sustentadas por M.X. quien- suelen decir- tiene más títulos que nosotros. ¡Cómo es posible! Usted es un simple doctor en medicina, y trata usted ya de discutir las opiniones de M.O... Catedrático auxiliar, o de M.Z.… ilustre profesor. ¡Primero sea usted lo que ellos son, y después, ya veremos! Todo esto no son más que salida de tono, pero empleadas con tanta frecuencia, que se han utilizado recientemente con B. de Brunetiére, quien osó hablar de CIENCIA, él que ni siquiera era médico... ¡¡¡Horror!!! Y cuando se es médico, hace falta ser auxiliar; y cuando se es auxiliar, es preciso ser catedrático; y cuando se es catedrático, académico; y cuando un miembro de la Academia de Ciencias, se atreve a afirmar su fe en Dios y en la inmortalidad del alma, como lo hizo Pasteur, suele decirse que es viejo y que sólo la decrepitud puede inspirar tales doctrinas. Tales son los fuegos de artificio de que se valen los materialistas, pero basta conocerles para relegarlos a su justo valor. Tampoco sería justo decir que la fe es una gracia especial concedida a algunas criaturas; estoy persuadido, desde lo que yo llamaría mi evolución personal, de que la fe se adquiere con el estudio, como todo lo demás.

Pero el tránsito materialista tiene, no obstante, una gran importancia; permite abordar la psicología, existe un principio intermediario encargado de establecer las relaciones entre los dos extremos y que está fuera del dominio de la fisiología. Este principio, conocido hoy con el nombre de vida orgánica y que ejerce su acción exclusivamente sobre sus órganos de fibra lisa, por el intermediario del nervio gran simpático, tiene, a mi juicio, una existencia bien definida y no niega nada de las deducciones metafísicas. Los antiguos herméticos llamaban a este principio, cuerpo o formador, cuerpo astral, y a él es al que se le atribuían la conservación y sostenimiento de las formas del organismo. Así, puedo decir que el estudio de ese cuerpo astral que yo he proseguido hasta hace unos diez años, me permite dar una 317 explicación muy científica de esos extraños fenómenos hipnóticos y espiritistas que tanto desconciertan en la actualidad a algunos profesores de la Facultad de París. Además, un serio examen de todas las teorías expuestas, para explicar esos hechos, me permiten afirmar que la teoría del hermetismo sobre la constitución del hombre, teoría que no ha variado desde la XVIII dinastía egipcia, o sea desde hace treinta y seis siglos, es la única que de una manera lógica y satisfactoria explica todos los hechos observados.

Podemos también abordar el problema de la muerta y el de la supervivencia de la personalidad al otro lado de la tumba, y este estudio debe tener bastante interés, puesto que muchos «jóvenes» contemporáneos, pertenecientes a la intelectualidad, prefieren estas investigaciones a las carnicerías de la política y a la lucha de los partidos. En otra ocasión hablaré de mi vida esotérica.

Por el momento, sólo he deseado simplemente presentar al lector el camino seguido esotéricamente, desde mis convicciones materialistas hasta mis estudios místicos actuales.
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